Estudio bíblico de 2 Samuel 14:14-15:37
2 Samuel 14:14-15:37
Continuamos hoy estudiando el capítulo 14 del Segundo libro de Samuel. Y en nuestro programa anterior, vimos cómo Joab, el general del ejército de David, conociendo que el corazón del rey se inclinaba por Absalón, hizo venir una mujer astuta de Tecoa, y le dijo que fingiera estar de duelo, vistiéndose con ropas de luto y se presentara entonces, ante el rey, como mujer que desde hacía mucho tiempo estaba de duelo. Y que le contara al rey una historia triste; y le dijo todas las palabras que debía decir al rey. Así ella logró influir en los sentimientos de David, contándole su triste historia. Ahora, vimos que así como David había empleado el engaño, esa mujer entonces, lo engañó a él. Esa viuda de Tecoa, finalmente expresó al rey su deseo, que seguramente era el deseo de todo el pueblo, de que Absalón fuera autorizado a regresar. Absalón era un personaje popular entre la gente y todos pensaban que había cometido un acto de justicia al vengar la violación que había sufrido su hermana Tamar. El desenlace de este incidente sería que Absalón sería autorizado a regresar. Continuaremos hoy el estudio de este capítulo 14, leyendo los versículos 21 al 24:
"Luego el rey dijo a Joab: Mira, he decidido esto: vete y haz volver al joven Absalón. Joab se postró en tierra sobre su rostro, hizo una reverencia, y después que bendijo al rey, dijo: Hoy ha entendido tu siervo: he hallado gracia a tus ojos, rey y señor mío, pues el rey ha hecho lo que su siervo ha dicho. Se levantó luego Joab, fue a Gesur, y trajo a Absalón a Jerusalén. Pero el rey dijo: Que se vaya a su casa y no vea mi rostro. Absalón volvió a su casa y no se presentó ante el rey."
Fue una lástima que David no quisiera ver a su hijo. En realidad este gesto preparó el escenario para la rebelión de Absalón, acerca de la cual leeremos en el capítulo 15. Leamos los versículos 25 al 31, para conocerle mejor:
"No había en todo Israel ninguno tan alabado por su hermosura como Absalón; desde la planta de su pie hasta la coronilla no había en él defecto. Cuando se cortaba el cabello, lo cual hacía al fin de cada año, pues le causaba molestia, por eso se lo cortaba, pesaba el cabello de su cabeza doscientos siclos, según el peso real. A Absalón le nacieron tres hijos y una hija, que se llamaba Tamar y fue una mujer de hermoso semblante. Estuvo Absalón por espacio de dos años en Jerusalén sin presentarse ante el rey. Llamó Absalón a Joab para enviarlo al rey, pero él no quiso venir. Todavía lo llamó una segunda vez, pero tampoco quiso venir. Entonces dijo a sus siervos: Mirad, el campo de Joab está junto al mío, y tiene allí cebada; id y prendedle fuego. Y los siervos de Absalón prendieron fuego al campo. Entonces se levantó Joab, vino a casa de Absalón, y le dijo: ¿Por qué han prendido fuego tus siervos a mi campo?"
Absalón era una mala persona, pero un político inteligente. Su acción despótica de hacer incendiar un campo de Joab, que se había negado a acudir a su llamado, para obligarle a venir, revela mucho sobre su personalidad. Continuemos leyendo los versículos 32 y 33:
"Absalón le respondió: Te he mandado a decir que vinieras acá, con el fin de enviarte al rey para decirle: ¿Para qué vine de Gesur? Mejor me fuera estar aún allá. Ahora deseo ver el rostro del rey; si hay pecado en mí, máteme. Fue, pues, Joab a ver al rey, y se lo hizo saber. Entonces llamó a Absalón, el cual se presentó ante el rey y se postró rostro en tierra delante de él. Y el rey besó a Absalón."
La estratagema de Absalón tuvo finalmente éxito para forzar la reconciliación con su padre. Aunque el beso de David fue una señal de una reconciliación completa y de una restauración de la posición de Absalón como el hijo del rey, fue un acto consentido con reticencia por parte del rey. El hecho de que su padre no le hubiera concedido en un principio un perdón instantáneo e incondicional, le había dolido.
Dios no había perdonado a David a medias, diciéndole, por ejemplo: "Bueno, te perdonaré, pero ya no tendremos una relación de compañerismo. No te restauraré el gozo de tu salvación" Cuando Dios perdona, lo hace completamente. A usted a mí se nos aconseja lo siguiente en la carta del apóstol Pablo a los Efesios 4:32, "Sed bondadosos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo". Entonces, ¿Nos ha perdonado Dios? Sí, lo ha hecho. Entonces, ¿de qué manera tenemos que perdonar a otros? Pues, de la misma forma en que Dios lo hace. David tendría que haber perdonado a Absalón. Pero con su actitud, estaba (sin saberlo) preparando el ambiente para la rebelión.
