Estudio bíblico: Los reyes del norte y del sur - Daniel 11:1-20
Los reyes del norte y del sur - Daniel 11:1-20
Introducción
En el capítulo 10 vimos cómo Daniel fue preparado para recibir la profecía que ahora encontramos aquí. Recordamos que un mensajero celestial vino para enseñarle la naturaleza espiritual de la guerra en la que participaban no sólo el pueblo de Dios sobre esta tierra, sino que el conflicto se extendía a áreas espirituales que normalmente están ocultas para los hombres.
Ahora vamos a ver que el personaje celestial que hablaba con Daniel le va a comunicar con todo detalle los eventos por los que Israel habría de pasar bajo los imperios medo-persa, griego, y especialmente con dos de los sucesores de este último: los ptolomeos de Egipto y los seleucidas de Siria y Babilonia. La profecía está fechada en el tercer año de Ciro rey de Persia (Dn 10:1), es decir, sobre el año 536 a.C.
La precisión profética es tal que muchos críticos se sienten en la necesidad de desacreditar el relato por el simple hecho de que no creen que Dios pueda intervenir directamente en la historia de los hombres revelando los eventos específicos que van a ocurrir. Por esta razón argumentan que esta parte del libro no fue escrito por Daniel, sino por un autor anónimo en fecha posterior a los hechos aquí anunciados.
En cuanto a la revelación recibida aquí, el profeta va a descubrir que el pueblo de Israel seguiría sufriendo, pero ya no por sus pecados, como había sucedido en el cautiverio babilónico, sino porque son el pueblo de Dios. No hay diferencia; todos los gobiernos de este mundo se oponen a Dios y a su pueblo de forma sistemática.
Historia de Israel bajo el gobierno de Persia
(Dn 11:2) "Y ahora yo te mostraré la verdad. He aquí que aún habrá tres reyes en Persia, y el cuarto se hará de grandes riquezas más que todos ellos; y al hacerse fuerte con sus riquezas, levantará a todos contra el reino de Grecia."
El mensajero celestial comienza asegurando la plena certeza del mensaje que iba a comunicar a Daniel: "Y ahora yo te mostraré la verdad".
A continuación presenta un breve resumen del período de gobierno que todavía le quedaba al imperio medo-persa: "He aquí que aún habrá tres reyes en Persia". Estos reyes serían:
Cambises, hijo de Ciro (530-522 a.C.).
Pseudo-Smerdis (522-521 a.C.).
Darío I Histapes (521-486 a.C.). Fue durante su reinado que los profetas Hageo y Zacarías animaron al pueblo de Dios a reconstruir el templo de Jerusalén.
Después de estos tres reyes se levantaría uno que sería muy grande y retaría a Grecia y perdería ante ella: "Y el cuarto se hará de grandes riquezas más que todos ellos; y al hacerse fuerte con sus riquezas, levantará a todos contra el reino de Grecia".
Este cuarto rey se refiere a Jerjes, hijo de Darío (486-465 a.C.). Este rey lo conocemos en la Biblia como Asuero, el gobernante que hizo reina a Ester. En la historia secular es conocido porque llegó a ser más poderoso y rico que todos los reyes que le habían precedido. Al hacerse grande decidió extender su reino y entró en guerra con Grecia. Logró reunir un enorme ejército y dirigió contra los griegos una masiva invasión, y aunque inicialmente obtuvo algunas victorias, finalmente los griegos lograron infligir serias derrotas al ejército invasor y Jerjes se vio obligado a retirarse. A raíz de esto su imperio nunca volvió a recuperarse. Desde entonces el imperio griego se convirtió en la primera potencia mundial.
El surgimiento de Alejandro de Grecia
(Dn 11:3-4) "Se levantará luego un rey valiente, el cual dominará con gran poder y hará su voluntad. Pero cuando se haya levantado, su reino será quebrantado y repartido hacia los cuatro vientos del cielo; no a sus descendientes, ni según el dominio con que él dominó; porque su reino será arrancado, y será para otros fuera de ellos."
Aunque el imperio medo-persa entró en un período de declive y destrucción, todavía logró existir por más de cien años. Su fin definitivo llegó cuando Alejandro Magno venció a Persia y tomó su control en el año 331 a.C. Es a esto a lo que se refiere la profecía que recibió Daniel: "Se levantará luego un rey valiente, el cual dominará con gran poder y hará su voluntad".
