Estudio bíblico: La Epístola de Santiago -
Santiago - Introducción general
Consideraciones generales
Si algo destaca respecto a esta epístola es la controversia que la ha acompañado a lo largo de los siglos. Ninguna epístola ha suscitado más dudas respecto a su lugar en el canon, autoría y contenidos. "La epístola de Santiago ha sufrido mucho por no entenderla bien, siendo el ejemplo más notable el de Lutero. El hecho que la crítica del siglo 19 la volviese la espalda ha dejado una propensión general a considerarla resultado de una perspectiva cristiana inferior en contraste a la fuerte sustancia de la teología paulina" (Guthrie). En relación con esto último, y para explicar en parte la poca popularidad que gozó la epístola en la temprana historia de la iglesia, Mayor dice que "parecía contradecir la enseñanza del gran apóstol de los gentiles".
Era inevitable históricamente que a Santiago le hiciera sombra el prolífico Pablo, cuya etiqueta de teólogo y adalid de la justificación por la fe, fue destacado ampliamente en tiempos de la Reforma. El énfasis en la justificación por la fe a menudo impidió a los reformadores ver la coherencia de la obra de Santiago. Proverbial es la postura de Lutero, para quien, en comparación con Romanos, Gálatas, el Evangelio de Juan, o 1 Pedro, Santiago era "una epístola de paja". Estos escritos debían ser apreciados como el "verdadero meollo y médula de todos los libros" porque "nos muestran a Cristo" y "nos enseñan todo lo necesario del Salvador para que lo conozcamos". Por contraste, Santiago no contiene "nada propio de la naturaleza del evangelio".
Las opiniones de Lutero aún planean sobre los intérpretes modernos, hasta el punto que hay expositores que tildan la epístola de libro judío con barniz cristiano, el documento más escasamente cristiano del Nuevo Testamento. Cuando se describe al libro como "sabiduría práctica", lo cual es verdad en parte, se está repitiendo el juicio de Lutero sobre sus limitaciones, con la implicación añadida de faltarle fundamento teológico, aunque incluya buenos dichos. Dicho juicio favorece al argumento teológico sobre el consejo práctico, vale decir el "oír la palabra" sobre el "hacer la palabra", justamente la separación que Santiago mismo ataca.
En algún momento Lutero se aparta un poco de la negación de apostolicidad al conceder que el autor hizo uso de otros escritos apostólicos para, enseguida, acusarle de desorganizado e incapaz para la tarea. No obstante, más tarde, a la hora de hacer las conclusiones sobre los libros bíblicos, tiende a confiar más en la autoría confirmada históricamente que en los contenidos. En el Catecismo Mayor cita (Stg 3:5) y (Stg 1:6-7) como Escritura autoritativa, contradiciendo sus palabras, es decir, que "no hace otra cosa que llevarnos a la ley". Sin embargo, sorprendentemente permitió que en 1546 se publicase el Prefacio, quizá porque no lo analizó cuidadosamente, o porque estaba tan furioso por el uso que los romanistas hacían de (Stg 2:24) en la disputa sobre la justificación, que simplemente dejó en pie sus primeras impresiones.
La tenacidad del testimonio de la epístola, no solamente ha acallado a sus críticos, sino que contemporáneamente están editándose un número cada vez mayor de comentarios sobre esta, más que para hacerla justicia para que entregue un mensaje de enorme actualidad para un cristianismo decaído y falto de compromiso con el señorío de Cristo.
Queremos llamar la atención a dos cosas. Por un lado, estamos de acuerdo con Adamson, cuando dice que: "Una de las principales finalidades de este comentario es combatir lo que considero un error fatal cometido ya desde Lutero y actualmente también en muchos comentarios modernos sobre Santiago: su epístola es considerada generalmente como completamente carente de cualquier cohesión de pensamiento o diseño. Así C. Leslie Mitton: De hecho no hay ningún plan aparente en la epístola; B.S. Easton: Aunque todo el libro posee una cierta unidad, echamos en falta algún plan formal, no sólo en su conjunto, sino en sus partes separadas; y William Barclay: Es difícil, si no imposible, extraer de Santiago, un plan o esquema continuado y permanente. Este punto recibirá atención en su debido curso". El enfoque de Adamson es cada vez más frecuente entre los expositores y, por nuestra parte, nos aplicaremos en la demostración de la coherencia interna que presenta Santiago cuando es bien entendido. Por otro lado, Calvino, quien se distancia de Lutero en la evaluación de la epístola diciendo que "no se requiere que todos (los autores inspirados) hagan uso de los mismos argumentos", también dice que Santiago "parece más parco en proclamar la gracia de Cristo de lo que un apóstol está obligado a hacer". Nosotros añadimos que ni por asomo la epístola está privada de enseñanza sobre la gracia de Dios, aunque no se use el lenguaje habitual, como tendremos ocasión de ver en el comentario.
