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Estudio bíblico de Amós 4:1-10

Amós 4:1-10

Continuamos hoy, amigo oyente, con nuestro estudio en el libro de Amós. En nuestro programa anterior finalizamos el capítulo 3 de este libro describiendo el lujo fastuoso del palacio que los reyes Acab y Jezabel, se hicieron construir en la cumbre de la montaña de Samaria. Pero Dios dijo que El destruiría ese lugar y éste dejaría de existir. Y en realidad, no hay hoy un lugar más desolado que las ruinas de Samaria en la cumbre de ese monte. Por cierto, Dios ha cumplido esa profecía. Aunque en el día de hoy no veamos profecías cumplidas en aquellas tierras, podemos ver que muchas profecías se han cumplido en el pasado. Sin embargo, reiteramos que, con toda seguridad, el escenario se está actualmente preparando para el cumplimiento futuro de profecías referentes a la tierra de Palestina. Y así, en este libro de Amós llegamos al capítulo cuatro, que estudiaremos desde su mismo principio.

Vamos a recordar que en nuestro estudio hemos llegado a una serie de 3 capítulos que tratan específicamente sobre Israel, es decir, sobre las 10 tribus del reino del norte. En el capítulo 4 se nos recordará que en el pasado, Dios castigó a Israel por su maldad. Después, en el capítulo 5 veremos que en el futuro Israel será castigado también por su maldad. Finalmente, en el capítulo 6 veremos como el profeta Amós amonestó a su generación para que se apartara de la maldad. Así que esta sección tiene una aplicación práctica para nosotros, así como la tuvo para el pueblo de Israel en el tiempo de Amós.

Cuando Amós estaba intentando llamar al pueblo para que se volviera a Dios, usó en su lenguaje un sarcasmo que fue realmente mordaz. Leamos ahora el versículo 1 de este cuarto capítulo de la profecía de Amós.

"Oíd esta palabra, vacas de Basán, que estáis en el monte de Samaria, que oprimís a los pobres y quebrantáis a los menesterosos, que decís a vuestros señores: Traed de beber."

Basán era un territorio situado al este del río Jordán, entre las montañas de Galaad en el sur, y el Monte Hermón en el norte. Fue colonizado por las 10 tribus que permanecieron en el lado equivocado del Jordán, y fue una parte del reino del norte de Israel. Era una zona muy fértil y conocida por su excelente raza de ganado. Las vacas de Basán eran fuertes y tenían un aspecto impecable debido a la exuberancia de los pastos de aquella tierra.

Ahora, ¿a quienes se estaba dirigiendo el profeta? ¿Quiénes eran las vacas de Basán? Como la palabra "vacas" es femenina, algunos expositores Bíblicos creen que estaba hablando a las mujeres, que estaban viviendo rodeadas de lujo, bien alimentadas, bien vestidas y bien arregladas. Para que ellas pudieran disfrutar de esa riqueza, los pobres eran oprimidos. En realidad, Amós dijo que oprimían a los pobres y maltrataban a los necesitados. En general, una nación revela su posición moral y su nivel de vida por la forma en que visten las mujeres y muchos hombres. El uso de ropa cara y alhajas suele ser un dato indicador de que la población de un país pasa por un período de riqueza. Así que es posible que Amós se estuviera refiriendo a las mujeres de Basán. El profeta acusó a las mujeres de la clase social más adinerada y se refirió de manera burlona a sus maridos utilizando una palabra que no era comúnmente usada para los esposos y que significa "señores" o "amos". De esta forma habló de ellos con desprecio, ya que debiendo ellos haber actuado como señores, en realidad obedecían a sus mujeres como siervos. Así que, aunque el profeta Amós implicó que las mujeres fueron acusadas de llevar a cabo la opresión de los pobres, lo hacían utilizando y dominando a sus maridos. Y los verbos "quebrantar" y "oprimir" describen amenazas y acoso físico para arrebatar dinero a los necesitados.