Las referencias a este personaje son numerosas en el libro de Daniel. Había sido profetizado como el vientre y los muslos de bronce en la imagen que vio Nabucodonosor (Dn 2:32); y el leopardo con cuatro alas de ave en sus espaldas y cuatro cabezas de la visión de Daniel (Dn 7:6); y el macho cabrío con un cuerno notable entre sus ojos (Dn 8:5-8).
De él se dice que "dominará con gran poder y hará su voluntad". Y efectivamente, Alejandro Magno, en su deseo de extender la cultura griega por todo el mundo, llevó a cabo una impresionante sucesión de victorias militares con las que extendió el imperio griego por Asia Menor, Siria, Egipto y hasta la India.
Pero cuando estaba en el apogeo de sus victorias, Alejandro murió en Babilonia con apenas 32 años. En ese momento tenía dos hijos pequeños: Hércules con Barsine, la hija de Darío I, y Alejandro III con Roxana, hija del rey Escita. Y puesto que ninguno de ellos estaba en condiciones de gobernar su vasto imperio, éste se dividió en cuatro partes entre sus generales. Es a esto a lo que se refiere el texto de Daniel: "Pero cuando se haya levantado, su reino será quebrantado y repartido hacia los cuatro vientos del cielo; no a sus descendientes, ni según el dominio con que él dominó; porque su reino será arrancado, y será para otros fuera de ellos".
La cuestión de dividir su reino no fue fácil. Los generales que habían servido a las órdenes de Alejandro comenzaron a luchar entre sí por el poder, y sólo después de muchos conflictos lograron dividir su vasto imperio. Por supuesto, como se le anunció a Daniel, éste ya no tendría el dominio que antes había tenido. Finalmente su imperio quedó dividido entre los cuatro principales generales de esta manera:
Casandro, que gobernó sobre Macedonia y Grecia.
Lisímaco, sobre Tracia y algunas partes de Asia Menor.
Seleuco, sobre Siria y Babilonia.
Tolomeo, sobre Egipto.
Conflicto entre los reyes del norte y del sur (Dn 11:5-20)
Ahora la profecía que Daniel estaba recibiendo se centra en dos de estos reyes que surgieron de la división del imperio de Alejandro Magno: los tolomeos de Egipto, que en este pasaje son conocidos como los "reyes del sur", y los seléucidas de Siria y Babilonia que aquí son mencionados como los "reyes del norte".
El pasaje describe los frecuentes conflictos que hubo entre ellos. Y esto tendría mucho interés para el pueblo de Dios, porque su territorio se encontraba en medio de ambos reinos, por lo que continuamente sería invadido por unos y otros a fin de asegurarse su lealtad.
Los eventos descritos a continuación se cumplieron tan literalmente que los críticos han llegado a negar que el libro pudiera haber sido escrito por Daniel en el siglo VI a.C., y sostienen que tuvo que escribirse mucho más tarde, durante el tiempo de los macabeos (168 a 134 a.C.), cuando los hechos ya habían ocurrido. Pero Dios conoce el fin desde el principio, y quiso revelar a Daniel los detalles de la historia por venir.
Veamos en detalle el conflicto entre los reyes del norte y del sur que se desarrolló durante varias generaciones.
(Dn 11:5) "Y se hará fuerte el rey del sur; mas uno de sus príncipes será más fuerte que él, y se hará poderoso; su dominio será grande."
Al principio, Tolomeo, rey del sur, mantenía una buena relación con Seleuco, rey del norte. En ese tiempo el reino del sur era más fuerte que el del norte, y debido al aprecio y respeto que había entre ellos, Tolomeo no dudó en intervenir para ayudar a Seleuco cuando fue atacado por Antígono, otro de los antiguos generales de Alejandro. Seleuco llegó a ser expulsado de Babilonia por Antígono, pero gracias a la ayuda de Tolomeo, finalmente le venció y llegó a hacerse más poderoso que el rey del sur, tomando posesión de un amplio territorio que incluía la India, Asia Menor y los reinos de Babilonia. A esto se refiere cuando dice que "uno de sus príncipes será más fuerte que él, y se hará poderoso; su dominio será grande". En todo caso, puede resultar curioso que aquí Seleuco sea descrito como "uno de sus príncipes", como si fuera un príncipe de Tolomeo, pero la historia secular confirma que en un principio Seleuco fue protegido por él, llegando incluso a ser uno de sus generales, aunque como ya hemos mencionado, gracias a la ayuda de Tolomeo, el dominio de Seleuco llegó a ser el más extenso de los cuatro generales.
