Estudio bíblico de 1 Reyes 6:11-7:39
1 Reyes 6:11-7:39
Continuamos hoy estudiando el capítulo 6 de este Primer Libro de Reyes. Y en nuestro programa anterior estuvimos hablando de la construcción del Templo. Y vimos que no era tan grande como algunos creen que era. Sus medidas eran solamente el doble del tamaño del Tabernáculo. Y mencionamos algunos detalles en cuanto a su parte interna, algunas medidas y cuántos trabajadores participaron en la construcción de este edificio. Mencionamos estos detalles para señalar cuan complicado y detallado era el Templo. Y dijimos que el carácter de este edificio es interesante, debido a lo que representa. Por ejemplo, el Templo tiene un significado profético. Pero a pesar de toda su hermosura, ese Templo representaba también el comienzo de un decaimiento espiritual, y en ese sentido, era inferior al Tabernáculo. El Tabernáculo era simple. El Templo en cambio, era una estructura compleja. La simplicidad del Tabernáculo se perdió en la construcción del templo. Y dijimos que es importante notar que en el Nuevo Testamento el Templo fue pasado por alto, mientras que el Tabernáculo se constituyó en el símbolo más utilizado.
No pensamos comentar todos los detalles que hay registrados aquí. Simplemente hemos entresacado algunos detalles de especial interés. Pero, esperamos, estimado oyente, que usted tome nota de muchos otros detalles de este capítulo si lo lee en su totalidad. Creemos que este capítulo es muy interesante. En su mayor parte nos presenta minuciosamente las obras de la construcción del Templo, pero demuestra la inferioridad que resulta evidente cuando uno se aleja de lo que es simple. Demuestra un alejamiento de lo que tenía verdadero poder espiritual. Muestra cuán complicadas pueden llegar a ser las cosas. En la construcción del Templo hubo gran énfasis en los métodos, rituales y esa clase de cosas. Estimado oyente, cuando la Iglesia pierde de vista la Palabra de Dios, el énfasis recae en métodos, sistemas y otros factores que desvían la atención de la revelación de Dios. Francamente, necesitamos urgentemente enfatizar más a la Palabra de Dios. Es muy importante que lo hagamos.
Ahora, otra cosa que observamos en esta construcción del Templo, es que Salomón hizo ventanas estrechas, según el versículo 4. Esto contrasta con el Tabernáculo que no tenía ventanas. Ahora, las ventanas de Salomón no dejaban entrar mucha luz, pero sí alguna claridad. O sea, que el pueblo ya no dependía de la luz interior, como en el tabernáculo. Ahora, dependía de la luz natural que llegaba desde el exterior. Leeremos ahora los versículos 11 al 14:
"Entonces dijo el Señor a Salomón: En cuanto a esta casa que edificas, si caminas en mis preceptos, cumples mis decretos y guardas todos mis mandamientos andando en ellos, yo cumpliré contigo mi palabra, la que dije a David, tu padre: Habitaré en medio de los hijos de Israel y no abandonaré a mi pueblo Israel. Así, pues, Salomón construyó la Casa y la terminó."
Aquí se estaba reafirmando la promesa hecha a David, padre de Salomón. Pero había una condición que el nuevo rey debía cumplir para que Dios manifestase Su Presencia en medio de Su pueblo, Salomón debía mostrar una obediencia total a los mandamientos y normas establecidas por Dios. En ese caso, la nación disfrutaría de una relación de compañerismo con Dios y gozaría de Su protección y provisión abundante, en una época de paz con otros pueblos vecinos, y de prosperidad económica. Diríamos que sería recordada por las generaciones futuras como la época de oro de la nación. Más adelante, veremos que al transcurrir los años, estas perspectivas felices para Israel serían experimentadas solo parcialmente, debido a la apostasía del rey Salomón en la última parte de su vida. La desobediencia futura de Salomón resultaría en que Dios permitiría que su hijo Roboam perdiera el control de parte de la nación, dando lugar a la división del reino.
Volviendo a este capítulo, anteriormente destacamos que este primer Templo fue el Templo que sería destruido por Nabucodonosor. Luego, el segundo Templo, construido por Zorobabel sería destruido y reemplazado más tarde por el Templo de Herodes en los tiempos de Cristo.
El Templo en verdad fue comparado en una ocasión con nuestro Señor Jesucristo. En el evangelio según San Juan, capítulo 2, versículo 19, el Señor Jesús dijo: "Destruid este templo, y en tres días lo levantaré". Ahora, Él no hablaba del Templo de Herodes, hablaba de Su propio cuerpo. Y en los dos versículos siguientes, versículos 20 y 21 de este mismo capítulo 2 del evangelio según San Juan, leemos: "Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás? Mas él hablaba del templo de su cuerpo". O sea, que el Templo fue equiparado con el cuerpo de Cristo.
