Estudio bíblico de 2 Crónicas 8:1-10:12
2 Crónicas 8:1 - 10:12
Los capítulos 8 y 9 tratan el tema general de los logros y la fama de Salomón. Y hoy comenzamos con el capítulo 8 del Segundo Libro de Crónicas, y aquí vemos que el templo ya había sido finalizado, su construcción había terminado. Los próximos dos capítulos nos dirán algo sobre las experiencias y la obra de Salomón así como su testimonio en otras partes. Este hombre se convirtió en un gobernador muy dinámico. Intentó llevar a cabo los planes, propósitos y las promesas de David. Veamos, pues, lo que nos dice el primer versículo de este capítulo 8, del Segundo Libro de Crónicas:
"Después de veinte años, durante los cuales Salomón había edificado la casa del Señor y su propia casa"
Ahora, aquí podemos apreciar que el templo fue un proyecto de larga duración. Le llevó a Salomón la mitad del tiempo total de su reinado para concluirlo. Y de eso tomó nota Dios. Ahora, los versículos 2 y 3, dicen:
"Reedificó Salomón las ciudades que Hiram le había dado y estableció en ellas a los hijos de Israel. Después marchó Salomón contra Hamat de Soba, y la tomó".
Aquí podemos notar que se hace mención de la única batalla mencionada en la Biblia durante el reinado de Salomón, y no pareció tener mucha importancia. Ahora, pasando al versículo 9, leemos.
"Pero no empleó Salomón a ninguno de los hijos de Israel en su obra; porque eran hombres de guerra, oficiales, capitanes y comandantes de sus carros, y de su caballería".
En otras palabras, él puso aquellos que eran de su propia nación en el ejército y en cargos de autoridad, y usó a los descendientes de las tribus cananeas, antiguos poseedores de la tierra que no habían sido exterminados, como sirvientes o esclavos para trabajar en las obras y en las tareas más domésticas. Ahora, el versículo 10, dice:
"Y tenía Salomón doscientos cincuenta gobernadores principales, los cuales mandaban sobre aquella gente".
Tenemos aquí algo que hizo Salomón y que por supuesto, le traería muchas dificultades. Dios simplemente tomó nota de ello. Dios no lo elogió ni lo bendijo por ello. Ahora, el versículo 11, dice:
"Trasladó Salomón a la hija del faraón, de la Ciudad de David a la casa que él había edificado para ella; porque dijo: Mi mujer no habitará en la casa de David, rey de Israel, porque aquellas habitaciones donde ha entrado el Arca del Señor son sagradas".
Ésta fue una decisión interesante que tomó Salomón en relación con su esposa, la hija de Faraón. Edificó un palacio para ella, lejos de la ciudad de David.
Existe la creencia general, y es una interpretación que uno oye en Israel hoy, que una de las razones por las cuales Salomón se casó con mujeres de diferentes naciones para obtener una ventaja política. Es que el suegro no saldría a la guerra contra su yerno. Y así, ésta fue una de las formas utilizadas por Salomón para traer paz a su tierra. Cuando él se casaba con la hija de algún gobernante, entonces, éste quizás no intentaría luchar contra una nación en la cual su hija fuese la reina. Ahora, no sabemos si ésa es la explicación para que Salomón tuviera tantas mujeres es verdad o no. Al menos, puede haber sido cierta en parte. Pero en cualquier caso, tal conducta era contraria a las instrucciones de Dios.
El resto de este capítulo 8 nos cuenta otros detalles sobre el templo, y que Salomón celebró las fiestas y nombró a los sacerdotes y Levitas en sus turnos correspondientes, tal como David lo había planeado.
Al llegar a
2 Crónicas 9
vemos que se trata del último capítulo que se refiere a Salomón. Hemos ya considerado que el logro más importante de Salomón fue la construcción del templo. Ahora, ¿qué otra incidencia en la vida de Salomón consideró Dios lo suficientemente importante como para registrarlo por segunda vez? Resulta interesante comprobar que Salomón tuvo éxito al llevar a cabo lo que Dios tenía intención que Israel hiciera. Es decir, ser un testigo ante el mundo. En este relato se nos explicó como se logró este objetivo.
La forma de testificar de Israel fue muy diferente a la manera en que lo tiene que hacer la Iglesia.