Como veremos a continuación, en generaciones posteriores esta colaboración entre ambos reinos no perduraría, sino que habría un permanente conflicto que se desarrollaría de diferentes maneras.
(Dn 11:6) "Al cabo de años harán alianza, y la hija del rey del sur vendrá al rey del norte para hacer la paz. Pero ella no podrá retener la fuerza de su brazo, ni permanecerá él, ni su brazo; porque será entregada ella y los que la habían traído, asimismo su hijo, y los que estaban de parte de ella en aquel tiempo."
En el reino del sur, a la muerte de Tolomeo I Sóter le sucedió su hijo Tolomeo II Filadelfo (285-246 a.C.). En cuanto al reino del norte, Seleuco I Nicátor fue asesinado y su hijo Antíoco I Sóter asumió el poder (281-261 a.C), y después de él Antíoco II Teo (261-246 a.C.).
En cuanto a Tolomeo II Filadelfo, es interesante notar que mostró un gran interés hacia la cultura y el pueblo judíos, promoviendo la traducción del Antiguo Testamento del hebreo al griego. Esta versión se conoce como la Septuaginta.
En un principio Tolomeo II y Antíoco II fueron enemigos acérrimos, pero finalmente llegaron a un acuerdo por medio de una alianza matrimonial: Berenice, hija de Tolomeo II se casó con Antíoco II. Este matrimonio se celebró bajo la condición de que el hijo de ambos había de ocupar el trono de Siria. Esto es a lo que se refiere nuestro texto: "Al cabo de años harán alianza, y la hija del rey del sur vendrá al rey del norte para hacer la paz".
Para casarse con Berenice, Antíoco II tuvo que divorciarse de su esposa Laodicea, y desheredar a los dos hijos que tenía con ella (Seleuco II Calínico y Antiochus Hierax). El nuevo matrimonio tuvo un hijo, pero a la muerte de Tolomeo II, padre de Berenice, Antíoco II la dejó para tomar de nuevo a su esposa Laodice, quien ordenó la muerte de Berenice y su hijo. Además, después de esto envenenó también a su marido y puso sobre el trono a su hijo Seleuco II Calínico (246?226 a.C.). Con esto se cumplió con toda exactitud lo que se le había anunciado a Daniel: "Pero ella no podrá retener la fuerza de su brazo, ni permanecerá él, ni su brazo; porque será entregada ella y los que la habían traído, asimismo su hijo, y los que estaban de parte de ella en aquel tiempo".
(Dn 11:7-9) "Pero un renuevo de sus raíces se levantará sobre su trono, y vendrá con ejército contra el rey del norte, y entrará en la fortaleza, y hará en ellos a su arbitrio, y predominará. Y aun a los dioses de ellos, sus imágenes fundidas y sus objetos preciosos de plata y de oro, llevará cautivos a Egipto; y por años se mantendrá él contra el rey del norte. Así entrará en el reino el rey del sur, y volverá a su tierra."
Tolomeo III Evérgetes (247-221 a.C.), hermano de Berenice, sucedió a su padre en el trono y se propuso vengar la muerte de su hermana. Atacó y venció a Siria, mató a Laodicea y regresó a Egipto con un gran botín. Esto es lo que se le había dicho al profeta: "Pero un renuevo de sus raíces se levantará sobre su trono, y vendrá con ejército contra el rey del norte, y entrará en la fortaleza, y hará en ellos a su arbitrio, y predominará".
Un detalle curioso es que dentro de este gran botín de guerra había dos mil quinientas imágenes de dioses egipcios de oro y plata que Cambises, rey de Persia, se había llevado de Egipto en el año 525 a.C. A esto se refiere el texto de Daniel: "Y aun a los dioses de ellos, sus imágenes fundidas y sus objetos preciosos de plata y de oro, llevará cautivos a Egipto".