Ahora, en el versículo 2, del capítulo 4 de Amós, leemos:

"El Señor Dios juró por su santidad: Sobre vosotras vienen días en que os llevarán con garfios, y a vuestros descendientes con anzuelos de pescador"

Dios usó la figura de tener un garfio colocado en la mandíbula del reino del norte para arrastrarlos al cautiverio. A veces hemos hablado de personas que están "enganchadas" o adictas a las drogas. Una persona puede quedar atrapada por cualquier pecado que la acose. Dios dijo que aquel pueblo estaba enganchado para el juicio. Serían arrastrados fuera de su tierra y conducidos cautivos por un garfio fijado a la nariz. Sigamos leyendo el versículo 3 de este cuarto capítulo de Amós:

"Saldréis por las brechas una tras otra y seréis echadas del palacio, dice el Señor."

En efecto, Dios estaba diciendo: "Si pensáis que porque sois ricos, o porque tenéis a un gobernante viviendo en el palacio seréis perdonados, estáis equivocados". Y en el registro histórico podemos leer que cuando Asiria finalmente llegó y los condujo al cautiverio, el rey también fue capturado. Esto también fue cierto en el reino del sur (o de Judá) cuando fueron llevados al cautiverio de Babilonia.

Ahora llegamos a una expresión llamativa. Leamos los versículos 4 y 5 de este cuarto capítulo

"¡Id a Bet-el y pecad! ¡Aumentad en Gilgal la rebelión! Traed de mañana vuestros sacrificios, y vuestros diezmos cada tres días. Ofreced sacrificio de alabanza con pan leudado y proclamad, publicad ofrendas voluntarias, pues que así lo queréis, hijos de Israel, dice el Señor Dios."

Seguramente somos conscientes de que Amós estaba usando un amargo sarcasmo cuando los invitó a ir a Betel (el lugar a donde iban a adorar al becerro de oro) diciéndoles ¡Id a Bet-el y pecad! ¡Aumentad en Gilgal la rebelión! La Palabra Gilgal significa "círculo" o "rodar". Y éste fue el primer lugar, al que llegaron los israelitas, cuando cruzaron el río Jordán bajo el mando de Josué, lugar que llegó a ser un lugar sagrado para ellos. Más adelante se convirtió en un centro de idolatría. Así que Amós los invitó a seguir pecando en Gilgal. Fue como si hoy alguien invitara a ir a la iglesia para pecar. Obviamente uno asiste a la iglesia con el propósito opuesto. Amós estaba usando una sátira mordaz y un reproche burlón. Se expresó con una frase tan irónica y ridícula para alertar al pueblo contra lo que ya estaban realmente haciendo.

A veces el enemigo espiritual tratara de influenciar a la gente que va a la iglesia, para estorbar y anular esa obra todo lo que pueda, porque allí acuden las personas para escuchar la predicación y enseñanza de la Palabra de Dios. Deberíamos orar por todos aquellos maestros y pastores que predican y enseñan la Palabra de Dios. El enemigo espiritual no necesita ocuparse de los cultos y sectas que niegan la autenticidad de esa Palabra, porque esos lugares ya se encuentran bajo su influencia: por lo tanto debe concentrar sus esfuerzos en aquellos lugares donde existe vida espiritual y la Palabra de Dios es proclamada.

En este sentido sería oportuno recordar que, cuando el Señor Jesucristo estaba cerca de Su muerte en la cruz y sus enemigos estaban tramando los detalles de Su ejecución, El pasó unos momentos con sus 12 discípulos en la sala alta de una casa. Uno podría pensar que aquel era en aquellos instantes el lugar más sagrado de todo el mundo. Uno podría pensar que el diablo estaba ocupado con aquellos que estaban tramando la muerte de Jesús. Pero ¿sabe usted dónde se encontraba el diablo en aquella noche? Pues, ¡estaba allí en aquella sala! El no había sido invitado pero estaba allí. Satanás había entrado en el corazón de Judas Iscariote para traicionar al Señor. Y entró en aquel lugar junto con Judas. Sería trágico dejar de reconocer al enemigo espiritual e ignorar sus estratagemas. No olvidemos la advertencia del apóstol Pedro en su primera carta, capítulo 5, versículos 8 y 9, que dicen: 8Sed sobrios y estad alertas, porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar. 9Resistidlo firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.