El autor de la epístola
1. Alternativas a la autoría
Aunque nuestra posición es que debemos la autoría a Santiago el hermano del Señor, queremos dejar constancia de otras alternativas que clasificamos del siguiente modo:
Una de las afirmaciones más extremas es que esta epístola en su origen era un libro judío que más tarde fue "cristianizado", es decir, a la composición original se añadieron referencias a Jesús (Stg 1:1) (Stg 2:1). El problema es que este no es un escrito con puntuales e intencionadas menciones a Cristo, pues el contenido está empapado de las enseñanzas del Señor, que a menudo respaldan las amonestaciones de la carta.
Autores tan conocidos como Erasmo o Moffatt atribuyen la autoría a un Santiago para nosotros desconocido. Como suele suceder con esta clase de ocurrencias no es posible, a priori, afirmarlo ni negarlo, pero ya que contamos con otros datos, y estos fiables, descartamos esta alternativa.
Pese a la improbabilidad de la pseudonimia esta hipótesis ha conseguido hacerse popular gracias al prestigio de Kummel, Ropes o Dibelius y a los argumentos, aparentemente serios, que la sirven de base. A la composición anónima, que habría salido de la pluma de un cristiano destacado y desconocido, se le añadió después el nombre de Santiago (que sería el hermano del Señor) para otorgar autoridad al escrito. Las razones que sustentan tal hipótesis son: A) Aparentes incongruencias. Por ejemplo, la falta de referencias a la relación familiar que Santiago tenía con Jesús, o a la aparición de este resucitado que seguramente le llevó a la conversión. B) La calidad del griego y el estilo de la epístola. ¿Cómo es posible que un judío que, hasta donde sabemos, nunca salió de Palestina y que tenía fama de judío cristiano conservador escribiese de esta manera? En realidad se aplica las mismas razones para 1 Pedro, pero en ese caso la mención de Silvano (1 P 1:1) (1 P 5:12) como amanuense a menudo allana los problemas. C) El tratamiento que la epístola hace de la ley, ignorando sus demandas rituales y calificándola de "ley de libertad". D) La disparidad con Pablo sobre el tema de la justificación. "El debate en (Stg 2:14-26), con su malentendido añadido de la enseñanza de Pablo, no sólo supone considerable distancia cronológica de Pablo - Santiago murió en 62 d. C. -, sino revela también una ignorancia completa de la intención polémica de la teología de Pablo, cuyo lapsus difícilmente puede ser atribuido a Santiago, quien a lo más tardar, se encontró con Pablo en 55 / 56 en Jerusalén (Hch 21:18)" (Kummel). Todos estos argumentos pueden tener respuesta satisfactoria, en algunos casos en el mismo Comentario que seguirá a esta Introducción.
Hipótesis del redactor. Esta es una solución intermedia ya que admite la autoría de Santiago al mismo tiempo que introduce la figura del redactor, cuyo trabajo consistiría en editar la obra tal como la conocemos (Davids; Martín; esta sugerencia ya fue adelantada por Jerónimo). En realidad actualmente la figura del anónimo "redactor" parece omnipresente pues, a juicio de muchos intérpretes, hubo alguien que tuvo que intervenir para dar forma definitiva a casi todos los libros de la Biblia, -con el tiempo se extenderá a todos, ¡sólo hay que esperar! - siendo en esta forma definitiva como los tenemos hoy y los podemos tratar como canónicos. En el caso de nuestra epístola la hipótesis carece de fundamento textual e histórico y como bien han dicho algunos expositores es innecesaria.
Paradójicamente las reticencias sobre la autoría puede darnos un indicio de la identidad del autor. En efecto, la sobriedad de la presentación (Stg 1:1) implica que los lectores no tendrían duda alguna sobre quien se trataba. El punto de vista tradicional es que la epístola fue escrita por Santiago el justo, hermano de Jesús, desde su posición de guía en la iglesia de Jerusalén. La discrepancia está en si escribió en fecha muy temprana (antes de la Conferencia de Jerusalén, (Hch 15), anteriormente a las epístolas paulinas y previamente a la controversia de la admisión de los gentiles en la Iglesia), o al final de su vida (murió en 62 d. C.), en parte como argumento contra el mal uso de Romanos o Gálatas.
2. La autoría de Santiago
Los candidatos a la autoría, según los datos del N. T., son tres: Santiago Zebedeo y hermano de Juan, Santiago hijo de Alfeo, y Santiago "el hermano del Señor".
