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Estudio bíblico: Apocalipsis - Introducción - Introducción

Serie:   Apocalipsis
Autor: Luis de Miguel
España
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Apocalipsis - Introducción

Todos los libros de la Biblia son importantes, pero Apocalipsis fue el último en ser escrito, y por lo tanto, tiene un valor especial por ser la culminación de la revelación de Dios. Además, despierta una fascinación especial porque en él se predicen los hechos que van a acontecer en este mundo. Por eso, en nuestros días, cuando la humanidad parece presentir que algo importante está a punto de ocurrir, se ha despertado un estado de expectación que ha llevado a muchos a acercarse a este libro. Ahora bien, entre ellos podemos encontrarnos a una legión de falsos profetas que lanzan toda suerte de vaticinios que ni se cumplen ni se cumplirán. Otros utilizan el texto bíblico para trazar un calendario de los acontecimientos que van a ocurrir en este mundo haciéndolo coincidir con su propio pensamiento escatológico. Y no faltan los excéntricos religiosos que ven en Apocalipsis la confirmación a todas sus excentricidades.
En todo caso, cuando nos embarcamos en el estudio de Apocalipsis, tenemos la sensación de entrar en otro mundo. No cabe duda de que es completamente diferente de cualquier otro texto del Nuevo Testamento. Nos encontramos, por ejemplo, con cuatro seres vivientes que tienen aspecto de león, buey, un ser humano y un águila, y que pronuncian un cántico de alabanza de gran contenido teológico. Vemos también a un cordero que ha sido inmolado pero que extiende su mano para tomar un libro. La abundancia de este tipo de lenguaje simbólico hace que su interpretación no sea fácil, y muchos se desaniman de antemano.
Como consecuencia de estas dificultades, han surgido distintas interpretaciones del libro, tan diferentes en muchos casos, que pareciera como si sus promotores estuvieran hablándonos de libros diferentes. Esto también desanima a muchas personas sencillas que sólo quieren conocer la Palabra de Dios sin meterse en esas guerras entre comentaristas bíblicos.
Y si todo esto no fuera suficiente, hay muchas personas a las que el libro de Apocalipsis les produce temor. Cuando escuchan hablar de plagas y juicios, o de la batalla del Armagedón, de la destrucción del mundo y del juicio final, muchos sienten miedo y prefieren no tocar estos temas.
Todo esto nos debe convencer de que entender correctamente el libro de Apocalipsis no será una tarea fácil. No es un libro escrito para ser leído de forma superficial. Requerirá de nosotros grandes esfuerzos antes de que nos dé su bendición y nos descubra sus grandes riquezas. Y para ello, será necesario hacer un estudio serio del texto, respetando en todo momento su mensaje con el fin de captar lo que de verdad dice y no para oír simplemente el eco de nuestras propias ideas.
El mismo autor inspirado parecía ser consciente de que muchos se desanimarían ante tantas dificultades, por esa razón, al comienzo del libro encontramos una bendición que no vemos en ningún otro:
(Ap 1:3) "Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca."
Hoy más que nunca, los hombres y mujeres de este mundo no debemos perder el contacto con las realidades eternas de las que habla Apocalipsis. No tanto para satisfacer nuestra curiosidad, sino para ser renovados y fortalecidos ante el fin que se acerca.
Al fin y al cabo, no vamos a encontrar ninguna otra parte de la Biblia que nos brinde una descripción tan detallada del futuro como lo hace Apocalipsis. Bien podemos decir que este libro es la respuesta de Dios a las inquietudes humanas sobre el futuro.
Ahora bien, cuando comenzamos el estudio de cualquier libro de las Escrituras, siempre es necesario conocer algunas de sus características, lo que nos será de utilidad para una adecuada comprensión de su contenido. Y esto es lo que nos proponemos hacer en el resto de este estudio.

El título del libro

La palabra "Apocalipsis" viene del griego "apokalupsis" que significa desvelar, poner al descubierto. Y en el caso concreto de este libro, se trata de la revelación de las cosas futuras relacionadas con la consumación del reino de Dios en este mundo.

