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Estudio bíblico de Nehemías 5:1-19

Nehemías 5:1-19

Hoy comenzamos el capítulo 5, cuyo tema es la respuesta de Nehemías a la oposición interior que encontró en la reedificación de los muros de Jerusalén. Ya hemos visto antes que él había encontrado oposición, y ésta había tomado diferentes formas, ya que el diablo es una persona muy sutil en su manera de actuar. Primero, el enemigo se rió de los judíos que trabajaban. Después se burlaron, poniéndolos en ridículo. Finalmente, hubo una oposición abierta. Ésta fue tan intensa que Nehemías tuvo que disponer que cada obrero trabajase en la muralla con una paleta de albañil en una mano, y una espada en la otra. Y Nehemías y sus colaboradores trabajaron tan duramente que solo se quitaban la ropa para bañarse.

Ahora, vemos aquí que la oposición vino desde dentro. En realidad, en estos casos es donde el diablo lanza sus ataques más efectivos. Al recordar la historia de la iglesia comprobamos que el diablo no ha podido destruirla por medio de la persecución y lo que ha hecho entonces, fue unirse a ella. Y en este relato le vemos actuar desde dentro. Ya había causado el desaliento entre los judíos y entonces avanzó un paso más e hizo que se produjesen conflictos entre ellos. Comenzaremos leyendo los primeros cuatro versículos de este capítulo 5, de Nehemías:

"Entonces hubo gran clamor del pueblo y de sus mujeres contra sus hermanos judíos. Había quien decía: Nosotros, nuestros hijos y nuestras hijas, somos muchos; por tanto, hemos pedido prestado grano para comer y vivir. Y había quienes decían: Hemos empeñado nuestras tierras, nuestras viñas y nuestras casas, para comprar grano, a causa del hambre. Otros decían: Hemos tomado prestado dinero sobre nuestras tierras y viñas para el impuesto del rey".

Usted puede apreciar, estimado oyente, que la naturaleza humana no cambia; no sólo eso, aun cuando estamos viviendo en la actualidad en una era mecánica, electrónica, tecnológica, y en la era espacial, los problemas que tenemos son similares a los que tenían en los días de Nehemías. Creemos que quizá nuestros dispositivos electrónicos simplemente multiplican los problemas y los hacen mucho más difíciles de resolver. La gente aquí estaba tan ocupada edificando los muros que no habían tenido oportunidad de ocuparse de sus propios negocios. Por lo tanto, para comprar sus alimentos, habían tenido que hipotecar sus propiedades. Algunos tuvieron que hipotecarlas para poder pagar sus impuestos, que eran bastante altos en esos días. Y habían tenido que pedir dinero prestado de sus propios hermanos. Ahora, leamos el versículo 5:

"Ahora bien, nosotros y nuestros hermanos somos de una misma carne, y nuestros hijos son como sus hijos; sin embargo, nosotros tuvimos que entregar nuestros hijos y nuestras hijas a servidumbre, y algunas de nuestras hijas son ya esclavas, y no podemos rescatarlas porque nuestras tierras y nuestras viñas son de otros".

Durante todo este tiempo este problema se había estado agravando, pero hasta esta ocasión Nehemías no se había dado cuenta de ello. Estas personas se dedicaron a la reedificación de los muros de la ciudad y discretamente empeñaron sus propiedades con sus hermanos. Como podemos ver, había algunos que se dedicaban a prestar dinero.

Los enemigos de fuera no habían podido crearles mayores dificultades mientras hubo amor y armonía dentro del grupo. Pero en este momento surgió el conflicto. Recordemos que este tipo de problemas también apareció temprano en la misma iglesia primitiva. Ananías y Safira habían tramado engañar a sus hermanos y fueron castigados por Dios con una muerte repentina. Aquella conspiración tuvo que ver también con el dinero. Podemos ver que el dinero ha sido siempre una gran tentación, incluso en algunos círculos cristianos.

Y vemos aquí que este es el asunto que se presentó ante Nehemías y que tuvo que tratar de una manera directa. La Biblia nos da algunos consejos al respecto. Por ejemplo en Filipenses, capítulo 1, versículos 27 y 28 dice: "Solamente comportaos de una manera digna del evangelio de Cristo, de modo que ya sea que vaya a veros, o que permanezca ausente, pueda oír que vosotros estáis firmes en un mismo espíritu, luchando unánimes por la fe del evangelio; de ninguna manera intimidados por vuestros adversarios, lo cual es señal de perdición para ellos, pero de salvación para vosotros, y esto, de Dios". Pablo estaba diciendo que tiene que haber armonía dentro de la iglesia, que uno tenía que ser honrado en sus asuntos. No debía dar falsos informes ni menospreciar al hermano. Y el decir la verdad produciría armonía.