Objeciones. Difícilmente puede tratarse del Zebedeo en vista de su muerte temprana (Hch 12:2), y tampoco es fácil que el autor sea el hijo de Alfeo dado que sólo se le menciona en las listas de apóstoles y quizá en (Mr 15:40). La poca impresión que éste dejó contrasta con la personalidad vigorosa y fuerte del autor de la epístola, quien sólo pudo ser el llamado "hermano del Señor", por la deducción que estamos haciendo y porque, como veremos más adelante, es el que mejor se corresponde con la personalidad plasmada en su escrito.
A Santiago el "hermano del Señor" se le ha pretendido identificar con Alfeo, cosa poco probable por las siguientes razones: a) Los hermanos de Jesús no eran discípulos de éste (Mr 3:21,31-35); b) Unos meses antes de la cruz sus hermanos no creían en él (Jn 7:5); c) El grupo de los "doce" se sigue distinguiendo de los llamados "hermanos del Señor"; d) Una traducción de (Ga 1:19) "y no vi a ningún otro apóstol, y sí a Santiago, el hermano del Señor" (BJ). En realidad hoy en día pocos abogarían por la identidad con Alfeo.
¿Qué hemos de entender por hermanos? Existen tres teorías: Que era hijo de José por matrimonio anterior de éste (Epifanio, Lightfoot). Que era primo de Jesús (Jerónimo). O que era hijo de José y María, es decir, hermano por parte de madre de Jesús.
La primera teoría podría explicar, según algunos, el aire de superioridad y la actitud incrédula de (Jn 7:3-5), así como que Jesús encomendase a su madre al cuidado de Jesús (Jn 19:26-27). Con todo, aparte que estas suposiciones pueden tener otra explicación, resulta significativo que los hermanos de Jesús aparezcan siempre relacionados con María (Mt 12:46-50) (Sal 69:8).
La segunda teoría es más enrevesada y nos llevaría a confundir a Santiago, y a su hermano Judas, con otros personajes lo que no soporta el riguroso examen de los datos bíblicos. Además, la palabra "adelfós", cuando se trata de relaciones de sangre en el N. T., siempre significa hermano, nunca primo o pariente.
La más segura es la tercera teoría que, además de lo dicho, tiene a su favor todas las referencias a hermanos y hermanas que implican unas relaciones propias de una familia con la que se convive (Mr 6:3) (Mt 13:55) (Jn 2:12) (Jn 7:3,10). Nunca hubiera surgido otra alternativa a esta si no fuese por las tendencias ascéticas introducidas en la historia de la Iglesia.
3. Referencias bíblicas y biográficas
Si leemos por orden cronológico las diversas referencias a Santiago en el N. T., descubrimos varias cosas que nos conviene destacar porque nos ayudan a confirmar la autoría de la epístola: Era familia de Jesús; tenía una fuerte personalidad; era apegado a la ley y tradiciones judaicas; tenía un temperamento práctico; era una persona de renombre en Jerusalén y entre los judíos (Jn 2:12) (Mt 12:46-47) (Mr 3:31-32) (Lc 8:19-20) (Mt 13:55) (Mr 6:3) (Jn 7:3) (1 Co 15:7) (Hch 1:14) (Ga 1:19) (Hch 9:27) (Hch 12:17) (Hch 15) (Ga 2:9,12) (1 Co 9:5) (Hch 21:18) (Jud 1:1,17).
Aparte de estas referencias bíblicas existen otros datos extra bíblicos (Josefo, Clemente de Alejandría, Hegesipo) que nos hablan de una destacada personalidad en Jerusalén llamada Santiago. Aunque existan dos fechas distintas para su muerte la más probable es 62 d. C.
Es importante recordar que Santiago el Justo convivió con Jesús todos los años anteriores al ministerio de éste y compartió su mismo ambiente por mucho tiempo.
El testimonio cristiano antiguo no es unánime pero tiende a favorecer la identificación de Santiago. Orígenes atribuye a "Santiago el apóstol" la autoría, pero la traducción latina de Orígenes, que hizo Rufino, menciona explícitamente al hermano del Señor. Eusebio, por su parte, pretende que la carta era generalmente atribuida al hermano del Señor, aunque había algunos que disentían.
El griego de la epístola contiene semejanzas significativas con el de (Hch 15:13-21) y (Hch 15:23-29), y aunque es cierto que los paralelos no son tan numerosos para aportar pruebas definitivas de origen común, resultan importantes cuando se conjugan con otros datos. El marcado ambiente judío del libro, la manera en que la enseñanza de Jesús empapa la composición sin citarla directamente, la combinación de sencillez y autoridad, y la posición destacada de Santiago en Jerusalén que le capacita para dictar una amonestación "a las doce tribus en la dispersión", son otros tantos argumentos que avalan la autoría de la carta.
