Estudio bíblico de 2 Samuel 7:18-9:13
2 Samuel 7:18-9:13
Llegamos hoy a la última sección de este capítulo 7 del Segundo libro de Samuel, donde tenemos la oración de David. Como usted recordará, David había expresado su deseo de edificar una casa al Señor. Y Natán el profeta, estuvo de acuerdo con sus planes. Pero Dios tuvo que intervenir y corregir a Natán, quien se había equivocado, pidiéndole que dijera a David que no podría edificarle una casa, porque era un hombre que había hecho derramar mucha sangre. Pero en cambio, Dios le edificaría a él una casa y confirmaría su reino. Y tenemos entonces la confirmación del pacto de Dios con David. Entonces, David pronunció esta oración. Comencemos leyendo, pues, los versículos 18 y 19 de este capítulo 7 del Segundo libro de Samuel, en los que se inicia
La oración de David
"Entonces entró el rey David y se puso delante del Señor, y dijo: Señor, ¿quién soy yo, y qué es mi casa, para que tú me hayas traído hasta aquí? Y aun te ha parecido poco esto, pues también has hablado de la casa de tu siervo en lo por venir. ¿Es así como procede el hombre, Señor?"
Tenemos aquí una declaración extraordinaria. Ellos estaban esperando que alguien viniera. Sería de la simiente de la mujer, como lo expresa Génesis, capítulo 3, versículo 15. Iba a ser descendiente de Abraham. Procedería de la tribu de Judá. Y ahora se nos dice que sería de la familia de David. Y David se sintió abrumado del hecho que Jesucristo pertenecería a su línea de descendencia. Y dice aquí en el versículo 20:
"¿Y qué más puede añadir David hablando contigo? Pues tú conoces a tu siervo, Señor."
Estimado oyente, ¿Ha orado usted alguna vez a Dios hasta que no le quede más que decir? Ése fue el estado de David. Había expresado todo lo que había en su corazón hasta que, ya no le quedaron palabras. Y continuó David diciendo aquí en el versículo 21:
"Todas estas grandezas has hecho por tu palabra y conforme a tu corazón, haciéndolas saber a tu siervo."
Ahora, ¿Hizo Dios todo esto por David porque él era una buena persona? No, de ninguna manera. David no era bueno, y vamos a ver que no lo era. Y en nuestro caso, Dios no nos salvó a usted y a mí fuéramos buenos. ¡Nos salvó por Su maravillosa e infinita gracia! Él hace tantas cosas especiales por nosotros no por nuestra bondad, sino por Su bondad. ¡Dios es maravilloso! Y nosotros no lo somos. Debemos alabar Su nombre. Y David aquí se admiró de lo que Dios ha hecho por él. No resulta extraño entonces que le fuera posible cantar aquellos hermosos Salmos. Y continuó David hablando y dijo en el versículo 22 de este capítulo 7 del Segundo libro de Samuel:
"Por tanto, tú te has engrandecido, Señor Dios; por cuanto no hay como tú, ni hay Dios fuera de ti, conforme a todo lo que hemos oído con nuestros oídos."
¡Qué gran privilegio tener un Dios como este! ¿No le parece? Y continuó David diciendo en el versículo 25:
"Ahora pues, Señor Dios, confirma para siempre la palabra que has hablado sobre tu siervo y sobre su casa, y haz conforme a lo que has dicho."
¿Sabía usted, estimado oyente, que esto llegó a ser la salvación de David? Escuchemos lo que él dijo en el capítulo 23, versículo 5 de este Segundo libro de Samuel; dice: "Por eso mi casa está firme en Dios; pues ha hecho conmigo un pacto eterno, bien ordenado en todo y bien seguro, aunque todavía no haya hecho él florecer toda mi salvación y mi deseo". Aquí vemos que David descansó en lo que Dios había prometido.
¿Sabía usted, estimado oyente, que Dios le ha hecho a usted una promesa? Se encuentra en el evangelio según San Juan capítulo 3, versículo 16, y dice así: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna". ¿Creerá usted en Dios? David creyó en Dios. Hemos visto que Abraham, Moisés y Josué creyeron en Dios. Y Dios quiere que usted crea en Él. Cualquiera que sea su nombre, Dios le está diciendo hoy: "Crea en Mí. Le salvaré si confía en Jesucristo como su Salvador personal". ¡Ése es Su pacto con usted y conmigo! Es nuestra esperanza que usted en este mismo momento, acuda al Señor Jesucristo y ponga en Él, toda su fe y su confianza y Él, confirmará Su pacto con usted.