Permítanos decirlo de esta manera: Israel centró su testimonio hacia adentro; la Iglesia lo hizo hacia afuera. Israel tenía que ir hacia Jerusalén e invitar al mundo a ir con ella a adorar allí. Los no judíos también podían ir a Jerusalén a adorar. Pero la Iglesia tenía que comenzar desde Jerusalén e ir hasta lo último de la tierra. En otras palabras, la Iglesia debía llevar el evangelio al mundo, pero Israel tenía que invitar al mundo a venir y compartir la revelación de Dios en el templo. Israel tenía que ser testigo del Dios vivo y verdadero como una nación en un mundo de muchos dioses. La Iglesia por su parte tenía que ser testigo de la resurrección y de un Salvador viviente, como individuos, a todas las naciones, en un mundo lleno de ateísmo. Bien, Israel hasta cierto punto cumplió con el propósito dado por Dios, lo cual fue puesto en evidencia por el número de no judíos que vinieron a Jerusalén a adorar y a conocer a Dios, por medio de los servicios llevados a cabo en el templo. La medida del éxito de la iglesia está dada por el número de pueblos y naciones a quienes proclamamos el Evangelio en la actualidad.
En esta época existe la inclinación de aquellos que pertenecemos a la Iglesia, de despreciar los esfuerzos de Israel y, al mismo tiempo, magnificar los éxitos de la Iglesia. Podemos escuchar constantemente de los fracasos de la nación de Israel. Y al mismo tiempo oímos los exagerados informes de los éxitos del evangelio en lugares lejanos.
La realidad es que en nuestros días, estimado oyente, nos encontramos en una apostasía tremenda. Los días se están haciendo más oscuros, espiritualmente hablando. Y ésta es la experiencia que conocen, de primera mano, aquellos que están promoviendo la causa de Cristo en una primera línea de avance. Son precisamente esos cristianos, que están en contacto con el mundo real los que son más conscientes de la apostasía actual.
Pero por otra parte, Israel tuvo éxito en una medida mucho mayor que la que nosotros con frecuencia imaginamos. Nosotros tenemos la tendencia de medir su éxito por el fracaso final, la apostasía de su nación, que la condujo a la cautividad. Pero, hubo un período cuando ellos no le fallaron a Dios. Y su testimonio salió de Jerusalén a todas las naciones del mundo. La gente fue atraída a Jerusalén como por un imán, y la época más destacada se vivió durante el reino de Salomón. La nación alcanzó el nivel más elevado en ese tiempo. Luego comenzó un deterioro y una declinación de la nación.
Las Escrituras nos dan en realidad dos ejemplos aislados de la influencia de los no judíos durante los reinados de David y Salomón, y seguramente hubo otros de los cuales no estamos enterados; pero estos dos, nosotros sí conocemos. Hiram, el rey de Tiro, amigo de David, llegó a conocer a Dios. Él hizo espléndidos obsequios para la obra del templo. Proveyó el material y los trabajadores para el templo. Recordemos lo que escribió a Salomón, registrado en 2 Crónicas 2:12: "Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, que hizo los cielos y la tierra, y que dio al rey David un hijo sabio". Hiram era hijo de Jafet. Y la historia de la reina de Sabá nos fue dada para registrar el hecho de que Israel alcanzó los límites del mundo conocido de aquella época con su testimonio de Dios. Era descendiente de Cam, y ella llegó desde los confines de la tierra. Ésa es la historia que vamos a considerar más adelante, en este capítulo.
Recordemos que en el Nuevo Testamento, cuando se nos informa sobre la iglesia primitiva y su esfuerzo misionero hacia el mundo, veremos que quedaron registrados algunos ejemplos. Está el caso del eunuco etíope, que era descendiente de Cam. Esta Cornelio, que era descendiente de Jafet. Y el caso de Saulo de Tarso (más tarde el apóstol Pablo) que era descendiente de Sem. Leamos, pues, los primeros dos versículos de este capítulo 9, del Segundo Libro de Crónicas, que comienzan el relato sobre
La visita de la reina de Sabá
"Cuando la reina de Sabá oyó hablar de la fama de Salomón, fue a Jerusalén con un séquito muy grande, con camellos cargados de especias aromáticas, oro en abundancia, y piedras preciosas, para probar a Salomón con preguntas difíciles. Luego que llegó ante Salomón, le dijo todo lo que tenía en su corazón. Pero Salomón le respondió a todas sus preguntas, y nada hubo que Salomón no le contestara".
