Estudio bíblico de Judas 1:1-3
Judas 1-3
En nuestro programa anterior recalcamos que aquellos lectores originales de la epístola habían sido amados. El apóstol los llamó los llamados, amados de Dios el Padre, y guardados en Jesucristo. Continuemos comentando el versículo 1:
"Judas, siervo de Jesucristo y hermano de Jacobo, a los llamados, santificados en Dios Padre y guardados en Jesucristo"
Ahora, hay varias palabras importantes que debemos considerar en este texto. La primera que vamos a analizar es "guardados". Esta es la palabra que constituye la clave para este breve libro, que nos va a presentar la apostasía, y que se presentó aquí como en ninguna otra parte en las Escrituras, y vamos a apreciar el carácter destructivo que implica su significado. Pero el apóstol Judas no estaba escribiendo para atemorizarnos, amigo oyente, él nos dejó estos antecedentes para transmitirnos la seguridad necesaria para vivir en los días de la apostasía. El escritor utilizó la palabra "guardar" cuatro veces y que les dio a aquellos creyentes la seguridad de que estaban guardados en Jesucristo. Quiso decir que Dios era quien los guardaba, quien los preservaba, quien los defendía y los había colocado espiritualmente en un lugar seguro. Este pensamiento se expresa en el versículo 21, donde dice:
"Conservaos en el amor de Dios"
Y después también en el versículo 24:
"Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída"
Esta idea tiene que ver con el poder protector de Dios para guardar a aquellos que son suyos, a aquellos que le pertenecen. Desde cualquier punto de vista que lo consideremos, estas palabras dan a los creyentes la seguridad que necesitan, aun en los oscuros días de la apostasía.
Como comprobaremos más adelante, creemos que en la actualidad nos encontramos viviendo en tiempos de apostasía. Y, ¿cuánto tiempo tendremos que estar viviendo en esta situación antes de que el Señor recoja a su Iglesia? No lo sabemos, y estamos seguros de que no hay ninguna otra persona que lo sepa. Pero de todas formas, no podemos negar la realidad de que nos encontramos viviendo en una época de apostasía.
Regresemos por un momento a la palabra "guardados". Resulta interesante observar que en el mundo físico hay dos formas de preservar los alimentos: una de estas formas es con el vinagre, y la otra es con el azúcar. Hay muchos creyentes en el presente, que según creemos, son preservados perfectamente, pero son preservados en vinagre, porque así es como se comportan. Tienen una disposición ácida, por cierto. Y luego, vemos a aquellos creyentes que son preservados en azúcar y condimentados con especias de sabor agradable, y uno es consciente de ello también por la forma en que actúan y se comportan. Pero es notable observar que aun aquellos que están preservados por el vinagre, son guardados por la gracia de Dios, que los cuida, que los protege. En el Apocalipsis el apóstol Juan nos diría que ellos han vencido a Satanás por medio de la sangre del Cordero. Y ésa será la única forma en que los creyentes que estén en la tierra en el período de la Gran Tribulación, van a poder sobrevivir o soportar esos días de angustia. Y en todos los tiempos, la única forma en que los creyentes pueden ser capaces de vencer a su enemigo espiritual, es por medio de la sangre de Cristo, el Cordero de Dios. No hay ningún mérito o poder personal en nosotros para derrotar al maligno.
Debemos recurrir nuevamente a la ilustración que el Señor Jesucristo mismo utilizó cuando dijo que Él era el Buen Pastor. En el capítulo 10 del evangelio según San Juan, versículo 11 dijo: "11Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas". Y después continuó hablando sobre las ovejas, en los versículos 27 al 29, que dicen: "27Mis ovejas oyen mi voz y yo las conozco, y me siguen; 28yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. 29Mi Padre, que me las dio, mayor que todos es, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre".
