Estudio bíblico de 1 Reyes 3:1-4:31
1 Reyes 3:1-4:31
Los capítulos 3 y 4 contienen la oración de Salomón pidiendo sabiduría, y la respuesta de Dios. Dios se le apareció a Salomón en un sueño diciendo "Pide lo que quieras que yo te de". Y Salomón pidió sabiduría para gobernar a Israel. Su desinteresado pedido agradó tanto a Dios que Él le prometió mucho más de lo que Salomón había pedido. Le dio riquezas y honor. La decisión de Salomón en los casos de las dos madres que reclamaban un niño demostraría que Dios verdaderamente le había dado un corazón sabio y comprensivo. Continuamos hoy, nuestro estudio en el Primer Libro de los Reyes, en el capítulo 3. Comencemos, pues, leyendo los primeros dos versículos de este capítulo 3:
"Salomón estableció parentesco con el faraón, rey de Egipto, pues tomó la hija del faraón y la trajo a la ciudad de David, mientras acababa de edificar su casa, la casa del Señor y los muros en torno a Jerusalén. Hasta entonces el pueblo sacrificaba en los lugares altos, porque en aquellos tiempos no había aún casa edificada al nombre del Señor."
Una de las primeras cosas que Salomón hizo después de convertirse en rey, fue casarse con la hija de Faraón, rey de Egipto. Su matrimonio formó una alianza con Egipto. Sin embargo, los matrimonios de Salomón con mujeres paganas fueron grandes errores y causaron su ruina. Recordemos que Salomón se había criado en el palacio de las mujeres. No conocía la vida como David su padre la había conocido. No creemos que Salomón jamás tuviera la capacidad espiritual para Dios, que David había tenido, ni ese vivo anhelo por Dios en su vida. Sin embargo, Salomón reconoció sus propios defectos. Después que se casó con la hija de Faraón (y, ¡si tan sólo lo hubiera hecho antes!), se acercó al Señor y pidió sabiduría.
Después del reinado de David hubo un período de relajación. El pueblo empezó a ofrecer sacrificios en los lugares altos, lo cual en verdad implicaba seguir las costumbres de adoración paganas. Fue un retorno a la idolatría. Prosigamos leyendo los versículos 3 y 4, que inician una sección que trata sobre
El sacrificio de Salomón y su oración por sabiduría
"Pero Salomón amó al Señor, y anduvo en los estatutos de su padre David; solamente sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos. Iba el rey a Gabaón, porque aquel era el lugar alto principal, y sacrificaba allí; mil holocaustos sacrificaba Salomón sobre aquel altar."
Salomón aparentemente estaba muy dispuesto a ofrecer sacrificios en los altares paganos, algo que creemos que David nunca habría hecho. Aunque Salomón amaba al Señor, no era la clase de persona que era David. Salomón se regía por los estatutos recibidos de David, pero tenía ciertos defectos que le presentaban como un personaje de categoría espiritual inferior. Vemos que antes de la edificación del Templo, el rey Salomón fue a Gabaón para sacrificar allí. Y leemos en el versículo 5:
"En Gabaón se le apareció en sueños el Señor a Salomón una noche. Y le dijo Dios: Pide lo que quieras que yo te dé."
El Señor se le apareció a Salomón en un sueño de noche. Y una vez más, debemos repetir que hoy Dios no se nos aparece a los seres humanos en visiones ni en sueños. Dios nos habla en la actualidad por medio de Su Santa Palabra, la Biblia. Ahora, Salomón no tenía toda la Palabra de Dios en sus tiempos, y por tanto Dios se le apareció en un sueño y le dijo: "Pide lo que quieras y te lo daré". Ahora, ¿Qué pediría Salomón? Tuvo la ocasión de pedir lo que quisiera. El hecho de que iba a hacer una elección sabia indica que él tenía un cierto grado de sabiduría humana, antes de que Dios le concediera la sabiduría especial que él pidió.