Autor

Como en cada libro de la Biblia, debemos distinguir el autor divino del humano. Dios inspiró por medio de su Espíritu Santo a algunos hombres para transmitirnos su verdad revelada.
1. El Autor divino
El libro de Apocalipsis comienza con estas palabras: "La revelación de Jesucristo, que Dios le dio" (Ap 1:1). Las siete cartas a las iglesias de Asia que encontramos en los capítulos 2 y 3 concluyen cada una de ellas con las palabras: "El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias" (Ap 2:7,11,17,29) (Ap 3:6,13,22). Y termina su escrito con una seria advertencia acerca de no agregar ni quitar nada de este libro, lo que implicaría modificar las Escrituras inspiradas por Dios (Ap 22:18-19).
En todo el libro de Apocalipsis se deja constancia una y otra vez de que su autor original es Dios.
2. El autor humano: Juan
Tanto al comienzo como al final del texto aparece el nombre de Juan como la persona que recibió la revelación y la escribió (Ap 1:1,4,9) (Ap 22:8).
La evidencia parece confirmar con claridad que éste no era otro que Juan el apóstol, autor también del cuarto evangelio y de tres epístolas.
Notamos que debía ser una persona bien conocida entre los destinatarios de su escrito, puesto que sencillamente se llama a sí mismo por el nombre de Juan. Era innecesario añadir que era apóstol de Jesucristo, porque sus receptores ya lo sabían de sobra.
Con esto coincide también el testimonio de los líderes de las primeras iglesias cristianas.
Justino Mártir, alrededor del 150 d.C. escribió: "Además, un hombre de entre nosotros llamado Juan, uno de los apóstoles de Cristo, recibió una revelación y predijo que los seguidores de Cristo habitarían en Jerusalén por mil años; y que de allí en adelante tendría lugar la resurrección general y eterna y el juicio de todos los hombres" (Diálogo con el judío Trifón, capítulo 81). Este testimonio es especialmente importante porque Justino vivió durante algún tiempo en Éfeso, y formó parte de una de las siete iglesias a las que el libro de Apocalipsis se dirige.
El autor del Fragmento Muratoriano, fechado aproximadamente en el 175 d.C., atribuyó Apocalipsis a Juan, al que consideraba ser el apóstol.
Ireneo, alrededor del 180 d.C., en su tratado sobre las herejías, cita frecuentemente el Apocalipsis y atribuye su autoría a "Juan, el discípulo del Señor", un título que pocos se atreverían a negar que alude al apóstol. Su testimonio tiene especial interés porque en su juventud Ireneo había conocido a Policarpo, quien a su vez mantuvo una estrecha relación con Juan. También mencionó que Juan escribió durante el reinado del Emperador Domiciano (81-96 d.C.).
Melitón, obispo de Sardis y contemporáneo de Ireneo, escribió un comentario que no se ha conservado, sobre el Apocalipsis de Juan.
Escritores en las primeras décadas del siglo tercero (Clemente de Alejandría, Tertuliano, Orígenes, Hipólito y Chipriota) atribuyen al apóstol Juan la autoría de Apocalipsis.
Como vemos, existe un fuerte apoyo de parte de los primeros escritores cristianos a favor de que Juan fue el autor de Apocalipsis. Los ataques o las dudas sobre su autoría surgen bastante tiempo después, lo que hace que no tengan demasiada relevancia. Por ejemplo, Dionisio de Alejandría (231 al 264 d.C.) ponía en duda la autoría de Juan basándose en presuntas diferencias de estilo entre el cuarto evangelio y el Apocalipsis. Después de él, otros más han seguido ese mismo argumento. Ahora bien, aunque puedan ser ciertas algunas diferencias de estilo entre ambos documentos, esto se explicaría con facilidad si tenemos en cuenta las dificultades que Juan encontraba para describir en griego, que no era su lengua materna, revelaciones tan extraordinarias como las que encontramos en Apocalipsis. Además, no hemos de olvidar que el evangelio y Apocalipsis pertenecen a géneros literarios totalmente diferentes, lo que indudablemente debería justificar una parte importante de estas diferencias. Y por otro lado, los que cuestionan la autoría del apóstol Juan usando este argumento, no parecen tener en cuenta las muchas similitudes existentes entre el evangelio y Apocalipsis.
En todo caso, el argumento de las diferencias y parecidos entre libros de la Biblia escritos por una misma persona, es usado constantemente de una forma caprichosa y abusiva por los críticos liberales. Si observan diferencias de estilo dicen que no pueden ser obras del mismo autor, pero si presentan similitudes de estilo, argumentan que está clara la mano de un falsificador que está intentando hacerse pasar por tal o cual apóstol. Pero todo esto, lejos de ser una prueba de rigor científico, lo que nos muestra son los enormes prejuicios con los que ciertas personas se acercan al texto bíblico.
Otros han argumentado que existían diferentes personas con el nombre de Juan, aunque no se sabe nada de los otros, mientras que Juan, el apóstol de Jesucristo, era bien conocido en los círculos cristianos de aquella época.

Estilo literario

Aunque en Apocalipsis encontramos varias cartas (Ap 2-3), sin embargo, la mayor parte de su contenido está escrito en estilo apocalíptico.
Podemos encontrar otros libros de la Biblia que incluyen secciones con este mismo estilo, como Daniel, Ezequiel y Zacarías. También entre los judíos fue un género que proliferó mucho durante el período intertestamentario.
Es difícil determinar con exactitud en qué consiste el estilo apocalíptico usado en la Biblia, pero hay algunos rasgos que lo caracterizan:
Un escrito apocalíptico pretende ser una revelación divina, que por regla general llega mediante un intermediario celestial.
Esta revelación es comunicada frecuentemente por medio de visiones. En muchas ocasiones un intérprete angélico le revela el significado de las cosas extraordinarias que está viendo.
Esta revelación promete una intervención divina en el futuro de la historia humana para poner fin a los tiempos de angustia y destruir toda la maldad de la era presente. Su tema tiene que ver con la inauguración del Reino de Dios, que siempre se relaciona con la venida del Mesías de Dios. Podemos decir que contiene un fuerte elemento profético.
En todos ellos existe la noción de que hay dos mundos; el universo visible actual y el mundo perfecto que existe en el cielo. Estas grandes fuerzas cósmicas que luchan tras la historia humana se describen por medio de símbolos (colores, números, animales, figuras animales con formas humanas, ciudades). Son frecuentes también la presencia de ángeles y demonios.
Algunos han sugerido que uno de los propósitos del género apocalípticos era evitar la persecución, sin embargo, Juan repite en varias ocasiones que él es su autor. Evidentemente no se estaba escondiendo. Seguramente el uso de símbolos tenga el propósito de expresar lo que de otra manera sería muy complicado de hacer con un lenguaje concreto.
Es importante señalar que este género fue usado también por otros autores fuera de la Biblia, y en esos casos apreciamos notables diferentes.
En el caso del libro de Apocalipsis encontramos las claves para su correcta interpretación en el Antiguo Testamento, que es citado constantemente, cosa que no ocurre con otras obras apocalípticas.
Los autores seculares usan el nombre de personajes importantes de la historia judía para dar relevancia a sus obras y ganar audiencia. Por ejemplo: Libro de Esdras, el Libro de Enoc, los Testamentos de los doce patriarcas, el Apocalipsis de Baruc, los Salmos de Salomón, la Asunción de Moisés, el Martirio de Isaías, la Apocalíptica de Isaías, la Apocalíptica de Abraham, el Testamento de Abraham. Esto es algo que no ocurre con los autores inspirados, que siempre se identifican diciendo la verdad. Es probable que Juan deje constancia en repetidas ocasiones de que él es el autor a fin de distanciarse de ese otro tipo de obras apocalípticas.
En los escritos no inspirados resulta prácticamente imposible determinar cuándo, dónde y para quiénes escribían. Por el contrario, en Apocalipsis se nos informa claramente sobre quiénes eran sus destinatarios, dónde y en qué circunstancias fue escrito.
Apocalipsis fue escrito en griego y los expertos nos dice que tiene un estilo vivo, poderoso y pictórico. Sin embargo, observan también que desde el punto de vista gramatical resulta deficiente y comete incorrecciones que ningún griego cometería. Queda claro que el griego no es la lengua materna de su autor, sino que con frecuencia da la sensación de que aunque escribía en griego, sin embargo estaba pensando en hebreo.