En otras palabras, Salomón le reveló a ella el secreto de su reino: que Dios le había dado a él sabiduría. Y le dijo que el templo era la manera de aproximarse a Dios, porque Él había dicho que sería allí donde él se encontraría con Su pueblo. Leamos ahora, los versículos 3 y 4:
"Al ver la reina de Sabá la sabiduría de Salomón, la casa que había edificado, los manjares de su mesa, las habitaciones de sus oficiales, el aspecto de sus criados y los vestidos de ellos, sus coperos con sus vestidos, y la escalinata por donde se subía a la casa del Señor, se quedó asombrada".
Ahora, esto es algo muy interesante de notar aquí. Lo interesante es que en el Primer Libro de Reyes, capítulo 10, versículo 24, se nos dijo: "Toda la tierra procuraba ver el rostro de Salomón, para oír la sabiduría que Dios había puesto en su corazón". Y entonces se nos dio la ilustración de la reina de Sabá que lo vino a visitar para comprobar esa sabiduría. Como podemos apreciar, la nación de Israel tuvo éxito en testificar al resto del mundo.
Observemos la frase "la escalinata por donde se subía a la casa del Señor" hacía referencia a los holocaustos que se ofrecían en el templo, lo cual es resaltado por otras traducciones. El holocausto nos hablaba de Cristo y ninguna otra nación tenía algo que pudiera compararse a un sacrificio por el pecado. Y esto fue lo que realmente resultó sorprendente para esta reina; un sacrificio, una ofrenda que estaba señalando hacia el Señor Jesucristo. David había dicho y escrito tanto sobre Cristo, que no creemos que Salomón hubiera dejado de hablar acerca de Aquel que habría de venir para quitar el pecado. Ahora, los versículos 5 y 6, nos dicen:
"Y dijo al rey: Verdad es lo que había oído en mi tierra acerca de tus cosas y de tu sabiduría; pero yo no creía las palabras de ellos, hasta que he venido, y mis ojos han visto. En realidad, ni aun la mitad de la grandeza de tu sabiduría me había sido dicha, pues tú superas la fama que yo había oído".
En otras palabras, esta mujer dijo: "Cuando oí lo que Dios había hecho, no lo podía creer". Pero ella tenía la suficiente fe como para actuar, cuando escuchó de la grandeza de Salomón; por eso hizo ese largo y penoso viaje. Y créanos, estimado oyente, que era un viaje muy largo en esos días. El viaje llevaba a veces dos o tres meses, quizá un poco más, atravesando un caluroso desierto. Y esta dama, esta reina, hizo ese largo recorrido para poder conocer algo de la sabiduría de este hombre, y se pudo dar cuenta de cómo era posible acercarse a Dios. Y eso fue lo que la dejó sin fuerzas. No lo pudo creer hasta que lo comprobó personalmente. Y notemos ahora, lo que ella dijo aquí en los versículos 7 y 8 de este capítulo 9 del Segundo Libro de Crónicas:
"Bienaventurados tus hombres y dichosos estos siervos tuyos que están siempre delante de ti y oyen tu sabiduría. 8Bendito sea el Señor, tu Dios, el cual se ha complacido en ti, colocándote sobre su trono como rey para el Señor, tu Dios; por cuanto tu Dios amó a Israel, para afirmarlo perpetuamente, por eso te ha puesto como rey sobre ellos, para que hagas juicio y justicia".
Aquí vemos que ella estaba alabando a Dios. Cuando el Señor habló de ella, en Mateo 12:42, dijo: "42La reina del Sur se levantará en el juicio con esta generación y la condenará, porque ella vino desde los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón" Esta reina de Sabá hizo un largo viaje. Había un lugar llamado Sabá en Arabia y otro en África. Ya que el Señor dijo que ella vino desde los confines de la tierra, suponemos que vino desde África. Pero su caravana revelaba la riqueza y el lujo del oriente. Los magos del oriente nunca causaron una mayor impresión que la que produjo esta mujer. Ella llegó con la gran pompa y ceremonia de un monarca oriental. Luego, el holocausto, el sacrificio fue lo que la causó mayor impacto, al ser la más completa y perfecta representación de Cristo presentada en el Antiguo Testamento. ¿Hasta qué punto tuvo entonces éxito Israel en su tarea de testificar a los no judíos? Bien, esta mujer llegó a conocer al Dios vivo y verdadero.