Ahora, si las ovejas son guardadas con seguridad, no hay en ellas ningún mérito, porque no pueden defenderse por sí mismas. Una oveja no tiene colmillos, no tiene dientes afilados, no puede luchar ni defenderse de sus enemigos. No tiene garras, y tampoco puede correr. Un conejo, tampoco se puede defender, pero puede huir velozmente del peligro. Pero una oveja ni siquiera puede hacer eso. Una oveja es un animal impotente e indefenso; así que si una oveja puede decir que está segura de su salvación, no se está jactando de sus propios méritos, sino atribuyendo esos méritos a su Pastor. La oveja tiene un Pastor fiel y bueno. Amigo oyente, si usted está pensando que no está seguro de su salvación, está diciendo poco o minimizando a la Persona y a las palabras de su Pastor, porque Él dijo que puede guardarle, preservarle, protegerle. Ha afirmado que ninguna cosa creada puede arrebatarle de la mano de Su Padre. No se trata de que usted pueda o no aferrarse a Él. Lo importante es que Él puede aferrarse a usted y mantenerle en esa posición de seguridad. Él dijo que podía hacerlo, así que la cuestión es si usted está realmente confiando en Él.
Es que la seguridad de la salvación se apoya en la Palabra de Dios. Queda entonces para usted el decidir si va a creer o no en Él. La seguridad de su salvación se fundamenta en esas palabras, porque Él ha dicho de una manera muy clara, que usted tiene una salvación segura; y aquí en esta epístola de Judas, en la que se nos presentan los días oscuros de la apostasía, se nos asegura que incluso en esa época, Él puede proteger a los Suyos.
También dice en este primer versículo: "A los llamados". Así que no sólo somos protegidos por el Señor Jesucristo, sino que también hemos sido llamados. Ahora, esta palabra "llamados", tal como es usada en la Biblia, no expresa solamente la idea de una invitación que ha sido enviada, aceptada, y convertida en una realidad por el Espíritu de Dios. Aquí sería oportuno citar las siguientes palabras del apóstol Pablo, que se encuentran en 1 Corintios 1:22-24: "22Los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, 23pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente piedra de tropiezo, y para los no judíos locura. 24En cambio para los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo es poder y sabiduría de Dios". Amigo oyente, si usted ha encontrado en Cristo la sabiduría y el poder de Dios, y ha confiado en Él, usted es uno de los "llamados". La invitación ha sido enviada y cuando es aceptada y creída, entonces usted se convierte en uno de los llamados. Esto fue exactamente lo que el apóstol Judas quiso decir aquí, y esto fue lo que también nos explicó claramente el apóstol Pablo. Continuemos ahora leyendo el versículo 2 de esta epístola de Judas.
"Misericordia, paz y amor os sean multiplicados."
Ahora bien, tenemos que reconocer la diferencia entre estas 3 palabras: misericordia, paz y amor. Porque necesitamos ver la íntima relación entre ellas.
El amor es un atributo de Dios, porque Dios es amor. Él es misericordioso, compasivo y nos ha provisto la gracia. El amor de Dios abarca a toda la humanidad. Recordemos la frase de Juan 3:16, "de tal manera amó Dios al mundo" Su Voluntad es que nadie perezca. O sea que en la actualidad, el ama a todo ser humano que habita en esta tierra. Él no tiene favoritos. Si retrocedemos por un momento al libro de Éxodo 33:19, veremos que Él le dijo de una manera muy clara a Moisés que no contestaba sus oraciones por el hecho de que fuera Moisés. Sino que Dios le dijo: "tengo misericordia del que quiero tener misericordia, y soy clemente con quien quiero ser clemente". Dios respondió la oración de Moisés porque la explicación estaba en Si mismo, en Su forma de actuar, porque en este sentido, Dios trata a todas Sus criaturas de la misma manera. Amigo oyente, Dios le ama a usted y a cada uno de nosotros. Si pudiéramos realmente saber cuánto nos ama, ese conocimiento quebrantaría nuestros corazones.
Usted puede evitar el experimentar en su propia vida el amor de Dios, pero no puede evitar que Él le ame. Usted no puede evitar que el sol brille, pero sí puede levantar, por así decirlo, una sombrilla de resistencia para impedir la recepción del brillo del sol. Y hay varios tipos de sombrillas con las cuales puede cubrirse para experimentar el amor de Dios, como, por ejemplo, la resistencia a Su voluntad, la presencia del pecado en su vida, y otras más.