Después de esta victoria firmaron un acuerdo de paz entre ambos reinos (241 a.C.), aunque no desaparecieron las tensiones: "y por años se mantendrá él contra el rey del norte".
Finalmente, Seléuco II atacó a Tolomeo III, consiguiendo recuperar la parte de Siria que había perdido, y una parte del norte de Israel. Pero aunque recuperó estas tierras, por lo demás, regresó a su casa con las manos vacías. Esto es lo que describe el resto del versículo: "Así entrará en el reino el rey del sur, y volverá a su tierra".
(Dn 11:10) "Mas los hijos de aquél se airarán, y reunirán multitud de grandes ejércitos; y vendrá apresuradamente e inundará, y pasará adelante; luego volverá y llevará la guerra hasta su fortaleza."
A la muerte de Seleuco II Calínico (246-226 a.C.), rey del norte, lo sustituyó su hijo Seleuco III Querauno (226-223 a.C.), quien fue asesinado por algunos conspiradores mientras llevaba a cabo una campaña militar en Asia Menor. Entonces su hermano Antíoco III el Grande, se convirtió en rey a la edad de 18 años (223-187 a.C). Esto es a lo que se refiere Daniel con "los hijos de aquél".
Tanto Seleuco III como su hermano Antíoco III intentaron recuperar el prestigio de Siria por medio de conquistas militares. Seléuco III invadió Asia Menor y Antíoco III atacó Egipto, que en ese momento controlaba todo el territorio de Israel hasta la región fronteriza con Siria. Este último consiguió que los egipcios se replegaran hasta la frontera sur de Israel, momento en que los seléucidas tuvieron la mayor extensión territorial de su historia. Esto es lo que había anunciado el profeta: "se airarán, y reunirán multitud de grandes ejércitos; y vendrá apresuradamente e inundará, y pasará adelante; luego volverá y llevará la guerra hasta su fortaleza".
Después de estas acciones militares, Israel, que había estado bajo el dominio de Egipto, pasó a estar bajo el de Siria. Al estar en medio de ambos reinos, siempre era atacado por unos y por otros sin importar de que lado estuviera la victoria.
(Dn 11:11-13) "Por lo cual se enfurecerá el rey del sur, y saldrá y peleará contra el rey del norte; y pondrá en campaña multitud grande, y toda aquella multitud será entregada en su mano. Y al llevarse él la multitud, se elevará su corazón, y derribará a muchos millares; mas no prevalecerá. Y el rey del norte volverá a poner en campaña una multitud mayor que la primera, y al cabo de algunos años vendrá apresuradamente con gran ejército y con muchas riquezas."
El versículo anterior decía que el rey del norte llevaría "la guerra hasta su fortaleza", seguramente en referencia a la fortaleza que Tolomeo IV Filopátor (221-203 a.C.) tenía en Gaza. Allí tuvo lugar una importante batalla en la que el rey de Egipto fue con un ejército de casi setenta mil hombres y 73 elefantes. Por su parte, Antíoco III reunió un ejército similar con 103 elefantes. Esta batalla se conoce con el nombre de Rafia, ciudad costera no muy lejos de la frontera de Egipto (217 a.C.). Tolomeo ganó la batalla y mató e hizo prisioneros a casi quince mil soldados del ejército sirio. Este fue el cumplimiento de lo escrito por Daniel: "Por lo cual se enfurecerá el rey del sur, y saldrá y peleará contra el rey del norte; y pondrá en campaña multitud grande, y toda aquella multitud será entregada en su mano".
Pero Tolomeo no supo aprovechar esta importante victoria sobre el reino de Siria, así que volvió a Egipto donde se entregó a una vida de disolución y desenfreno, sin preocuparse en fortificar el país, tal como había anunciado el profeta: "Y al llevarse él la multitud, se elevará su corazón, y derribará a muchos millares; mas no prevalecerá". Los historiadores confirman también que Tolomeo IV prácticamente abandonó los asuntos de su reinado y los dejó en manos de su primer ministro Sosibio, para así poderse entregar a los placeres, las artes y las religiones de misterio.