Los versículos 15 al 36 contienen detalles específicos de la construcción del templo, como por ejemplo, las paredes, el suelo, los materiales de revestimiento y decoración, el Lugar Santísimo y su mobiliario, y se destaca el refinamiento artístico de cada uno de los elementos. La calidad de los materiales utilizados difícilmente habría podido ser superada. Leamos ahora los versículos 37 y 38 de este capítulo 6 del Primer Libro de Reyes:
"En el cuarto año, en el mes de Zif, se echaron los cimientos de la casa del Señor. Y en el undécimo año, en el mes de Bul, que es el mes octavo, fue acabada la Casa con todas sus dependencias y todo lo necesario. La edificó, pues, en siete años."
El Templo tardó unos siete años en ser construido. Se ocupó muchísima gente en su construcción. Claro es que la obra no fue barata. Sin embargo, no se usó ningún trabajo de esclavos en la edificación del Templo.
Ahora, hay dos cosas que deseamos destacar, recapitulando algunas de las conclusiones que presentamos anteriormente. En primer lugar, fue la idea de David de construir el Templo. Quería un lugar donde alojar el arca del pacto, y un lugar donde acercarse a Dios. David no tenía ninguna idea de edificar un Templo que sirviera como una morada para Dios. Sería una noción pagana creer que Dios vive hoy en día en alguna casa aquí en la tierra. La Palabra de Dios no enseña tal cosa.
Y la segunda cosa que deseamos decir es que el Templo era un edificio muy complejo y muchos de los detalles en la construcción del mismo, no simbolizan en manera alguna la maravillosa persona del Señor Jesucristo. Acabamos de ver el tiempo que transcurrió en el proceso de la edificación del Templo. Éste era inferior al Tabernáculo, aunque estaba adornado con muy buen gusto y probablemente costó un equivalente a 5 millones de dólares. No era muy grande, sino solamente el doble del tamaño del Tabernáculo, pero además tenía otros edificios contiguos que lo rodeaban. El Templo contenía muchas complejidades y adornos minuciosos que no se hallaban en el Tabernáculo al cual reemplazó. Aunque veremos que la gloria de Dios descendió sobre el Templo, nunca fue igual en su manifestación a la del Tabernáculo. Y nunca con la medida del poder que se desplegó en el Tabernáculo. Solo el Tabernáculo en el Antiguo Testamento, fue un verdadero símbolo de Cristo, como veremos al estudiar el Nuevo Testamento, especialmente en el libro de Hebreos. Y así llegamos al final del capítulo 6 de este Primer Libro de Reyes. Pasamos ahora a
1 Reyes 7:1-39
El tema de este capítulo incluye los proyectos de construcción de Salomón. Salomón no solamente construyó el Templo, sino que también edificó su propio palacio, la casa del bosque del Líbano y el palacio para la hija de Faraón. También tenemos detalles sobre la construcción del pórtico del templo, como la pila de bronce, las diez fuentes de bronce y los 10 candelabros de oro. Comencemos, pues, nuestro estudio de este capítulo 7 del Primer Libro de Reyes, leyendo el versículo 1:
"Después edificó Salomón su propia casa en trece años, y la terminó toda."
La construcción del templo llevó siete años, pero veremos que se tardó casi el doble en la construcción del palacio de Salomón. Debió ser un palacio construido con mucho arte y habilidad. Leamos, pues, los versículos 2 hasta el 7 de este capítulo 7 del Primer Libro de Reyes:
"Asimismo edificó la casa Bosque del Líbano, cuarenta y cinco metros de longitud, veintidós metros y medio de anchura y trece metros y medio de altura, sostenida por cuatro hileras de columnas de cedro, con vigas de cedro sobre las columnas. Había una cubierta de tablas de cedro sobre las vigas que se apoyaban en cuarenta y cinco columnas; cada hilera tenía quince columnas. Y había tres hileras de ventanas, una frente a la otra en tres hileras. Todas las puertas y los marcos tenían forma cuadrangular, y unas ventanas estaban frente a las otras en tres hileras. También hizo un pórtico de columnas, que veintidós metros y medio de largo y trece metros y medio de ancho. Este pórtico estaba delante de las primeras, con sus columnas y maderos correspondientes. Hizo asimismo el pórtico del trono donde administraría justicia, el pórtico del juicio, y lo recubrió de cedro del suelo al techo."