Cuando el Señor le dijo a Salomón que le concedería lo que él pidiera, creemos que Él reconoció que Salomón tenía muchas deficiencias y que era un hombre completa y totalmente inadecuado. Pero, estimado oyente, ¿quién es suficiente para estas cosas? ¿Quién es adecuado para vivir la vida cristiana? Ninguno de nosotros. La realidad demuestra que no podemos vivir la vida cristiana, y Dios nunca nos ha pedido que la vivamos. Nos ha pedido que permitamos que Él viva esa vida, en y a través de nosotros. Ahora vemos que Dios quería hacer algo especial por medio de Salomón. Este rey muy bien pudo haber pedido riquezas o poder. Pero, en lugar de eso, y reconociendo sus deficiencias, pidió sabiduría. Así, Salomón dijo aquí en el versículo 6 de este capítulo 3 del Primer Libro de los Reyes:
"Salomón le respondió: Tú has tenido gran misericordia con tu siervo David, mi padre, porque él anduvo delante de ti en verdad, en justicia y rectitud de corazón para contigo. Tú le has reservado esta tu gran misericordia, al darle un hijo que se sentara en su trono, como sucede en este día."
Salomón se dio cuenta de que estaba intentando ocupar dignamente el trono de David. Reconoció que era totalmente inadecuado para esa tarea. Y continuó diciendo aquí en los versículos 7 y 8:
"Ahora pues, Señor, Dios mío, tú me has hecho rey a mí, tu siervo, en lugar de David, mi padre. Yo soy joven y no sé cómo entrar ni salir. Tu siervo está en medio de tu pueblo, el que tú escogiste; un pueblo grande, que no se puede contar por su multitud incalculable."
El rey consideró que su experiencia era insuficiente. Se sentía incapaz de gobernar esa gran nación. Hay tantos que tratan de servir a Dios, pero no reconocen sus propias limitaciones. Todos nosotros, estimado oyente, somos inadecuados para servir a Dios. Y debiéramos reconocer este hecho, para que estemos en una posición en la que Dios nos pueda ayudar. Y continuó hablando Salomón y dijo, aquí en el versículo 9:
"Concede, pues, a tu siervo un corazón que entienda para juzgar a tu pueblo y discernir entre lo bueno y lo malo, pues ¿quién podrá gobernar a este pueblo tuyo tan grande?"
Salomón pidió un corazón comprensivo para poder juzgar al pueblo de Dios. Y deseamos considerar esto por un momento. Siempre decimos que Salomón oró pidiendo sabiduría. Y eso en verdad es cierto, pero ¿qué clase de sabiduría pidió? Pidió la sabiduría política. Quería tener la capacidad para ser un buen estadista. Quería saber cómo juzgar y cómo gobernar al pueblo y tomar grandes decisiones nacionales. No dice aquí que Salomón pidió ningún discernimiento espiritual. Y eso es algo que es necesario dejar en claro. En los libros que Salomón escribió, Proverbios y Eclesiastés, encontramos una sabiduría que le guiará en este mundo. Proverbios, por ejemplo, es un buen libro para regalar a los jóvenes que comienzan a abrirse camino en la vida por sí mismos. Aunque en el Cantar de los Cantares, reveló una percepción espiritual, en su vejez sus mujeres paganas apartaron su corazón del Señor. Pero, dejemos bien en claro que Salomón no pidió discernimiento espiritual. Salomón pidió la sabiduría política y Dios se la dio para el resto de su vida. Y continuemos leyendo los versículos 10 al 12 de este capítulo 3 del Primer Libro de los Reyes, en los que vemos que
La oración de Salomón fue respondida
"Al Señor le agradó que Salomón pidiera esto. Y le dijo Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oir juicio, voy a obrar conforme a tus palabras: Te he dado un corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú."
Salomón quería tomar decisiones sabias. En nuestra época estamos acostumbrados a presenciar la lucha por el poder político. En esa pugna muchos de los que quieren ocupar una alta posición quieren convencer al electorado de sus capacidades para gobernar y resolver los problemas ciudadanos. Pero, la verdad es que, aparte sus aptitudes humanas, necesitan la guía y dirección de Dios, porque los problemas del ser humano y la sociedad actual presentan una complejidad tal que los que ocupen puestos de autoridad necesitan la ayuda de la sabiduría de Dios.