En los días del profeta Amós el pueblo de Israel estaba acudiendo al lugar de la adoración con una actitud muy piadosa. Amós señaló que estaban ofreciendo sacrificios de alabanza con pan leudado. Si usted nos ha acompañado en el estudio del libro de Levítico podrá pensar que era extraño que los israelitas estuvieran usando la levadura en sus ofrendas, ya que en la Biblia la levadura representa al mal - mala doctrina o una vida de maldad---. En el sistema Levítico, en la Fiesta de la Pascua, era la Fiesta del pan sin levadura y en la Fiesta de las primicias o primeros frutos, el uso de la levadura estaba prohibido. Sin embargo, en la Fiesta de Pentecostés se presentaba al Señor una ofrenda que consistía de dos panes hechos con flor de harina y cocidos con levadura (como podemos leer en Levítico 23). La fiesta de Pentecostés tenía que describir o representar el principio y origen de la iglesia. Nunca ha habido una iglesia en la cual no existiera una pequeña cantidad de levadura - es decir, un cierto margen de error o de pecado. Por esta razón la levadura fue incluida en la ofrenda presentada en el Día de Pentecostés.

Ahora, la levadura también se usaba en la ofrende de Acción de Gracias. El capítulo 7 de Levítico, versículo 12, nos describió la ley del sacrificio de Acción de Gracias. Dice el citado versículo: Si se ofrece en acción de gracias, se ofrecerá, además del sacrificio de acción de gracias, tortas sin levadura amasada con aceite, hojaldres sin levadura untadas con aceite, y flor de harina frita en tortas amasadas con aceite. Ahora, este era el lado de Dios de esta ofrenda. Es que, estimado oyente, el Señor Jesucristo hizo la paz con Dios por nosotros. Así fue que, como representaba a Cristo, no había levadura en esta primera ofrenda. Esta verdad se aclaró en el Nuevo Testamento. El Apóstol Pablo dijo en su epístola a los Romanos, capítulo 5, versículo 1: Justificados, pues, por la fe (no por obras - nunca podríamos haber sido justificados por algo que no fuera la fe) tenemos paz  para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Ahora, aunque la primera ofrenda representaba a Cristo y no contenía levadura, la segunda representaba el lado humano (y por lo tanto tenia levadura); aquel que estaba ofreciendo el sacrificio de Acción de Gracias se ofrecía a sí mismo a Dios. Dice Levítico capítulo 7, versículo 13: Con tortas de pan leudado presentará su ofrenda en el sacrificio de acciones de gracias y de paz.

Podemos hacer una aplicación de este rito a nuestras propias vidas. Usted y yo podemos dedicar nuestras vidas al Señor. A veces este acto se lleva a cabo en una reunión llamada "reunión de consagración". Ya que el significado literal de la consagración es separar algo por ser santo, el nombre para esa clase de rito resulta realmente impropio. Porque nunca podremos presentarnos santos o perfectos ante Dios. Siempre llevaremos, figurativamente hablando, algo de "levadura". Así que presentémonos como un sacrificio vivo a Dios, como se nos aconsejó en el capítulo 12:1 de Romanos. Pero nunca pensemos que podemos presentarnos perfectos ante Dios. Si usted está esperando llegar a ese estado de perfección antes de sentir que puede presentarse ante Dios, estará esperando durante toda su vida.

Cuando el profeta Amós, de forma sarcástica, invitó al pueblo de Israel a venir a Betel y Gilgal para continuar pecando, fue muy significativo que les dijera Ofreced sacrificio de alabanza con pan leudado (como leímos en el versículo 5 de Amós 4). El profeta ni siquiera mencionó la primera parte de la ofrenda que excluía la levadura. ¿Por qué? Porque el pueblo se había alejado totalmente del Dios vivo y verdadero. Por lo tanto, lo único que podían hacer era ofrecer maldad a Dios. Por supuesto, Dios no aceptaría tal ofrenda en absoluto. Este profeta Amós sería simplemente un predicador rural, pero estaba muy al día sobre la situación. Fue un destacado predicador de la Palabra de Dios.

Estimado oyente, esperamos que usted interprete la forma sarcástica en que se expresó Amós cuando invitó al pueblo a pecar. No les estaba pidiendo que así lo hicieran, sino que con una gran ironía les estaba diciendo que eso era precisamente lo que hacían cuando iban a Betel o a Gilgal. En vez de adorar a Dios, venían para pecar.