Salomón edificó también la casa del bosque del Líbano. Ésta era su segunda casa, donde quizás pasaba sus vacaciones. Todo este material fue suplido por Hiram rey de Tiro. Hiram suplió la piedra y los cedros, esos famosos cedros del Líbano. Muy pocos de esos altos y elegantes cedros quedan en la actualidad. Toda esa tierra, incluyendo la de Palestina, ha sido despojada. Al parecer, en esos tiempos, esta tierra tenía grandes y hermosos bosques. Prosigamos ahora leyendo los versículos 8 hasta el 12:
"La casa donde él vivía, en otro atrio dentro del pórtico, era de una obra de estilo semejante a ésta. Edificó también Salomón para la hija del faraón, a la que había hecho su mujer, una casa de hechura semejante a la del pórtico. Todas aquellas obras eran de piedras selectas, cortadas y ajustadas con sierras según las medidas, así por dentro como por fuera, desde el cimiento hasta los remates, y asimismo por fuera hasta el gran atrio. El cimiento era de piedras seleccionadas, piedras grandes, piedras de cuatro metros y medio y piedras de tres metros y sesenta centímetros. De allí hacia arriba era también de piedras costosas, labradas conforme a sus medidas, y madera de cedro. Alrededor del gran atrio había tres hileras de piedras labradas, y una hilera de vigas de cedro, igual que en el atrio interior de la casa del Señor y el vestíbulo de la Casa."
Salomón edificó de una manera muy ornamentada y artística. Además de construir una segunda casa similar a la que acabamos de ver, también construyó una casa para la hija de Faraón. Parece que la puso a ella en una posición favorable. No le hubiera sido posible edificar una casa semejante para cada una de sus numerosas esposas. Si se las hubiera edificado, tendría que haber construido unas mil casas. Habría habido un programa de construcción asombroso, un desarrollo urbanístico espectacular como algunos que se llevan a cabo hoy. Avancemos ahora leyendo los versículos 13 hasta el 16 de este capítulo 7 del Primer Libro de Reyes:
"El rey Salomón mandó a buscar de Tiro a Hiram, hijo de una viuda de la tribu de Neftalí. Su padre, que trabajaba el bronce, era de Tiro. Hiram estaba lleno de sabiduría, inteligencia y ciencia para toda labor en bronce. Éste, pues, se presentó ante el rey Salomón e hizo todas sus obras. Fundió dos columnas de bronce, cada una de ocho metros de altura y cinco metros y medio de circunferencia. Hizo también dos capiteles de fundición de bronce, para que fueran puestos sobre las cabezas de las columnas. La altura de cada capitel era de dos metros y veinticinco centímetros."
Este hombre mencionado aquí eran Hiram, el artesano y no Hiram el rey. Al parecer, le pusieron el mismo nombre del rey, y era un artesano especializado en bronce. Él fue quien hizo todas las piezas finas de escultura y las piezas que fueron hechas de hierro, bronce y oro. Su elaborada ornamentación artística era una evidencia del período de prosperidad y paz en el que vivió. Porque era en épocas de riqueza y paz cuando se desarrollaban las artes. Y ya hemos dicho que durante el reino de Salomón hubo paz y abundancia. Leamos ahora el versículo 21:
"Erigió estas columnas en el pórtico del Templo. Cuando alzó la columna del lado derecho le puso por nombre Jaquín, y cuando alzó la columna del lado izquierdo la llamó Boaz."
Ahora, Jaquín significa "Dios establecerá". Y Boaz significa "con Su fuerza". Y usted encontrará que hay Salmos que incluyen estos dos conceptos. Por ejemplo el Salmo 96, versículo 6 dice: "¡Alabanza y magnificencia delante de él! ¡Poder y hermosura en su santuario!" Este versículo habla de fuerza y hermosura. La fuerza habla de la salvación. Dios es poderoso para librar a los que son de Él. La hermosura habla de la belleza de la adoración. Debemos adorar a Dios en la hermosura de la santidad. Estas dos columnas eran importantes en el templo. Y estas dos columnas debieran estar presentes espiritualmente en la vida de cualquier persona que vaya a adorar a Dios. Si usted, estimado oyente, va a adorar a Dios, debe haber experimentado el poder de Dios que le ha librado del pecado. Entonces usted puede adorarle en la hermosura de la santidad.
