Estudio bíblico de 1 Juan 2:16-19
1 Juan 2:16-19
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro recorrido por la Primera Epístola del Apóstol Juan. Hemos comenzado este capítulo con la segunda gran división de esta epístola, titulada "Dios es amor", que se extiende desde el capítulo 2:3 hasta el capítulo 4:21. En esta división, la primera sección considerada lleva el título "Como los hijos amados pueden tener comunión entre sí" (versículos 3 al 14). Y ahora nos encontramos en la segunda sección, titulada "Los hijos amados no deben amar al sistema del mundo", que abarca desde el versículo 15 hasta el 28 de este capítulo 2.
En nuestro programa anterior nos preguntamos: ¿a qué mundo se refería Juan? La palabra Griega para "mundo" aquí es "kosmos". Tiene que ver con el sistema del mundo, el sistema organizado encabezado por Satanás, que deja fuera a Dios y en la actualidad se opone a Él. A ese aspecto del mundo se refirió el apóstol al decir que no teníamos que amarlo, es decir, estaba señalando a ese mundo organizado en contra de Dios.
Recordemos la segunda frase del versículo 15; Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Si una persona está viviendo de acuerdo con los valores de la multitud que sigue al enemigo de Dios toda la semana, y después, el domingo, se une a la multitud que sigue al Señor, es evidente que el amor a Dios el Padre no está en ella.
En Romanos 7 Pablo describió su propia lucha como cristiano y la expresó de la siguiente manera: 18Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no habita el bien, porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. 19No hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. 20Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que está en mí. Así que hay un conflicto real en el corazón del cristiano mientras éste se encuentre en el mundo conviviendo con esa vieja naturaleza viciada por el pecado. Esa vieja naturaleza se dirige con naturalidad hacia el mundo en que vivimos: está perfectamente integrada en el programa del sistema mundano.
Ahora, en el versículo 16 de este capítulo 2 de la Primera Epístola del Apóstol Juan, leemos:
"Porque nada de lo que hay en el mundo-los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida- proviene del Padre, sino del mundo."
Si consideramos sucesivamente estos 3 puntos expuestos en el versículo 16: (1) los deseos de la carne (según otras versiones, "la pasión de la carne" o "los malos deseos del cuerpo"); (2) los deseos de los ojos (según otras versiones "la pasión de los ojos" o "la codicia de los ojos") y (3) la vanagloria de la vida (según otras versiones "la arrogancia de la vida"). En la exposición de los citados puntos haremos referencia al libro del Génesis, capítulo 3, versículos 1 al 7, que relata el diálogo entre Eva y la serpiente, que representaba a Satanás, así como también el resultado de aquella tentación en que Adán y Eva consumaron su acto de desobediencia a Dios. Pero destacamos por anticipado la aplicación práctica de este versículo 16, en la cual haremos referencia a formas concretas en las cuales se manifiesta actualmente la tentación en la vida de los cristianos. Es evidente que estos 3 aspectos del versículo 16 constituyen formas de la atracción que el sistema de valores del mundo ejerce sobre nosotros en la actualidad. Es interesante comprobar que las tácticas del enemigo de Dios no han cambiado desde aquellos días tan lejanos del jardín del Edén, cuando el tentador se acercó para seducir, para instaurar la rebelión contra Dios e intentar destruir al ser humano y a la creación misma.
1. los deseos de la carne (según otras versiones, "la pasión de la carne" o "los malos deseos del cuerpo"). Eva vio que el árbol era bueno para comer. Para quien tuviera hambre, aquel era un lugar y momento apropiados para comer. La Biblia condena la glotonería y muchos otros pecados del cuerpo. Y así, tenemos varios elementos que atraen al cuerpo. Hoy se enfatiza mucho el sexo, el consumo de drogas y de alcohol, y todos ellos ejercen su atracción sobre el cuerpo. Resulta significativo que Satanás presentó estas mismas tentaciones al Señor Jesús. En el Evangelio de Mateo 4:2-3. el relato nos cuenta lo siguiente: Después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, sintió hambre. Se le acercó el tentador y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. El Señor Jesús pudo haber hecho ese milagro. La gran diferencia entre el Señor Jesucristo y nosotros es que si nosotros pudiéramos convertir a las piedras en pan, sospechamos que lo estaríamos haciendo. Pero El no lo hizo. Él estaba siendo probado en la misma área en la que usted y yo estamos siendo probados - los deseos del cuerpo. Estamos siendo probados, y no hay ningún pecado en estar siendo probado. El pecado consiste en ceder a la tentación. Este mismo principio se aplica a cualquiera de los excesos y desviaciones morales que hemos señalado, que pueden ser incluidos en el ámbito de los deseos del cuerpo.