Y así concluye nuestro estudio de este capítulo 7 del Segundo libro de Samuel. Llegamos ahora a
2 Samuel 8
El tema general en los capítulos 8 y 9 es la consolidación del reino de David. Habiendo estableciendo a Jerusalén como su capital e instalado el arca de Dios allí, David consolidó su reino y entabló amistad con el único hijo de Jonatán que quedó vivo, llamado Mefiboset. También obtuvo victorias sobre los antiguos enemigos de Israel y amplió las fronteras de Israel. En este capítulo, David derrotó a los filisteos y a los moabitas y a los sirios. Los tributos y el botín, fueron dedicados a Dios. Y tenemos por último, los nombres de los oficiales de David. Leamos entonces el primer versículo de este capítulo 8 de 2 Samuel, iniciando el párrafo en que
David consolidó su reino
"Después de esto, aconteció que David derrotó a los filisteos, los sometió y tomó a Meteg-ama de manos de los filisteos."
Las palabras "Después de esto" en este versículo, se refieren al tiempo posterior al momento en que Dios hizo Su pacto con David. David estaba entonces firmemente establecido en el reino, y vemos que tuvo una gran victoria sobre los filisteos. Eran los enemigos permanentes de Israel. David los hizo retroceder y salir no solo de la tierra de Israel, y aún más allá de sus fronteras. Extendió así los límites de Israel, porque los filisteos habitaban en una gran sección de esa tierra, especialmente en la zona sur. Al relatar la conquista del rey de Soba, dice el versículo 4 de este capítulo 8 del Segundo libro de Samuel:
"David les capturó mil setecientos hombres de a caballo y veinte mil hombres de a pie, y mutiló los caballos de todos los carros, pero dejó suficientes para cien carros."
El reinado de Hadad-ezer rey de Soba tenía un límite que se extendía hasta el río Éufrates. Se nos dice que David produjo estragos enormes en su ejército. David acabó con todo, excepto unos pocos caballos. Ahora, en el libro de Deuteronomio Dios dictó una ley para los reyes estableciendo que ellos no debían aumentar para sí mismos el número de caballos ni esposas. Aunque David incrementó para sí mismo el número de esposas (y Salomón aumentaría para sí mismo caballos y mujeres) en este versículo 4 se indica que David aparentemente trataba de seguir las instrucciones del Señor en este asunto en cuanto a los caballos.
No pensamos entrar en mucho detalle aquí en este capítulo. Aquellos a quienes les gusta explorar nuevas regiones y nuevas tierras, creemos que disfrutarán de un estudio de este capítulo con un mapa de la región en la mano. Verán las diferentes regiones en las cuales David entró. Extendió las fronteras de Israel al sur en la tierra de los filisteos, y hacia el oriente en la tierra de los moabitas. Extendió también la frontera en el norte estableciendo guarniciones en Siria y en Edom. Por tanto, tenemos que Siria, Moab, Amón, los filisteos y los amalecitas, todos llegaron a ser súbditos de David y, aparentemente, pagaron tributos. Leamos, pues, los versículos 13 y 14:
"Así ganó David fama. Cuando regresaba de derrotar a los sirios, destrozó a dieciocho mil edomitas en el valle de la Sal. Además, puso guarnición en Edom; por todo Edom puso guarnición, y todos los edomitas quedaron sometidos a David. Y el Señor dio la victoria a David por dondequiera que fue."
Como usted ve, la expansión del reino tuvo lugar hacia el sudoeste, el sudeste, y el norte. Al occidente estaba el mar Mediterráneo. Los versículos 13 y 14 presentan los nombres de los oficiales de David. Leamos ahora el versículo final, el versículo 15 de este capítulo 8 del Segundo libro de Samuel,
"Reinó David sobre todo Israel, actuando con justicia y rectitud para con todo su pueblo."
David fue célebre por su juicio y justicia en su trato con la gente. David llevó el reino a su apogeo, y probablemente su reino fue un poder mundial en aquella época.
Llegamos ahora a
2 Samuel 9
En este capítulo David mandó a buscar a Mefi-boset. Le trajo a su casa y le agasajó en su mesa y le devolvió todo lo que era de Saúl. Hizo que Siba fuera su administrados. David favoreció así a Mefi-boset hijo de Jonatán, quien era lisiado de ambos pies. Esta acción reveló la bondad de David.