Características de la Epístola
1. Género literario
Dejando aparte la discusión académica sobre lo que constituye género literario, es necesario resaltar la importancia de este por sernos de ayuda a la hora de determinar significados, comprender las intenciones del autor y lo que espera la audiencia, además de facilitar la comprensión del mundo del escritor y de los lectores. El problema con que nos encontramos inmediatamente es que Santiago es un escritor solvente y original, que aunque se conforma parcialmente a las características de ciertos géneros antiguos, se resiste a ser clasificado estrictamente. Hay varios géneros que le han sido atribuidos:
Diatriba. Típico de este género es el planteamiento de cortas preguntas que reciben inmediata contestación, amonestaciones si hay desacuerdo, comparaciones bien sean de fenómenos naturales o realidades culturales, y la mención de figuras señeras del pasado que sirven de paradigma o el recurso a escritos a los que se supone autoritativos. Este género floreció dentro de "escuelas" filosóficas. La epístola a los Romanos se ajustaría más al estilo de la diatriba que Santiago. Es verdad que elementos de las características que acabamos de mencionar pueden encontrarse en Santiago, pero no uniformemente en toda la composición, ya que no se encuentran ni en la introducción (Stg 1) ni en la conclusión (Stg 5:12-20). Tampoco encontramos una tesis argumentada mediante antítesis y demostración. Y los lectores para nada son comparables a las escuelas filosóficas, aunque formen una comunidad por pertenecer a la fe de Jesús.
Parenesis. El gran defensor de esta clasificación es Dibelius, y en cierto modo hay motivos para denominar a Santiago escrito parenético. Por ejemplo, se asume que los lectores deberían ya conocer la exhortación que se les entrega, el uso de exhortaciones en forma de máximas interesadas en actitudes y conducta, temas combinados de memoria y espejo (Stg 1:22-25) y la presentación de modelos para imitación. Los elementos de diatriba y parenesis refuerzan nuestra percepción que nos encontramos con una obra de literatura de exhortación, pero no se nos permite ir más allá en la clasificación. De hecho, Santiago rompe el esquema parenético porque es un escrito coherente; el autor tiene intención definida no es una mera aglutinación; permite análisis contextual, no son declaraciones atomizadas; y es posible llegar a conclusiones, por ejemplo, en la ocasión histórica del escrito.
Escrito protréptico. Es decir, literatura estimulante, persuasiva, exhortativa. Era una especie de exhortación a seguir una determinada profesión en términos de superioridad sobre otra. En principio tenía que ver con pericia en el lenguaje si se trataba del retórico, pero más bien con carácter si la profesión era la de filósofo. Este tipo de discurso, por tanto, en términos cristianos, anima a un compromiso cordial hacia la vida de santidad, al compromiso con un estilo de vida en vista de las convicciones que se profesan. La referencia es el carácter y vida consecuente propio de una iglesia a la que define la herencia del reino, la fe, la amistad con Dios (Stg 2:5) (Stg 4:4), y el buen nombre que es invocado sobre ellos (Stg 2:7). Es una amonestación a una profesión contra cultural, con un apasionado llamamiento rayano en la conversión y, en este sentido, cabe mejor esta clasificación de Santiago que las anteriores.
Retórico. Lo que comenzó a ser un descubrimiento en los siglos 16 y 17 está cobrando cada vez más interés para los eruditos del Nuevo Testamento. Santiago, también, ha sido leído en determinadas secciones mediante argumentos retóricos, y el estudio ha confirmado la cohesión literaria y lógica de la composición. Es decir, este enfoque nos ayuda a afirmar que Santiago no es un compendio de sentencias una composición hecha deliberadamente.
Carta. La influyente pero simple distinción de Deissman entre carta y epístola partiendo de las distinciones sociales, es decir, las cartas las escribían el estrato inferior las epístolas las personas educadas y de posición, ha sido superada por la variedad de cartas dentro de la cultura grecorromana y por el complejo mundo de posición social y relaciones para distintos tipos de carta. Si vamos al Nuevo Testamento nos encontramos con cartas de recomendación, de reprensión, de amistad, circulares, etc. y, por otra parte, el cristianismo no era un movimiento de oprimidos y desarrapados sino, al menos en ciertas urbes, incluía a la población moderadamente próspera. Santiago comienza con un saludo epistolar clásico (Stg 1:1), aunque le falta la mayoría de los elementos formales de las epístolas de Pablo (acción de gracias, saludos personas y despedida). Tampoco cita por nombre a ninguno de los lectores ni menciona detalles de su vida a éstos. A lo largo del escrito el autor se introduce solamente de forma indirecta entre los "maestros" (Stg 3:1). Así que, las instrucciones toman el lugar del autor. Sin embargo, el lenguaje directo y el estilo de diálogo es apropiado para una carta escrita; que se describa a los lectores ubicados en una zona geográfica indefinida (diáspora) es compatible con una carta circular con audiencia más amplia que una iglesia local, así que, es normal los contenidos generales y típicos más que locales. Y, desde luego, fue recibida como una carta de "Santiago, esclavo de Dios y del Señor Jesucristo".