Ahora, aunque Dios le ha amado, Él no le ha salvado a usted por amor, porque Dios tiene otros atributos. Él es santo. Él es recto y Él es justo. Él, sencillamente no puede abrir las puertas del cielo de par en par y dejar que entre cualquiera, dejando de lado o rebajando las normas que Él mismo ha establecido. Él no puede hacer más de lo que puede hacer un buen juez si va a cumplir la ley de su país. Hablando en términos humanos, Él no puede aceptar un soborno, por así decirlo, para que el criminal pueda eludir la acción de la ley. Un juez que actúe de esa manera, sería un juez corrupto. Si Dios actuara de esa forma con los seres humanos, la gente diría que no es un buen juez o al menos, que no es mejor que los jueces que actúan al margen de la ley. Nadie puede ser irreverente ni tener dudas ante esta cuestión, porque sabemos que Dios es un juez justo y como tal, mantiene Su santidad y Su justicia.
Así es que, como dijo el evangelista Juan, Dios amó de tal manera al mundo, que Su amor fue compasivo y lleno de gracia, que de esa forma mostró su interés y preocupación por los seres humanos. Y por todo ello, entregó a Su Hijo como un sustituto. Y en base a esa justicia, puede salvar a un pecador si éste viene a Él y acepta la salvación que Él provee. Por lo tanto, el apóstol Pablo escribió lo siguiente en su carta a los Efesios 2:8 y 9: "8porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. 9No por obras, para que nadie se gloríe".
El Dr. Trench, un erudito en el idioma griego, hizo una clara distinción entre las siguientes palabras. "Mientras que la palabra griega "cáris", que significa gracia, se refiere a los pecados de los seres humanos y es ese glorioso atributo de Dios el que demuestra la existencia de tales pecados, el don gratuito de ese perdón, se expresa con la palabra griega "eleos", que significa misericordia, y tiene una relación inmediata con la miseria que es consecuencia de estos pecados".
Así es que podemos ver que es la gracia de Dios, y no únicamente el amor de Dios el atributo que tiene que ver con los pecados de los seres humanos. Y Dios ha provisto un Salvador que ha pagado el castigo por los pecados. En base a ello, Dios salva a los pecadores. Y ésta es la gracia de Dios.
Sin embargo, el pecado ha traído una tragedia a la familia humana. Con frecuencia escuchamos la pregunta. "¿Por qué permite un Dios de amor el cáncer y otras enfermedades?" Bueno, la enfermedad y la muerte entraron en la familia humana como consecuencia del pecado. Dios ve la miseria y el sufrimiento que el pecado ha causado, y entonces Su gracia está al alcance del hombre. Dios es rico en misericordia, en compasión. Si usted viene a Él como un pecador y acepta Su salvación, Él lo salvará por Su gracia. Entonces, como Él es rico en misericordia, la extenderá sobre usted. En ese momento Él le traerá consuelo y podrá confiar en Él en tiempos de necesidad.
El autor de estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee, contaba que él padeció de la enfermedad del cáncer y después de sufrir dos operaciones los médicos le dijeron que la enfermedad podía resurgir en cualquier momento. Y hubo oportunidades en las que él le preguntó al Señor por qué permitía esos sufrimientos en su vida. Pero no tenía ningún otro recurso que confiar en su Padre celestial, buscando refugio en Él, sabiendo que Dios tenía la respuesta a sus preguntas, aunque reconoció que Dios no le había dado la respuesta a sus interrogantes. Entonces le pidió al Señor que extendiera sobre él Su misericordia. Estaba seguro que, por Su gracia, Dios lo había salvado; entonces, ante su situación, le pidió Su compasión y misericordia. Y la misericordia se convirtió en una viva realidad a través de aquel amor que un día lo alcanzó en medio de la miseria espiritual existente en esta tierra.