Este capítulo 9 nos revela una de las historias más bellas en las Escrituras. Es una historia que revela la grandeza de David. Por lo general pensamos en David al recordar el pecado que cometió, y eso es lógico. Supóngase que yo tuviera delante de mí una gran lámina blanca. Y en esa pantalla hay sólo una mancha negra porque un poco de tinta cayó ella, y al mirarla usted, ¿qué es lo que le causaría la mayor impresión? Hay un área muy grande que es blanca, pero esa mancha negra sobresale. Pues, bien, en la vida de David siempre enfocamos la atención, la mirada, sobre su gran pecado, y no hay duda de que fue grande. Y lo trataremos más adelante. El problema es que le dedicamos poca atención a la vida noble de David y a sus hazañas. Hay tantos sucesos buenos en la larga vida de David, desde que él era un joven pastor y cuando dio muerte al gigante, hasta cuando llegó ser un gobernante sabio por medio de la experiencia que pudo escribir: "Él es mi pastor; nada me faltará". En este capítulo 9, pues, vamos a considerar uno de las acciones buenas en la vida de David.
El capítulo 9 relata la historia de Mefi-boset. Mefi-boset, como usted recordará, era hijo de Jonatán y nieto de Saúl. Es importante aquí recordar algunos de los antecedentes de Saúl. Había sido enemigo cruel y despiadado de David. A la muerte de Saúl, David empezó a reunir y poner en orden sus fuerzas. Según la costumbre oriental de aquel entonces, un nuevo rey, naturalmente eliminaba a todos los aspirantes al trono de la dinastía anterior. Cualquier pretendiente era ejecutado, lo cual protegería al nuevo rey de cualquier amenaza. Según el código de aquel entonces, David habría estado justificado al ejecutar a cualquiera que fuera descendiente de Saúl. Pues, bien, cuando Jonatán y Saúl habían muerto en la misma batalla, Jonatán tenía un hijo pequeño que había sido escondido para evitar que David lo hallara y lo matara. Su nombre era Mefi-boset. David podría establecer más firmemente su trono si daba muerte a este muchacho y así quitaba el último vestigio de peligro. Siba siervo de Saúl le reveló el escondite de Mefi-boset, y David lo podría haber matado fácilmente. Pero, veamos lo que ocurrió. Leamos los primeros 4 versículos de este capítulo 9, del Segundo libro de Samuel:
"Preguntó David: ¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl a quien pueda yo favorecer por amor de Jonatán? Había un siervo de la casa de Saúl llamado Siba, al cual llamaron para que viniera ante David. Y el rey le preguntó: ¿Eres tú Siba? Sí, para servirte, respondió él. El rey le dijo: ¿No ha quedado nadie de la casa de Saúl, para que yo lo favorezca con la misericordia de Dios? Respondió Siba al rey: Aún queda un hijo de Jonatán, lisiado de los pies. ¿Dónde está? le preguntó entonces el rey. Siba respondió al rey: Está en casa de Maquir hijo de Amiel, en Lodebar."
O sea que Siba, siervo de Saúl, reveló el refugio secreto de Mefi-boset y David pudo haberle matado fácilmente. Leamos también los versículos 5 y 6,
"Entonces el rey David mandó a traerlo de la casa de Maquir hijo de Amiel, de Lodebar. Al llegar Mefi-boset hijo de Jonatán hijo de Saúl, ante David, se postró sobre su rostro e hizo una reverencia. David le dijo: Mefi-boset. Aquí tienes a tu siervo, respondió él."
Ahora, cuando Mefi-boset se presentó ante David, esperó recibir la pena de muerte y se postró sobre su rostro. Pero David lo llamó por su nombre y le habló bondadosamente. Y veamos lo que dijo David, entonces, aquí en el versículo 7:
"Luego David añadió: No tengas temor, porque a la verdad yo tendré misericordia contigo por amor de Jonatán tu padre. Te devolveré todas las tierras de tu padre Saúl, y tú comerás siempre a mi mesa."
