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Estudio bíblico de Hebreos 3:1-6

Hebreos 3:1-6

Llegamos hoy, amigo oyente, al tercer capítulo de esta epístola a los Hebreos. Continuamos en la parte doctrinal de esta epístola, que abarca los capítulos 1 al 10, y que en nuestro Bosquejo General hemos titulado: "Cristo es mejor que la economía del Antiguo Testamento". Ya hemos visto que Él es superior los profetas, y acabamos de concluir la sección donde pudimos apreciar que Él es superior a los ángeles. Ahora le veremos entonces, como superior a Moisés. Ahora, el capítulo 3 comienza diciendo:

"Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús"

Este capítulo comenzó diciendo: "Por tanto". Y ésta es otra razón por la cual yo creo que el apóstol Pablo es el autor de esta epístola. Porque él acostumbraba a utilizar estas expresiones como una especie de bisagra o cemento para presentar aquello que consideraba lógico. Ahora, en este versículo que tenemos ante nosotros, este "por tanto" supera ese significado. Es como una puerta batiente, que se abre tanto para un lado como para otro. También esta expresión puede ser considerada por una marca o como una señal cuando uno se acerca a alguna carretera o a una avenida principal. La señal de advertencia sería para que el conductor de automóvil mirara en ambas direcciones. Así la expresión "por lo tanto" mira hacia atrás hacia lo que el escritor ya ha dicho, y mira hacia delante hacia lo que va a decir.

De esta manera, la primera frase dice: "Por tanto, hermanos santos". La palabra "hermanos", identifica aquí a aquellos que eran hebreos como Pablo. Pablo pertenecía a la raza hebrea, y él llamaba los judíos sus hermanos en la carne. En este versículo ellos fueron llamados hermanos "santos", no por lo que ellos hacían, o por sus obras, sino porque la palabra "santo" significa "separado"; ellos estaban separados para Dios. Le pertenecían.

Luego el apóstol los calificó como: "participantes del llamamiento celestial". La nación de Israel tenía un llamado celestial. Todas las promesas del Antiguo Testamento dadas a Israel tenían que ver con esta tierra. Dios les prometió lluvia de los cielos; les prometió fertilidad en el suelo y cosechas abundantes. Éstas eran bendiciones físicas, aunque también les prometió bendiciones espirituales. La idea actual de que algo físico no puede ser utilizado de una forma espiritual está equivocada. Ésa es una de las razones por las cuales la gente no quiere que se mencione el tema del dinero en la iglesia. ¿Qué hay de malo en ese tema? El dinero puede ser usado de una forma espiritual. Por ejemplo, si alguien está sumamente interesado en las misiones, debería contribuir para ellas con el objeto de que su oración fuera más efectiva. De otra manera, esa oración será como el viento que pasa y se desvanece, y eso es todo. El dar, el contribuir es un acto espiritual. Ése es uno de los ministerios que el sacerdote ejerce. Él ofrece sacrificios espirituales. El dar, es uno de ellos y la alabanza de nuestros labios es otro.

Los hermanos que aquí fueron mencionados "participantes del llamamiento celestial", habían tenido un llamado terrenal. Pero en ese momento ya habían avanzado, pertenecían a la generación de Israel de aquella época que se habían vuelto a Cristo. El escritor a los hebreos estaría presentando de forma muy clara que ellos habían pasado a vivir en otra era. En el pasado ofrecían sacrificios de animales de acuerdo con el sistema de la ley de Moisés, y era correcto hacerlo así. Pero en la nueva época constituía un error porque todo ese sistema de sacrificios había sido cumplido en Cristo, y entonces tenían un llamado celestial. El llamado terrenal no había desaparecido, pero había sido cambiado por el llamado celestial, de manera que eran entonces participantes de un llamamiento celestial.

