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Estudio bíblico de Zacarías 12:1-5

Zacarías 12:1 - 5

Comenzamos nuestro programa de hoy, estimados oyentes, situándonos en el capítulo 12 del libro del profeta Zacarías.

Como ya mencionamos en nuestro anterior encuentro, desde este capítulo 12 y hasta el final del libro (en el capítulo 14), estudiaremos la segunda y última sección de profecías dadas a de Zacarías por Dios, en la que presenta el tema ya familiar de la salvación y liberación definitiva de Israel al final de los tiempos. A diferencia del juicio inicial, ahora el profeta alentará al "pueblo del pacto de Dios" con una descripción de su restauración y bendición en el reino del Milenio, de conformidad con el carácter de Dios y que hace honor al significado del nombre de "Zacarías", que es: "El Señor recuerda".

Nos encontramos en una sección muy importante del libro. En la primera parte de sus profecías analizamos ya los aspectos proféticos de la primera venida de Cristo. Ahora, y hasta el final del libro, valoraremos los aspectos proféticos relativos a la segunda venida de Cristo.

En el capítulo 12 nos encontramos con el último sitio a la ciudad de Jerusalén, así como el levantamiento del mismo. La razón por la cual esta sección resulta tan importante se debe a que nos ayuda a ubicar estas profecías dentro de un proceso o calendario temporal de sucesos. Zacarías nos está presentando un programa bastante detallado, a lo largo de este capítulo. En el capítulo anterior, el 11, el profeta manifestó que "el verdadero Pastor" es aquel que entrega Su vida por las ovejas, y el que las cuida, las alimenta, las resguarda. Este pastor, el verdadero pastor, fue sin embargo rechazado y vendido por 30 piezas de plata. ¡Qué cantidad más mísera!, ¿verdad? El importe que se pagaba en esa época por un esclavo tullido, o que sufría algún defecto. Nuestra salvación, la salvación de nuestra alma, la vida eterna, el perdón por nuestros pecados, rebeliones, errores, y omisiones, en cambio, no fue comprada con oro o plata, sino con la preciosa sangre de Cristo, el unigénito Hijo de Dios que murió por amor, para pagar esa deuda que cada uno teníamos con la justicia de Dios.

A continuación, el profeta Zacarías nos presentó una figura opuesta y mucho más siniestra: "el pastor necio", el cual, muchos estudiosos de la Biblia han identificado como el Anti- Cristo, ese personaje que se ganará la simpatía y el apoyo de todas las naciones, que prometerá paz, armonía y estabilidad, pero que una vez ganado el poder absoluto sobre la Tierra, lo empleará para sus propios fines, y, anulando toda libertad, perseguirá a todo aquel que no le rinda pleitesía y obediencia ciega. El gobierno del Anticristo creará el más sangriento y terrible período sobre el planeta. Tal y como menciona el libro del Apocalipsis, tras el arrebatamiento o desaparición de la Iglesia, cuando millones de creyentes en Jesucristo desaparecerán todos a la vez, el así denominado "pastor necio" se presentará a sí mismo como la única persona capaz para conquistar la paz sobre la Tierra. Su aceptación por parte de todas las naciones del mundo inaugurará el denominado período de "la Gran Tribulación", una época de crisis, sufrimiento y destrucción como jamás se ha vivido en la historia de la humanidad.

Tras este aciago periodo, Cristo vendrá, regresará, por segunda vez a la tierra, inaugurando el período que se llama el reinado del Milenio, un reinado de paz y prosperidad cuyo único rey será Cristo, y su capital será la ciudad de Jerusalén. Y en esta sección veremos cómo se nos menciona que esta ciudad amada por Dios, será atacada por el Anticristo, pero que milagrosamente también será preservada por Dios.

Tenemos aquí, por tanto, "la Gran Tribulación" y el sitio a la ciudad de Jerusalén. Fue ese tiempo que Jeremías llamó el "tiempo de angustia para Jacob". El profeta Daniel escribió sobre este tema en el capítulo 12 de su libro. Si lo desea le invitamos a leer la referencia anterior a Jeremías en el capítulo 30, de su libro, versículos 5 al 7. En el libro de Daniel, en su capítulo 12, versículo 1, leemos lo siguiente: "Y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces". Y el Señor Jesucristo, en el evangelio según San Mateo, capítulo 24, versículos 21 y 22 dijo: "Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo".

Vayamos ahora al comienzo de este capítulo 12 de Zacarías, que dice así:

"Profecía de la palabra del Señor acerca de Israel. El Señor, que extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él, ha dicho:"

Como podemos observar, la profecía describía un asedio futuro en contra de la nación, lo cual indica que tendría lugar una devastación considerable antes de que hubiera arrepentimiento y conversión en Israel. El mismo Dios que llevó a cabo la obra de la creación, ejecutará hasta sus últimas consecuencias, la obra de la consumación contenida en esta profecía.

Analicemos ahora las primeras y tan significativas palabras de este versículo: "Profecía de la Palabra del Señor acerca de Israel". Es una profecía de juicio. Y su autor, Zacarías, dice aquí, es el mismo Señor. Él es quien lo ha dicho. Y lo expresa, de hecho, de una manera que podríamos calificar de bastante dura, contundente. Tengamos además en cuenta que Él, el Señor, no ha concluido su obra. Él dijo: "...que extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él."