En suma, es una composición coherente que puede ser calificado de discurso protréptico en forma de carta.
2. La estructura de la carta
Nuestra opinión es que nos encontramos con un escrito que demuestra unidad y coherencia. Con todo, al abordar su estudio han habido diversas maneras de analizarlo, así que, comenzaremos por hacer un rápido recorrido por tales acercamientos al texto antes de exponer las datos que respaldan nuestras convicciones.
Están los que ven piezas juntadas mediante varias formas de atracción y rechazan cualquier principio formal o coherencia lógica (Dibelius).
Los que hacen un análisis temático, es decir, las secciones se dividen acorde a una serie de tópicos, que funcionan dando coherencia al conjunto. Dentro de estos analistas destacan aquellos que buscan de forma más compleja la interrelación y posible convergencia de los temas (Davids, que probablemente sigue un ensayo de F. Francis). Algunos al comprobar la dificultad del análisis temático buscan otros caminos: Por ejemplo, considerar al escrito como alegórico; o bien, dividir la epístola en base a la extensión de lecciones para entregar oralmente; o por la extensión de líneas (estrofas); o en divisiones de párrafos provistas por manuscritos antiguos.
El reciente análisis tiende a recobrar un acercamiento más antiguo para encontrar una estructura retórica. Y otro apoyo para la coherencia de Santiago llega desde la semiología.
Al examinar el texto nos encontramos con pasajes que se prestan bien a ser definidos temáticamente (Stg 2:1-11) (Stg 2:14-26) (Stg 3:13-4:10) (Stg 4:13-5:6) (Stg 5:7-11) (Stg 5:13-18), en tanto otras unidades pueden ser consideradas textos de transición entre lo anterior y lo que sigue (Stg 2:12-13) (Stg 3:13-17), y aún otras son más difíciles de ubicar, aunque tiene satisfactoria ubicación como veremos en el comentario (Stg 4:11-12) Stg 5:12) (Stg 5:19-20). El capítulo 1 es una especie de presentación o catálogo de temas, los cuales se desarrollan más adelante (Stg 2:1-5:18), mientras (Stg 5:19-20) corona todo la carta con la recomendación al lector que haga por otros lo que el autor ha estado haciendo por los lectores.
A nuestro juicio debemos prestar atención a la fuerte negación "më" seguido del imperativo presente en (Stg 2:1) (Stg 3:1) (Stg 4:11) y (Stg 5:12), que consideramos hitos que establecen el armazón de la carta. De este modo tendríamos: A) (Stg 1:1-27). B) (Stg 2:1-26). C) (Stg 3:1-4:10). D) (Stg 4:11-5:11). E) (Stg 5:12-20). A lo largo de la exposición tendremos ocasión de analizar el ensamble entre secciones, y explicaremos determinados planteamientos en base a consideraciones temáticas, estructurales y didácticas.
3. Las enseñanzas de Jesús
La cristología no aparenta ser un tema destacado en la carta, con todo, hemos de destacar dos cosas: 1) Hay al menos tres menciones importantes al comienzo, en medio y al final del escrito inspirado (Stg 1:1) (Stg 2:1) (Stg 5:7-9), citas colocadas estratégicamente y que manifiestan una perspectiva muy elevada de la persona de Jesús. 2) Hay un gran interés en la aplicación espiritual y ética de la cristología en nuestras vidas. No es casual que Santiago comience reconociendo que es esclavo de este Señor (Stg 1:1), quien es "la gloria" y vendrá como Juez; y los lectores, de entonces y de ahora, deben tomar nota del fuerte compromiso que supone someternos al señorío de Cristo, señorío que éste ejerce mediante sus enseñanzas, de las cuales está saturada esta epístola.
Jesús enfatizó que los aspectos internos de la ley - justicia, misericordia y fe - eran el meollo de la voluntad de Dios siendo por lo tanto norma gobernante de la vida del pueblo de Dios. En respuesta a un escriba Jesús resumió la ley en dos mandamientos, uno referente al amor a Dios (Dt 6:5), que no sólo citó (Mt 22:36) sino también parafraseó (Mt 6:24); el otro, semejante, respecto al amor al prójimo. Ambos están en la textura de Santiago. El primero en el llamamiento a una mente sin doblez (Stg 1:7) (Stg 4:8) y a la amistad con Dios y no con el mundo (Stg 4:4). El segundo se esconde tras las exhortaciones sobre el mal uso de la lengua, el dominio de la ira, el fomento de la paz, y el trato sin discriminación; se manifiesta en el cuidado de los más desposeídos, en la oración por otros, y en expresiones de las obras que nacen de la fe.