Y eso es algo que en la actualidad, varios misioneros judíos en Israel, han tratado de aclararnos. Cuando le presentan el testimonio cristiano a un judío, tienden a darle la impresión de que ese individuo debería dejar de ser un judío. No sabemos por qué se ha adoptado esta actitud. Una persona puede continuar siendo judía y convertirse en un cristiano, en un hijo de Dios. Nadie pierde su nacionalidad por convertirse en un hijo de Dios. Nadie nos pide que renunciemos a nuestra nacionalidad, y el judío continúa siendo un judío después de haber venido a Cristo. Él ha avanzado junto con la revelación de Dios, y es ahora participante del llamado celestial. Es importante que percibamos esta idea en este libro que estamos estudiando. La epístola a los Hebreos se convierte en una carta casi desprovista de sentido, si uno no tienen en consideración a quiénes fue escrita, y también debe tener en cuenta cuándo fue escrita.

John Wycliffe escribió las reglas de oro de interpretación. Este hombre nació en el año 1324 y murió en 1380 y aunque ya ha transcurrido mucho tiempo desde esa época, pensamos que estas reglas son aún valiosas y no han perdido su brillo.

"Le resultará a usted de mucha ayuda para comprender las Escrituras, si usted señala no sólo lo qué fue dicho o escrito, sino por parte de quién, y a quién, con qué palabras, en qué fecha, donde, con qué propósito, bajo qué circunstancias, considerando lo que viene antes y lo que sigue". Hasta aquí la cita.

Y, amigo oyente, usted no puede mejorar estas normas Si usted toma esas reglas que acabamos de citar y las aplica al libro de Hebreos, no creemos que tenga problemas en comprender esta epístola. La frase, "participantes del llamamiento celestial" quedaría completamente desprovista de sentido a no ser que se aplique a estos cristianos Hebreos.

Ahora, veamos lo que continuó diciendo el escritor: "Considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús". Y teniendo en cuenta otra versión muy adecuada al texto, que dice, "considerad a Jesús, el Apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra fe", nos agradaría cambiar la palabra "profesión" por "confesión", teniendo en cuenta también que la palabra "Cristo" no aparece en los mejores manuscritos. Y es por esa razón, que deseamos leerlo de la siguiente manera, escuche usted: "Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra confesión, Jesús".

La palabra griega traducida por nuestra palabra "considerad", expresa o comunica el hecho de una atención fiel, dedicando tiempo y percibiendo total y minuciosamente con nuestra mente. Es una palabra muy significativa, y tenemos que reconocer que significa que debemos dedicar a Jesús meditaciones y pensamientos cuidadosos, serios y prolongados, dedicando a ello el debido tiempo.

Dice también aquí, "considerad al apóstol". ¿Qué quiere decir el escritor? El Señor Jesús era un apóstol en el sentido básico de la palabra. No necesitamos leer otro significado en esa palabra. Después de todo, ¿qué es un apóstol? Un apóstol es alguien enviado. Jesús fue enviado de Dios a esta tierra. Aquí se recordó a los lectores "considerad al apóstol", porque Él fue enviado de Dios a este mundo. Él fue un mensajero; Él fue el mensajero de Dios. Él es la revelación de Dios. Él vino de Dios como un Apóstol pero observemos también que el escritor añadió:

"Considerad al Apóstol y sumo sacerdote". Su función sacerdotal será el tema de esta epístola. (En un breve paréntesis, diremos que el escritor sólo lo mencionó al llegar a este punto, pero cuando vuelva a tratar ese tema, sólo se dedicará a ese asunto. Tendremos que esperar al capítulo 5 para comprobarlo). Un sumo sacerdote actuaba en la dirección opuesta a la de un apóstol. Un apóstol, como un profeta, vino de Dios al hombre con un mensaje; él hablaba de parte de Dios al hombre. Sin embargo, un sumo sacerdote iba a moverse en la dirección opuesta. El iba a actuar desde el hombre hacia Dios; él representaba al hombre ante Dios.

Ahora Jesús es nuestro Sumo Sacerdote. ¿Quién es Él? Él es Jesús, y el énfasis recae sobre Su humanidad. Recordemos nuevamente que hoy, hay un hombre en la gloria celestial, y Él es allí nuestro representante. Y nos hace felices pensar que Él se encuentra allí porque se nos ha dicho que Él es para nosotros, un Abogado; Él nos defiende; Él está de parte nuestra.