Un pecador necesita la gracia de Dios, y con toda seguridad, necesita mucha misericordia. Y ésta fue la experiencia del Dr. McGee por muchos años.
Quisiéramos seguir citando lo que dijo el Dr. Trench en cuanto a este tema. Queremos recordar, nuestra cita anterior, que decía: "Mientras que la palabra griega "cáris", que significa gracia, se refiere a los pecados de los seres humanos y es ese glorioso atributo de Dios el que demuestra la existencia de tales pecados, el don gratuito de ese perdón, se expresa con la palabra griega "eleos", que significa misericordia, y tiene una relación inmediata con la miseria que es consecuencia de estos pecados". Y añadió el Dr. Trench: "La misericordia es este sentido tierno que se pone en evidencia a sí mismo en ese esfuerzo divino que sólo la perversidad continua del hombre puede estorbar, derrotar o remover enteramente. Porque de tal manera amó Dos al mundo, con un amor compasivo, (y en ello vemos Su misericordia), que le llevó a entregar a Su Hijo unigénito, (y aquí vemos la gracia) para que el mundo, a través de Su hijo Jesucristo, pueda ser salvo. Pero, amigo oyente, en el orden de la manifestación los propósitos de salvación de Dios, la gracia debe ir antes de la misericordia. Es decir, que la gracia debe presentarse antes, y preparar el camino para la misericordia de Dios. Es cierto que las mismas personas, culpables y miserables, son las que reciben tanto la misericordia como la gracia; Sin embargo, es necesario que la justicia de Dios mantenga su vigencia, ya que Su amor requiere que la culpa sea removida, antes que la miseria pueda ser aliviada. En conclusión, diremos que sólo los pecadores perdonados pueden ser bendecidos por la misericordia y compasión de Dios". Hasta aquí la cita del Dr. Trench.
Es decir, que Dios debe perdonar antes de poder curar los efectos del pecado. Las personas deben ser justificadas antes de poder ser objeto del poder transformador de la santidad de Dios. Por ello hemos dicho que en el orden de la manifestación del propósito de Dios en la salvación, la gracia de Dios debe preceder a la misericordia de Dios. O sea, que la gracia de Dios debe actuar primero, preparando el camino para que el pecador perdonado reciba la misericordia de Dios.
Y así, la paz de Dios es la experiencia que llega al corazón de aquellos que han confiado en Cristo. El apóstol Pablo dijo en su epístola a los Romanos, capítulo 5, versículo 1: "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo". La paz de Dios consiste en saber que no es difícil llevarse bien con Dios. Él no nos está poniendo las cosas difíciles para usted y para mí. Él quiere que sepamos que no tiene nada en contra de nosotros, una vez que hemos reconocido que somos pecadores, que hemos confiado en Cristo como nuestro Salvador. El mundo entero podría señalarle a usted y rechazarle, pero Dios le ha aceptado. Él le ama y desea darle esa paz, de manera que por la noche pueda reclinar su cabeza, y que su mente disfrute de paz, apoyándose en las promesas de Dios. Bien dijo el apóstol Pablo en el versículo 28 del capítulo 8 de su carta a los Romanos: "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados". Un famoso expositor Bíblico dijo que este versículo era como una almohada para el corazón cansado. Ésta es, pues, una hermosa promesa. Llegamos ahora al versículo 3 en esta epístola universal de Judas, en el cual
Se cambia el tema para hablar de la apostasía
"Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos."
Judas escribió: "Amados", y esa expresión tan cariñosa quiere decir: a los hijos que Dios ama, es decir amados hijos de Dios. Y continuó: "Por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación". La palabra "común" es una traducción del griego "coiné". El Nuevo Testamento no fue escrito en el griego clásico pero sí en el griego koiné, o griego común, popular, en términos que cualquiera podría entender, tanto la gente sencilla como los muy preparados y cultos que formaban parte de la población del Imperio Romano en los días de los apóstoles. Cuando Judas dijo que intentó escribir sobre la "común salvación" se debe haber referido a algo que toda la gente del Imperio Romano pudiera comprender.
