Estudio bíblico: Judas: ladrón y traidor - Juan 12:4-6
Judas: ladrón y traidor (Juan 12:4-6)
(Jn 12:4-6) "Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que le había de entregar; ¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres? Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella."
Judas y María: dos personalidades opuestas
El contraste entre María y Judas no puede ser mayor. Cada uno de ellos representa dos actitudes completamente diferentes frente al Señor. Veamos algunos detalles.
Para Judas, lo que María entregó al Señor le parecía desproporcionado. Según él, habría sido suficiente con una cantidad mucho menor y el resto se podría haber vendido para darlo a los pobres.
Cada uno de ellos valoraba al Señor de forma muy distinta. María consideraba que lo que le daba al Señor era muy poco porque tenía un concepto muy grande de su majestad y gloria, en cambio, para Judas, todo era excesivo, porque en su corazón no había llegado a valorar la verdadera dimensión de quién era Jesús.
María sentía agradecimiento por lo que Jesús había hecho por su hermano Lázaro, pero Judas no valoraba el gran privilegio de haber sido constituido por el Señor como uno de sus apóstoles.
A María le importaban las personas, y en especial el Señor, pero para Judas sólo contaba el dinero y él mismo.
María actuaba porque amaba al Señor, Judas le seguía pensando en lo que podía sacar de él. Su corazón era frío, distante y sin amor por el Maestro.
María entregaba lo mejor que tenía para su Señor en un acto de generosa devoción, mientras que Judas se disponía a entregar al Señor a las autoridades judías con el fin egoísta de sacar unas monedas de plata.
María preparaba el cuerpo del Señor para su sepultura, mientras que Judas se encargaba de poner al Señor en las manos de sus enemigos para que le matasen.
María adoraba al Señor mientras que Judas le criticaba y ponía objeciones.
Del mismo modo que la luz hace resaltar las sombras de los objetos, el acto de amor y devoción de María hizo perfilar los rasgos oscuros de la personalidad de Judas.
Pensaremos ahora un poco más sobre este siniestro personaje:
Judas Iscariote el apóstol del Señor
Es muy poco lo que sabemos de él antes de que llegara a ser un apóstol de Jesús. Era conocido como "Iscariote", u hombre de Queriot, una ciudad en la tribu de Judá (Jos 15:25). Si esto fuera así, probablemente sería el único de los doce apóstoles que no era de Galilea.
No sabemos en qué momento se unió a Jesús como discípulo, ni tampoco sus verdaderas razones para hacerlo. El caso es que junto con los otros apóstoles había escuchado su enseñanza, había visto sus milagros e incluso había sido enviado a predicar el evangelio del reino, pero a pesar de todos estos grandes privilegios, nunca había rendido de verdad su corazón al Señor.
Y aunque esto nos parece muy extraño, la Biblia nos advierte frecuentemente que siempre habrá falsos apóstoles y creyentes dentro del ámbito del cristianismo. Nuestra responsabilidad consiste en identificarlos a través de sus frutos (Mt 7:15-23).
Judas el ladrón
Con el tiempo se descubrió que era un ladrón que robaba de los ingresos que el grupo tenía, y de los que él había sido encargado para su administración.
Ya nos sorprende que después de haber pasado tanto tiempo con Jesús, todavía siguiera cerrando su corazón a una evidencia tan clara, pero aún es más de extrañar que continuara unido al grupo de apóstoles durante tanto tiempo fingiendo ser lo que no era, y para colmo, robando lo que pertenecía al Señor. Sin duda, los efectos de la caída en el hombre son mucho más profundos y permanentes de lo que muchas veces creemos.
No hay duda de que Judas era un hipócrita consumado, un maestro del disimulo, capaz de poner buena cara cuando fuera necesario o expresarse de tal manera que no desentonara con el resto de los apóstoles. Pero todo eso era falso. Él no era un verdadero discípulo, sino solamente uno que había aprendido a moldear su lenguaje para parecer piadoso, que usaba palabras persuasivas para ocultar lo que realmente era. Pero finalmente todos descubrieron sus verdaderas intenciones. Podía criticar la devoción generosa de María y justificarse haciendo notar su gran preocupación por los pobres, cuando en realidad, lo único que buscaba era una nueva oportunidad para robar de la bolsa común.