Fecha de redacción

Ireneo escribió que Juan redactó Apocalipsis hacia el final del reinado de Domiciano (81 al 96 d.C.): "Sin embargo, no correremos el riesgo de pronunciar afirmativamente en lo que respecta al nombre del anticristo; porque si hubiera sido necesario que su nombre se revelara claramente en este tiempo presente, hubiera sido anunciado por aquel que contempló la visión apocalíptica. Porque no hace tanto tiempo de que fue vista, sino casi en nuestro tiempo, hacia el fin del Imperio de Domiciano" (Contra las herejías 5.30.3).
Victorino, escribiendo hacia finales del siglo III d.C., dice en su comentario al Apocalipsis: "Juan, cuando vio estas cosas, estaba en la isla de Patmos, condenado a las minas por el emperador Domiciano. Fue allí donde tuvo la revelación... Cuando fue liberado de las minas más tarde, transmitió esta revelación que había recibido de Dios". Jerónimo es todavía más detallado: "En el año 14 después de la persecución de Nerón, Juan fue desterrado a la isla de Patmos, y allí escribió el Apocalipsis... A la muerte de Domiciano, al ser revocados sus actos por el Senado a causa de su excesiva crueldad, volvió a Éfeso cuando era emperador Nerva". Eusebio dice: "El apóstol y evangelista Juan relató estas cosas a las iglesias cuando volvió del destierro en la isla después de la muerte de Domiciano".
El contenido del libro describe tiempos de persecución, que se corresponderían bien con lo que ocurrió durante el mandato de este emperador.
Otro argumento que confirmaría esta fecha como probable es el declive de las iglesias en Asia, a las que se dirige en los capítulos 2 y 3. Atrás quedaba el fervor de las iglesias fundadas por el apóstol Pablo antes del año 66 d.C. Además, se habían desarrollado también algunas herejías que no se mencionan antes en las cartas que Pablo les había escrito.

Lugar de escritura

Juan dice que se encontraba en la isla de Patmos cuando recibió las revelaciones del libro de Apocalipsis (Ap 1:9). Probablemente fue también allí donde las puso por escrito.
La isla de Patmos está ubicada en el mar Egeo, a unos 100 km. al sudoeste de la ciudad de Éfeso. El gobierno romano la utilizaba como un lugar de exilio para los criminales y delincuentes. Juan dice que se encontraba allí "por causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús".

Destinatarios

Los tres primeros capítulos tienen forma de carta y están dirigidos a las siete iglesias de la provincia romana de Asia: Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea. Estos fueron los receptores originales de Apocalipsis.
No obstante, el número siete es usado con mucha frecuencia en este libro y siempre simboliza lo que está completo. Esto nos sugiere que la intención final de Dios era que este libro fuera conocido y leído por todas las personas en todas las partes del mundo y en cualquier época. Esto se ve confirmado también por lo que el mismo libro nos dice:
(Ap 1:3) "Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca."
Por lo tanto, podemos decir que Apocalipsis fue escrito inicialmente para los creyentes de siete iglesias locales de Asia. Estas eran personas sencillas, no teólogos especialistas. Y entre ellos había algunos que estaban experimentando una fuerte persecución y otros que vivían cómodamente satisfechos de sí mismos. Había creyentes que estaban a punto de morir a manos del mundo, y otros que se estaban acomodando peligrosamente al mundo. Los había que aceptaban las peligrosas herejías que se estaban introduciendo en las iglesias, y también los que las combatían enérgicamente. Había quienes escogían ser fieles a Cristo a costa de perder la reputación, el trabajo, la libertad y hasta la vida, pero había también los que se adaptaban al mundo a fin de librarse de estas cosas.
En todo caso, a lo largo de todo Apocalipsis se percibe un fuerte conflicto de lealtades, y una gran presión política, ideológica y espiritual. Así que, aunque inicialmente fuera escrito para aquellas iglesias de Asia, su mensaje sigue siendo relevante y debe ser escuchado por toda la Iglesia en cualquier época y lugar.

Aceptación en la Iglesia

El libro de Apocalipsis gozó de una rápida distribución, debido en gran medida a que cada una de las iglesias de Asia Menor a las que se dirigió, sirvió probablemente de centro de distribución hacia otras zonas a su alrededor. A esto ayudaría también el hecho de que el mensaje de Apocalipsis anunciaba una gran crisis que la Iglesia universal habría de enfrentar en poco tiempo.
El hecho es que este libro fue rápidamente conocido y leído por creyentes en todas las partes del imperio romano, y esto se debió a que fue reconocido desde el principio como parte de la Escritura inspirada. Prueba de ello es que muchos de los líderes cristianos de los primeros siglos conocían bien este libro y lo citaban reiteradamente en sus escritos.
Otra prueba más de esto es que aparece en el Canon de Muratori (170 d.C.), la lista más antigua de los escritos del Nuevo Testamento.
No obstante, es cierto que en períodos posteriores suscitó dudas en algunas partes de la iglesia oriental. Esto se debió en gran medida al rechazo que suscitaban ciertas interpretaciones del Apocalipsis. En respuesta, algunos decidieron poner en duda que el apóstol Juan fuera su autor y que realmente hubiera sido inspirado por Dios. Desgraciadamente, se llegaron a estas conclusiones por discusiones sobre su interpretación, y sin tener en cuenta el abundante testimonio que la iglesia primitiva había expresado a su favor.
Sin embargo, a pesar de este rechazo parcial en una época tardía, hay que decir que el libro de Apocalipsis aparece en los manuscritos más antiguos que se conservan, como el Sinaítico, el Vaticano y el Alejandrino.
Curiosamente hay que decir también que los principales teólogos de la Reforma Protestante rechazaron el libro de Apocalipsis. A Martín Lutero ni le parecía profético ni apostólico, mientras que Juan Calvino, escribió un comentario sobre cada libro del Nuevo Testamento, a excepción del Apocalipsis.