Se nos recuerda de muchas maneras el Sermón del monte y las citas parciales de este, como las otras citas de los Evangelios, son un llamamiento a la aplicación de toda la enseñanza del Señor en la vida de sus discípulos.
Aparentemente el autor sagrado no repite frases memorizadas, quizá porque las había asimilado dinámicamente y sabía cómo aplicarlas a distintas situaciones, pero también porque habiendo convivido con Jesús, no sólo había sido testigo de muchos de los principios que regían la vida de éste y de los sabios y divinos consejos que salían constantemente de su boca, sino tendría grabados de forma imborrable en su mente su sabiduría, pureza y perfección. El siervo deseará asemejarse a su Señor y las enseñanzas de Santiago están muy cerca de cómo concibe a su otrora hermano en la carne si éste se encontrara en iguales circunstancias de los lectores.
Destinatarios de la epístola
1. Los receptores son cristianos
Que los lectores son cristianos se deduce de los muchos indicios hallados en la epístola. El autor se denomina "siervo del Señor Jesucristo" (Stg 1:1). La palabra hermanos se repite constantemente, sin que su significado pueda limitarse a la hermandad de raza, aunque se incluya, pues se refiere al compañerismo cristiano. Se habla de la "fe en Jesucristo" (Stg 2:1) y se enseña el nuevo nacimiento (Stg 1:18).
2. No hay dos categoría de lectores
Aunque puedan sorprender las fuertes censuras que encontramos en algunos pasajes de la carta, sin embargo, con la excepción de (Stg 5:1-6), el resto se dirige a creyentes; incluso el pasaje citado forma parte integral de la epístola, aunque esta vez dirigido a terceros en un tono que recuerda a los profetas, pero la enseñanza que aporta no deja sin instrucción a los creyentes. Tengamos en cuenta que los lectores, o algunos de ellos, quizá no serían convertidos de mucho tiempo, y en todo caso, por algunas referencias, entendemos que en muchos de sus problemas pesaba la educación judía recibida y el ambiente judaico.
Desde luego, no se descartan alusiones posibles a judíos incrédulos pues los que "blasfeman el buen nombre" lo serían. Asimismo, el cuadro que encontramos en (Stg 2:5) puede mejor ser aplicado a un extraño a la congregación, y los tribunales citados en (Stg 2:6-7), aunque no es segura la interpretación, recuerdan el ambiente de las sinagogas. Podemos pensar, entonces, que los lectores vivían mezclados con incrédulos y sus reacciones ocasionalmente estaban influenciadas en alguna medida por ello. Si a esto añadimos las dificultades socio económicas por las que pasaban podemos entender, hasta cierto punto, que un énfasis de la epístola fuese la división de la mente, lo que les llevaba a vacilar en la fe y en las relaciones cristianas.
3. Los lectores son judíos cristianos
El hecho de que los destinatarios son totalmente judíos cristianos se echa de ver en numerosos detalles de la epístola. La dirección es "a las doce tribus" (Stg 1:1). A Abraham se le llama "nuestro padre" (Stg 2:21). Se usa la figura del adulterio (Stg 4:4), etc. Desde luego, podemos entender mejor los distintos pasajes si tomamos en consideración este asunto.
4. Los lectores se encuentran en la dispersión
¿Qué hemos de entender por la frase "a las doce tribus que están en la dispersión"? La verdad es que los intérpretes no se ponen de acuerdo respecto a la explicación y hemos de concluir que no es posible dogmatizar en este punto. En sentido general la dispersión puede ser definida por el conjunto de judíos trasladados en diversos cautiverios, o que con finalidad comercial marcharon fuera de Palestina. Perdieron en muchos casos su lengua nativa y muchas de las costumbres judías pero mantuvieron su identidad como judíos. Tomando como base este hecho algunos han supuesto un gran alcance de esta epístola, como si fuera dirigida a todos los esparcidos, específicamente cristianos. Los que viniesen a las fiestas se alegrarían de recibir noticias y tal vez se llevasen su copia de los pensamientos de Santiago. El que la epístola haya sido escrita en un griego aceptable pudiera indicar tal destino. Otros, en vista de (1 P 1:1), espiritualizan la dirección entendiendo que se dirige al Israel espiritual. No es improbable esta teoría, pues si suponemos una fecha temprana sería posible hablar del Israel espiritual, y al mismo tiempo, tener en mente solamente a judíos ya que éstos compondrían la iglesia mayoritariamente.