2. los deseos de los ojos (según otras versiones "la pasión de los ojos" o "la codicia de los ojos") Eva vio que el árbol era agradable para la vista. Recordemos también que en la tentación que tuvo lugar en el desierto, Satanás le mostró al Señor Jesucristo todos los reinos del mundo. Estimado oyente, la vista panorámica que el Señor pudo contemplar seguramente no pudo ser más espectacular y atractiva; y tales reinos están bajo el control de Satanás. Hay hoy una filosofía que deja de lado a Dios, que está tratando de impregnar la mentalidad de la humanidad. Habrá un día en que surgirá un Anticristo, que vendrá a gobernar este mundo de parte de Satanás. Este mundo en el cual vivimos es realmente atractivo, con todo su despliegue de pompa, de gloria y logros humanos.
3. la vanagloria de la vida (según otras versiones "la arrogancia de la vida"). Eva vio que el árbol era deseable para hacer a una persona sabia. Hoy muchos se enorgullecen de su familia, considerándose descendientes de una familia de mucho renombre o alcurnia, o se enorgullecen por el hecho de pertenecer a cierta raza o nación. A ese mismo orgullo de raza se apeló a ciertos pueblos europeos, lo cual condujo a grandes guerras que produjeron millones de víctimas. Este es el orgullo de la vida. Es la pasión que nos hace sentir superiores a los demás. Incluso en círculos cristianos, algunos se consideran en un nivel superior de santidad. En cierta ocasión, un hombre se acercó al autor de estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee, y le dijo que él estaba a favor de su programa de estudio bíblico A Través de la Biblia. Este hombre inclusive enviaba algún apoyo económico para ayudar en los gastos del programa. Él le dijo al Dr. McGee: "Yo conozco a mucha gente que escucha el programa, y ellos lo necesitan". Pero con toda franqueza le dijo: "Yo no lo escucho". Y la razón era que él creía que no lo necesitaba. Él creía que ya había alcanzado la cima; que él estaba en un nivel donde ya sabía lo suficiente. Él pensaba que estaba en un alto nivel de santidad y de madurez. Pero esa manera de pensar, por supuesto, demostraba lo contrario: que él era una persona muy inmadura. Satanás llevó al Señor Jesús a la cúpula del templo y le dijo: "Lánzate abajo; mucha gente te verá y entonces les demostrarás tu superioridad". Este incidente probablemente tuvo lugar en días de fiesta, cuando muchas personas podrían haber contemplado ese espectáculo. Pero el Señor Jesús nunca realizó un milagro para demostrar Su superioridad.
Estos fueron, pues, tres llamados o apelaciones que el sistema del mundo nos hace a usted y a mí. Pero, cuando convertimos a la satisfacción de nuestro cuerpo en nuestra meta para la vida, cuando queremos convertir a la belleza en esa meta, o incluso cuando intentamos convertir a todo aquello que es religioso en nuestra meta u objetivo, acabaremos teniendo el punto de vista de la vida más distorsionado que se pueda tener. Estos factores pertenecen al sistema de valores del mundo y pueden llegar a convertirse en enemigos mortales. Se nos ha dicho que no debemos amar estas cosas, porque Dios mismo no las ama. El tiene la intención destruir ese sistema de valores algún día. ¿Cuál es realmente nuestro enemigo? El mundo, la naturaleza carnal, y el diablo. Esta fue la misma tentación que Satanás presentó ante Eva (como vemos en el Génesis) y ante el Señor Jesús (como vimos en el Evangelio de Mateo). El enemigo de Dios no ha cambiando sus tácticas. El nos presentará a usted y a mí, la misma tentación con la misma fuerza de atracción.
A continuación, al apóstol Juan, nos dio la razón para no amar al sistema del mundo. Leamos el versículo 17 de este capítulo 2 de la Primera Epístola del Apóstol Juan, que dice:
"Y el mundo pasa, y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre."