Propósito

1. Revelarnos a Cristo en su gloria celestial
El propósito principal del libro viene expresado en el primer versículo: "La revelación de Jesucristo" (Ap 1:1). Su intención es revelarnos a Jesucristo de una manera especial. Comienza con una revelación de Cristo en su gloria actual caminando en medio de las iglesias, lo vemos también sentado en el trono de Dios, y regresando triunfante a este mundo para juzgar a sus enemigos. Por lo tanto, el libro quiere presentarnos a Cristo glorificado en contraste con su humilde presentación al mundo en su primera venida.
Jesucristo es el personaje central de todo el libro, pero con frecuencia algunos olvidan esto y parecen estar más interesados en saber más del dragón y la bestia que del Cordero. Y esta es una terrible equivocación, porque es la gloriosa persona del Señor Jesucristo la que llena todo el libro. Él es el Señor de la Iglesia, el Hijo del Hombre, el Cordero inmolado, el León de la tribu de Judá, el Redentor, el Hijo de Dios que se sienta en el trono, el Omnipotente y Soberano Dios, el testigo fiel y verdadero, el principio y el fin, el alfa y la omega, el que tiene las llaves de la muerte y el Hades, el primogénito de los muertos, el soberano de los reyes de la tierra, el invencible guerrero montado en un caballo blanco, el que rige a todas las naciones con vara de hierro, el Juez del mundo, el Señor de la historia, el Verbo de Dios, el Rey de reyes y Señor de señores, la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana, el Esposo, la lumbrera que ilumina la nueva Jerusalén, aquel que es adorado por la creación entera.
Como muy bien dice Apocalipsis:
(Ap 19:10) "El testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía."
2. Enseñarnos a adorar a Dios
Esta es una de las grandes necesidades del pueblo de Dios en nuestros días, de hecho, muchos creyentes ni siquiera saben lo que es la adoración. Con mucha frecuencia se usa el término "alabanzas" para referirse a las canciones, pero cuando observamos sus letras, muchas de ellas no tienen nada que ver con la alabanza o la adoración.
Para empezar, sería importante que diferenciáramos entre lo que son las acciones de gracias y la adoración. La mayoría de los creyentes expresan sus acciones de gracias a Dios, lo que significa que le manifiestan su gratitud por todas las cosas que les da. Pero cuando adoramos a Dios, lo que hacemos es expresar nuestra admiración por quién es él, por la gloria de su carácter, por la maravilla de su persona. Por supuesto, la gratitud es muy importante, pero hemos de darnos cuenta de que la adoración va mucho más allá.
Usemos una ilustración. Imaginemos que un joven le regala un precioso anillo a su prometida. No hay duda de que ella le manifestará su gratitud con emoción. Y si otro día le regala flores, ella también estará contenta y le dará las gracias. Y lo mismo hará con cada cosa que reciba de él. No nos resulta difícil imaginamos que para esa señorita todos los regalos de su novio son importantes, pero sería muy triste que, si todo el tiempo que está con él, lo único que hiciera fuera mirar los regalos y hablar de lo contenta que está con todos ellos. Si eso ocurriera, el muchacho fácilmente llegaría a pensar que su novia está más interesada en los regalos que le hace que en él mismo. Y no sería de extrañar que sospechara también que el día en que no pudiera hacerle más regalos, ella dejaría de tener interés en la relación con él. Lo lógico sería que ella se sintiera agradecida por los regalos, pero que su mayor interés estuviera en pasar tiempo con su novio y así poder admirar su personalidad.
Nosotros como creyentes debemos estar agradecidos a Dios por cada cosa que recibimos de él, pero debemos tener cuidado de que nuestra relación con él no consista únicamente en agradecerle lo que nos da y disfrutar de ello. Si eso llegara a ocurrirnos, el día en que Dios no nos diera todo lo que esperamos, o nos quitara algo de lo que nos ha dado, fácilmente nos quejaríamos amargamente de él y nuestra relación se vería seriamente dañada. Ahora bien, no ocurriría lo mismo si esta relación estuviera basada en nuestra admiración de su Persona.
Pensemos ahora en un ejemplo bíblico. Todos recordamos la historia de Abraham. Tal como Dios le había prometido, finalmente le dio un hijo; a Isaac. Pero algún tiempo después, Dios volvió a hablar con Abraham y le mandó que se lo entregara. ¿Cuál fue la reacción de Abraham? La encontramos en (Gn 22:5): "Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros". Esta cita es muy importante porque se trata de la primera ocasión en la que el término "adorar" aparece en la Biblia, y tiene la intención de mostrarnos cuál es su verdadera esencia. Pensemos por un momento en lo que estaba ocurriendo: si la relación de Abraham con Dios consistía únicamente en agradecerle sus dádivas, ¿qué haría en este momento cuando Dios no sólo no le estaba dando nada, sino que de hecho le estaba mandando que le entregara lo más valioso que tenía? Ahora es importante que notemos que es en ese contexto cuando Abraham se propone ir a "adorar" a Dios. Por lo tanto, vemos que su adoración consistía en rendirle a Dios todo lo que tenía. Y otro ejemplo similar lo encontramos en la historia de Job. Veamos lo que él hizo una vez que Dios le quitó todo lo que tenía: "se postró en tierra y adoró, y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito." (Job 1:20-21).
¿Donde encontraron Abraham y Job la fortaleza para adorar en esas circunstancias tan adversas? Sin duda en el hecho de que conocían bien a Dios y sabían que era tan maravilloso que aunque les quitase todo lo que tenían, aun así lo reconocerían con gusto y se inclinarían ante él para adorarle.