No obstante lo anterior, cabría suscribir otra teoría avalada por indicios suficientes en la epístola. Los judíos dispersos, aún habitando en sus lugares de origen venían a las grandes fiestas. En Pentecostés, por ejemplo (Hch 2:7-12), hubo una gran cantidad y de mucha variedad geográfica. En Jerusalén encontramos ya en fechas tempranas sinagogas representativas de la dispersión (Hch 6:9). Hemos de pensar que los nativos de diferentes países podrían encontrar "su sinagoga" donde escucharían la Palabra en un idioma y ambiente más familiar para ellos. Por otro lado, Santiago era influyente en Jerusalén, y como hemos notado anteriormente, tenía todas las cualidades necesarias para una gran obra entre los judíos. Sin duda tenía mucha relación con los que venían a Jerusalén (Hch 21:20-21). Con todo este trasfondo no nos es imposible admitir un círculo más restringido de lectores respetando al mismo tiempo el concepto de dispersión. Podemos pensar en judíos convertidos, pertenecientes a las distintas familias de la dispersión que vivían en Jerusalén o alrededores, que fueron "dispersados" por las persecuciones acaecidas tras el martirio de Esteban (Hch 8:1-4) y quizá (Hch 12).
Muy posiblemente éstos a los que escribe Santiago no estarían muy lejos de Palestina, quizá en las regiones de Siria, lo cual concordaría con los indicios en la epístola, pues allí sería posible encontrar cierta densidad de población judía. También era sitio para dedicarse a la agricultura (Stg 5:4); y sería posible estar sujetos a la jurisdicción de los tribunales judíos. Sería factible que se hallasen muchos cristianos allí por causa de la persecución o establecidos de antemano (Hch 9:1-2). Esta hipótesis no soluciona todos los problemas pero explica más de lo que aparece a primera vista y mantiene también el fondo de una fecha temprana.
Evidentemente, no podemos pasar por alto el conocimiento que generalmente el autor tienen de sus lectores y sus circunstancias. Las exhortaciones, aunque puedan tomar un sentido general, asumen una cierta situación de los lectores que Santiago parece tener en mente en el desarrollo de la carta.
5. La situación espiritual de los lectores
La nota predominante de las circunstancias de los lectores es la aflicción. Quizá por esto la epístola comienza con palabras que sirven más de consolación que de admonición, tratando también de enseñar sobre la finalidad de las pruebas. Esto no nos resulta difícil de comprender pues ya hemos visto que muchos de ellos habían sido esparcidos por medio de la persecución. Con todo, las pruebas eran diversas y hemos de pensar en la pobreza y todas las secuelas que acompañan a la precariedad social, sobre todo cuando hay personas interesadas en sacar provecho de la situación. Tal vez se deba a eso que hubiese posiblemente adulación del rico si este tenía en su mano la suerte de una mayoría.
La frustración, o quizá una cadena de ellas, les había vuelto agresivos con el prójimo, alimentando en los corazones el deseo de obtener lo que les faltaba sin reparar en medios (Stg 4:1-3). Sin embargo, el fondo social y psicológico no exime a los lectores de responsabilidad cristiana y por eso escuchan fuertes reproches de parte de Santiago. Las circunstancias por las que atravesaban, junto con la falta de comprensión y descuido por las cosas espirituales, había dividido sus afectos, motivos y práctica. Así que, era necesario dejar la doble mente. La obediencia debe ser el acompañante necesario de escuchar la Palabra. La fe debe expresarse en obras. Los deseos deben estar referenciados a la voluntad de Dios. Y la educación religiosa recibida con anterioridad a su conversión parece pesar como una losa en la mentalidad de los lectores.
Precisamente para impulsar una fe viva que se manifestase en amor y para pedirles mayor decisión en la vida cristiana, Santiago les escribe una carta repleta de imperativos.
Fecha de la epístola
1. El ambiente general
Las imágenes que se usan son tomadas normalmente de la vida rural o del Antiguo Testamento. A la reunión de los creyentes se la denomina "sinagoga" (Stg 2:2) (V.H.A.). La separación entre judíos cristianos e inconversos parece tenue. Asimismo la semejanza con las enseñanzas de Jesús, el tono proverbial, la manera de emplear las ilustraciones, los asuntos tratados, el estilo de expresión, etc., demuestran que la fecha es temprana, no muy lejana de los tiempos del Señor y los primeros días de la Iglesia.
2. Exclusión de fechas
La fecha tope para la epístola es 62 d. C., pues, según las mejores tradiciones, fue este el año de la muerte de Santiago. También parece ser anterior a 1 Pedro. Observamos, además, una ausencia total de los temas candentes que sirvieron de controversia después del año 50. Una fecha temprana explicaría asimismo la falta de detalles sobre lo que fue tratado en la Conferencia de Jerusalén (49 d. C.). Y finalmente hemos de decir que la única fecha cuando se podía escribir a cristianos, la Iglesia, y casi todos judíos tiene que ser antes de la salida de Pablo a los gentiles en 47 d. C.