Judas deseaba escribir sobre una faceta de la salvación, que podría haber sido la "redención", sobre "la persona de Jesucristo", o la "santificación", o sobre muchos otros temas relacionados, pero no lo hizo. El apóstol explicó: "Me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos". El pensamiento que nos comunica esta afirmación es que el Espíritu Santo desvió a Judas de escribir sobre la Fe para que levantara una voz de alarma y preocupación por la apostasía que se había introducido en las iglesias.
La apostasía consiste en un alejamiento de la fe, es decir, de la doctrina de los apóstoles. En los tiempos del apóstol Judas, la dimensión de la apostasía podía compararse al tamaño de una pequeña nube del tamaño de una mano humana. Pero en la actualidad, es como una tormenta que tiene la fuerza de un huracán que se extiende por todas partes. Al leer lo que escribió Judas sobre la apostasía que estaba apareciendo en aquellos tiempos, podemos ver que muchas de las cosas que el apóstol escribió ya son visibles en el mundo de nuestro tiempo. Así que la apostasía no es algo que estemos esperando, sino que es una corriente que ya forma parte de la realidad.
Judas escribió que era "necesario", que tenía una necesidad compulsiva, que le presionaba para comunicar a sus lectores lo que a continuación veremos con más detenimiento.
Continúa la frase "que contendáis ardientemente", significa que debemos contender pero sin ser contenciosos. O como lo expresó el apóstol Pablo, en su Segunda Epístola a Timoteo, capítulo 2, versículos 24 al 26, donde dice: "24porque el siervo del Señor no debe ser amigo de contiendas, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido. 25Debe corregir con mansedumbre a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad 26y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él". Así es que, ese es el pensamiento que el Espíritu Santo llevó a la mente de Judas. La palabra "contender" como la usó Judas implica una idea de "agonía". Esta palabra proviene del griego "epagonízestai", que en el idioma castellano se traduce por la palabra "agonía". Judas, en vez de escribir sobre alguna gran doctrina, se sintió presionado, impulsado, a animar a los lectores a contender o defender las grandes doctrinas del Cristianismo. En el libro de los Hechos de los Apóstoles se presentan en el capítulo 2, versículo 42, las prácticas de la primera iglesia, y como primera característica se mencionó que "continuaban en la doctrina de los Apóstoles". Como esta observación es mencionada en primer lugar creemos que podemos afirmar que, una congregación no es una iglesia, si no sigue ésta práctica.
En su epístola a los Efesios, capítulo 4, versículo 15, escribió el apóstol Pablo, que se debe hablar la verdad en amor. Es decir, que si usted va a hablar de la verdad, lo debe hacer con amor. Y si usted no presenta la Verdad de Dios en amor, entonces se podría poner en duda que lo que usted está presentando es realmente "La Verdad". Debemos estar siempre listos para ofrecer una respuesta a quienes nos plantean preguntas sobre la Fe; no nos debe enfadar ni alterar nuestro genio si alguna persona difiere en sus creencias y piensa de otra manera, diferente a la nuestra.
El Dr. Wuest, profesor de Biblia, ha escrito uno de los mejores libros sobre la epístola de Judas en el cual nos ofrece una traducción literal de este versículo 3. Escribió: "Divinamente amados, cuando sentía una gran diligencia por escribiros acerca de la salvación que todos nosotros gozamos en común, me vi obligado a escribiros exhortándoos que contendáis con ardor y determinación por la fe que ha sido confiada al cuidado de los santos".
El apóstol Judas, a continuación, presentó la razón por la cual debían defender sabia y valientemente a la Fe. Una de las maneras en que podemos batallar por la fe es esparciendo la semilla, es decir, predicando la Palabra de Dios. Pero algo peligroso estaba ocurriendo a la iglesia de los primeros tiempos y Judas hizo sonar la alarma.
Amigo oyente, nuestro tiempo ha concluido por hoy. Le sugerimos continúe leyendo hasta el versículo 6 para estar anticipadamente familiarizado con el contenido de nuestro próximo programa, en el que continuaremos con nuestro viaje "a través de la Biblia".
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