Salomón sobresalió como un soberano sabio. Cuando usted lee los libros de Proverbios y Eclesiastés, encontrará la sabiduría humana en el nivel más alto. Eso no quiere decir que estos libros no son inspirados por Dios. Quiere decir que Dios, mediante Salomón, expresó la sabiduría humana en su nivel más elevado; pero Salomón dejó bien en claro en ambos libros, que la sabiduría meramente humana resulta totalmente inadecuada para hacer frente a los problemas de la vida. Continuemos leyendo los versículos 13 y 14, ahora:
"También te he dado las cosas que no pediste, riquezas y gloria, de tal manera que entre los reyes ninguno haya como tú en todos tus días. Y si andas en mis caminos, guardando mis preceptos y mis mandamientos, como anduvo tu padre David, yo alargaré tus días."
La norma o el modelo como ya hemos visto, era el de David. Era una norma humana y no era muy elevada. Pero si miramos la historia objetivamente, veremos que muy pocos reyes alcanzaron esa norma. Y el versículo 15 de este capítulo 3 del Primer Libro de los Reyes dice:
"Cuando Salomón despertó, comprendió que era sueño. Luego fue a Jerusalén y se presentó delante del Arca del pacto del Señor, sacrificó holocaustos y ofreció sacrificios de paz. También ofreció un banquete a todos sus siervos."
Los holocaustos y las ofrendas de paz y reconciliación señalaban al Señor Jesucristo. El holocausto hablaba de quién es Él. La ofrenda de paz y reconciliación hablaba del hecho de que Él logró la paz con nosotros al derramar Su sangre en la cruz. Ahora, debido a quien es Jesucristo, le es posible conducirnos a una relación correcta con Dios. El derramamiento de Su sangre hace posible quitar la culpa de nuestros pecados.
Ahora, en la última parte de este capítulo 3, del Primer Libro de los Reyes, tenemos una demostración de la sabiduría de Salomón. Él ofreció una solución totalmente acertada a un verdadero problema. Leamos los versículos 16 al 23 de este capítulo 3 del Primer Libro de los Reyes:
"En aquel tiempo vinieron al rey dos mujeres rameras y se presentaron ante él. Una de ellas dijo: ¡Ah, señor mío! Yo y esta mujer habitábamos en una misma casa, y yo di a luz estando con ella en la casa. Aconteció que al tercer día de dar yo a luz, esta dio a luz también, y habitábamos nosotras juntas; ningún extraño estaba en la casa, fuera de nosotras dos. Una noche el hijo de esta mujer murió, porque ella se acostó sobre él. Ella se levantó a medianoche y quitó a mi hijo de mi lado, mientras yo, tu sierva, estaba durmiendo; lo puso a su lado y colocó al lado mío a su hijo muerto. Cuando me levanté de madrugada para dar el pecho a mi hijo, encontré que estaba muerto; pero lo observé por la mañana y vi que no era mi hijo, el que yo había dado a luz. Entonces la otra mujer dijo: No; mi hijo es el que vive y tu hijo es el que ha muerto. No; tu hijo es el muerto, y mi hijo es el que vive, volvió a decir la otra. Así discutían delante del rey. El rey entonces dijo: Ésta afirma: Mi hijo es el que vive y tu hijo es el que ha muerto; la otra dice: No, el tuyo es el muerto y mi hijo es el que vive."
Salomón tenía aquí un verdadero problema. Había dos mujeres. Eran rameras y cada una de ellas había tenido un niño. Ahora, uno de los niños había muerto accidentalmente y cada una de las mujeres, reclamaba al niño vivo, como el suyo. Y trajeron el asunto a Salomón. Ahora, ¿cómo hubiéramos resuelto nosotros este problema? ¿Cómo podría usted enterarse de quién era la verdadera madre? Hoy en día harían quizá exámenes de sangre. Sin embargo, en ese entonces no había ningún método científico, y por tanto, se tuvo que emplear otro método para determinar quién era la verdadera madre. Avancemos leyendo los versículos 24 al 28:
"Y añadió el rey: Traedme una espada. Y trajeron al rey una espada. En seguida el rey dijo: Partid en dos al niño vivo, y dad la mitad a la una y la otra mitad a la otra. Entonces la mujer de quien era el hijo vivo habló al rey (porque sus entrañas se le conmovieron por su hijo), y le dijo: ¡Ah, señor mío! dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis. Ni a mí ni a ti; partidlo, dijo la otra. Entonces el rey respondió: Entregad a aquélla el niño vivo, y no lo matéis; ella es su madre. Todo Israel oyó aquel juicio que había pronunciado el rey, y temieron al rey, pues vieron que Dios le había dado sabiduría para juzgar."
