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Estudio bíblico de Números 9:1-10:28

Números 9:1-10:28

Llegamos hoy, en nuestro estudio del libro de Números, al capítulo 9. En este capítulo, consideraremos la celebración de la pascua y la nube que cubría el tabernáculo. Al estudiar este capítulo 9 del libro de Números, quisiéramos decir que hemos llegado a la segunda división principal del libro. La hemos intitulado: ¡En marcha, hacia adelante! Para comenzar, notemos que todos los hijos de Israel, debían celebrar la pascua, durante su marcha por el desierto. Leamos los primeros dos versículos de este capítulo 9:

"Habló el Señor a Moisés en el desierto de Sinaí, el primer mes del segundo año de su salida de la tierra de Egipto, y le dijo: Los hijos de Israel celebrarán la Pascua a su debido tiempo."

Los hijos de Israel tenían que celebrar la Pascua, mientras estaban en el desierto, y así lo hicieron en éste, el segundo año después de su salida de Egipto. Pero surgió un problema durante la celebración. Continuemos leyendo los versículos 3 hasta el 7:

"La celebraréis el decimocuarto día de este mes, al atardecer, a su debido tiempo; conforme a todos sus ritos y conforme a todas sus leyes la celebraréis. Entonces dijo Moisés a los hijos de Israel que celebraran la Pascua. Celebraron la Pascua el primer mes, el día catorce del mes, al atardecer, en el desierto de Sinaí; conforme a todas las cosas que mandó Jehová a Moisés, así hicieron los hijos de Israel. Pero ocurrió que algunos estaban impuros a causa de un muerto, y no pudieron celebrar la Pascua aquel día. Aquellos hombres se presentaron ese mismo día delante de Moisés y delante de Aarón, y les dijeron: Nosotros estamos impuros a causa de un muerto. ¿Por qué seremos impedidos de presentar la ofrenda a Jehová a su debido tiempo con los demás hijos de Israel?"

Había ciertos hombres que se contaminaron porque se habían acercado a un cuerpo muerto, y por ese motivo, no podían celebrar la Pascua. Vinieron pues y se lo informaron a Moisés y a Aarón, y les preguntaron qué debían hacer. Podemos ver la actitud de Moisés en el versículo 8, que dice:

"Moisés les respondió: Esperad, y oiré lo que ordena el Señor acerca de vosotros."

Vemos que en casos de duda, Moisés no acudió a ningún libro de reglamentos ni se dejó llevar por su propia opinión al respecto. Acudió directamente a Dios. Y repetimos lo que ya hemos dicho tantas veces: que hoy en día, debemos recurrir a la Palabra de Dios. Ella es la autoridad para el hijo de Dios. Ahora, nos damos cuenta que habrá diferentes ideas en cuanto a la interpretación de la Palabra de Dios. Por eso debemos estudiarla y ser sensatos en cuanto a nuestra interpretación de ella. Continuemos ahora con los versículos 9 hasta el 11:

"Entonces el Señor dijo a Moisés: Habla a los hijos de Israel, y diles: Cualquiera de vosotros o de vuestros descendientes que esté impuro a causa de un muerto, o esté de viaje lejos, celebrará la Pascua al Señor. La celebrarán el segundo mes, el día catorce del mes, al atardecer; con panes sin levadura y hierbas amargas la comerán."

El Señor no quería que ninguno del pueblo se quedase sin celebrar la Pascua. Aquellos que no estaban en condiciones de celebrarla en la fecha fijada, debían hacerlo un mes más tarde. Además, en los versículos 12 al 14, Dios dio las instrucciones siguientes, que recalcan la importancia de esta festividad. Leamos estos versículos 12 al 14 de Números capítulo 9:

"No dejarán nada del animal sacrificado para la mañana, ni le quebrarán ningún hueso; conforme a todos los ritos de la Pascua la celebrarán. Pero el que esté limpio y no se encuentre de viaje, si deja de celebrar la Pascua, la tal persona será eliminada de en medio de su pueblo. Tal hombre recibirá el castigo por su pecado, por cuanto no ofreció a su debido tiempo la ofrenda del Señor. Y si habita con vosotros algún extranjero, y celebra la Pascua al Señor, conforme al rito de la Pascua y conforme a sus leyes la celebrará: un mismo rito tendréis, tanto el extranjero como el natural de la tierra."

Llegamos ahora, a una división natural de este capítulo; pues, los versículos siguientes, los versículos 15 al 23, explican en forma histórica lo que acontecía con

Las columnas de nube, de día, y de fuego, por la noche

Leamos primero, los versículos 15 y 16 de este capítulo 9 de Números:

"El día que el Tabernáculo fue erigido, la nube cubrió el Tabernáculo sobre la tienda del Testimonio. Por la tarde había sobre el Tabernáculo como una apariencia de fuego, hasta la mañana. Así era continuamente: la nube lo cubría de día, y de noche la apariencia de fuego."