Aquí tenemos tres grandes declaraciones. Y estas tres magníficas afirmaciones nos presentan una visión de Dios como Creador de este universo y de todo lo que se encuentra en él.

En primer lugar, Él es quien extiende los cielos. El salmista, es decir, el escritor o los autores del libro de los Salmos, escribió: "Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento declara la obra de sus manos".

La expresión "El Señor, que extiende los cielos" resulta bastante curiosa en virtud de lo siguiente: Hace ya varios años, un astrónomo inglés, Sir James Jean, acuñó una teoría que posteriormente sería validada y adoptada como cierta entre los científicos: El universo está en constante expansión; las galaxias, los planetas, los astros y todo lo creado está en continuo movimiento y expansión.

Y Zacarías dice: "El Señor, que extiende los cielos". Y luego añade: "Y funda la tierra". Dios fundó la tierra, porque la creó y la llenó de todo lo que en ella hay, tal y como relata el primer libro de la Biblia, el Génesis.

Finalmente, leemos la más notable de estas tres declaraciones iniciales: "Y forma el Espíritu del hombre dentro de él". El hombre es superior a cualquier otra cosa creada, no sólo por su inteligencia sino también porque Dios nos diseñó para contener Su Espíritu.

Al contrario de lo que opinan los denominados "deístas", es decir, aquellos que opinan que hay un Dios, pero no el que relata la Biblia, sino un Dios sin nombre, y que está en todo y en todos; al contrario de éstos, hay aquellos que opinan que este Dios actuó como una especie de relojero, que dio cuerda al universo y luego se desentendió de él, pero aquí Zacarías nos revela, con pocas palabras la grandiosidad absoluta de un Dios creador que no se desentendió de Su obra, sino que sigue actuando y continúa interesado en Su creación.

Encontramos entonces que, Dios está obrando en una forma activa y positiva en el universo. Y Él es el que ha formado el espíritu dentro del hombre. Él es nuestro Dios, Omnipotente, Todopoderoso, Omnisciente. Él es sabiduría y conocimiento.

Ahora, notemos lo que dice el segundo versículo de este capítulo 12 de Zacarías:

"He aquí yo pongo a Jerusalén por copa que hará temblar a todos los pueblos de alrededor contra Judá, en el sitio contra Jerusalén."

Aquí, el profeta utiliza una metáfora o símil: La ciudad de Jerusalén se nos representa como una inmensa copa o cáliz del que beberán las naciones sólo para terminar ebrias e impotentes del "juicio divino al final de la semana setenta" mencionada por el profeta Daniel, cuando sucederá la gran "batalla de Armagedón", cuando todas las naciones se reúnan para atacar a Jerusalén.

Notemos que menciona reiteradamente a la ciudad de Jerusalén; en solamente un versículo es mencionada dos veces. Y como mencionamos anteriormente, Jerusalén es nombrada en diez ocasiones en este capítulo. Jerusalén, la llamada ciudad santa, y que algún día será protagonista de la Historia, cuando venga el denominado "Anticristo" y todo lo que este personaje provocará con el gobierno mundial que instalará. Jerusalén llegará a ser el centro o escenario del juicio divino.

Estimados amigos, cuánto nos gustaría tener ante nosotros un calendario con las fechas de cumplimiento de estas profecías, ¿verdad? Y si bien es verdad que este calendario divino será siempre un misterio para nosotros hasta su cumplimiento, bien es cierto que podemos establecer una secuencia de los hechos aquí narrados y que habrán de suceder algún día.

Por lo que aquí se nos menciona, el periodo de tiempo que el Señor Jesucristo llamó "la Gran Tribulación" comenzará cuando tenga lugar el asedio contra la ciudad de Jerusalén. En el versículo 3, leemos:

"Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella."

No es casualidad el uso de una expresión como la que acabamos de leer: "serán despedazados". Como una carga muy pesada que cae desde lo alto, Jerusalén ocasionará daños severos a cualquier pueblo que trate de ganar la victoria sobre ella. Y todo ello por intervención y protección divina, tal y como leeremos en el siguiente versículo.

Y aquí dice que el Señor pondrá a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos. Ahora, esto parece algo extraño, ¿verdad? ¿Cómo podría convertirse esta ciudad en una piedra pesada? De alguna manera, podríamos decir, que esta ciudad ha llegado a ser una especie de piedra pesada en el presente. Actualmente, no son muchos los aliados de la nación de Israel. Rodeada de países árabes enemigos, algunos de los cuáles han jurado "borrarla del mapa", como su vecina Irán, Israel mantiene difíciles relaciones diplomáticas con el resto del mundo. Sin el apoyo de su único aliado incondicional, los Estados Unidos, humanamente hablando, y porque los tiempo de Dios y Su plan para con esa amada ciudad y Su pueblo escogido no se ha cumplido todavía, es muy posible que Israel hubiera desaparecido hace tiempo. De esta manera, y utilizando un lenguaje metafórico, podríamos decir que es como "una piedra pesada", una nación con una especie de carga o lastre a sus espaldas de la que ni sus políticos son capaces de librarla.