3. Fecha probable
"Una fecha alrededor del 44 d. C., durante la persecución de Herodes, o inmediatamente después (45 d. C.), sería la que mejor se acomodaría a todos los factores conocidos" (Comentario Bíblico Moody). Al que esto escribe le parece acertada la hipótesis de una fecha tan temprana.
Contribución y relevancia
La principal contribución es la insistencia en que la fe genuina se haga evidente y, por tanto, los cristianos no deben estar satisfechos con una fe de medio corazón, falta de consagración, que desea sacar lo que puede de este mundo pensando que tiene seguro el que viene. Por eso el pecado primordial es la doblez de mente (Stg 1:8) (Stg 4:8), estando en su lugar el llamamiento al arrepentimiento y a someterse a la disciplina divina conducente al carácter cabal y completo que Dios desea.
El tema de la fe y las obras y la relación con la justificación ha sido tratado de múltiples maneras porque, aparentemente, contradice las enseñanzas de Pablo sobre el mismo asunto. En este sentido están fuera de lugar opiniones como la de James D. G. Dunn, y otros, que subrayan hasta tal punto la diversidad del N. T. que Santiago estaría diciendo cosas diferentes y contrarias a las del apóstol de los gentiles. La verdad es que las enseñanzas de uno y otro puede ser armonizadas, y los énfasis de ambos son necesarios en según qué circunstancias de la Iglesia. En la situación del cristianismo actual en muchos lugares del mundo el mensaje de nuestra epístola viene a ser de importancia vital. Es una guía importante para fomentar la vida corporativa, la integridad que une lo que Dios ha unido como son la fe y las obras, oír y hacer y profesión y conducta; y en todo momento resuena la voz de Jesús y las realidades del reino de Dios.
Los temas de pobreza y riqueza, que no están ausentes en otras partes, reciben en este escrito una notable consideración. Para los cristianos de occidente es este un tema indigesto, y en algunos lugares del mundo esta carta podría ser censurada por subversiva, pero se requiere justicia para el oprimido, puesto que Dios está presto para oír la voz de los afligidos (Stg 5:1-6), y dependencia y temor de Dios en los negocios (Stg 4:13-17). También en este caso "la fe sin obras es muerta en sí misma" (Stg 2:17). La fe cristiana afecta no sólo a la vida personal y privada sino se proyecta a la vida social y sus perspectivas. Tampoco deja de tener significado la denuncia de la discriminación clasista (Stg 2:1-9), basada en mera apariencia externa, o el llamamiento a servir a los menos favorecidos (Stg 1:27), que podría ser tachado de reducir el evangelio a posiciones sociales.
Si se olvida esta epístola todos estos énfasis serán pasados por alto en la vida de los cristianos e iglesias. Pero si la prestamos la debida atención, no domesticando su poderoso mensaje sino dándola la importancia que merece, podemos encontrarnos con la renovación espiritual tan necesaria en nuestras iglesias.
Preguntas
1. ¿Cuáles son los principales argumentos a favor de que el autor sea Santiago el hermano del Señor?
2. Demuestra la influencia extensa de las enseñanza de Jesús en esta epístola.
3. ¿Quiénes son los destinatarios de la carta? Razone su respuesta, contrastando y comparando los diferentes argumentos que se han ofrecido.
Comentarios
Marcela Barra (Chile) (14/07/2024)
Muchas gracias por el trabajo que realiza. Ha sido de mucha bendición.
Anibal Ramos (Puerto Rico) (15/09/2018)
Hace unos días el hermano Jacinto partió a morar con el Señor, el hermano ya muy anciano, 93 años, fue Pastor y un siervo muy usado por el Señor para levantar la obra en muchos lugares en Puerto Rico en sus inicios. Un día en la escuela bíblica, usualmente se sentaba junto a mí, me escribió una nota que decía : "lee los 5 capítulos de la carta de Santiago y haz lo que dice allí y te salvas"...claro que no comprendí lo que me quiso decir ya que siempre he entendido que la salvación es por gracia...pero por curiosidad luego de su muerte volví a leer la carta de Santiago y estudiando a la vez la interpretación o comentarios bíblicos de ustedes y ahora me doy cuenta lo que me quería decir el hermano Jacinto...Dios les bendiga!
Manuel León Fernández (España) (14/11/2014)
El trabajo es excelente. Como unos cuarenta años han tenido que pasar para que al fin este magnífico comentario, vea las luz, y me felicito de que al fin le he podido poner el ojo encima. Creo que la Escuela Bíblica ha recibido del mentado autor una valiosa contribución que hará mucho bien a todos los estudiantes que decidan implicarse en este estudio. Gracias a cuantos han hecho posible su publicación en este medio.
Edith Mota Martinez (México) (13/11/2014)
Bendiciones
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