Él nos comprende; Él me comprende a mí como ninguna otra persona me comprende. A veces nos da la impresión de que cuando hablamos con alguien para tratar de aclarar algo, no logramos nuestro objetivo. Quizá pensamos que cuando hablamos con esa persona, bueno, que no nos entiende lo que realmente le queremos decir. O podemos tratar de explicar a una audiencia lo que nosotros sentimos, y hablamos y hablamos y parece que no logramos nuestro cometido de llegar a esa gente, que realmente no comprende lo que queremos decir y nos sentimos frustrados por no haber podido comunicarnos. Pero, amigo oyente, tenemos el consuelo de saber que hay Alguien que nos comprende; Jesús comprende exactamente nuestra forma de sentir.

Así que el Señor Jesucristo comprende cómo nos sentimos hoy. Estimado oyente, tenemos que tener en cuenta esta realidad, pensar seriamente en ello y dedicarle nuestra cuidadosa atención. Tenemos un Apóstol que vino de Dios, y Él es nuestro Sumo Sacerdote, que ha regresado a la presencia de Dios y se encuentra allí hoy para ayudarle a usted y para ayudarme a mí. Como podemos ver, éste es un versículo hermoso y con un profundo significado. Y ahora llegamos al párrafo que trata sobre el tema titulado:

Cristo es superior a Moisés

A partir de este punto, el escritor se dispuso a mostrar que Cristo era superior a Moisés. Es que, habiendo mostrado la superioridad de Cristo sobre los profetas que hablaron de parte de Dios en el Antiguo Testamento, y habiendo demostrado Su superioridad sobre los ángeles, después tuvo que mostrar que Él era superior a Moisés, porque Moisés, era un personaje muy importante para los Hebreos. Hace muchos años un grupo de rabinos organizaron un debate sobre el tema: "¿Quién fue más importante, Abraham o Moisés?" Tenemos entendido que concluyeron que Moisés había sido más importante que Abraham. Si ello realmente fue así en la historia Bíblica, si Jesús fuera evaluado, debiera considerársele superior a Moisés. Y esto es lo que el escritor a los Hebreos procedió a demostrar. Leamos el versículo 2 de este tercer capítulo de Hebreos:

"El cual fue fiel al que lo constituyó, como también lo fue Moisés en toda la casa de Dios."

Aquí el escritor aseguró que el Señor Jesús "fue fiel al que lo constituyó". Él fue fiel al descender a esta tierra para representar a Dios ante el hombre, y Él es fiel al representarnos ante Dios.

Y continuó diciendo "como lo fue Moisés en toda la casa de Dios". Ahora, ¿de qué casa estamos hablando aquí? La palabra "casa" aparece seis veces en los próximos versículos. Es importante determinar qué casa es esta. ¿De la casa de Moisés? No lo creemos amigo oyente. Él estaba hablando aquí de la casa de Dios. Moisés fue fiel en la casa de Dios. Moisés fue llamado a hacer cierta tarea y la llevó a cabo. Y fue hallado fiel.

Fue cierto que Moisés cometió algunos errores y, en realidad, los registró. Él escribió el Pentateuco (los cinco primeros libros de la Biblia) pero los errores no se encontraban en lo que él escribió porque Dios le había dicho qué escribir. Los errores estaban en sus acciones. Él tenía mucho genio y en una ocasión, cuando Dios le dijo que le hablara a la roca, en vez de hacerlo así, la golpeó. Fue un gran error porque la roca tipificaba, ilustraba a Cristo, y Su obra a favor nuestro. Muchos años antes, Dios le había dado a Moisés instrucciones de golpear la roca (como podemos ver en Éxodo 17:6) y, una vez golpeada, no necesitaba ser golpeada otra vez. Cristo fue herido una vez por nosotros; no fue necesario que Él fuera golpeado por segunda vez. Pero Moisés perdió el control de su carácter. No supo las implicaciones de lo que estaba haciendo cuando golpeó la roca por segunda vez. Pero aunque cometió algunos errores, en ese momento en que su vida ya había pasado, es hermoso observar que Dios recordó su fidelidad. La fidelidad fue motivo de elogio por el Señor Jesús, recordemos Sus palabras en Mateo 25:21, "Bien, buen siervo y fiel". Indiferentemente de quienes seamos o de que trabajo el Señor nos haya encomendado, tenemos que fieles.