El próximo domingo por la mañana, cuando usted se esté preparando para ir a la iglesia, sería bueno que se arrodillara y le pidiera a Dios que examine la condición de su propio corazón. ¿Irá usted a la iglesia con un corazón limpio? ¿Irá usted con labios que no digan nada que pueda perjudicar a la causa de Cristo? El mensaje de Amós es muy pertinente para nuestro tiempo. Necesitamos predicadores como él. A veces solemos escuchar solamente mensajes de consolación y sobre cómo resolver problemas personales. Alguien tendría que hablar claro y fuerte sobre el pecado en el corazón de las personas. Estimado oyente, el pecado actúa de forma galopante dentro y fuera de los ambientes cristianos, así como, en su corazón y en el mío. El mayor problema que usted y yo tenemos es vencer al pecado que está presente en nuestras vidas. No serviría de nada el intentar ocultarlo por medio de la asistencia a la iglesia, o asistiendo a cursillos y seminarios. Lo verdaderamente esencial es tener una confrontación, un encuentro frente a frente con el Señor Jesucristo para enderezar, para resolver nuestra relación con El. Continuemos leyendo el versículo 6 de este cuarto capítulo de la profecía de Amós:

"Os hice pasar hambre en todas vuestras ciudades y hubo falta de pan en todos vuestros pueblos; mas no os volvisteis a mí, dice el Señor."

Otra versión traduce Y también os he dado limpieza de dientes en todas vuestras ciudades. Fue una forma de decir que tenían los dientes limpios porque no tenían nada para comer. Dios los había castigado con el hambre, pero esta situación no los había despertado a su condición espiritual. La Palabra de Dios fue categórica, al decir mas no os volvisteis a mí. El sufrimiento no los sensibilizó con respecto a su verdadero estado. Ahora los versículos 7 y 8 continúan diciendo:

"También os detuve la lluvia tres meses antes de la siega; hice llover sobre una ciudad y sobre otra ciudad no hice llover; sobre una parte llovió, y la parte sobre la cual no llovió se secó. Venían entonces dos o tres ciudades a una ciudad para beber agua, y no se saciaban. Con todo, no os volvisteis a mí, dice el Señor."

Después Dios les envió una sequía. Él es quien controla la lluvia y en aquella ocasión la retuvo durante 3 meses, antes del tiempo de la cosecha, lo cual constituyó un desastre. Y observemos que Dios hizo que lloviera en una ciudad y no en otra. Dios actuó de esta manera para mostrarles que no llovía por casualidad sino por Su voluntad soberana. La sequía fue tan grave que la gente de una ciudad se desplazaba a otra ciudad donde había agua, y desde allí la transportaban a sus hogares en jarros y odres o recipientes de cuero. Estas penurias debieron hacerlos volver a Dios, pero ya leímos que El dijo: Con todo, no os volvisteis a mí. Lo sucedido había sido una advertencia de Dios pero ellos no le prestaron atención. Continuemos leyendo el versículo 9 de este cuarto capítulo:

"Os herí con viento del este y con oruga; la langosta devoró vuestros muchos huertos y vuestras viñas, vuestros higuerales y vuestros olivares, pero nunca os volvisteis a mí, dice el Señor."

Dice aquí Os herí con viento del este y con oruga. Los cultivos fueron arrasados por el viento abrasador del desierto, Y la oruga (o el "añublo" según otra versión, que es una especie de hongo) se formó a causa de sequía excesiva y no por la humedad. Aquí también se hace referencia a una plaga de langostas que devoró lo que había quedado. Y leemos otra vez la misma conclusión por parte del Señor: pero nunca os volvisteis a mí. Y ahora leamos, finalmente por hoy, el versículo 10 de este cuarto capítulo del libro de Oseas:

"Envié contra vosotros mortandad tal como en Egipto; maté a espada a vuestros jóvenes, vuestros caballos fueron capturados e hice subir el hedor de vuestros campamentos hasta vuestras narices; mas no os volvisteis a mí, dice el Señor."

Aquí hay una elocuente mención al hedor de los cadáveres que fueron víctimas de la peste o de la guerra. Sin embargo y a pesar de estas calamidades extremas para la supervivencia, el pueblo mantuvo su actitud de rebeldía y no se volvió al Señor, como este mensaje reiteró una y otra vez.

Y aquí, estimado oyente, vamos a detenernos por hoy. Continuaremos con este cuarto capítulo de la profecía de Amós en nuestro próximo programa en el que esperamos contar con su compañía, y le sugerimos que lea por sí mismo el resto de este capítulo 4, para familiarizarse con su contenido y poder aprovechar mejor sus lecciones prácticas.

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