Nosotros muchas veces también decimos que Dios es maravilloso, pero, ¿sabemos por qué lo es? Sin duda, la respuesta a esta pregunta está relacionada con conceptos doctrinales que tratan acerca del carácter de Dios. Y aquí está el problema de muchos creyentes: les aburre la doctrina.
Ahora bien, el libro de Apocalipsis nos va a ayudar a conocer mejor a Dios, y esto nos permitirá adorarle de una forma mucho más correcta. Veremos, por ejemplo, las razones por las que le adoran los cuatro seres vivientes, los veinticuatro ancianos, millones de millones de ángeles y los redimidos del Cordero que se encuentran delante del trono de Dios (Ap 4:10-11) (Ap 5:8-14) (Ap 7:9-12) (Ap 11:15-18) (Ap 19:1-8).
Siempre es hermoso escuchar a personas que realmente saben adorar a Dios. Es como cuando visitamos un museo de arte y nos paramos ante un cuadro, pero aparte de los bonitos colores y de algún trazo del dibujo, no somos capaces de apreciar nada más. Pero todo cambia cuando nos acompaña un guía que nos va explicando todos los detalles acerca de su composición, las circunstancias en que se realizó, la finalidad que perseguía su autor, las técnicas que utilizó, la colocación de los elementos, la perspectiva, el tratamiento del color... Es probable que al final nos sintamos un poco ridículos por no haber conseguido apreciar antes toda aquella belleza. Y seguramente, algo parecido nos ocurrirá cuando escuchemos a todos estos seres celestiales adorando a Dios. Esto nos ayudará a enriquecer nuestra propia adoración.
3. Animar a los creyentes frente a la persecución
Otro de los propósitos de Apocalipsis tiene que ver con animar a los creyentes a resistir con firmeza frente a la presión de una persecución que iba en aumento. Juan les dice que aunque tuvieran que sufrir hasta la muerte por su fidelidad, sus enemigos serían finalmente destruidos y ellos serían vindicados en la Segunda Venida del Señor Jesucristo. Entonces resucitarán y se sentarán con él a reinar eternamente, además, enjugará sus lágrimas y participarán como la esposa en las bodas del Cordero. En cambio, Satanás y todos sus aliados serán vencidos y sufrirán una eterna condenación en el lago de fuego y azufre. Por el momento Satanás parece invencible, pero Apocalipsis nos revela que su poder es limitado, mientras que el Señor es el Todopoderoso Soberano que siempre tiene la última palabra. Él es el alfa y la omega, el principio y el fin. Los creyentes debían tener grabado esto en sus mentes y corazones para poder soportar las dificultades temporales por las que tendrían que atravesar. Sólo ver su situación presente a la luz de la perspectiva celestial les podría sostener. Podríamos decir que este mensaje está resumido en la carta que recibió la iglesia de Esmirna:
(Ap 2:10) "No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida."
Esta esperanza trasciende con mucho cualquier sufrimiento del presente y nos debe llevar incluso al pensamiento de que merece la pena morir por Cristo.
4. Llenar el corazón de los creyentes de gozo y de un nuevo cántico
El libro de Apocalipsis no sólo pretende animar a los creyentes frente a la persecución, también quiere transmitirnos un adelanto del gozo celestial.
Es cierto que a lo largo de todo el libro encontramos la descripción aterradora de los juicios de Dios que han de venir sobre este mundo, pero al mismo tiempo, no hay ningún otro libro de la Biblia en el que aparezcan tantos seres diferentes cantando sus alabanzas a Dios. De hecho, cuando escuchamos cantar a estos innumerables coros celestiales, nuestros propios corazones son animados a unirnos a ellos.
Afortunadamente, han quedado recogidas algunas de las letras de sus canciones. Y aquí es donde probablemente nuestra sorpresa sea aún mayor, porque el tema de sus cánticos tiene mucho que ver con los juicios de Dios (Ap 5:8-14) (Ap 14:1-3) (Ap 15:1-4). Y nosotros nos preguntamos cómo los espantosos juicios divinos descritos en Apocalipsis pueden causar tanta alegría entre las criaturas celestiales, hasta el punto de que todas ellas unan sus voces en un cántico de alabanza. Seguramente sea difícil encontrar algún cántico entre los muchos que los cantantes cristianos de nuestro tiempo han popularizado, en el que su letra tenga que ver con el tema de los juicios de Dios.
Ahora bien, cada vez que oramos como el Señor Jesucristo nos enseñó: "Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra" (Mt 6:10), estamos pidiéndole que él venga a juzgar a este mundo a fin de que de este modo pueda establecer su Reino de justicia también aquí. Por lo tanto, en Apocalipsis, no sólo encontramos a los santos que ya han partido al cielo rogando a Dios que juzgue a este mundo (Ap 6:9-10), sino que también los vemos alegrándose y cantando cuando Dios se dispone a responder a sus peticiones.
Nosotros debemos dejar que estos cánticos nos enseñen qué es lo que produce el auténtico gozo celestial, y seamos movidos a unirnos a ellos pidiendo que Dios establezca su Reino en este mundo y traiga la justicia permanente.
5. Mostrarnos el programa de Dios para el establecimiento de su Reino
Cualquier lector asiduo de la Biblia ya habrá observado que en ningún momento se trata de un libro en el que se nos revela de forma cronológicamente ordenada los acontecimientos que han de acontecer en el futuro de este mundo. Y el libro de Apocalipsis, que trata como ningún otro sobre los eventos del porvenir, sigue la misma linea.
