Estudio bíblico de 1 Reyes 4:32-6:10
1 Reyes 4:32-6:10
Continuamos hoy estudiando el capítulo 4 de este Primer Libro de los Reyes. Y en nuestro programa anterior, estuvimos hablando de la gran sabiduría y la fama de Salomón. Y se nos dice que fue más sabio que todos los hombres. Continuemos hoy, considerando este mismo aspecto, y leamos los versículos 32 y 33 de este capítulo 4 del Primer Libro de los Reyes:
"Compuso tres mil proverbios, y sus cantares fueron mil cinco. También disertó sobre los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en la pared. Asimismo disertó sobre los animales, sobre las aves, sobre los reptiles y sobre los peces."
Se nos dice aquí que Salomón compuso tres mil proverbios. Tenemos solamente algunos centenares de proverbios registrados en la Biblia. Sus canciones fueron mil cinco. Realmente, era un buen escritor de canciones. Tenemos una sola de ellas en nuestras Biblias, y es el Cantar de los Cantares. Ahora, Salomón era también un arboricultor, y por eso pudo disertar sobre los árboles; dijo en una ocasión: ". . . desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en la pared". El hisopo es una hierba pequeña que crece entre las rocas. Salomón también era zoólogo, pues, habló de los animales. Era ornitólogo, porque habló de las aves. Era entomólogo, pues habló de los reptiles e insectos. Era también ictiólogo, pues dice aquí que también habló de los peces. Había estudiado estos temas y era una autoridad en todos estos campos. Y Salomón tenía interés en todos estos temas científicos. Y este capítulo 4 del Primer Libro de los Reyes, concluye con el versículo 34, diciendo:
"Para oír la sabiduría de Salomón venían de todos los pueblos y de parte de todos los reyes de los países adonde había llegado la fama de su sabiduría."
O sea que, Salomón ganó una fama mundial por su sabiduría, y muchos vinieron a escucharlo. Tenemos algunos de los Proverbios que compuso, en el libro de Proverbios. Como ya hemos dicho, estos proverbios son extremadamente provechosos para cualquier joven que esté llegando a la edad adulta. Hay ciertos proverbios que pueden resultar una guía útil en la vida y en los negocios, porque Dios es muy práctico. Y hay ciertos principios básicos para guiar los aspectos esenciales de nuestra vida diaria, que aparecen en el libro de Proverbios. Ahora, no tratamos de decir que al guardarlos alguien se puede convertir en un cristiano; pero, creemos que con toda seguridad son guías útiles para la vida. Bien, y así llegamos a final del capítulo 4, del Primer Libro de los Reyes. Y entramos ahora a
1 Reyes 5
En los capítulos 5 y 6 se trata el tema de la construcción del templo. En este capítulo 5 vemos que Hiram, de Tiro suplió a Salomón la madera y obreros para la edificación del Templo. El número de los obreros y trabajadores de Salomón, se menciona también en este capítulo. Comencemos, pues, leyendo el primer versículo de este capítulo 5:
"Hiram, rey de Tiro, envió también sus siervos a Salomón, luego que oyó que lo habían ungido rey en lugar de su padre, pues Hiram siempre había amado a David."
Lo que Hiram rey de Tiro haría en ese momento, no se debía a su afecto por Salomón. Será más bien debido a su cariño, estima y su respeto por el padre de Salomón, el rey David. Y continuamos en los versículos 2 al 4, leyendo:
"Entonces Salomón envió a decir a Hiram: Tú sabes que mi padre David no pudo edificar una casa al nombre del Señor, su Dios, a causa de las guerras en que se vio envuelto, hasta que el Señor puso a sus enemigos bajo las plantas de sus pies. Ahora el Señor, mi Dios, me ha dado paz por todas partes, pues no hay adversarios ni males que temer."
Estimado oyente, sólo Dios puede dar la paz, sea ésta la paz mundial o la paz en el corazón humano. Sólo Dios puede ese descanso que el corazón humano necesita. Es por eso que nuestro Señor Jesucristo, cuando le rechazaron como rey, pudo extender Su invitación personal, privada e individual, y en el evangelio según San Mateo, capítulo 11, versículo 28, invitó diciendo: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar". Sólo Cristo Jesús puede darnos esa clase de descanso. Y ahora, Dios había dado a Salomón, descanso de la guerra y paz en todos los sentidos. Leamos ahora el versículo 5:
"Yo, por tanto, he determinado ahora edificar una casa al nombre de Jehová, mi Dios, según lo que Jehová dijo a mi padre David: Tu hijo, a quien yo pondré en el trono en lugar tuyo, él edificará una casa a mi nombre."