Los hijos de Israel tenían una nube que les cubría. Era la gloria "shekinah", que literalmente quiere decir "habitación", y era un término que indicaba la presencia particular de Dios y Su gloria en medio de Su pueblo. Fue esta presencia, la que hizo a Israel diferente de cualquiera otra nación. En realidad, debemos decir, que era sólo una de las muchas cosas que estableció la diferencia entre Israel y cualquier otra nación. Cuando Pablo escribió a los Romanos, queriendo citarles algunas de las marcas de identificación de los israelitas, escribió lo siguiente, en el capítulo 9, versículos 4 y 5: ". . . que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley de Moisés, el culto y las promesas; de quienes son los patriarcas, y de los cuales, en cuanto a lo humano, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén". Pablo, también menciona la gloria. Los israelitas fueron, pues, el único pueblo, en toda la historia de la humanidad, que tuvieron con ellos la presencia visible de Dios. Leamos ahora, los versículos 17 al 19:

"Cuando se alzaba la nube del Tabernáculo, los hijos de Israel partían; y en el lugar donde la nube se detenía, allí acampaban los hijos de Israel. Al mandato del Señor los hijos de Israel partían, y al mandato del Señor acampaban; todos los días que la nube estaba sobre el Tabernáculo permanecían acampados. Cuando la nube se detenía sobre el Tabernáculo muchos días, entonces los hijos de Israel guardaban la ordenanza del Señor y no partían."

Moisés no era el que decidía si tenían que ponerse en marcha en cierto día, o al día siguiente, ni si se quedaban en el campamento durante algunos días. Era Dios mismo quien lo decidía. Debemos reconocer en la actualidad, que el Señor Jesucristo es la Cabeza de la Iglesia. El es quien debe guiarla. El problema es que la Iglesia está tan ocupada siguiendo su propio camino, que muchas veces Jesucristo no la puede guiar. Los seres humanos toman sus propias decisiones y El no es consultado. Pero Cristo es aun la Cabeza de la Iglesia, y aquellos que le pertenecen, le seguirán.

Volviendo ahora a este pasaje, aquí en el capítulo 9 de Números, notemos que los israelitas, a veces permanecían acampados por algunos días, por algunas semanas, o incluso por algunos meses. No olvidemos que estuvieron aproximadamente un año en el Monte Sinaí, y en el desierto por 40 años. Leamos ahora los versículos 20 hasta el 23:

"Y cuando la nube estaba sobre el Tabernáculo pocos días, al mandato del Señor acampaban, y al mandato del Señor partían. Cuando la nube se detenía desde la tarde hasta la mañana, y a la mañana la nube se levantaba, ellos partían; o si había estado un día, y a la noche la nube se levantaba, entonces partían. Si la nube se detenía sobre el Tabernáculo dos días, un mes o un año, mientras la nube permanecía sobre él, los hijos de Israel seguían acampados y no se desplazaban. Pero cuando ella se alzaba, ellos partían. Al mandato del Señor acampaban, y al mandato del Señor partían. Así guardaban la ordenanza del Señor, como el Señor lo había dicho por medio de Moisés."

Cuando la columna de nube se alzaba por la mañana, sabían que era un día en el cual iban a viajar. Los levitas, entonces, desarmaban el tabernáculo, y creemos que podían hacerlo en unos 30 minutos y volver a armarlo con la misma rapidez al llegar la noche, cuando se detenían para descansar. Entonces la columna de nube que les había guiado, se detendría sobre la tienda de reunión. Esta columna de nube y columna de fuego era, como dijimos anteriormente, la gloria "shekina," o presencia visible de Dios. Más tarde en la historia, esta gloria fue levantada. Después del viaje por el desierto, se establecieron en la tierra de Canaán, el rey Salomón hizo construir un templo para reemplazar a la tienda de reunión transportable. El primer libro de los Reyes 8:10 y 11, dice lo siguiente:

"Al salir los sacerdotes del santuario, la nube llenó la casa del Señor. Y los sacerdotes no pudieron permanecer para ministrar a causa de la nube, porque la gloria del Señor había llenado la casa del Señor."

Aquí vemos que el Señor consagró el Templo con Su Presencia. Sin embargo, más tarde en la historia, cuando este pueblo se apartó de su Dios, la gloriosa presencia de Dios salió del Templo. El profeta Ezequiel en su capítulo 10, nos describe su lenta partida, como si fuese renuente a abandonar ese lugar, su elevación y desaparición en dirección al cielo.