No obstante, aunque no encontremos todos los detalles que a nosotros nos gustaría tener sobre el orden y el momento en que cada cosa va a ocurrir, sin embargo, sí que tenemos una descripción precisa de aquellos acontecimientos necesarios para que Dios establezca su reino en este mundo. Por lo tanto, debemos dirigir nuestros esfuerzos en buscar la razón por la que determinadas cosas deben ocurrir para que el Señor establezca su reino en este mundo, más que en intentar averiguar el momento exacto en el que van a tener lugar. Aceptando también que hay aspectos de este programa que Dios no ha querido revelar con la claridad que nosotros pretendemos. En esos casos, debemos mantener una actitud de humildad y centrarnos en aquellas otras cosas que sí ha revelado.
6. Exhortar a la Iglesia para que esté vigilante ante la Segunda Venida de Cristo
El libro comienza presentando a Cristo como el Juez de la Iglesia. Le vemos en medio de siete candeleros de oro que simbolizan a las iglesias (Ap 1:10-20). Notamos que de su boca sale una espada aguda de dos filos con la que tiene la intención de separar lo bueno de lo malo. Esto se lleva a cabo en los dos capítulos siguientes (Ap 2-3), cuando el mismo Cristo, que había sido presentado en el capítulo anterior, envía cartas a cada una de las iglesias en las que reconoce sus buenas obras y censura las malas conductas. Es importante notar que este juicio de Cristo sobre las iglesias no se refiere a un futuro lejano, sino que ya está ocurriendo en el presente. Por lo tanto, tiene el objetivo de llamar a los cristianos a la fidelidad, y a examinar de manera permanente sus acciones para ver si andan en el camino que agrada a Dios. El resultado de este juicio puede llevar a que Cristo quite el candelero de su lugar si no hay arrepentimiento (Ap 2:5), o por el contrario, que reciban "la corona de vida" por un servicio fiel (Ap 2:10).
Unido a esto, encontramos en repetidas ocasiones la promesa de Cristo: "¡He aquí, vengo pronto!" (Ap 22:7). Su propósito es que la Iglesia esté preparada para recibirle en su Segunda Venida. Pero es también una seria advertencia para que los cristianos adormecidos y complacientes se despierten, permanezcan vigilantes y se mantengan apartados del mundo ante la inminente venida de Cristo.
En este sentido, es curioso que un libro que fue escrito para transmitir confianza y seguridad a los cristianos de finales del primer siglo, tenga en ocasiones el efecto contrario en nuestros días. Ellos vivían amenazados, y lo recibían como una fuente de esperanza, pero muchos de nosotros, que vivimos tranquilos, lo recibimos a menudo como amenazante, como si Dios viniera a quitarnos la paz con los terribles juicios que el libro anuncia.
Es muy probable que una parte de la Iglesia de Cristo esté viviendo cómodamente en medio del mundo, y a ellos se dirige especialmente la voz celestial que escuchó Juan:
(Ap 18:4) "Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas"
7. Iluminar la verdadera naturaleza del conflicto espiritual en el que nos encontramos
Este mundo tiene la habilidad de mostrarse atractivo, seductor y entretenido. Ofrece al hombre satisfacer todas sus aspiraciones al margen de Dios. Pero el libro de Apocalipsis nos muestra el verdadero rostro del mundo.
Saca a la luz que detrás de él está el mismo Satanás. Es él quien controla todo este sistema contra Dios. En (Ap 17) es presentado bajo la figura de una gran ramera que embriaga a los moradores de la tierra con el vino de sus fornicaciones, y en (Ap 18) se presenta como una ciudad, la gran Babilonia, que con sus hechicerías engaña a las naciones. Es con engaños que logra dominar este mundo, prometiendo siempre a los hombres aquello que nunca podrá cumplir.
Y otro de los medios que usa para establecer su dominio es la crueldad extrema. En (Ap 13) vemos que se erige como dios y exige la adoración de todos los hombres. Cualquiera que no lo haga será perseguido y muerto.
La conclusión lógica es que el mundo es mucho más peligroso de lo que con frecuencia pensamos. Primero intenta seducirnos con engaños, y cuando no lo consigue, lo hace por la fuerza. Todo esto nos debe hacer conscientes de la verdadera naturaleza del conflicto espiritual en el que nos encontramos inmersos y llevarnos a estar alerta.
8. Anunciar los juicios de Dios y un llamamiento al arrepentimiento
El libro de Apocalipsis respira violencia por todos sus poros. Primero son las plagas desencadenadas por la apertura de los siete sellos, luego le siguen las que se producen por el toque de las siete trompetas, y finaliza con las terribles plagas de las siete copas de la ira de Dios. Algunos han dicho que Apocalipsis está muy lejos de la sensibilidad del Sermón del Monte, en el que Jesús exhortaba a sus discípulos a huir de la venganza. En cambio, un tema predominante en Apocalipsis es la venganza de Dios sobre sus enemigos.
Ahora bien, aunque es cierto que los evangelios nos exhortan a renunciar a la venganza personal, la razón que se proporciona para hacerlo es que "la venganza es del Señor" (Dt 32:35) (Ro 12:19) (He 10:30). Evidentemente esto no quiere decir que los cristianos deban renunciar a la justicia, simplemente es que confían en que será Dios quien finalmente va a conseguir restablecerla.
Cuando hablamos de restablecer la justicia, nos damos cuenta de que hay muchas causas pendientes. Infinidad de ellas parece que ya han quedado en el olvido para siempre porque las personas han muerto y el tiempo ha pasado. Pero Apocalipsis nos muestra que para Dios la justicia es importante. Finalmente hará que todas las personas resuciten de los muertos, y él mismo se sentará en su trono para juzgarlas. Entonces, su santidad y justicia, tantas veces puestas en duda, quedarán vindicadas definitivamente. Todos comprobarán que el pecado no quedará nunca impune.
Pero es muy importante señalar que, unido a todos esto, hay una invitación permanente al arrepentimiento y la fe como la única forma de ser justificados ante Dios y librados de su ira.