El apóstol Santiago, que era muy práctico, también tuvo algo que decir al respecto. En el capítulo 3, versículo 16 de su carta, dijo: "Porque donde hay celos y ambición personal, allí hay confusión y toda cosa mala". Eso es lo que le sucedió a Ananías y Safira. Ellos mintieron en sus tratos con la iglesia y trajeron confusión. Y volviendo a los días de Nehemías y como ya hemos anticipado, el problema surgió porque algunos judíos habían pedido dinero prestado. Cuando no pudieron devolverlo, tuvieron que vender a sus hijos e hijas como esclavos, y aunque esa situación se mantenía por un período determinado de tiempo, duraba lo necesario como para malograr sus vidas, en algunos casos. Aquellos que habían pedido dinero prestado tuvieron que pagar intereses. Lo interesante es que aunque esto parecía algo legítimo, como lo es en el mundo financiero actual, no lo era para los israelitas. Dios había dicho que ellos no debían cobrar intereses a sus propios hermanos.

Hasta ese momento Nehemías había mantenido la calma. Él había podido mantener una buena relación con su pueblo y había sido paciente con los israelitas. Pero en esta ocasión, Nehemías se enfadó. Bueno, escuchemos lo que dijo aquí en los versículos 6 al 8 de este capítulo 5 de Nehemías:

"Cuando oí su clamor y estas palabras, me enojé mucho. Después de meditarlo bien, reprendí a los nobles y a los oficiales. Y les dije: ¿Exigís interés a vuestros hermanos? Además, convoqué contra ellos una gran asamblea, y les dije: Nosotros, según nuestras posibilidades, rescatamos a nuestros hermanos judíos que habían sido vendidos a las naciones; ¿y ahora sois vosotros los que vendéis aun a vuestros hermanos, para que nosotros tengamos que rescatarlos de nuevo? Y callaron, pues no tuvieron qué responder".

Aquí vemos que no se enfadó simplemente, sino que se indignó. Pero se tomó su tiempo para pensarlo bien, lo cual es una buena lección a imitar. Nunca conviene hablar en público bajo los efectos de la indignación. Pero enfrentó la situación y les reprochó públicamente a los nobles y a los gobernantes por su proceder. Teniendo en cuenta el estado público del problema, fue la forma más correcta de proceder. Creemos que en la iglesia ante situaciones similares en las que se dude de la honestidad de alguien o se cuestione la transparencia de otro, debe exponer abiertamente el problema con la actitud constructiva de resolverlo.

Nehemías entonces expuso la conducta poco honrada ante sus compatriotas. Ya hemos dicho que estaba enfadado. Alguien podría decir que el cristiano no debiera enfadarse así. Recordamos que el apóstol Pablo escribió en Efesios 4:26, "Airaos pero no pequéis". Aquí hay que aclarar que hay que tener en cuenta las razones para un enfado. Si usted se enfada porque alguien ha perturbado su propio bienestar, o porque alguien ha perjudicado sus beneficios o intereses personales, entonces está mal. Pero si usted se enfada por motivos tales como los planes y propósitos de Dios, la gloria y honra de Dios, o porque el nombre de Dios está siendo menospreciado, entonces, usted puede enojarse, y no estará cometiendo ningún pecado. Nehemías, pues, no adoptó una actitud pasiva ante el pecado evidente. No consintió en que se lo pasara por alto. Lo denunció abiertamente.

Y creemos que nosotros debemos ser impulsados a mostrar nuestro enojo justo cuando vemos que las cosas andan mal. No debemos mimar al que ha obrado mal, cerrar los ojos ante el pecado ni mirar para otro lado. Muchos, en estos casos, prefieren no intervenir y dicen: "Bueno, nosotros no queremos crear problemas". Pero los problemas vendrán igual, sólo que aumentados, porque si usted no interviene, el enemigo espiritual acabará ganando terreno, causará divisiones y el daño será mayor. Por ello, ante situaciones de esta naturaleza necesitamos personas con valor, y con convicciones firmes. En la medida en que el cristianismo pierda autoridad moral, su imagen continuará deteriorándose. Y entonces, el mundo seguirá, indiferente, su propio camino, sin tener en cuenta los principios Bíblicos que los cristianos siempre han proclamado. Éste es uno de los motivos por los cuales algunos movimientos de renovación espiritual genuinos, han surgido fuera del cristianismo organizado e institucional.