En otras palabras, Salomón dijo a las mujeres: "Bueno, yo no sé quién es la verdadera madre de este niño, y siendo que cada una de ustedes dice que es suyo, pues partiremos al niño por la mitad y cada una saldrá con una mitad". Ahora, la que no era la madre, que no tenía amor por el niño y que al parecer sólo quería causarle dolor a la verdadera madre, contestó: "Está bien, sigue adelante y parte al niño en dos". Sin embargo, la verdadera madre se conmovió, y dijo, "No. No, por favor. No hagas eso. Dale el niño a ella". Salomón en seguida se dio cuenta que la mujer que estaba dispuesta a entregar al niño a la otra para salvarle la vida, esa era la verdadera madre. Éste fue solo un ejemplo de las muchas decisiones sabias que Salomón fue capaz de tomar durante su reinado. Y así concluye el capítulo 3 de este Primer Libro de los Reyes. Y llegamos ahora a
1 Reyes 4:1-31
En el capítulo 4 vemos que Salomón llevó el reino a su apogeo. Las características de su reino fueron la paz y la prosperidad. Ahora, ¿no es la paz es lo que nos gustaría tener a nosotros? Quizá podríamos llamar a Salomón, un príncipe de paz, mientras que David era un hombre de guerra. Pero la paz que disfrutaron Salomón y sus súbditos en el reino, había sido posible por medio de David, un hombre de guerra.
Ahora, esto tiene una aplicación espiritual para nosotros. Nos gustaría pensar que Dios simplemente perdona el pecado como un acto meramente sentimental. Pero, estimado oyente, Dios no perdona el pecado en un nivel tan bajo como ese. Se tuvo que librar una batalla y fue necesario realizar un gran sacrificio. Sangre ha sido derramada a fin de que podamos tener el perdón de nuestros pecados. El Señor Jesucristo ha hecho la paz, mediante la sangre derramada en la cruz. Es solo por Su sangre, que podemos entrar a disfrutar de una verdadera paz.
En los primeros seis versículos de este capítulo 4, tenemos una lista de los jefes de Salomón. Al parecer, algunos eran hijos de los hijos de David, lo cual quiere decir que eran sobrinos de Salomón. Veamos ahora el versículo 7, que inicia precede a una lista de
Los doce oficiales de Salomón
"Tenía Salomón doce gobernadores sobre todo Israel, los cuales mantenían al rey y a su casa. Cada uno de ellos estaba obligado a abastecerlo un mes por año."
Salomón tenía doce gobernadores. Cada gobernador procedía de una tribu de Israel. Estaban encargados de suplir las necesidades del rey y su familia. Éste fue el método de recaudación de impuestos de Salomón. Leamos los versículos 20 y 21 de este capítulo 4 del Primer Libro de los Reyes, que inician una descripción de
La grandeza del reino
"Judá e Israel eran tan numerosos como la arena que está junto al mar, y todos comían, bebían y se alegraban. Y Salomón dominaba sobre todos los reinos desde el Éufrates hasta la tierra de los filisteos y el límite con Egipto, que le traían presentes y sirvieron a Salomón todos los días que vivió."
Esta fue una era de gran prosperidad y paz. Las guerras habían terminado. Había gran abundancia para todos. Y esto, estimado oyente, es simplemente un pequeño vislumbre del reino que vendrá sobre esta tierra cuando el Señor Jesucristo regrese. Y el versículo 25 nos dice:
"Judá e Israel vivieron seguros, cada uno debajo de su parra y debajo de su higuera, desde Dan hasta Beerseba, todos los días de Salomón."