Métodos de interpretación

No es de extrañar que el libro de Apocalipsis, con sus numerosas visiones y símbolos, haya sido interpretado de muy diferentes maneras. Algunos optaron por seguir un método alegórico de exégesis en el que el texto queda en manos de la imaginación del intérprete. Cuando esto ocurre, las verdades de este libro se pierden en un laberinto de invenciones humanas. Pero creemos que no es legítimo hacer tal cosa, puesto que la llave para interpretar el Apocalipsis se encuentra en la misma Biblia. Las múltiples referencias a todo el resto de las Escrituras que encontramos en él nos dan la base para su correcta interpretación. Pero esto exigirá de nuestra parte un conocimiento profundo de todas las Escrituras, especialmente del Antiguo Testamento, algo que muy pocos creyentes poseen.
Y en relación a esto último, es necesario enfatizar que las fuentes que Juan utiliza son bíblicas y no tienen nada que ver con la literatura apocalíptica judía.
Otro detalle que no siempre se ha tenido en cuenta es que este libro trata de asuntos del presente, es decir, del tiempo cuando fue escrito, pero también del futuro:
(Ap 1:19) "Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas."
Olvidar este hecho fundamental ha llevado a muchos a ver en Apocalipsis hechos históricos relacionados exclusivamente con la época en la que Juan vivía.
A continuación hacemos un breve resumen de los cuatro métodos de interpretación más comunes. La mayoría de los comentaristas se identifican con alguno de ellos, aunque hay también algunos que adoptan una combinación de varios de ellos.
1. La interpretación preterista
Entiende el Apocalipsis exclusivamente a la luz del contexto del primer siglo. Sostienen que los eventos referidos en él tuvieron lugar en aquel tiempo, principalmente durante los reinados de Nerón y Domiciano, y en la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C. Por lo tanto, vemos que se pone todo el énfasis en el conflicto entre la iglesia y el gobierno romano durante el primer siglo.
Esta interpretación tiene la virtud de hacer una aplicación relevante para los primeros receptores del libro, que se encontraban en un difícil momento debido a la persecución creciente y a las demandas del emperador de ser adorado.
Pero encontramos que presenta graves dificultades.
No tiene en cuenta el progreso en los eventos que anuncia Apocalipsis. Por ejemplo, interpretan que los relatos de los siete sellos, las siete trompetas y las siete copas hacen referencia a un mismo evento que es repetido por tres veces y que tuvo su total cumplimiento en el siglo primero.
En lugar de entender Apocalipsis como un libro profético, lo interpretan como si se tratara de historia pasada. Esto hace que su mensaje no sea significativo para los cristianos de las épocas posteriores al primer siglo.
Pero el asunto más importante tiene que ver con la interpretación que hacen de cada uno de los eventos proféticos del libro. Por ejemplo, la bestia fue el emperador Nerón, y la persecución a la que se hace referencia en Apocalipsis ocurrió durante su reinado. La Segunda Venida de Cristo ya tuvo lugar en la destrucción del templo de Jerusalén en el año 70 d.C. Y el gran día de la ira de Dios ya ha tenido lugar, lo que transmite a la humanidad que ya no hay nada por lo que preocuparse, y por lo tanto, tampoco la gracia de Dios que nos libra de la ira venidera es ya relevante y deba ser anunciada.
2. La interpretación historicista
Mientras que el preterista sitúa Apocalipsis dentro del período en el que fue escrito, el historicista lo interpreta como una predicción de los acontecimientos que han de acontecer en este mundo hasta el tiempo en que vive o vivió el exégeta.
Algunas de las dificultades de este sistema de interpretación son las siguientes:
Asigna muy poca importancia a los primeros lectores.
Es tremendamente subjetivo, lo que se evidencia por la falta de acuerdo esencial entre sus principales seguidores. De hecho, si los mayores acontecimientos de la historia están esbozados aquí, debería ser posible identificarlos con razonable certidumbre, de otro modo la profecía no tendría ningún valor. Sin embargo, está forma de interpretación depende enteramente del momento histórico en el que vive el comentarista. Su objetivo es hacer que los eventos del fin se correspondan con su propia época, así que nunca será igual la interpretación que haga de la historia alguien que ha vivido en el siglo XV, en el XVII o en el XXI. Cada nueva generación de interpretes invalidará las conclusiones de la anterior.
Aunque Apocalipsis es un libro que predice la historia humana, sin embargo, según esta línea interpretativa, queda ignorado todo el mundo situado fuera de la Europa occidental.
La clave para poder entender Apocalipsis no está en una comprensión del resto de la revelación bíblica, sino en un conocimiento exhaustivo de la historia eclesiástica y política de Europa occidental.
3. La interpretación futurista o escatológica
La mayoría de los futuristas sostienen que los tres primeros capítulos de Apocalipsis describen la dispensación de la iglesia, mientras que los capítulos cuatro y cinco presentan a la Iglesia glorificada después del rapto. A partir de ahí, todo lo que ocurre en los capítulos posteriores tienen que ver con Israel, y describen un periodo de siete años que definen como la gran tribulación, la cual hacen corresponder con la septuagésima semana de Daniel (Dn 9:24-27). El capítulo 20 tiene que ver con el reinado milenial de Cristo en la tierra, y los dos últimos capítulos describen el estado eterno.
Se han planteado algunas objeciones a este método:
Apocalipsis es la revelación de "las cosas que deben suceder pronto" (Ap 1:1). Sin embargo, según esta interpretación, ya han pasado dos mil años y todavía no han tenido lugar, con lo que parece que el término "pronto" pierde todo su sentido. Aunque algunos contestan a este argumento diciendo que Dios no mide el tiempo como nosotros. El apóstol Pedro, hablando del aparente retraso de la venida del Señor dijo: "para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día" (2 P 3:8).
Si todo el libro es una predicción de lo que sucederá en los últimos días, no tendría ningún significado para sus primeros receptores.
Muchos de sus opositores rechazan la idea de un reino terrenal de Cristo durante el milenio. Dicen que Cristo había anunciado que su reino no era de este mundo (Jn 18:36), y les parece muy mundano la idea de que los redimidos puedan disfrutar con Cristo en esta tierra. Pero el reino de Cristo en el milenio no será como los reinos de este mundo, y hay un gran número de profecías en el Antiguo Testamento que anunciaban un tiempo de prosperidad para Israel en esta tierra bajo el reinado del Mesías. Así que, esta objeción parece basarse mayormente en prejuicios teológicos.
4. La interpretación idealista
Este método sugiere que el libro de Apocalipsis no tiene relación con ninguna serie de acontecimientos específicos de la historia, sino que es más bien una expresión de los principios esenciales sobre los que Dios actúa a lo largo de la historia. Trata, por ejemplo, del conflicto continuo de la Iglesia y el mundo a través de toda su historia, o de la lucha entre el reino de la luz y el de las tinieblas.
No hay duda de que tanto en Apocalipsis, como en otros libros de la Biblia, encontramos patrones que son aplicables a todas las generaciones. Y esto hace que toda ella sea útil para el cristiano de cualquier tiempo que la lee.
Sin embargo, hay una seria objeción que se debe presentar a este método de interpretación:
El hecho de negar cualquier cumplimiento histórico específico, implica que la historia de la humanidad no se dirige a ninguna consumación concreta. Por ejemplo, la Segunda Venida personal de Cristo a este mundo, la resurrección final de los muertos, el juicio ante el gran trono blanco, no son hechos literales futuros, sino que ocurren constantemente en un ciclo repetitivo en cada generación.