Estimado oyente, nuestro Dios es un Dios que perdona. El apóstol Pablo nos dijo, en su carta a los Gálatas 6:1, "Hermanos, si alguno es sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradlo con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado o puesto a prueba". A veces pareciera que muchos de nosotros no leyéramos este versículo correctamente. Somos reticentes para perdonar y en algunas ocasiones podemos llegar a ser cruelmente críticos y poco cariñosos. Es cierto en los cuales la verdad debe ser expresada con claridad, pero cuando alguien solicita el perdón, éste debiera ser ofrecido inmediatamente.
David, pues, cometió un gran error al no perdonar a su propio hijo, tal como Dios había perdonado a David. Y el rey viviría lo suficiente como para lamentarlo. Llegamos así a
2 Samuel 15
Los capítulos 15 y 16 tratan el tema de la rebelión de Absalón contra su padre David. Nuestro primer párrafo, relata entonces como
Absalón se rebeló contra David
El relato nos ha llevado a ver que después de cometer su terrible pecado, David comprobó que, rápidamente, se le presentaron graves problemas. De la misma manera en que él había pecado, miembros de su familia también lo hicieron. En este capítulo 15, Absalón usando palabras favorables, y cortesía, conquistó el corazón de los israelitas. Era una persona simpática y atractiva. Era como David en muchas maneras. Y vamos a ver que al estar de regreso en Jerusalén, comenzó a actuar secretamente para planear la derrota de David. Éste fue un hecho vil y cobarde, que formó parte de las consecuencias del pecado de David. En realidad, estallaría una revolución que obligaría a David a huir de Jerusalén. Comencemos, pues, nuestro estudio de este capítulo 15, leyendo los primeros 6 versículos:
"Aconteció después de esto, que Absalón se hizo de carros, caballos y cincuenta hombres que corrieran delante de él. Se levantaba Absalón de mañana y se ponía a un lado del camino junto a la puerta, y a cualquiera que tenía pleito y venía ante el rey a juicio, Absalón lo llamaba y le decía: ¿De qué ciudad eres? Él respondía: Tu siervo es de una de las tribus de Israel. Entonces Absalón le decía: Mira, tus palabras son buenas y justas; pero no tienes quien te oiga de parte del rey. Y añadía Absalón: ¡Quién me pusiera por juez en el país, para que vinieran ante mí todos los que tienen pleito o negocio, y yo les haría justicia! Cuando alguno se acercaba para postrarse ante él, le tendía la mano, lo abrazaba y lo besaba. De esta manera hacía con todos los israelitas que venían ante el rey a juicio; y así les robaba Absalón el corazón a los de Israel."
Se da por sentado que Absalón aquí, sabía estrechar la mano. Vemos que se instalaba junto a la puerta de mayor afluencia de gente, donde las personas acudían con sus quejas reclamando justicia y las escuchaba simpatizando con cada una de ellas. Era una persona campechana y decía: "Ah, si tan sólo yo fuera juez. Entonces, yo sí que les trataría con justicia". Y podemos imaginarnos la impresión positiva que causaba semejante declaración. Utilizando un lenguaje político actual, diríamos que Absalón estaba diciendo: "Si me eligen por votación a mí, entonces yo podré encontrar una solución para todos los problemas. Podré atender debidamente todos los asuntos exteriores e interiores". Y eso es lo que muchos políticos nos prometen hoy. Y algunos de ellos, una vez elegidos, no cumplen su palabra. Claro que Absalón se estaba preparando para una rebelión contra su propio padre David. Se trata de una rebelión dentro de la misma familia de David, lo que constituía un hecho sumamente grave. Pero, continuemos con los versículos 7 y 8 de este capítulo 15 del Segundo libro de Samuel:
"Al cabo de cuatro años, Absalón dijo al rey: Te ruego que me permitas ir a Hebrón a pagar el voto que he prometido al Señor. Porque cuando estaba en Gesur de Siria tu siervo hizo este voto: Si el Señor me hace volver a Jerusalén, yo serviré al Señor."
Su petición era algo extraña. Quería ir a Hebrón, una ciudad que quedaba al sur de Jerusalén, para cumplir una promesa. Cuando estaba en el exilio, había estado en Siria, en el norte. Sin embargo, David no puso objeciones a su pedido. Continuemos leyendo los versículos 9 y 10:
"Ve en paz?le dijo el rey. Se levantó y fue a Hebrón. Entonces envió Absalón mensajeros por todas las tribus de Israel diciendo: Cuando oigáis el sonido de la trompeta diréis: ¡Absalón reina en Hebrón!."