(Jn 12:6) "Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella."
Judas intentaba embellecer su pecado con un pretexto creíble y adaptaba su fraseología para ocultar su pecado. Pero lo cierto es que era un hombre dominado por la codicia y el amor al dinero. Esas eran las verdaderas pasiones que dominaban su alma. Todo lo demás era mentira. Le gustaba demasiado el dinero, y como muchos otros antes y después de él, buscó una forma fácil de conseguirlo. Sin ningún tipo de escrúpulos, no dudó siquiera en robar al mismo Señor y a sus compañeros de apostolado.
Y ese amor por el dinero le había convertido en una persona egoísta, totalmente indiferente ante las necesidades de los demás, pero lo que aún era peor, había endurecido de tal manera su corazón que se había vuelto insensible al amor del cual estaba rodeado. Hasta tal punto llegó su devoción por el dinero y su endurecimiento, que no le importaba robar, y finalmente, tampoco dudó en entregar al Señor por treinta monedas de plata. Ya lo advirtió el apóstol Pablo:
(1 Ti 6:10) "Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores."
¡Qué terrible es el amor al dinero! Nos venda los ojos y los oídos, y hace que los hombres sean peores que bestias salvajes, permitiendo que no tengan en cuenta ni la conciencia, ni la amistad, ni la comunión, ni la salvación.
Antes de avanzar, debemos detenernos un momento para considerar varias cosas de las que el caso de Judas nos advierte a nosotros también. Por un lado, está la tentación de encubrir nuestra carnalidad con bonitas frases espirituales, y por otro, nos muestra que el afecto por lo material endurece y hasta llega a quitar los sentidos espirituales, de tal modo que nos volvemos egoístas, insolidarios y malvadamente mundanos.
Judas el hombre de la bolsa
Una de las cosas que nos llama la atención es que el Señor le hiciera tesorero del grupo y le entregara la bolsa si era un ladrón. Al fin y al cabo, si él tenía este problema, ¿por qué ponerlo en contacto de forma tan directa con algo que le produciría una tentación tan grande?
Sin duda, el Señor no escogió a ladrones para ser apóstoles ni tampoco para ocuparse de sus finanzas. Debemos suponer que al principio, cuando Jesús llamó a Judas, él era un hombre honrado. Y de hecho, fue escogido como administrador de los recursos que el grupo tenía por su capacidad para gestionar el dinero. En este mismo pasaje podemos apreciar que Judas rápidamente calculó el precio de aquel perfume mientras estaba siendo derramado.
Pero como en tantas ocasiones, si se tiene un don, pero no hay vida espiritual, esto puede resultar en la ruina de la propia persona. ¿Con cuánta frecuencia somos tentados en el ámbito de aquello en lo que por naturaleza somos idóneos? Judas tenía una capacidad innata para manejar el dinero, de ahí vino su tentación. Un hombre puede ser un buen predicador y de ahí venirle la tentación para convertirse en un hombre engreído. Una mujer joven puede ser muy atractiva y eso le puede llevar a volverse vanidosa y presumida. Finalmente, la única forma de librarse de la tentación es manteniendo una relación personal y viva con el Señor. Sólo él nos puede librar de nuestra tendencia natural al pecado.
Y en cuanto a esta bolsa que Judas administraba, nos sirve para ver cómo se mantenían Jesús y sus discípulos. Allí se guardaban las donaciones que el Maestro recibía de personas piadosas que le apoyaban económicamente, como "Juana, Susana, y otras muchas que le servían de sus bienes" (Lc 8:3). Está claro que nuestro Señor no tenía riquezas terrenales, ni tampoco sus discípulos. Como dice el apóstol Pablo:
(2 Co 8:9) "Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos."