Si echamos un vistazo a la lista de naciones que han capturado esa ciudad y han tratado de dominarla o destruirla, esta lista sería bastante extensa. Ese listado incluiría, por ejemplo, a Gran Bretaña, cuando el General Allen se apoderó de Jerusalén. Gran Bretaña era entonces una de las mayores potencias del mundo. Literalmente el sol nunca se ponía sobre el imperio británico. Pero el imperio no pudo doblegar las rodillas israelíes; tuvo que retirarse y perdió toda su influencia en esta zona.

Leamos ahora el versículo 4 de este capítulo 12 de Zacarías, que dice así:

"En aquel día, dice el Señor, heriré con pánico a todo caballo, y con locura al jinete; pero sobre la casa de Judá abriré mis ojos, y a todo caballo de los pueblos heriré con ceguera."

Los caballos, estimado oyente, eran símbolo de poder y fuerza en el mundo antiguo. Y en este versículo se hace hincapié en la superioridad del Señor sobre sus enemigos. Confusión, demencia y ceguera son maldiciones que se advierten a Israel en Deuteronomio 28:28 y que se prometen aquí a los enemigos de Israel.

Dios promete aquí que, cuando el enemigo caiga sobre ellos, les librará. En el versículo 5 leemos:

"Y los capitanes de Judá dirán en su corazón: Tienen fuerza los habitantes de Jerusalén en el Señor de los ejércitos, su Dios."

La ciudad de Jerusalén, en aquel día, llegará a ser un refugio para el pueblo de Dios en la tierra.

Al saber que Dios había escogido a Israel como su ciudad predilecta y amada, los líderes, llamados aquí "capitanes", del pueblo, tendrán confianza en todo su territorio. Este versículo indica que los judíos tendrán fe para salvación en aquel día, porque no afirman una alianza en sus propios méritos, sino que reconocen que su fuerza está en su Dios.

¿Dónde está su fuerza, querido amigo? ¿Dónde radica su fortaleza? ¿En sus propias fuerzas y energías? ¿En su inteligencia y sabiduría? ¿En su dinero y su posición social?

Estimado amigo oyente, todo lo mencionado, puede derribarse con la misma facilidad que lo haría un castillo de naipes ante una ligera brisa. En realidad, todo lo que nos rodea está sometido a influencias externas que escapan a nuestro control. El escritor y poeta Shakespeare decía que tan sólo éramos "juguetes de la fortuna", meros títeres manejados por las fuerzas de este mundo. No estamos completamente de acuerdo con esta afirmación, aunque sí tenemos que admitir que toda persona que no reconoce a Dios, como Su Creador y Padre eterno, que no conoce ni ha aceptado a Jesucristo como su Salvador y Señor, y toda persona que no sabe que el Espíritu de Dios puede y quiere guiar nuestra frágil barca al puerto seguro, que es nuestra Eternidad con Dios, esa persona sí puede pensar que su vida no tiene mayor trascendencia.

Por ello, amigo, de nuevo le preguntamos, ¿en quién radica su fuerza? ¿Puede estar completamente seguro que ésta no le fallará, que la salud no le abandonará, que el dinero siempre estará ahí y que el amor siempre le será recíproco?

Hoy le invitamos, estimado amigo, a basar su vida en alguien mucho mayor y más fuerte que usted. Es "Alguien" que no está sujeto a las fluctuaciones de este mundo. Alguien que no se irá de su lado sino que siempre estará contigo. Esa persona es Jesús, el hijo de Dios, el que Zacarías profetizó como "el buen pastor" o el "pastor bueno" que cuida de sus ovejas, y que cuidará también de usted y de mí. Sólo tiene que tener fe en Él y aceptar que le amó tanto que se hizo hombre con el único fin de morir por usted en una cruz. Sin este sacrificio, usted hubiera muerto, algún día, eternamente.

Pero Él ocupó su lugar en una Cruz y hoy le invita a recibirle como su Salvador personal y Señor de su vida; tal y como algún día harán los habitantes de Jerusalén, cuando perplejos experimenten cómo, milagrosamente, su Señor les está librando del mayor ataque que jamás se ha perpetrado contra ciudad alguna en toda la historia de la humanidad. Nos referimos a la batalla última y definitiva: la terrible batalla de Armagedón, que estudiaremos próximamente.

Bien, amigo oyente, vamos a detener por hoy nuestro estudio aquí, para retomarlo, en nuestro próximo programa. Le invitamos muy cordialmente, como siempre, a que nos acompañe para seguir investigando el plan que Dios ha preparado para los últimos días de la historia de la humanidad.

Mientras tanto, le sugerimos que lea el resto de este capítulo 12 de Zacarías y se familiarice con su contenido para estar así mejor preparado para nuestro próximo estudio. Será pues, hasta entonces, y es nuestra ferviente oración ¡que Dios le bendiga abundantemente con Su luz divina, mediante la lectura diaria de Su Palabra, que es vida y vida en abundancia!

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