Dios dijo que Moisés fue fiel. ¿No sería agradable oír a Dios decir de usted: "esta persona, es fiel"?

Ahora observemos que el versículo comenzó diciendo que Cristo fue fiel: dice aquí "el cual es fiel al que lo constituyó". ¿Cómo, entonces, fue superior a Moisés? Leamos el versículo de de este tercer capítulo de Hebreos:

"Porque de tanta mayor gloria que Moisés es estimado digno este, cuanto mayor honra que la casa tiene el que la hizo."

Moisés fue fiel en la casa de Dios, pero el Señor Jesucristo fue el que construyó la casa. Él es el Creador; Moisés es una criatura. Estimado oyente, ahí está la diferencia. Ahora, el versículo 4 dice:

"Toda casa es hecha por alguien; pero el que hizo todas las cosas es Dios."

Toda casa tiene su constructor, uno no puede tener una casa sin un constructor. No puede desarrollarse por sí misma.

Pero aquí se añade: "pero el que hizo todas las cosas es Dios". El Señor Jesús es Dios, y Él es el Creador. Moisés nunca presentó esa reivindicación para sí mismo. Continuemos leyendo ahora los versículos 5 y 6 de este tercer capítulo de Hebreos.

"Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir; pero Cristo, como hijo, sobre su casa. Y esa casa somos nosotros, con tal que retengamos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza."

No sólo fue Cristo mejor que Moisés en el sentido de que Él es el Creador y Moisés es una criatura, sino también diremos que lo menor que podría decirse de Moisés es que fue un "siervo" de Dios; nunca fue llamado un hijo de Dios. Cristo, en cambio, es el Hijo de Dios. Hay mucha diferencia entre el Hijo de la casa y el siervo en la casa. Así que Cristo es superior a Moisés en dos cosas en estas comparaciones. Y es importante destacar este aspecto.

El escritor dijo aquí: "Con tal que retengamos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza". Otra buena versión traduce "si retenemos hasta el fin". El apóstol Pablo tenía la costumbre de usar la conjunción "si", no como una condición, sino como un método de argumento, y también de lógica. Le entenderíamos mejor si hubiera dicho: "Puesto que retenemos firme la confianza". En otras palabras, si somos hijos de Dios y si somos participantes del llamado celestial, seremos fieles y nos mantendremos firmes. Ésta es la prueba de que pertenecemos a la casa de Dios.

Por ejemplo, el apóstol Juan dijo en su primera epístola, capítulo 2, versículo 19: "Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros, porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestara que no todos son de nosotros". Siempre hemos creído que Dios ha permitido que las sectas y los cultos llegaran para captar y sacar de las iglesias a aquellos que realmente no eran creyentes. Las sectas han servido como una especie de colador para Dios. La prueba de que usted es un hijo de Dios es que se mantiene firme en la fe. Eso no hace de usted un hijo de Dios, pero sí prueba que usted ya es un hijo de Dios. Si usted es un creyente, se mantendrá firme, no porque usted sea capaz de hacerlo, sino porque Él puede ayudarle a mantenerse en esa posición.

Así que el autor de esta epístola a los Hebreos, a quien consideramos como el apóstol Pablo, está usando la conjunción "si" para argumentar. "Si retenemos hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza" significa que usted es un participante del llamado celestial; quiere decir que usted está entre los creyentes.

Siempre hemos utilizado la Biblia como un medio de prueba. Si una persona es realmente una hija de Dios, ella se aferrará a la Palabra de Dios, y ella va a amar la Palabra de Dios porque quiere escuchar hablar a su Padre celestial.

Y aquí, estimado oyente, vamos a detenernos por hoy. Dios mediante, continuaremos con este capítulo 3 de Hebreos en nuestro próximo estudio y le invitamos a acompañarnos en nuestros próximos encuentros. Mientras tanto, le sugerimos que usted lea todo este capítulo 3, para que se familiarice con su contenido y esté así, mejor preparado para aprovechar nuestro próximo estudio.

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