David rápidamente disipó sus temores y le explicó por el motivo por el cual le había mandado llamar. Le devolvió su herencia y le dio un lugar permanente en la mesa del rey, honrándole como uno de sus propios hijos. Y dice el versículo 8 de este capítulo 9 del Segundo libro de Samuel:
"Inclinándose él dijo: ¿Quién es tu siervo, para que mires a un perro muerto como yo?"
Observemos la reacción de Mefi-boset a todo esto. Si hubiera estado otro rey sentado en el trono él habría sido muerto y ésta habría sido una historia bien diferente. Consciente de ello, Mefi-boset se consideró a sí mismo como un perro muerto. Pero, David le confirmó que para él era el hijo de Jonatán y por ello, él le trataría bondadosamente. Continuemos con los versículos 9 y 10:
"Entonces el rey llamó a Siba, siervo de Saúl, y le dijo: Todo lo que fue de Saúl y de toda su casa, yo lo he dado al hijo de tu señor. Tú, pues, le labrarás las tierras, tú con tus hijos y tus siervos, y almacenarás los frutos, para que el hijo de tu señor tenga pan para comer; pero Mefi-boset, el hijo de tu señor, comerá siempre a mi mesa. Siba, que tenía quince hijos y veinte siervos."
Ésa era una familia realmente numerosa. De modo que, la propiedad y las tierras de Saúl, fueron devueltas a Mefi-boset. En justicia le pertenecían y David se aseguró de que él las recibiera. Continuemos con los versículos 11 hasta el 13 de este capítulo 9 del Segundo libro de Samuel:
"respondió al rey: Conforme a todo lo que ha mandado mi señor, el rey, a su siervo, así lo hará tu siervo. Mefi-boset, dijo el rey?comerá a mi mesa, como uno de los hijos del rey. Tenía Mefi-boset un hijo pequeño, llamado Micaía. Todos los que vivían en la casa de Siba eran siervos de Mefi-boset. Pero Mefi-boset, que estaba lisiado de ambos pies, vivía en Jerusalén, porque comía siempre a la mesa del rey."
Lo que David hizo por Mefi-boset, fue algo maravilloso. Pero, hay otras lecciones impresionantes aquí, que en realidad son grandes verdades espirituales que debemos considerar con atención.
1. En primer lugar, el ser humano debe reconocer que él también es cojo, delante de Dios. El apóstol Pablo en su carta a los Romanos, capítulo 3, versículos 15 y 16, escribió lo siguiente: "Sus pies se apresuran para derramar sangre; destrucción y miseria hay en sus caminos". Ése es el informe de la Clínica de Dios en cuanto a la raza humana. Nuestros pies nos llevan a perdernos. Y el profeta Isaías en el capítulo 53 de su profecía, dijo en el versículo 6: "Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas el Señor cargo en él el pecado de todos nosotros". Luego, el escritor del libro de Proverbios dijo en el capítulo 16, versículo 25: "Hay camino que al hombre le parece derecho, pero es camino que lleva a la muerte". Figurativamente hablando, nuestros pies nos meten en problemas. Resulta muy interesante la manera en que el alma y los pies están tan estrechamente unidos en las Escrituras.
Ahora, David recordando que tenía un cojo que comía a su mesa, pudo escribir estas palabras en el Salmo 56, versículo 13: "Porque has librado mi alma de la muerte, y mis pies de caída, para que ande delante de Dios en la luz de los que viven". Luego en el Salmo 73, versículo 2 dijo David: "En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; ¡por poco resbalaron mis pasos¡" ¡David sabía, estimado oyente, lo que era tener una lesión permanente en los pies! En el Salmo 116, versículo 8 leemos: "Pues tú has librado mi alma de la muerte, mis ojos de lágrimas, y mis pies de resbalar". Considerando todo lo que David ha dicho, debemos concluir que en verdad somos espiritualmente cojos ante Dios.
La filosofía y el humanismo presentan otra descripción del hombre. Un teólogo de esa tendencia dijo una vez, que Cristo vino para revelar los esplendores del alma humana. Pero, Dios mismo dijo en Jeremías, capítulo 17, versículo 9: "Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?" Porque de dentro del corazón proceden los malos pensamientos que allí se encuentran en un desorden permanente. A la hora de establecer una relación con Dios y agradarle, no se puede esperar nada bueno de la naturaleza humana. El apóstol Pablo no confiaba en la naturaleza física y pudo decir en su carta a los Romanos, capítulo 7, versículo 18: "Y yo sé que en mí, esto es, es mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo". El mismo Señor Jesucristo, dijo en el evangelio según San Juan, capítulo 14, versículo 6: "Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí". Cuando llegamos al Padre así, amigo oyente, de esta manera, entonces, Él nos recibirá.