Recordemos que Hebrón fue donde David había comenzado su reinado. Fue rey primero en Hebrón sobre Judá durante siete años. Sin embargo, Absalón, no se fue a Hebrón para cumplir ninguna promesa, sino para dar comienzo a su rebelión. Y el versículo 11 de este capítulo 15 del Segundo libro de Samuel dice:
"Con Absalón fueron doscientos hombres de Jerusalén convidados por él, los cuales iban inocentemente, sin saber nada."
En otras palabras, estos hombres acompañaron a Absalón pero no sabían que la rebelión ya estaba preparada contra David. Y continuamos en el versículo 12, leyendo:
"Mientras Absalón ofrecía los sacrificios, mandó a buscar en la ciudad de Gilo a Ahitofel, el gilonita, consejero de David. Así la conspiración se fortalecía y aumentaba el pueblo que seguía a Absalón."
Ésta es una rebelión que cobró ímpetu, y pronto hubo una gran grupo que se declaró a favor de Absalón. Incluso Ahitofel, consejero de David, llegó a participar en el movimiento. Antes de que David en verdad se diera cuenta de lo que estaba ocurriendo, estalló la rebelión. Leamos los versículos 13 y 14 de este capítulo 15 del Segundo libro de Samuel, para considerar
La huída de David
"Llegó un mensajero adonde estaba David, diciendo: El corazón de todo Israel se va tras Absalón. Entonces David dijo a todos sus siervos que estaban con él en Jerusalén: Levantaos y huyamos, porque no podremos escapar ante Absalón; daos prisa a partir, no sea que apresurándose él nos alcance, nos cause una desgracia y hiera la ciudad a filo de espada."
Aquí vemos que David decidió huir de Jerusalén. Y surge la pregunta: ¿y por qué huyó? Sabemos que David amaba a la ciudad de Jerusalén. ¿Por qué entonces no se quedó y resistió en esa ciudad? Creemos que David sabía que Dios le estaba castigando por su pecado. Ahora, sabemos que esto es verdad, por lo que leemos aquí en los versículos 25 y 26 de este mismo capítulo 15 que estamos estudiando. Dice allí: "Pero dijo el rey a Sadoc: Haz volver el arca de Dios a la ciudad. Si hallo gracia ante los ojos del Señor, él hará que vuelva y vea el arca y su tabernáculo. Y si dice: No me complazco en ti; aquí estoy, que haga de mí lo que bien le parezca". Queda claro que David sabía lo que le estaba sucediendo. Sabía que este juicio venía de parte de Dios.
Recordemos que en el capítulo 13 de este Segundo libro de Samuel, Amnón abusó de Tamar. David quedó deshonrado por el acontecimiento terrible que había ocurrido. Este escándalo había tenido lugar en Jerusalén. Recordemos también que el gran pecado de David contra Urías y Betsabé, que estudiamos en el capítulo 11 de este Segundo libro de Samuel, cuando David debió haber estado en el campo de batalla luchando con sus hombres, también tuvo lugar en Jerusalén. David salió de Jerusalén esta vez porque sabía que Dios le estaba castigando y no quería ver que la ciudad que había construido y a la cual amaba, se convirtiera en un campo de batalla. En el versículo 30 de este mismo capítulo 15 del Segundo libro de Samuel, que estamos estudiando, leemos lo siguiente: "Y David subió la cuesta de los Olivos, e iba llorando, con la cabeza cubierta y los pies descalzos. Todo el pueblo que traía consigo cubrió también cada uno su cabeza, e iban llorando mientras subían". Sin embargo, esta ciudad amada por David es la que más tarde sería destruida más que cualquier otra ciudad a causa de su rebelión y su pecado.
David también huyó de Jerusalén porque no estaba dispuesto a forzar la situación con un enfrentamiento con Absalón. Veremos en los próximos capítulos que David había propuesto en su corazón, salvar la vida de su hijo. No quería que sufriese ningún daño. Creemos que a pesar de todo, David amaba más a Absalón que a cualquier persona en la tierra. Ahora, el salir de Jerusalén colocó la vida de David en gran peligro, pero ésa no era una experiencia nueva para él. Había estado en grave peligro muchas veces. Y estaba más preocupado de su relación con Dios y con su hijo, que por preservar su propia vida. Con estos antecedentes, consideremos ahora, la rebelión que estaba teniendo lugar. Leamos los versículos 19 y 20:
"Y dijo el rey a Itai, el geteo: ¿Para qué vienes tú también con nosotros? Vuelve y quédate con el rey, pues eres extranjero y estás desterrado también de tu lugar. Ayer viniste, ¿y voy a obligarte hoy a que andes con nosotros? En cuanto a mí, yo iré a donde pueda ir; tú vuélvete y haz volver a tus hermanos. ¡Que el Señor te muestre amor permanente y fidelidad!"