Fue igual a lo que ocurrió con nuestro Señor un día, según Juan 4:21, cuando Él se puso a conversar con la mujer de Samaria cerca del pozo de Jacob. Jesús le dijo: "Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre". En el tiempo de Jesús, la hora estaba llegando, y la hora llegó, así que nosotros en el día de hoy, estimado oyente, tenemos que llevar el evangelio hasta los lugares más alejados del mundo. Sin embargo, en los días del rey Salomón, el mundo vino a Jerusalén para escuchar el Evangelio. Ahora, leamos los versículos 22 y 23, de este capítulo 9 del Segundo Libro de Crónicas, donde se nos dice algo sobre
El esplendor de Salomón
"El rey Salomón superó a todos los reyes de la tierra en riqueza y en sabiduría. Y todos los reyes de la tierra procuraban ver el rostro de Salomón, para oír la sabiduría que Dios le había dado".
Este hombre, entonces, estaba testificando al mundo de esa época. Y continuamos con el versículo 25, que dice:
"Tuvo también Salomón cuatro mil caballerizas para sus caballos y carros, y doce mil jinetes, los cuales puso en las ciudades de los carros, y en Jerusalén, junto al rey".
Ahora, éste fue un defecto en el carácter de Salomón. Al rey le había sido prohibido por la ley de Moisés, el multiplicar el número de sus caballos y el de sus mujeres. Pero Salomón multiplicó ambos. Aun hoy impresiona contemplar en Megido las ruinas de los establos que Salomón tenía allí. Ahora, se nos dice aquí en el versículo 26 hasta el 28:
"Tuvo dominio sobre todos los reyes desde el Éufrates hasta la tierra de los filisteos y hasta la frontera de Egipto. Acumuló el rey tanta plata como piedras había en Jerusalén, y cedros como higueras hay en la Sefela. Traían también caballos para Salomón, de Egipto y de todos los países".
Si duda alguna, Salomón fue uno de los grandes gobernantes de este mundo. Y ahora veamos los versículos 29 al 31, de este capítulo 9 del Segundo Libro de Crónicas, en los que se nos habla de
La muerte de Salomón
"Los demás hechos de Salomón, los primeros y los últimos, ¿no están todos escritos en los libros del profeta Natán, en la profecía de Ahías, el silonita, y en la profecía del vidente Iddo acerca de Jeroboam hijo de Nabat? Reinó Salomón en Jerusalén sobre todo Israel cuarenta años. Y durmió Salomón con sus padres, y lo sepultaron en la Ciudad de David, su padre. Reinó en su lugar Roboam, su hijo".
Dios había cumplido Su promesa a Salomón. Le había dado la sabiduría sobrenatural que él le había pedido y además, le había dado riquezas y honores. Así, pues, concluimos este estudio del reino de Salomón, y también nuestro estudio del capítulo 9 del Segundo Libro de Crónicas. Llegamos ahora, a
2 Crónicas 10
y llegamos así también, a la segunda y última división del Segundo Libro de Crónicas. En los primeros nueve capítulos, vimos que se hablaba del reino de Salomón. Entonces, a su muerte, reinó su hijo Roboam. Y la insensatez de este nuevo rey condujo a la división del reino. El reino del norte, integrado por 10 tribus, fue conocido como Israel. El reino del sur, integrado por 2 tribus, tomó el nombre de Judá. Dios colocó el énfasis en el reino de Judá porque ésta era la línea de descendencia de David, que conduciría a Cristo. En esta sección de la historia de la nación, hubo cinco períodos de renovación. Éstos fueron expuestos más ampliamente en Crónicas, ya que estos libros, como ya indicamos, revelan el punto de vista de Dios. Leamos, pues, los dos primeros versículos de este capítulo 10, donde se nos informa que
Roboam llegó al trono
"Roboam fue a Siquem, porque en Siquem se había reunido todo Israel para hacerlo rey. Cuando lo supo Jeroboam hijo de Nabat, el cual estaba en Egipto, adonde había huido a causa del rey Salomón, volvió de Egipto".
Aunque eso no es mencionado aquí en Crónicas, al leer en el libro de Reyes, nos informamos que este hombre Jeroboam, había intentado encabezar una rebelión, aun antes de la muerte de Salomón. Él había tenido que huir para poder salvar su propia vida y se fue a la tierra de Egipto, donde se quedó hasta la muerte de Salomón. Ahora vemos que regresó para encabezar una rebelión en el reino. Si este hombre Roboam hubiese sido sabio y más inteligente, y si su carácter hubiera sido un poco más moderado y modesto, podría haber evitado la división del reino. Pero él no lo hizo. Ahora nos encontramos con que Jeroboam estaba de regreso en su tierra, y leemos en los versículos 3 y 4, lo siguiente:
"Volvió de Egipto, pues habían enviado a llamarle. Vino, pues, Jeroboam con todo Israel, y hablaron a Roboam diciendo: Tu padre agravó nuestro yugo; alivia ahora algo de la dura servidumbre y del pesado yugo con que tu padre nos apremió, y te serviremos".