Los turistas que visitan ciertos países que han tenido una prolongada historia, ven que se conservan grandes monumentos y castillos. En algunos de ellos, los habitantes fueron crueles, sanguinarios, vanidosos y muy mundanos. En una ocasión un rey le arrebató a un cardenal un palacio que él mismo había construido. Y el indefenso y anciano cardenal, antes de morir, pronunció las siguientes palabras: "Si solo hubiera servido a mi Dios como he servido a mi rey, hoy no me encontraría en esta situación". Y ese mismo rey cometió otras atrocidades cuyo relato nos horrorizaría.
El apóstol Juan dijo en este versículo 17, El mundo pasa. ¡Cuántos derramamientos de sangre se han registrado a través de la historia, a causa de la arrogancia de la vida, de los malos deseos del cuerpo y también y de la codicia de los ojos! Y cuando contemplamos tantos monumentos y palacios que reflejaron la belleza y la gloria de otros tiempos, pensamos en toda esa apariencia que ha pasado, ha quedado atrás. ¿Qué ha quedado de aquellos poderosos que controlaron a su antojo las vidas de sus súbditos? Pues apenas han quedado sus restos en pomposas tumbas, que también acusan el paso del tiempo.
Incluso nosotros mismos, al mirar hacia atrás, hacia nuestro propio pasado, de alguna manera quisiéramos retroceder en el tiempo y recuperar algo de la fuerza e ilusión que nos impulsaron en aquellos días, así como el tiempo que hayamos podido desperdiciar. Y todo ello para utilizarlo hoy para el servicio de Dios. Realmente, somos un vivo ejemplo de que "el mundo pasa."
Pero el apóstol también añadió en este versículo 17: pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. Estimado oyente, porque no se implica usted activamente en algo que sea permanente, algo que tenga estabilidad, algo que vaya a perdurar por toda la eternidad. Leamos ahora el versículo 18 de este segundo capítulo, en el cual Juan continuó diciendo:
"Hijitos, ya es el último tiempo. Según vosotros oísteis que el Anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo."
La palabra Griega aquí traducida Hijitos es levemente diferente a la palabra que fue traducida en la misma forma en el versículo 12. Allí fue usada como un sinónimo de cariño, de afecto, e implica a todos los que han nacido en la familia de Dios, los niños pequeños de Dios. Estos niños pequeños indican el primer nivel de experiencia espiritual que hemos visto en los versículos 12 al 14; los padres aparecen en el nivel más alto, después figuran los jóvenes, y luego los niños. Aquí en este versículo 18, Juan estaba hablando nuevamente de los niños pequeños. Esos niños pequeños aun no habían crecido espiritualmente. Estaban expuestos a este mundo, y lo más probable era que algunos de los factores que Juan acababa de mencionar, los hubieran hecho tropezar.
Destacamos a continuación la frase ya es el último tiempo. Estamos viviendo en los últimos tiempos sobre la tierra. Este último tiempo ya ha durado mucho. Esta es la época en la cual Dios está llamando a un pueblo que se reúna alrededor de Su nombre. En cualquier momento de esta época usted puede decir: "Ahora es el tiempo aceptable. Si oyes hoy Su voz". ¿A qué se debe esta urgencia de la salvación? Porque, estimado oyente, puede que usted no se encuentre aquí mañana. Puede que mañana no tenga la oportunidad de escuchar este mensaje por la radio, o que no estemos cerca. Así que para nosotros es importante difundir hoy la Palabra de Dios, y es importante que usted escuche esa Palabra.
Ahora escuchemos el anuncio de este versículo 18: Según vosotros oísteis que el Anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. En el tiempo de Juan habían surgido muchos anticristos, pero aun quedaba por aparecer el Anticristo que vendrá. ¿Qué queremos decir por "anticristo"? Creemos que la palabra ha sido malentendida y, en consecuencia, esa persona que vendrá también ha sido interpretada. El término "anticristo" está formado por dos palabras; el título, que es Cristo y la preposición "anti". Es importante recordar que "anti" tiene dos significados. Puede significar "contra"; este significado es evidente cuando uno dice que es "anti" algo, o sea que uno está en contra de tal cosa. Y "anti" puede también significar "en vez de, una imitación de". Por lo tanto, puede ser un sustituto. Puede ser un muy buen sustituto o simplemente un subterfugio para algo.