Cierto predicador dijo que le enfadaba el pensar que no podía hacer llegar a los no creyentes el mensaje del Evangelio porque ellos lo rechazaban, basados en las actitudes de hipocresía y deshonestidad de algunos cristianos. Sin embargo, hay muchas personas en el mundo que anhelan conocer la verdad y quieren saber si somos sinceros en lo que decimos, y si existe coherencia entre los principios que proclamamos y nuestra conducta personal. Algunos que ejercen la autoridad, tratan el mal proceder de otros como aquel que limpia su casa ocultando la suciedad debajo de la alfombra, con la excusa de querer proyectar una imagen de bondad y amabilidad. Es una forma más de ocultar la falta de valor y autoridad espiritual.

Ahora, cuando Nehemías expuso en público el pecado de sus hermanos de raza, nadie se atrevió a responderle. Los implicados permanecieron en silencio mientras él estuvo ante ellos, pero le causarían todas las dificultades que pudieran. También le traerían muchos problemas cuando regresara al palacio de Susa. Pero ya veremos que, a pesar de todo, el reedificó las murallas de Jerusalén y sirvió a Dios en su día y a su generación. Continuemos leyendo el versículo 9:

"Y yo añadí: No es bueno lo que hacéis. ¿No deberíais andar en el temor de nuestro Dios, para no ser objeto de burla de las naciones enemigas nuestras?"

El nombre de Cristo ha sido deshonrado en el mundo. ¿Por causa de la conducta de la iglesia como institución? ¿Por la conducta de los creyentes? ¿Por la conducta suya y la mía? Eso es lo que nos debemos preguntar a nosotros mismos, con una actitud de crítica constructiva. En otras palabras, les dijo que con su conducta estaban provocando que el enemigo se burlara de Dios y de Su pueblo. O sea, que no estaban honrando a Dios. Y continuamos leyendo en el versículo 10:

"También yo, mis hermanos y mis criados les hemos prestado dinero y grano. ¡Perdonémosles esta deuda!"

Nehemías les dijo que se podía haber beneficiado personalmente de esa situación. Esta era en realidad la gran prueba de Nehemías. Porque pudo demostrar que no había utilizado su cargo ni posición para obtener una ganancia. Generalmente, la persona avara procura sacar rendimiento al último centavo. Muchas personas están colocando el dinero en el lugar principal de su vida, antes que Dios. Usted puede poner una moneda delante de su ojo y no ver el sol. Y hay muchas personas que están mirando al mundo de esa manera. Ahora, notemos lo que él hace aquí en el versículo 11:

"Os ruego que les devolváis hoy sus tierras, sus viñas, sus olivares y sus casas, y la centésima parte del dinero, del grano, del vino y del aceite, que demandáis de ellos como interés".

Así que Nehemías apeló a los judíos ricos para que devolvieran lo que habían acumulado, y que no recibiesen más pagos. Ahora, el versículo 12, continúa diciendo:

"Ellos respondieron: Lo devolveremos y nada les demandaremos; haremos así como tú dices. Entonces convoqué a los sacerdotes y les hice jurar que harían conforme a esto".

Aquí vemos que no confió en sus promesas verbales y requirió de ellos un compromiso formal. Aunque eran el pueblo de Dios, su experiencia le aconsejó no fiarse de la palabra empeñada, incluso públicamente. Tuvieron que hacer constar su juramento por escrito.

Hay creyentes que, por los desengaños sufridos se han arrepentido por haber confiado en otros cristianos, por haber creído de buena fe que respetarían la palabra dada y sus compromisos financieros. En consecuencia muchos evitan entrar en acuerdos profesionales y comerciales con otros cristianos. Y dicen que prefieren los tratos con los no creyentes, porque ya saben lo que podrían esperar de ellos y se sienten con mayor libertad para vigilarles.

Veamos ahora lo que dijo Nehemías aquí en el versículo 13, de este capítulo 5 de Nehemías:

"Sacudí además mi ropa, y dije: Así sacuda Dios de su casa y de su trabajo a todo hombre que no cumpla esto; así sea sacudido y quede sin nada. Y respondió toda la congregación: ¡Amén! Entonces alabaron al Señor, y el pueblo hizo conforme a esto".