La idea de la edificación del Templo tuvo su origen en David, pero a él no le fue permitido edificarlo porque él había sido un hombre de guerra.
No sería malo considerar algunas de las circunstancias que rodearon la edificación del Templo. El hombre ha sido un constructor desde el mismo principio. Allá en el libro de Génesis, capítulo 4, versículos 16 y 17, se nos dice lo siguiente: "Salió, pues, Caín de delante del Señor, y habitó en tierra de No, al oriente de Edén. Y conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc; y edificó una ciudad al la cual dio el nombre de su hijo, Enoc". Ahora, sobre la faz de la tierra hay grandes montículos que esconden las ruinas de las grandes ciudades y de los edificios magníficos del pasado. La pala del arqueólogo ha penetrado hasta grandes profundidades y hasta cierto punto nos es posible evaluar cada civilización, según la altura que hayan alcanzado sus edificios. Hay quienes dicen que los cavernícolas de la edad de piedra, si es que alguna vez existieron, eran bárbaros e incivilizados, que no eran constructores y buscaron su refugio en las cuevas.
Ahora, los egipcios, los asirios, los babilonios, los griegos y los romanos; son considerados civilizados, y esto es evidenciado por su arquitectura. El hombre actual alega tener una cultura de alto nivel porque ha diseñado y construido grandes obras arquitectónicas. Podríamos decir que hoy las personas construyen su propia cueva en donde vivir y trabajar como topos. El resto del tiempo se deslizan por una autopista como gusanos. Mientras les sea posible pulsar algún botón, consideran que están viviendo con normalidad. Así es el ser humano de nuestra época.
Pues, bien, los primeros edificios de arquitectura imponente fueron los templos. Todos los pueblos paganos tenían sus templos. Algunos templos eras toscos. Otros, como por ejemplo el Partenón de Grecia, eran la más refinada expresión de belleza. Creemos que todo este afán por construir grandes estructuras tuvo su origen en la torre de Babel, que fue nada menos que un monumento a la oposición del hombre a Dios.
Los templos paganos siempre se han distinguido por ser la más elevada expresión de la arquitectura. Pero, los paganos que asistieron a ellos, tanto civilizados como incivilizados, siempre han sido los de nivel espiritual más bajo. Estos templos han sido elaborados, grandes, adornados, valiosos e impresionantes, como por ejemplo los famosos zigurates, construidos por los antiguos babilónicos y asirios en el valle Éufrates-Tigris. Entre los más hermosos y más conocidos, tenemos los templos de los reyes en el río Nilo, de Asur-banipal en Nínive, de Marduk de Babilonia, y de los Aztecas de México. Estos imponentes templos han sido edificados a dioses, como Baal de los fenicios, Atena de los griegos, y Júpiter de los romanos. Y la realidad es que todos son manifestaciones de rebelión contra Dios. El apóstol Pablo escribiendo en su carta a los Romanos, dijo en el capítulo 1, versículo 21: "Habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias. Al contrario, se envanecieron en sus razonamientos y su necio corazón fue oscurecido". Luego, ¿qué hicieron? Bueno, construyeron templos. Y continúa diciendo el apóstol en el mismo capítulo, versículo 23: ". . . y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por imágenes de hombres corruptibles, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles". Es decir, hicieron templo donde esperaban que habitase su dios o dioses.
Sin embargo, el Templo que Salomón edificó, nunca fue considerado en las Sagradas Escrituras, como una casa en la que Dios viviría. En el Segundo Libro de Crónicas veremos que durante la ceremonia de la dedicación del Templo, Salomón dejó muy en claro que Dios no moraba en ese lugar. Leemos en ese segundo libro de Crónicas, capítulo 6, versículo 18: "Pero ¿es verdad que Dios habitará con el hombre en la tierra? Si los cielos y los cielos de los cielos no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que he edificado?" Si alguien creyera que el Templo fue edificado como una casa en la cual Dios moraría, en realidad no comprendería el verdadero significado del edificio. Fue más bien, una forma de acercamiento del hombre hacia Dios, y un acceso a Dios por medio de los sacrificios. Observemos primero la concepción del Templo, luego su construcción y carácter. Todos estos pasos tienen gran importancia.
La edificación del Templo tuvo su origen en la mente de David, aunque Dios no le permitió levantarlo. En el Primer Libro de Crónicas, capítulo 28, versículos 1 al 3, encontramos parte de la historia. Leemos allí: "Reunió David en Jerusalén a todos los principales de Israel, los jefes de las tribus, los jefes de las divisiones que servían al rey, los jefes de millares y de centenas, los administradores de toda la hacienda y posesión del rey y de sus hijos, los oficiales y los más poderosos y valientes de sus hombres. Entonces el rey David se puso en pie y dijo: Oídme, hermanos míos, y pueblo mío. Yo tenía el propósito de edificar una casa en la cual reposara el arca del pacto del Señor, y sirviera de estrado a los pies de nuestro Dios; y había ya preparado todo para edificar. Pero Dios me dijo: Tú no edificarás casa a mi nombre, porque eres hombre de guerra, y has derramado mucha sangre."