El Evangelista Juan, hablando del Señor Jesús, escribió en el capítulo 1, versículo 14: ". . . y vimos su gloria." Aunque El habitó entre los seres humanos, no fueron muchos los que vieron Su gloria en su primera venida al mundo. Fue Su gloria la que Jesucristo puso a un lado cuando vino a la tierra. Observemos que no puso a un lado Su deidad, sino Su gloria.

Cuando El venga de nuevo, entonces, todos verán en el cielo la gloriosa señal del Hijo del Hombre. Creemos que esa señal será la manifestación gloriosa que vemos en el libro que estamos estudiando, y que el profeta Ezequiel vio partir. Y en Su segunda venida, El regresará con toda Su gloria. Ahora, a la Iglesia, es decir a nosotros, los creyentes, no se nos ha permitido contemplar la presencia visible de Dios. Más bien, se nos da la presencia interior de Dios, que es el Espíritu Santo que mora en nosotros. El Espíritu de Dios mora hoy en el creyente. ¡Qué verdades más maravillosas hay aquí para nosotros, amigo oyente! Y así, pues, concluimos nuestro estudio del capítulo 9 de Números. Y llegamos ahora, a

Números 10:1-28

En este capítulo 10, encontramos las trompetas de plata, y el orden de marcha. Las últimas instrucciones en cuanto a la marcha que emprenderá el pueblo israelita, se relacionan con la fabricación de dos trompetas de plata. La marcha a través del desierto, comenzará entonces en el versículo 11 de este capítulo 10. Comencemos, pues, con las trompetas de plata. Leamos los primeros dos versículos de este capítulo 10, que tienen que ver con la preparación de

Las trompetas de plata

"El Señor habló a Moisés y le dijo: Hazte dos trompetas de plata: forjadas a martillo las harás. Te servirán para convocar la congregación y para hacer mover los campamentos."

En la Biblia, el número dos es el número que simboliza el testimonio. Se nos dice que toda acusación o asunto importante, debía decidirse en base al testimonio de dos o tres testigos. Estas dos trompetas eran usadas para convocar y dar la señal de partida a Israel en su marcha por el desierto. Continuemos leyendo los versículos 3 y 4:

"Cuando las toquen, toda la congregación se reunirá ante ti en la puerta del Tabernáculo de reunión. Pero cuando toquen solo una, entonces se congregarán ante ti los príncipes, los jefes de millares de Israel."

El sonido de una sola trompeta, era la señal para que se reunieran los príncipes. Y habrá también sólo una trompeta final para la Iglesia. Y creemos que esa trompeta final, será la voz de Cristo. Será Su llamada final. A través de la historia, El ha estado enviando invitación tras invitación. En el libro de Apocalipsis capítulo 3, versículo 20, encontramos la invitación final que el Señor extiende a la Iglesia en Laodicea y a nuestro tiempo, y dice: "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo". Con la trompeta final, llamará a Su Iglesia del mundo. Esa será, la última llamada. El Señor Jesucristo, con un sólo sonido de trompeta, reunirá a los creyentes. Y este será lo que la Biblia describe como el arrebatamiento de la Iglesia, descripción que encontramos en la primera carta del apóstol Pablo a los Tesalonicenses, capítulo 4, versículo 17, cuando dice: "Luego nosotros que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor." Volviendo ahora a nuestro pasaje Bíblico de hoy, en Números capítulo 10, leamos los versículos 5 al 8:

"Cuando toquéis alarma, entonces se pondrán en camino los campamentos de los que están acampados al oriente. Y cuando toquéis con aclamaciones la segunda vez, entonces se pondrán en camino los campamentos de los que están acampados al sur; el toque de trompetas con aclamaciones será la señal de partida. Pero para reunir la congregación tocaréis las trompetas pero no con sonidos de aclamación. Los hijos de Aarón, los sacerdotes, tocarán las trompetas: las tendréis como estatuto perpetuo por vuestras generaciones."

Vemos que las trompetas se utilizaban para movilizar a esta gran muchedumbre en una formación ordenada para la marcha por el desierto. Continuemos leyendo el versículo 9:

"Cuando salgáis a la guerra en vuestra tierra contra el enemigo que os ataque, tocaréis alarma con las trompetas. Así seréis recordados por el Señor, vuestro Dios, y seréis salvos de vuestros enemigos."