En otras palabras, los impuestos fueron la causa de la disensión. Probablemente, lo que más ha causado revoluciones y rebeliones, ha sido este asunto de los impuestos. Ha producido incluso la caída de muchas naciones. Fue precisamente lo que provocaría la caída del imperio romano.
Salomón había comenzado un gran programa de edificación. Ahora, él no sólo edificó el templo, sino que se nos dice en el Libro de Reyes, que él había edificado también muchas clases de edificios y palacios. Tenía un gran programa de urbanización y mejoras durante su reino. Todo eso tenía que ser pagado en alguna forma y eso fue lo que causó un gran aumento de los impuestos. Ahora, eso le dio a Jeroboam el motivo para poder protestar, y con ese propósito se presentó ante el rey Roboam. Ahora, Jeroboam, en realidad, se aproximó al rey de una forma bastante moderada y le dijo que si él aliviaba la dura servidumbre que Salomón les había impuesto, entonces le servirían. Veamos lo que Roboam le contestó aquí en el versículo 5:
"Él les dijo: Volved a mí de aquí a tres días. Y el pueblo se fue".
Lo que Jeroboam había pedido fue algo justo, apropiado. Le daría al rey la oportunidad de estudiar cuales eran las deudas que tenían y cuál sería la mejor solución. Lo más sabio hubiera sido proceder a una reducción de los impuestos. Veamos ahora, qué nos dicen los versículos 6 hasta el 8 de este capítulo 10 del Segundo Libro de Crónicas:
"Entonces el rey Roboam consultó con los ancianos que habían estado delante de Salomón, su padre, cuando este vivía, y les dijo: ¿Qué me aconsejáis vosotros que responda a este pueblo? Ellos le contestaron diciendo: Si te conduces humanamente con este pueblo, lo tratas bien y le hablas con buenas palabras, ellos te servirán siempre. Pero él abandonó el consejo que le dieron los ancianos, y pidió consejo a los jóvenes que se habían criado con él y estaban a su servicio".
Roboam demostró tener muy poco criterio. Tendría que haber seguido el sabio consejo de los ancianos que habían servido como consejeros de Salomón. Ellos conocían bien la situación. Pero desgraciadamente, Roboam consultó a los muchachos que se habían criado con él. Notemos entonces, lo que dicen aquí los versículos 10 y 11:
"Entonces los jóvenes que se habían criado con él, le contestaron: Así dirás al pueblo que te ha hablado diciendo: Tu padre agravó nuestro yugo, pero tú disminuye nuestra carga. Así le dirás: Mi dedo más pequeño es más grueso que la cintura de mi padre. Así que, si mi padre os cargó de yugo pesado, yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os castigó con correas, pero yo os castigaré con látigos de puntas de hierro".
Esto fue posiblemente la decisión más equivocada que llegó a tomar este joven Roboam. Los ancianos habían admitido que el rey Salomón había subido excesivamente los impuestos y aconsejaron que Roboam accediera al pedido, quizás interrumpiendo el programa de edificación y reduciendo así el gasto público. Para ellos era el momento oportuno para reducir los impuestos. Y ahora, el versículo 12, dice:
"Volvió, pues, Jeroboam con todo el pueblo ante Roboam al tercer día, según el rey les había mandado diciendo: Volved a mí de aquí a tres días".
Parecía como si el reino se estaba precipitando por una pendiente y ya nada podría detener su caída. Al rey no se le ocurrió consultar a Dios, y Dios le abandonó entonces a su suerte. Así sucede cuando una persona le da la espalda a Dios, con un corazón insensible, ciego, rodeado de oscuridad. Recuerde, estimado oyente, la advertencia de la carta a los Hebreos, que al citar el Salmo 95, pone en boca del Espíritu Santo esta solemne advertencia: "Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones". Por ello le invitamos a que deje entrar en su vida al Señor Jesucristo, para que Aquél que se presentó como la luz del mundo, ilumine su vida para siempre.
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