Sabemos que sólo se necesita una manzana podrida para echar a perder todas las demás. Lo mejor es identificarla y sacarla para que no se perjudique el resto del grupo. Y eso es lo que Nehemías estaba haciendo. Él, en realidad, estaba pronunciando una maldición sobre ellos. Ésta fue una escena pintoresca y dramática. Era un funcionario del gobierno y como tal usaba un uniforme así que se quito su larga túnica en frente de la multitud y lo sacudió, en otras palabras dijo: "Así sacuda Dios fuera de su casa y de sus propiedades a todo aquel que no cumpla este juramento, y así lo despoje de todo lo que ahora tiene". Fueron palabras tremendas, pero esa era la forma adecuada de hablar a gente como aquella. Recordemos que Pablo, escribiendo a los Gálatas en 5:12, les dijo: "¡Ojalá se mutilasen los que os perturban!" Él deseó que los legalistas fueran separados completamente del grupo, por el daño que estaban causando a los creyentes de Galacia. Éste también fue un lenguaje muy fuerte. Ahora tenemos un detalle de la vida personal de Nehemías. Leamos el versículo 14, de este capítulo 5 de Nehemías:

"También desde el día que me mandó el rey que fuera gobernador de ellos en la tierra de Judá, desde el año veinte del rey Artajerjes hasta el año treinta y dos de su reinado, durante doce años, ni yo ni mis hermanos comimos del pan del gobernador".

Era evidente que tenía derecho a tener un sueldo, pero no lo aceptó. Y en el versículo 15 dijo de sus antecesores:

"En cambio, los primeros gobernadores que me antecedieron abrumaron al pueblo: les cobraban, por el pan y por el vino, más de cuarenta monedas de plata, y aun sus criados oprimían al pueblo. Pero yo no hice así, a causa del temor de Dios".

Los gobernadores que ocuparon el cargo antes de él recibieron los sueldos que les correspondían. Pero él no quiso aceptar el suyo. Y el versículo 16 dice:

"También trabajé mi parte en la restauración de este muro, y no he comprado heredad; también todos mis criados estaban allí juntos en la obra".

Nehemías no quiso implicarse en el negocio de los bienes inmuebles y se mantuvo apartado de la especulación de la tierra. No obtuvo beneficios de hipotecas sobre las tierras prestando dinero o grano. No se quedó con nada de modo extraoficial o de manera encubierta. Y el versículo 17, dice:

"Además, ciento cincuenta judíos y oficiales, y los que venían de las naciones que había alrededor de nosotros, se sentaban a mi mesa".

Nehemías recibía regularmente a su mesa a ciento cincuenta invitados. También recibió a judíos de las naciones circundantes que habían venido a vivir a la ciudad y aún no habían encontrado una vivienda. Aparentemente hizo todo esto corriendo él personalmente con los gastos. Evidente, había sido diferente a los demás gobernadores. Leamos el versículo 18:

"Cada día se preparaba un buey y seis ovejas escogidas; también me preparaban aves; y, cada diez días, se traía vino en abundancia. Así y todo, nunca reclamé el pan del gobernador, porque la carga que pesaba sobre este pueblo era excesiva".

O sea, que él no reclamó la asignación económica para gastos de hospitalidad de un gobernador, porque tenía un corazón sensible por sus hermanos de raza, que trabajaban duramente. Leamos, finalmente por hoy, el versículo 19:

"¡Acuérdate de mí para bien, Dios mío, y de todo lo que hice por este pueblo!"

Nehemías era un hombre extraordinario. La gente del pueblo era su principal preocupación pero esa gente le olvidaría. Fue una triste realidad, pero muchos personajes famosos han aprendido que el mundo olvida fácilmente. Las personas tienen una memoria muy frágil. Pero Nehemías le pidió a Dios que lo recordase. Y así fue que dijo: "Acuérdate de mí. . . Dios mío". Es hermoso recordar que Dios no recuerda nuestros pecados pero siempre recordará nuestras buenas obras, e incluso las registra en un libro.

Estimado oyente, hemos recordado que los seres humanos se van olvidando unos de otros. Y cada uno va a lo suyo y, de forma egoísta se desentiende de los problemas y necesidades de los demás. Pero Dios se acuerda de usted, estimado oyente, y conoce cual es su situación ante Él. Sabe si usted está lejos de Él, o si ya le pertenece como hijo. Y si usted acepta Su amor y Su gracia, expresados al entregar a su Hijo, el Señor Jesucristo, como sacrificio en la cruz, Él perdonará sus pecados porque Cristo ya pagó el castigo por ellos. Entonces, al pertenecerle, Él escuchará sus oraciones, como escuchó las de Nehemías, y por medio de Su Espíritu le fortalecerá, le consolará, le guiará y transformará su existencia en una vida de auténtica calidad, que se prolongará después de esta vida, en la vida eterna.

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