No vemos nada de malo en tener un hermoso templo. Creemos que es muy apropiado. Ahora, aunque un templo hermoso pueda ser propicio a la adoración, no siempre inspira adoración, y ciertamente no es ningún substituto para la adoración. Adoramos a Dios en la hermosura de la santidad. Es decir, que cuando entramos en la presencia de Dios, sentimos Su presencia y nos damos cuenta de nuestras insuficiencias. Y es entonces cuando vemos a Dios en toda Su hermosura y en toda Su gloria, es entonces cuando verdaderamente le adoramos. Y entonces sentimos que Su Espíritu nos lleva a experimentar la plenitud de la presencia de Cristo y una satisfacción espiritual que ninguna otra experiencia humana puede proporcionar. Y además de ser inspiradora, se trata de una experiencia transformadora, que fortalece y consuela.
Ésta fue la experiencia de Isaías al entrar en el templo, y contempló una visión de Dios sentado sobre un trono alto y sublime, según se nos dijo en el capítulo 6 de la profecía de Isaías, versículo 1. Cuando Isaías se vio en la luz de la presencia de Dios, vio su propia impureza y se postró delante de Él y, de acuerdo con el versículo 5 de ese capítulo, dijo: "¡Ay de mi, que voy a morir! ¡He visto con mis ojos al Rey, al Señor todopoderoso; yo, que soy un hombre de labios impuros y vivo en medio de un pueblo de labios impuros!" Eso es lo que significan las columnas llamadas Jaquín y Boaz. Hablan de lo que la adoración realmente es - un alma redimida que entra en la presencia de un Dios Santo. Y la música también debe contribuir a elevarle a uno a la presencia de Dios. Debemos reconocer que la adoración de Dios se basa en el hecho de que Él está en la altura de Su Santidad y es sublime.
También vemos que Salomón amplió la pila de bronce del templo para el agua. Leamos el versículo 23 de este capítulo 7 del Primer Libro de Reyes:
"Hizo fundir asimismo una enorme pila de bronce para el agua, que medía cuatro metros y medio de un borde al otro, perfectamente redonda. Tenía dos metros y veinticinco centímetros de altura y su circunferencia era de trece metros y medio."
Estudiaremos con más detalle todo el mobiliario en el Templo, en el Segundo Libro de Crónicas, capitulo 4. Aquí vemos que esta gigantesca pila se apoyaba sobre doce bueyes fundidos en bronce, divididos en grupos de a tres; los cuatro grupos miraban hacia los cuatro puntos cardinales. El borde de la pila imitaba el cáliz de un lirio. Esta pila era para que se lavaran los sacerdotes. Mientras que en el tabernáculo había una simple pila, aquí en el templo de Salomón, vemos un aumento notable de la belleza artística. Leamos, ahora, los versículos 38 y 39:
"Hizo también diez pilas o fuentes de bronce. Cada fuente medía un metro y ochenta centímetros, con capacidad para ochocientos ochenta litros. Y colocó una fuente sobre cada una de las diez bases. Puso cinco bases al lado derecho de la Casa y las otras cinco al lado izquierdo, y la pila grande fue colocada al lado derecho de la Casa, hacia el sudeste."
El propósito de estas diez pilas era lavar los elementos que eran ofrecidos en el holocausto. Ahora, después de haber observado la belleza artística de los elementos que hemos descrito, diremos que se requiere más que belleza para traer limpieza, es decir, para purificar el corazón humano. Por todo el mundo hay hoy templos en los cuales se celebran hermosos servicios religiosos. Sin embargo estas ceremonias, por sí mismas, no purifican a las personas ni las conducen a la presencia de Dios. No refrescan el alma ni traen paz y alegría duraderas al corazón, es decir, sentimientos que puedan fortalecer al ser humano en su lucha diaria por la vida. Todas las pilas o fuentes del mundo no pueden purificar a alguien de su pecado. El agua de esas fuentes, representa a la Palabra de Dios, que es como el agua purificadora. Lavarse en esa agua, espiritualmente hablando, es aplicar la Palabra divina a la vida.
Resulta interesante recordar el efecto que las palabras de Jesús, Palabra encarnada de Dios, tuvieron en sus seguidores. En una ocasión, como vemos en un incidente relatado en Juan 6, cuando algunos de sus discípulos se apartaron de Él, Jesús les preguntó a los discípulos fieles que habían quedado con Él: "¿Queréis acaso vosotros iros también?" Entonces el apóstol Pedro, tomando una vez más la iniciativa respondió: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente."
Y más adelante en la vida de Jesús, como relató también el evangelista Juan en 15: 3, también les dijo a los suyos: "Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado."
Estimado oyente. ¿Qué efecto le ha causado a usted la Palabra de Dios? ¿Qué impresión le causan las palabras del Señor Jesucristo? Le invitamos a contemplarle por la fe muriendo por usted en la cruz y resucitando con poder de entre los muertos, aceptándole como Su Salvador.
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