Ahora, David tenía el vivo deseo en su corazón, de edificar el Templo. Sin embargo, el diseño para el edificio le fue dado a David, no a Salomón. Leemos en el Primer Libro de Crónicas, capítulo 28, versículo 19: "Todas estas cosas, dijo David, me fueron trazadas por la mano del Señor, que me hizo entender todas las obras del diseño". En otras palabras, a David le fue dado el plano del Templo aunque Dios no le permitió edificarlo. Y, como vemos en 1 Crónicas 28:10-12, David le entregó este proyecto a Salomón. Y en 1 Crónicas 29:2, vemos que David también reunió material para el templo. Así que, como podemos ver, la concepción del templo fue idea de David; Salomón fue un mero ejecutor de su construcción. Entonces, Salomón se puso en contacto con el rey Hiram, de Tiro, para obtener la madera de cedro y de ciprés para le construcción misma del edificio. Leamos los versículos 8 y 9 de este capítulo 5 de 1 Reyes:
"Hiram envió a decir a Salomón: He oído lo que me mandaste a decir: haré todo lo que te plazca acerca de la madera de cedro y la madera de ciprés. Mis siervos la llevarán desde el Líbano al mar, la enviaré en balsas por mar hasta el lugar que tú me señales. Allí se desatará y tú la tomarás. Y tú cumplirás mi deseo al dar de comer a mi familia."
También veremos que, además de los obreros de Tiro, Salomón empleó a muchos obreros israelitas. Leamos los versículos 13 y 14:
"El rey Salomón decretó una leva en todo Israel, la cual ascendió a treinta mil hombres, que enviaba al Líbano por turnos cada mes, de diez mil en diez mil; un mes estaban en el Líbano y dos meses en sus casas. Adoniram estaba encargado de aquella leva."
Ésta fue pues una empresa de gran envergadura. Y después de construir el templo, continuó ocupándose de otras construcciones. Y como sus proyectos de edificación eran demasiado amplios, exigió demasiados impuestos a su pueblo. Y así llegamos al final del capítulo 5 del primer libro de los Reyes. Vamos a considerar ahora
1 Reyes 6:1-10
En este capítulo tenemos la edificación del Templo; los aposentos del Templo; la promesa de Dios en cuanto al Templo; el techo, los adornos, los querubines, el atrio y el tiempo de su edificación. Salomón comenzó a construir el Templo y fue hecho según el plan general del Tabernáculo del desierto, pero duplicando todas las dimensiones. Fue más adornado, elaborado y costoso. Se perdió la simplicidad del tabernáculo, lo que parece haber coincidido con un deterioro espiritual, como veremos más adelante. Leamos ahora el versículo 2 de este capítulo 6 de 1 Reyes:
"La casa que el rey Salomón edificó al Señor tenía veintisiete metros de largo, nueve metros de ancho y trece metros y medio de alto."
Aunque el templo era pequeño, era como una verdadera joya. Leamos los versículos 3 al 7:
"El vestíbulo delante del Templo tenía nueve metros de largo, igual a la anchura del templo, y cuatro metros y medio de ancho en la parte frontal del edificio. Hizo a la Casa ventanas anchas por dentro y estrechas por fuera. Edificó también aposentos junto al muro de la Casa y a su alrededor, adosados a las paredes de la Casa alrededor del Templo y del Lugar santísimo, y construyó habitaciones laterales alrededor. El aposento de abajo o planta baja tenía dos metros y veinticinco centímetros de ancho, la planta intermedia, dos metros y setenta centímetros de ancho, y la planta alta, tres metros y quince centímetros de ancho, pues había reducido por fuera las medidas del Templo, para no empotrar las vigas en las paredes de la Casa. Cuando se edificó la Casa, la construyeron con piedras que traían ya talladas, de tal manera que no se oyeron en la Casa ni martillos ni hachas, ni ningún otro instrumento de hierro, cuando la edificaban."
Añadiendo algunos detalles de la construcción y contenido del templo, diremos que, como hemos visto, su tamaño era el doble al del tabernáculo o tienda de reunión. Estaba rodeado en tres de sus lados por un edificio de tres pisos. Era el lugar donde vivían los sacerdotes durante el servicio religioso. El altar de bronce era de mayor tamaño que el del tabernáculo. Había diez candeleros para reemplazar al que había en el tabernáculo y diez mesas de los panes en vez de la mesa única del tabernáculo. Algunos otros elementos del mobiliario eran también más numerosos.