En consecuencia surge la pregunta: ¿Será el Anticristo un Cristo falso, o un enemigo de Cristo? ¿Donde coloca la Biblia el énfasis? En esta primera epístola de Juan hay varias referencias al Anticristo. Pero la única conclusión que podemos obtener de este versículo es que va a haber un Anticristo, y que ya había muchos anticristos en los días de Juan. ¿Y que identificaba a un anticristo? Era alguien que negaba la deidad de Cristo. Esta fue la definición principal de un anticristo presentada en 1 Juan, como veremos al llegar al versículo 22 de este mismo capítulo. Este fue el énfasis de 1 Juan, pero recordemos que el Señor Jesús dijo: porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: "Yo soy el Cristo", y a muchos engañarán (como podemos leer en Mateo 24:5). Así que este es un anticristo - alguien que se presenta en lugar de Cristo, pretendiendo ser Cristo:
La opinión personal del profesor McGee, es que en el futuro surgirán dos personas al final de la época, que cumplirán ambas características mencionadas aquí: es decir, la de estar en contra de Cristo, y la de pretender ser Cristo. La Biblia presenta el tema de esta manera en Apocalipsis 13. Allí se representó a una bestia que subía del mar, y Satanás era el que la convocaba. Ese podría ser el líder religioso. El líder político podría provenir del mundo de los no judíos, es decir, del antiguo Imperio Romano. El líder religioso podría venir de la nación de Israel - ellos no lo aceptaría como Mesías a menos que surgiera de ese pueblo. Así que aquí tendríamos a dos personas que, actuando juntas, cumplirían las características del término "anticristo". Ellas surgirían hacia el final de los tiempos, y ambas podrías ser llamadas "Anticristo": una de ellas actuaría contra Cristo, y lo otra actuaría en vez de Cristo. Leamos ahora el versículo 19 de este segundo capítulo 1 Juan:
"Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros, porque si hubieran sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestara que no todos son de nosotros."
Aquí tenemos una declaración muy solemne. Juan dijo que en aquel tiempo, algunos que habían hecho profesión de fe como cristianos, tenían todas las características externas de ser cristianos. Usaban el nombre de cristianos y se habían identificado a sí mismos con alguna congregación o iglesia. Habían sido bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Participaban del pan y de la copa en la reunión de comunión. Pero Juan dijo que la forma de saber si uno era realmente un hijo de Dios, era que, con el tiempo, una persona mostraría su verdadera naturaleza interior y dejaría la asamblea de Dios si no era un hijo de Dios. Esa persona se apartaría de los cristianos, del cuerpo espiritual de los cristianos, y volvería directamente al sistema de valores del mundo, al lugar de donde salió.
Recordemos que al estudiar 2 Pedro 2:22 hablamos de la parábola del cerdo pródigo, a raíz de la mención que el apóstol hizo de la puerca lavada. Recordemos que en Lucas 15, el hijo pródigo que decidió vivir por su cuenta e irse lo más lejos posible de la casa de su padre, una vez dilapidada su fortuna, fue a parar a una pocilga. Pero aprovechando la mención del apóstol Pedro en su carta, imaginamos qué habría sucedido si un cerdo hubiera acompañado al hijo pródigo en su regreso a la casa de su padre, allí se hubiera lavado y perfumado. Seguramente habría llegado a la conclusión de que no le gustaba la casa del padre del hijo pródigo, porque, después de todo, era un cerdo. Así que, con toda seguridad, un día resolvió levantarse y regresar a su antigua morada, en la pocilga del barro y la inmundicia. Y finalmente, allí se encontró a gusto, al ser un cerdo, porque aquel era su verdadero hogar, su elemento natural. Este detalle nos recuerda la frase de Juan en este versículo 19: Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros. Esta debió parecer una declaración dura, incluso cruel, pero resultó ser una afirmación veraz y real. Hay muchos que hacen una profesión de su fe cristiana, pero no son realmente cristianos y, tarde o temprano, se ponen en evidencia.
Estimado oyente, nuestro tiempo ha llegado hoy a su fin. Le agradecemos que nos haya escuchado con tanta atención y le invitamos a continuar estudiando con nosotros este capítulo tan práctico de esta primera epístola del apóstol Juan. Por tal motivo le sugerimos que lea por sí mismo, por lo menos, hasta el versículo 22 de este capítulo, para que pueda estar familiarizado con la forma en que el apóstol Juan va desarrollando su argumento principal de esta sección, basado en el consejo dado a los creyentes en el sentido de no amar los valores del sistema del mundo, de un mundo que, mayoritariamente, se opone a Dios. Le esperamos, pues, en nuestro próximo encuentro a través de las ondas, para proseguir juntos recorriendo esta etapa de nuestro viaje "a través de la Biblia."
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