Judas, el apóstol que entregó a Jesús
Pero Judas no sólo era un ladrón, por último también se descubrió que él era un traidor que iba a entregar al Señor a las autoridades religiosas del judaísmo.
Parece increíble que una persona que había seguido a Cristo como apóstol durante tres años, que había visto sus milagros, oído sus enseñanzas y disfrutado de la comunión personal con él, fuera capaz de hacer una cosa así. Pero su caso nos obliga a pensar muy seriamente en la gravedad de la caída del hombre.
En cualquier caso, resulta difícil saber qué pudo pasar por la mente de Judas a lo largo de todo ese tiempo para que finalmente tomara esa decisión. En primer lugar, estaba el hecho de que a pesar de su aparente religiosidad, él nunca había rendido de verdad su corazón al Señor. Luego vino todo lo demás; quizá se sintió defraudado por las reiteradas declaraciones de Jesús acerca de su necesidad de ir a Jerusalén a morir en una cruz. Esto no parecía coincidir con sus expectativas mesiánicas, así que es probable que decidiera cambiar de bando en el último momento y ponerse a salvo mientras sacaba algún beneficio.
Y sin duda, la reprensión del Señor en este momento, cuando salió en defensa de María condenando su actitud mediocre, esto tampoco le gustaría, y hasta es posible que le incitara a entregar a Jesús (Mr 14:10).
Por último, sobre esta cuestión, algunos han pensado que la descripción que el evangelista hace de Judas como "el que le había de entregar", debe ser interpretada en el sentido de que Judas estaba predestinado a entregar al Señor. Pero no creemos que esto sea así. Simplemente explica lo que Judas iba a hacer en un futuro inmediato, algo que el evangelista sabía porque ya había ocurrido cuando él escribía. En todo caso, Judas era responsable de sus propias decisiones y llevaría su justo castigo, tal como explicó el Señor:
(Mt 26:24) "A la verdad el Hijo del Hombre va, según está escrito de él, mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido."
Preguntas
1. ¿Por qué le parece a usted que María y Judas trataban de forma tan diferente al Señor?
2. Busque otros pasajes en las Escrituras en los que se nos advierte acerca de falsos apóstoles o siervos del Señor.
3. ¿Cómo podemos diferenciar un falso siervo de Dios de uno auténtico? Justifique su respuesta con la Biblia.
4. Describa cómo era el carácter de Judas.
5. ¿Cuáles le parece que fueron las razones por las que Judas no entregó su corazón al Señor y llegó finalmente a entregarle?
Comentarios
David Alfredo Areco GarcÍa (Paraguay) (18/05/2021)
Quiero agradecer primeramente a Dios por tu vida que siga dándote sabiduría inteligencia. Para desarrollar con claridad la palabra de nuestro padre celestial. Fue muy clara la definición de cada versículo, fue de gran bendición para mi vida. No niego te digo delante de Dios, me hizo llorar, cada comentario de cada versículo me hizo ver por tus enseñanzas que debo cambiar en muchas actitudes, te bendigo en todos tus quehaceres en el nombre poderoso de Jesucristo. Abrazo grande .
Ezequiel Pereyra (Argentina) (25/09/2019)
Me gusta mucho la página el Señor me acaba de tocar el corazón y su presencia me enseña cosas también gracias por tan grande bendición!!
ALBERTO SIBAJA NOLASCO (México) (28/01/2018)
Antes que nada congratulaciones a los autores de tan excelente página, y felicitaciones al autor Luis de Miguel por tan excelente comentario del Evangelio de Juan, rico en enseñanzas que deberían exponerse en las iglesias de Cristo para su edificación espiritual. Invito al hermano Luis de Miguel que nos comparta los capítulos faltantes de este precioso evangelio. Reciba mis mas sincero agradecimiento y reconocimiento por tan grande aportación a toda la comunidad cristiana en todo el mundo. Le bendigo en el nombre de Jesucristo salvador y Señor nuestro.
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