Ahora, el Templo fue construido por 30.000 israelitas, quienes habían sido especialmente reclutados para este trabajo. Había otros 150.000 trabajadores adicionales y 3.300 capataces en la construcción del edificio. Hiram, rey de Tiro, suplió los materiales y los artificios. El Templo tardó siete años y seis meses en construirse. Ahora, el cálculo del costo del Templo varía desde 2 hasta 5 millones de dólares. Era como un gran cofre para joyas. Había dos columnas en su interior que eran impresionantes. Y más tarde veremos lo que significaban.
Ahora, veamos algunos factores que, al compararlos, nos indican la inferioridad del templo, con respecto al tabernáculo. En primer lugar, el templo era muy complicado y detallado. Y a pesar de toda su hermosura, este Templo representaba un decaimiento espiritual, y por eso era inferior al Tabernáculo. El Tabernáculo era simple, comparado con el templo. Así que la simplicidad del Tabernáculo se perdió en la construcción del Templo. Ahora, en el Nuevo Testamento debemos notar que el Templo fue pasado por alto, mientras que el Tabernáculo se constituyó en el símbolo más usado. Estimado oyente, vivimos en una época en la cual se coloca demasiado énfasis en los métodos y sistemas, en lugar de enfatizar la Palabra de Dios. No creemos, pues, que algunos de los métodos que se emplean actualmente sean tan eficientes para traer a las almas a los pies de Cristo, como la misma Palabra de Dios.
En segundo lugar, no había ventanas en el Tabernáculo. Allí la iluminación dependía solo de la luz del candelero en el lugar Santo. Pero en el Templo, había ventanas angostas que permitían la entrada de alguna luz. La gente ya no dependería de la luz divina, como había sido el caso en el Tabernáculo sino de la luz natural que penetraba desde el exterior.
En tercer lugar, otra señal de inferioridad fue que los querubines para el Lugar Santísimo del templo fueron hechos de madera de olivo. Eran imponentes, pues cada uno medía cuatro metros y medio de alto. Pero ya no eran de oro, como en el tabernáculo. Y en cuarto lugar, observamos que el templo era más llamativo, pues estaba más adornado que el tabernáculo, y había en él más ceremonial y ritual.
Éste fue el templo que sería destruido por el rey Nabucodonosor. Más tarde, el templo construido por Zorobabel sería a su vez destruido y suplantado por el templo de Herodes, existente en los tiempos de Cristo. De hecho, el templo señalaba al Señor Jesucristo. En Juan 2:19, Jesús les dijo a los judíos: "Destruid este templo y en tres días lo levantaré". Él no se estaba refiriendo el templo de Herodes, sino al templo de su propio cuerpo, como explican los versículos 20 y 21, con su respuesta a los judíos, que dijeron: "En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás?" El templo fue, pues, equiparado al cuerpo de Cristo.
Como este capítulo incluye mayormente los detalles de la edificación del templo, no hemos citado muchos de los versículos del mismo. Sin embargo, recomendamos su lectura completa. Al leer sobre la magnificencia de este edificio, conviene recordar nuevamente que fue concebido en la mente de David, ya que él quiso disponer de un lugar apropiado para albergar el arca del pacto. Ya dijimos que, por supuesto, no tuvo la idea de construir un lugar para que Dios habitase en él. Su propósito fue proporcionar un lugar de acceso a Dios por medio de los sacrificios. Hemos destacado su complejo diseño, comparándolo con el tabernáculo. Sin embargo, Dios honró al templo con Su presencia y ese lugar fue lleno de la gloria de Dios, como veremos en el próximo capítulo.
Terminamos con una reflexión sobre el templo y los templos en general. Pero la mera asistencia a un templo no indica necesariamente que el que allí acude con la intención de acercarse a Dios y adorarle, tenga una relación personal con Dios. Recordamos el relato de la conversación de Jesús con la mujer samaritana, relatado en el Evangelio de Juan 4. La mujer le había dicho a Jesús: "Nuestros padres adoraron en este monte, pero vosotros (los judíos) decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar". Entonces, el Señor le respondió: "La hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, pues así quiere el Padre que le adoren los que le adoran. Dios es espíritu, y los que le adoren, en espíritu y en verdad es necesario que le adoren". Estimado oyente, los verdaderos adoradores, son aquellos que son conscientes de que Jesús es la Verdad de Dios y el único camino hacia Dios el Padre. Adorar en verdad, es adorar a Dios por medio de Jesucristo. Adorar en espíritu, es adorar a Dios por Su espíritu, que introduce al creyente en la nueva esfera espiritual del reino.
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