Antíoco III no se conformó con aquella derrota, y después de una breve interrupción logró reunir un ejército mayor que la primera vez y atacó nuevamente a Egipto (205 a.C.). Allí había muerto Tolomeo IV sucediéndole su hijo Tolomeo V (205-181 a.C.) que en aquel momento sólo tenía cinco años. Antíoco III aprovechó esta circunstancia para atacarle. Una vez más se cumple con exactitud lo que la Biblia había anunciado: "Y el rey del norte volverá a poner en campaña una multitud mayor que la primera, y al cabo de algunos años vendrá apresuradamente con gran ejército y con muchas riquezas".
(Dn 11:14-17) "En aquellos tiempos se levantarán muchos contra el rey del sur; y hombres turbulentos de tu pueblo se levantarán para cumplir la visión, pero ellos caerán. Vendrá, pues, el rey del norte, y levantará baluartes, y tomará la ciudad fuerte; y las fuerzas del sur no podrán sostenerse, ni sus tropas escogidas, porque no habrá fuerzas para resistir. Y el que vendrá contra él hará su voluntad, y no habrá quien se le pueda enfrentar; y estará en la tierra gloriosa, la cual será consumida en su poder. Afirmará luego su rostro para venir con el poder de todo su reino; y hará con aquél convenios, y le dará una hija de mujeres para destruirle; pero no permanecerá, ni tendrá éxito."
El texto continúa diciendo que "en aquellos tiempos se levantarán muchos contra el rey del sur". Es interesante notar que Antíoco III hizo una alianza con Filipo V de Macedonia, sucesor en ese momento de Casandro en occidente, a fin de atacar juntos a Tolomeo IV y repartirse entre ellos Egipto.
El texto continúa diciendo: "Y hombres turbulentos de tu pueblo se levantarán para cumplir la visión, pero ellos caerán". La expresión "hombres turbulentos de tu pueblo" se refiere a los judíos que también se organizaron contra Tolomeo IV buscando el favor de Antíoco III. Quizá conocían la profecía de Daniel y se levantaron "para cumplir la visión". Su fin sería librar a Israel del dominio de Siria y Egipto. Recordemos que Israel había estado bajo el control de los tolomeos desde los tiempos de Alejandro Magno. Además, como estaban en medio de estas dos grandes superpotencias, siempre se veían afectados por sus luchas. En todo caso, como ya había anunciado el profeta, "ellos caerán". En realidad, su situación vino a ser peor después de esto.
Como ya hemos mencionado, Antíoco III fue contra Egipto aprovechando que Tolomeo IV había muerto y ocupaba el trono su hijo Tolomeo V que sólo contaba con cinco años de edad. Por lo tanto, fue uno de sus mejores generales, Scopas, el que estaba al mando cuando le atacó el rey del norte. Scopas fue derrotado en el campo de batalla y se refugió en la ciudad fortificada de Sidón. Finalmente fue totalmente derrotado, pediendo los cien miel hombres de su ejército. Esto fue descrito con anterioridad por el profeta Daniel: "Vendrá, pues, el rey del norte, y levantará baluartes, y tomará la ciudad fuerte; y las fuerzas del sur no podrán sostenerse, ni sus tropas escogidas, porque no habrá fuerzas para resistir. Y el que vendrá contra él hará su voluntad, y no habrá quien se le pueda enfrentar".
Después de esto, Antíoco III expulsó a los egipcios de Israel y consolido su control sobre ellos: "y estará en la tierra gloriosa, la cual será consumida en su poder".
Una vez que hubo conquistado a Israel, Antíoco III decidió seguir hacia Egipto. Pero en ese momento también estaba luchando contra Roma para arrebatarle la provincia de Grecia a causa de la influencia de Aníbal de Cartago. Por esa razón, en lugar de pelear, decidió hacer una alianza matrimonial con Tolomeo V. De ese modo le dio a su hija Cleopatra I con el fin de conseguir el control sobre Egipto. Pero no lo consiguió, porque Cleopatra, en lugar de ser leal a su padre, decidió serlo a su marido y a su nuevo país, así que el plan de Antíoco III no funcionó, tal como había dicho el profeta: "Afirmará luego su rostro para venir con el poder de todo su reino; y hará con aquél convenios, y le dará una hija de mujeres para destruirle; pero no permanecerá, ni tendrá éxito".