Ahora, hay varias cosas que destacaremos aquí. Este era un tiempo de tranquilidad y seguridad, algo que no tenemos en este mundo hoy. El profeta Isaías, dijo en el capítulo 57 de su profecía, versículo 21: "No hay paz para los impíos, ha dicho mi Dios". Pero, habrá paz en la tierra cuando venga el Príncipe de paz. En el tiempo de Salomón cada hombre vivía seguro debajo de su parra y debajo de su higuera. ¿Le dice algo a usted eso? Un hombre no vivía en un palacio, mientras otro vivía en una choza. Cada hombre tenía su parra y su higuera, es decir, que vivía cómodamente en sus propias posesiones. Y esto era así desde Dan hasta Beerseba, es decir desde la frontera del norte hasta la del sur, durante los tiempos de Salomón. Ahora, veamos lo que nos dice el versículo 26:
"Además de esto, Salomón tenía cuarenta mil caballos en sus caballerizas para sus carros, y doce mil jinetes."
Permítanos dirigir su atención, estimado oyente, en forma especial hacia este versículo. El caballo era un animal de guerra, y Dios había prohibido que los reyes aumentaran para sí la cantidad de los caballos, ni el número de mujeres. Leemos en el capítulo 17 de Deuteronomio, versículo 16: "Pero él no deberá tener muchos caballos, ni hará volver al pueblo a Egipto con el fin de adquirir caballos, pues el Señor os ha dicho: No volváis nunca por este camino". Sin embargo, Salomón aumentó para sí ambas cosas; el número de caballos y de mujeres.
Ahora, las ruinas de Megido en Israel están sobre un montículo que mira hacia el valle de Esdraelón; lugar donde creemos que el gran punto en disputa por fin se resolverá, en los últimos días, en la batalla de Armagedón. Es una gran vista panorámica. Pero lo impresionante allí, son las ruinas de los establos donde se guardaban los caballos, y los comederos de piedra. Veamos ahora cómo Salomón mantuvo su mesa provista de todo lo que necesitaba, y cómo también mantuvo a todos sus caballos.
Leamos ahora los versículos 29 y 30, en los que nuestra atención se enfoca en
La gran sabiduría de Salomón y su fama
"Dios dio a Salomón sabiduría y prudencia muy grandes, y tan dilatado corazón como la arena que está a la orilla del mar. Era mayor la sabiduría de Salomón que la de todos los orientales y que toda la sabiduría de los egipcios."
Recordemos que el oriente es también el lugar de donde vinieron los magos o sabios que visitaron a Jesús en Belén. Y el versículo 31 dice:
"Fue más sabio que todos los demás hombres, más que Etán, el ezraíta, y que Hemán, Calcol y Darda, hijos de Mahol. Y fue conocido entre todas las naciones de los alrededores."
En este versículo se mencionan cuatro sabios sobresalientes. Y ya que en este programa la sabiduría del rey Salomón ha ocupado un lugar prominente, recordamos uno de los proverbios que escribió este rey. Se encuentra en el capítulo 1:7, y dice allí: El principio de la sabiduría es el temor del Señor. Nadie puede obtener el conocimiento de los asuntos espirituales comenzando por el lugar equivocado, negándose a reconocer el carácter de Dios. Por supuesto, no se trata de despreciar la sabiduría humana que, después de todo, proviene de Dios. San Pablo, en su carta a los Romanos 1:22 habló de los seres humanos que se enorgullecieron en sus razonamientos y su necio corazón se quedó a oscuras. Pretendiendo ser sabios, se convirtieron en seres ignorantes de la gran realidad de Dios, del universo que Él creó y de la condición lastimosa de la humanidad. Estimado oyente, al conocer a Dios y establecer una relación con Él, al conocer Su amor revelado al enviar a Jesucristo al mundo para morir en una cruz y redimirnos, recibimos la vida eterna y aprendemos a disfrutar de la vida en esta tierra con una existencia que agrada a Dios, y que constituye la manera más sabia de vivir.
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