Esto nos revela que otro propósito de las trompetas era el de dar la alarma en caso de guerra. Creemos que estos fueron los instrumentos que los hijos de Israel tocaron, cuando marcharon alrededor de la ciudad de Jericó. Leamos el versículo 10:

"En vuestros días de alegría, como en vuestras solemnidades y principios de mes, tocaréis las trompetas sobre vuestros holocaustos y sobre los sacrificios de paz o de reconciliación, y os servirán de memorial delante de vuestro Dios. Yo, el Señor, vuestro Dios."

Ahora, vemos que las trompetas también eran usadas para señalar ciertos períodos de tiempo y ocasiones especiales que debían ser celebradas.

Estas trompetas eran hechas de plata, un metal que simboliza la redención. Así, pues, este llamado de las trompetas, era el llamado de la redención. Es un llamado para un pueblo redimido. Así era como Dios les hacía ponerse en movimiento en su marcha a través del desierto. Estas trompetas eran usadas para indicarle al pueblo, cómo debía marchar por el desierto. Leamos ahora los versículos 11 y 12, para ver

El orden de la marcha

"El segundo mes del año segundo, el día veinte del mes, la nube se alzó del tabernáculo del Testimonio, y los hijos de Israel partieron del desierto de Sinaí según el orden de marcha. La nube se detuvo en el desierto de Parán."

Recordemos, que cuando esto se escribió, el pueblo de Israel ya había estado en el Sinaí por alrededor de un año, recibiendo la ley de Dios. Las instrucciones para las trompetas de plata habían sido dadas y cumplidas. Ahora las tocan, y los hijos de Israel comienzan su marcha por el desierto. Las instrucciones en este capítulo, son muy detalladas. Vamos a volver por un momento a la disposición del campamento que estudiábamos en el capítulo 2. Usted recordará, que según esta disposición, les correspondía a las 3 familias de Leví acampar alrededor del tabernáculo: Merari al norte, Gersón al occidente y Coat al sur. Y en el lado oriental, se encontraban Moisés y Aarón. Luego los campamentos de las 12 tribus estaban más distantes del tabernáculo, formando el rectángulo más exterior. Judá, Isacar y Zabulón estaban al este; Dan, Aser y Neftalí en el norte; Efraín, Manasés, y Benjamín en el oeste; y Rubén, Simeón y Gad en el sur.

Ahora, lo que ocurría era lo siguiente: Si por la mañana, temprano, la columna de nube se alzaba, tendrían que desarmar el tabernáculo. Sería la hora de iniciar la marcha. Este capítulo y el capítulo 2 nos dan el orden en que debían marchar. En primer lugar iba el arca que encabezaba la marcha por el desierto. Aquellos que eran señalados o escogidos de entre los coatitas, estaban encargados de llevarla. Esto nos enseña, que Cristo va a la cabeza de Su Iglesia, por el desierto de este mundo. El arca es una figura de Jesucristo.

La marcha comenzaba después de una señal dada por Moisés y Aarón; al primer sonido de la trompeta, Moisés, Aarón y el arca se colocaban al frente de la marcha. La trompeta entonces sonaba de nuevo, y los de la tribu de Judá se ponían en marcha desde el lado oriental, seguidos de Isacar y Zabulón que marchaban junto con ellos bajo la misma bandera.

Después, ante una nueva señal de la trompeta, vendrían Gersón y Merari, quienes estarían llevando la parte que les correspondía del tabernáculo. Estos llevaban los elementos más pesados tales como las tablas, los postes, los travesaños y las cortinas. Luego sonaba la trompeta otra vez, y Rubén con Simeón y Gad, salían, marchando bajo la bandera de Rubén.

De nuevo sonaba la trompeta y los coatitas les seguían. Estos llevaban todos los muebles del tabernáculo, menos el arca; recordemos que el arca ya estaba más adelante, a la cabeza de la marcha. Ahora, todos los muebles tenían que ser llevados, colgados por anillos de las estacas que los coatitas llevaban sobre sus hombros.

La trompeta, ahora, sonaba una vez más y Efraín salía entonces con Manasés y Benjamín, bajo su bandera. Por último, la trompeta anunciaba la salida de Dan con Aser y Neftalí, quienes estarían bajo la bandera de Dan. Siguiéndoles en último lugar, marchaba la gente extranjera. Continuaremos con este Tema en nuestro próximo programa, pero no olvidemos que las trompetas eran de plata, metal que simboliza la redención. Y el anuncio de la salvación resuena hoy en el mundo, porque Jesucristo, al morir en la cruz, nos ha redimido; ha dado Su vida en rescate para pagar el precio de nuestra libertad. El Evangelista Marcos nos recuerda que Jesucristo mismo, resumiendo su misión en el mundo dijo: porque el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por todos. Estimado oyente, esta buena noticia le concierne directamente. Esperamos que acepte este ofrecimiento, máxima demostración del amor de Dios.

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