(Dn 11:18-19) "Volverá después su rostro a las costas, y tomará muchas; mas un príncipe hará cesar su afrenta, y aun hará volver sobre él su oprobio. Luego volverá su rostro a las fortalezas de su tierra; mas tropezará y caerá, y no será hallado."
Parece que Antíoco III el Grande soñaba con reunificar bajo su autoridad el imperio que una vez lograra Alejandro Magno. Por esta razón se involucró en numerosas campañas militares.
En el año 202 d.C. Roma venció a Aníbal de Cartago en Zama, al sur de Cartago. Anibal logró escapar y buscó la protección de Antíoco III. Era evidente que Roma se hacía cada día más fuerte, y por eso Aníbal animó a Antíoco a invadir Grecia y quitarla del dominio romano. Así que en el 193 a.C., Antíoco empezó una campaña militar que le llevó a tomar Macedonia, parte de Tracia y parte de Grecia. Pero entonces Roma envió a un general llamado Lucio Cornelio Escipión el Asiático, para detenerlo y hacerlo retroceder. Escipión ya había vencido a Aníbal y tomado Cartago, y ahora iba a derrotar a Antíoco en la batalla de Magnesia (190 a.C.), cerca de Efeso. Esto es lo que había anunciado la profecía y se cumplió literalmente: "Volverá después su rostro a las costas, y tomará muchas; mas un príncipe hará cesar su afrenta".
Los romanos impusieron unas condiciones extremadamente duras a Antíoco (pacto de Apamea 189 a.C.) que incluían fuertes sumas de dinero por varios años, ceder todos sus elefantes y navíos, entregar casi todo el territorio de Asia Menor al norte y las montañas de Tarso al occidente, y el envío a Roma de veinte rehenes como garantía de este tratado de rendición. Entre los rehenes estaba su hijo Antíoco Epífanes y el general Anibal. Una vez más se cumplió con total exactitud la profecía: "y aun hará volver sobre él su oprobio".
Con el fin de pagar el tributo acordado con Roma, Antíoco trató de robar un templo en Elimaida pero fue muerto en el año 187 a.C. Con esto se cumplió lo dicho por el profeta: "Luego volverá su rostro a las fortalezas de su tierra; mas tropezará y caerá, y no será hallado".
(Dn 11:20) "Y se levantará en su lugar uno que hará pasar un cobrador de tributos por la gloria del reino; pero en pocos días será quebrantado, aunque no en ira, ni en batalla."
A la muerte de Antíoco III le sucedió en el reino su hijo Seléuco IV Filopátor (187-175 a.C.). Este gravó al pueblo con onerosos tributos a fin de pagar a Roma los mil talentos anuales por un período de nueve años. Estos tributos se cobraban en "la gloria del reino", una frase empleada en referencia a Israel donde intentó robar los fondos del templo.
Finalmente Seléuco IV murió envenenado por Heliodoro, su tesorero. Con esto se cumple la profecía: "será quebrantado, aunque no en ira, ni en batalla".
Preguntas
1. ¿Cuál es el propósito principal de la visión del capítulo 11?
2. Históricamente, ¿quiénes eran los dos protagonistas principales en esta sección?
3. ¿Por qué se da tanto detalle en la historia de imperios que rodearon al pueblo judío?
Comentarios
Mayra Arroyo de Cifuentes (Guatemala) (29/10/2024)
Estimado pastor Luis me quito el sombrero ante la exactitud de la palabra de Dios y por el tiempo que le llevo preparar una enseñanza como esta con tantos datos históricos que vuelven a darnos, cómo UD dice la exactitud de la Bendita Palabra de Dios, su congregación debe valorar mucho el trabajo que UD hace pastor. Dios le siga usando para honra y Gloria del Nombre de Cristo nuestro Salvador.
Riky Alexander Rosado Rodríguez (Ecuador) (23/09/2024)
Gracias por el estudio, está excelente, realicé una investigación de apocalipsis.
Andrea Caiafa (Uruguay) (06/03/2024)
Excelente explicación, aclaró mis dudas, bendiciones
Juan Rodas (Paraguay) (18/01/2024)
Dios le bendiga Pastor. Excelente el estudio de Daniel.
Ana Castro (España) (22/09/2023)
Excelente estudio! todo muy claro y muy bien explicado, muchas gracias .
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