2. Ahora, hay otro aspecto más aquí en esta historia que es asombroso. David extendió su bondad hacia Mefi-boset por amor a Jonatán. En verdad, no había conocido al muchacho nunca antes. Hizo lo que hizo por su amor por Jonatán, a quien había amado mucho. Cuando David miró a este joven, no vio en él a un cojo, sino a Jonatán mismo. Había hecho un pacto con Jonatán, y la bondad, la misericordia y la gracia que extendió a una persona indefensa e impotente, fue por amor a otro.
Hemos visto lo que Jonatán había significado en la vida de David. Ahora, Dios le ha salvado a usted y a mí por amor también por amor a otro. Y ese otro es la persona del Señor Jesucristo. Cuando aceptamos a Jesucristo como Salvador personal, usando las palabras del apóstol Pablo en su carta a los Efesios, capítulo 1, versículo 6, somos "aceptos en el Amado". Cuando Dios nos ve a usted y a mí en Cristo, entonces nos acepta y nos salva.
3. Lo interesante es que David no dijo nada en cuanto a los pies lisiados de Mefi-boset. No hay constancia de que David jamás mencionara este asunto o lo aludiera. Le trató como a un príncipe. El cojo se sentó a la mesa del rey y sus pies fueron cubiertos de lino. Estimado oyente, a Dios también se le olvida el pecado porque ha sido borrado por la sangre del Señor Jesucristo. Ésa es la única manera en que Dios puede perdonar nuestros pecados. El escritor a los Hebreos, en el capítulo 10 de su carta, versículo 17, dijo: "Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones."
4. Es de interés también notar que Mefi-boset tampoco dijo nada en cuanto a sus pies lisiados. Ahora, ¿De qué hablarían David y Mefi-boset cuando se sentaban a la mesa? Pues, hablaban de otro. Y, ¿Sabe usted de quién hablaban? Hablaban de Jonatán. Mefi-boset también había amado a Jonatán, que fue su padre. Jonatán era el tema de su conversación. De la misma manera, cuando los creyentes hablamos de ciertos temas espirituales, nuestra conversación debiera girar alrededor de la persona y obra de Cristo.
5. Había otros que se sentaron también a la mesa del rey, los cuales tampoco hablaron de los pies lisiados de Mefi-boset. Había un grupo numeroso que comía a la mesa del rey. Un día vieron traer a la mesa a este cojo. Ahora, los curiosos, en vez de ponerse a especular entre sí sobre cómo se había llegado a esa situación, escucharon al rey. Le oyeron elogiar a Mefi-boset. No tuvieron tiempo para entregarse a conversación superfluas. Sus corazones rebosaron de amor para con este muchacho. Es que, como diría el apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios, capítulo 13, versículos 7 y 8: "El amor. . . todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser". Estimado oyente, estas cosas fueron escritas para nuestra amonestación.
Ahora, que sepamos, David nunca pudo hacer que este joven caminara. Si usted ve, estimado oyente, que no le es posible caminar, es decir, vivir agradando a Dios, acuda entonces al Señor Jesucristo. Recordemos en el evangelio según San Mateo, capítulo 9, versículos 1 al 8, cuando los amigos del paralítico bajaron a este enfermo por el techo, Jesús le dijo al paralítico: "Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados. Levántate y anda". Y el Apóstol Pablo nos desafía con estas palabras de su carta a los Efesios 4:1-2, "Yo, pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados: con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor". Si usted tiene problemas o está fallando en su caminar, acuda a Cristo buscando ayuda.
Estimado oyente, Cristo está enviando hoy una invitación hoy por las carreteras, por los caminos y por las calles de su pueblo. Está diciendo: "Venga usted a mi mesa de salvación tal como está; aun si es cojo espiritualmente, y le daré a comer". Recordemos Sus palabras en el evangelio según San Mateo, capítulo 11, versículo 28: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar". También en el evangelio según San Juan, capítulo 7, versículo 37, dice: "Si alguno tiene sed, venga a mí y beba". En este capítulo tenemos pues la ilustración del verdadero banquete espiritual, y de la invitación del amor que Dios ofrece a todos los que quieran sentarse a su mesa.
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