Este hombre Itai era un nativo de Gat, en el país filisteo, probablemente un general en su propio país ya que David le había nombrado comandante juntamente con Joab y Abisai. Él sentía tal lealtad hacia David que él y toda su familia insistieron en acompañar a David en su exilio. Por ello respondió Itai al rey, diciendo aquí en los versículos 21 al 23:
"Itai respondió al rey diciendo: ¡Vive Dios, y vive mi señor, el rey, que para muerte o para vida, donde esté mi señor, el rey, allí estará también tu siervo! Entonces David dijo a Itai: Ven, pues, y pasa. Itai, el geteo, pasó con todos sus hombres y toda su familia. Todo el mundo lloraba a gritos. Pasó toda la gente el torrente Cedrón; luego pasó el rey, y todo el pueblo pasó por el camino que va al desierto."
David tenía muchos seguidores leales. Había muchos que estaban dispuestos a dar sus vidas por él. Y ahora leamos los versículos 24 y 25 de este capítulo 15 del Segundo libro de Samuel, donde vemos que
El arca fue devuelta a Jerusalén
"Iban también con él Sadoc y todos los levitas que llevaban el Arca del pacto de Dios; y asentaron el Arca del pacto de Dios. Y subió Abiatar después que todo el pueblo hubo acabado de salir de la ciudad. Pero dijo el rey a Sadoc: Haz volver el Arca de Dios a la ciudad. Si hallo gracia ante los ojos del Señor, él hará que vuelva y vea el Arca y su Tabernáculo."
David devolvió el arca del pacto de Dios a Jerusalén, era el lugar donde debía estar. Reconoció que lo que le estaba ocurriendo era debido al juicio de Dios. A medida que salía de la ciudad, iba subiendo al monte de los Olivos, llorando mientras caminaba. Y leemos en el versículo 31:
"Dieron aviso entonces a David diciendo: Ahitofel está entre los que conspiraron con Absalón. Y David exclamó: ¡Entorpece ahora, oh Señor, el consejo de Ahitofel!"
Ahitofel había sido un consejero muy apreciado por David. Pero, cuando desertó para pasarse al lado de Absalón, David oró para que su consejo a Absalón fuera descabellado; y a propósito, veremos que Dios contestó esta oración. Observemos también que David no pidió juicio sobre Absalón. Leamos ahora los versículos finales de este capítulo 15 del Segundo libro de Samuel, los versículos 32 al 37, en los que veremos que
Husai fue enviado de regreso
"Cuando David llegó a la cumbre del monte para adorar allí a Dios, Husai, el arquita, le salió al encuentro, con sus vestidos rasgados y la cabeza cubierta de tierra. David le dijo: Si vienes conmigo, me serás una carga. Pero si vuelves a la ciudad y dices a Absalón: Rey, yo seré tu siervo; como hasta aquí he sido siervo de tu padre, así seré ahora siervo tuyo, entonces podrás desbaratar los planes de Ahitofel. ¿No estarán allí contigo los sacerdotes Sadoc y Abiatar? Por tanto, todo lo que oigas en la casa del rey, se lo comunicarás a los sacerdotes Sadoc y Abiatar. Con ellos están sus dos hijos, Ahimaas, el de Sadoc, y Jonatán, el de Abiatar; por medio de ellos me comunicaréis todo los que oigáis. Así fue Husai, amigo de David, a la ciudad; y Absalón entró en Jerusalén."
Cuando David se enteró de la deserción de Ahitofel al bando de Absalón, indujo entonces a Husai a que se pasara el grupo rebelde de Absalón para frustrar los consejos de este consejero desertor que ahora se había convertido en un enemigo peligroso. Husai era amigo de David, y se arriesgaría a ser un espía a favor del rey.
Como reflexión final diremos que David demostró tener un corazón sensible a Dios. Una vez que reconoció su pecado y fue perdonado, aceptó con dolor, pero con entereza y sumisión, todas las consecuencias de su grave acción y sin proferir ninguna queja contra Dios, sabiendo que todo lo que le ocurría formaba parte del juicio de Dios. En uno de los últimos incidentes de este capítulo, David pronunció una breve oración a Dios, oración que Dios contestó. A pesar de la gravedad de la situación, David no tuvo lugar para la ira, sino para el dolor. Es que Dios busca, hoy como ayer, corazones sensibles hacia Él, y hacia Su Palabra; sensibles al pecado, la maldad y hacia todo aquello que le desagrada a Dios. Estimado oyente, esperamos que pueda experimentar esa sensibilidad, al reconocer que necesita la gracia y misericordia de Dios, y un Salvador, que es el Señor Jesucristo, único mediador entre Dios y los seres humanos para iniciar una relación con Dios.
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