Algunas características del libro de Apocalipsis

1. El uso del Antiguo Testamento
El libro de Apocalipsis hace un uso intensivo del Antiguo Testamento. Algunos estudiosos han contabilizado que en los 404 versículos del libro, hay 278 que contienen alguna referencia al Antiguo Testamento. Esto quiere decir que más de la mitad de este libro depende de nuestra comprensión del Antiguo Testamento.
Ahora bien, Juan estaba exiliado en la isla de Patmos, y difícilmente tendría acceso a alguna copia de los textos bíblicos, por esta razón no hace citas exactas, sino alusiones que dependían de su memoria. En todo caso, resulta evidentemente que Juan estaba muy familiarizado con todo el Antiguo Testamento. Ahora la cuestión es si nosotros lo estamos, porque de otro modo, no entenderemos adecuadamente el Apocalipsis.
2. Los símbolos en Apocalipsis
El uso de símbolos es una característica destacada del libro de Apocalipsis. Un símbolo es el uso de una cosa para representar otra. Nosotros los empleamos constantemente y los entendemos de una forma natural, casi sin darnos cuenta de que se trata de un símbolo. Por ejemplo, una cruz nos recuerda la fe cristiana, un anillo de oro nos hace pensar que la persona que lo lleva está casada, una bandera o un himno nacional, nos recuerdan un país.
En Apocalipsis hay una gran variedad de símbolos. Se emplean colores, números, animales o acciones simbólicas para describir las grandes verdades celestiales. Al usar símbolos, el autor no siempre intenta describir una visión coherente, sino que quiere transmitirnos ideas. En este sentido el símbolo permite mucha más libertad de expresión y riqueza de contenido.
El símbolo es sugerente y evocativo, reta nuestra imaginación, nos sugiere ideas, insinúa conceptos, evoca sensaciones, inspira sentimientos. Juan usa constantemente los símbolos porque el lenguaje tradicional le resulta tremendamente limitado al tener que explicar lo eterno e inefable. Por lo tanto, Apocalipsis es un libro vivo, que según lo vayamos entendiendo creará en nosotros fuertes emociones, en gran medida por su contenido, sin duda, pero también por la forma en la que éste nos es comunicado.
El problema surge a la hora de interpretar estos símbolos. A muchas personas, estos textos llenos de lenguaje simbólico les resultan difíciles y complicados, así que prefieren no leerlos porque se sienten intimidados por ellos.
¿Cómo deben interpretarse los símbolos?
El primer paso es reconocer un símbolo como un símbolo.
Al tratarse de un símbolo, no podemos interpretarlo de una forma literal, porque de ese modo perderá su verdadero propósito. Pero tampoco debemos dejarnos llevar por nuestra imaginación, porque esto nos llevará a interpretaciones fantásticas que desgraciadamente son muy frecuentes entre algunos expositores.
Los símbolos deben entenderse dentro de un contexto determinado. Por ejemplo, una calavera con dos huesos cruzados puede tener un significado muy diferente según el contexto en que lo encontremos. Si estuviéramos navegando por el mar en el siglo XVIII y nos encontráramos este símbolo en la bandera de un barco, pensaríamos inmediatamente que se trata de un barco pirata. Pero si lo vemos en un frasco automáticamente entenderíamos que su contenido es venenoso. En muchas ocasiones se usó para indicar el lugar de un cementerio, o en torres de alta tensión eléctrica para indicar el peligro de sufrir una descarga. Dependiendo de dónde veamos el símbolo nos transmitirá una idea diferente. Por lo tanto, la primera tarea para entenderlo es determinar su contexto.
En Apocalipsis contamos con la ventaja de que muchos de los símbolos son interpretados por el mismo mensajero celestial que acompaña a Juan al recibir la revelación (Ap 1:20) (Ap 11:8) (Ap 12:9) (Ap 17:12,15).
Muchos de los símbolos que encontramos en Apocalipsis vienen del Antiguo Testamento, por lo tanto, en esos casos debemos interpretarlos a la luz de su uso original para determinar su pleno significado.
En algunos casos Apocalipsis puede usar símbolos nuevos, y debemos ser sumamente cautos en nuestro intento de interpretarlos.

Reflexión

A partir de aquí comenzamos el comentario del texto de Apocalipsis, y lo hacemos con cierto temor e inquietud. Por un lado, temor por añadir o quitar a la profecía expresada en él y atraernos la maldición de Dios expresada de manera muy solemne en sus últimas líneas (Ap 22:18-19). Y por otra parte, inquietud por el nivel de controversia que la interpretación de Apocalipsis ha generado y sigue generando entre el pueblo de Dios. Por todo ello, queremos dejar constancia de que las conclusiones a las que hemos llegado en nuestro estudio del libro y que ahora presentamos, no son dogmas de fe que deben ser asumidos sin discusión alguna, sino que sólo son un intento honesto de acercar la Palabra de Dios a todas las personas, reconociendo siempre nuestras propias deficiencias y limitaciones.

Comentarios

Panamá
  Enrique  (Panamá)  (22/09/2023)

Muchas gracias por estos estudios bíblicos son de muchas bendiciones.

Estados Unidos
  Marisol  (Estados Unidos)  (18/01/2023)

Gracias por la explicación. Primero me deja de enseñanza y reflexión sobres la adoración a Dios. No por lo que me da si no por lo que El es. La verdad después de reflexionar profundamente mi corazón se alegra y se quebranta al entender cuán poderoso es el Señor.
También el saber que Dios está en control y que sea lo que tengamos que pasar creer que El no nos dejará en vergüenza y la fe firme en ello es lo que nos debe sustentar.
Gracias y Dios le bendiga.

República Dominicana
  Josefina  (República Dominicana)  (26/12/2022)

Buenos días amados hermanos.
Desde hace varios meses he estado estudiando la biblia y me encontré con sus comentarios y aclaraciones y me han sido de gran ayuda para comprender lo que me dice la palabra de Dios.

Uruguay
  Sergio Rodriguez  (Uruguay)  (25/09/2022)

He comenzado el estudio de apocalipsis con mucho entusiasmo (siempre lo habia evitado)
Ahora lo veo mas claro
Estoy agradecido por estos estudios y entusiasmado de poder interpretar (con su ayuda) apocalipsis

Colombia
  Aury Calvo  (Colombia)  (12/05/2022)

Gracias por sus estudios, son de mucha bendición.

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