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Estudio bíblico de Job 5:7-6:15

Job 5:7 - 6:15

Continuamos hoy, estimado oyente, nuestro estudio del capítulo 5 de Job, y estamos contemplando el primer discurso realizado por Elifaz, uno de los amigos de Job. Este hombre ya había insinuado que Dios castigaba el pecado, y que ésa era la razón por la cual Job estaba sufriendo una gran desgracia. Ningún inocente sufriría, porque Dios estaba castigando el pecado. Pero en realidad, ése no era el caso de Job.

Elifaz estaba hablando con la voz de la experiencia. Él había tenido una visión, un sueño, fue algo terrible, pero la conclusión a la que arribó no requería tanto dramatismo. Lo que dijo era verdad, pero uno no necesita tener un sueño, una pesadilla, ni tiene que darse un tremendo susto para llegar a una verdad tan trivial. Era algo que todos, estamos seguros, ya sabían. Job nos mostraría más adelante que él ya sabía esto, sin ninguna necesidad de un sueño. Pero esta clase de relatos les hace sentir a cierta clase de hombres como si estuvieran en una elevada posición desde la cual pueden observar a las demás personas hacia abajo. Desde allí hablan con las voces de la experiencia, de un supuesto conocimiento por el que creen merecer ser escuchados. Creen saber más que los demás, pero quizá no sea así, aunque ellos piensan que así es.

Elifaz estaba clasificando a Job como uno de los insensatos que había echado raíces y estaba floreciendo antes de ser derribado. Y después dijo en los versículos 4 hasta el 7, de este capítulo 5:

"Sus hijos carecerán de socorro: en la puerta serán quebrantados y no habrá quien los libre. Su cosecha se la comerán los hambrientos, sacándola de entre los espinos; y los sedientos se beberán su hacienda. Porque la aflicción no sale del polvo ni la fatiga brota de la tierra. Pero como las chispas se levantan para volar por el aire, así el hombre nace para la desdicha".

Y esa es una gran verdad. El ser humano ha nacido para meterse en problemas. No creemos que sea objeto de debate que la familia humana sufre adversidades, calamidades, aflicciones, penas, sufrimientos, ansiedad, preocupaciones, y molestias de todo tipo. Todo lo que uno necesita es tomar el periódico y leer las noticias; incendios, accidentes, tragedias, guerras, rumores de guerras. Indiferentemente del color de la piel, estatura, sexo, grupo sanguíneo, o índice intelectual, todos los seres humanos comparten esta suerte. Nadie está exento o inmune al dolor y al sufrimiento. Las lágrimas son universales. De hecho, la palabra simpatía significa "comunidad de sentimientos". Los seres humanos sufren juntos y así resuena la sinfonía humana hoy, expresando el sufrimiento de la humanidad. En realidad, la palabra hebrea para hombre es enash y significa "el miserable". Así es el hombre. Y podemos añadir otra garantía: desdicha, como decía el versículo 7: Pero como las chispas se levantan para volar por el aire, así el hombre nace para la desdicha. Las chispas vuelan hacia arriba de acuerdo con una ley universal, la ley de termodinámica. No es por casualidad o por la suerte. Lo que pasa realmente es que se crea una corriente hacia arriba producida por el calor en una noche fría, cuando se hace, por ejemplo, un fuego a la intemperie, y las chispas comienzan a elevarse hacia arriba.

Básicamente, los problemas, el sufrimiento y el pecado son el resultado de la desobediencia a Dios y ¡No hay paz para los malos! ha dicho el Señor. (Isaías 48:22). El hombre ha tratado de edificar una utopía en el pecado, pero eso no da resultado. No puede haber un milenio sin el Príncipe de Paz, y por tanto los problemas rodean al ser humano, y los justos sufren hoy y los hijos de Dios tienen problemas. Usted no puede tener hoy paz sin Dios.

A veces el problema le llega al hijo de Dios a causa de una tonta equivocación, de una mala elección en el campo profesional, en el área de los sentimientos, cuando un hombre o una mujer hacen su elección para el matrimonio, y después tienen que sufrir las consecuencias por muchos años.

Ahora, a veces el problema es un juicio, un castigo del Padre sobre Su hijo. En Primera de Corintios 11:31 dice: Si, pues, nos examináramos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; Pero si no nos examinamos, Dios tendrá que juzgarnos.

Otras veces los problemas provienen de la disciplina del Padre. Eso es algo que se nos enseña en las mismas Escrituras. Dice en Hebreos 12:6, porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Eso ocurrió con Moisés, quien estaba viviendo cómodamente en la corte de Faraón y eligió ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado. (Hebreos 11:25). Esta experiencia fue una disciplina para Moisés. Y Dios nunca lo podría haber utilizado como un libertador si no hubiera pasado 40 años preparándose en el desierto de Madián. Y luego tenemos a Saulo de Tarso, ese joven fariseo orgulloso que vino a Cristo y Dios dijo de él; Yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre. (Hechos 9:16) Y Dios realmente le hizo pasar por un duro proceso de preparación. Las dificultades son, pues, una disciplina del Padre celestial.

Los problemas o dificultades provienen a veces del propósito de enseñarnos a ser pacientes y a confiar en Dios. El apóstol Santiago, que era un hombre práctico, dijo en 1:3, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.

Otras veces nos llegan los problemas porque Dios nos quiere pulir, quiere suavizar las asperezas. Veremos que Job llegó a entender que Dios estaba haciendo esto con él. Porque dijo en 23:10: Mas él conoce mi camino; si me prueba, saldré como el oro.

Y, finalmente, Dios permite que nos acosen los problemas para que nuestras mentes y corazones se sujeten más a Él.

Como hemos visto, hay buenas razones para que los problemas y dificultades estén presentes en la vida del hijo de Dios. Por ello, Elifaz estaba en lo cierto cuando dijo: Pero como las chispas se levantan para volar por el aire, así el hombre nace para la desdicha.

Entrando ya en nuestro pasaje Bíblico de hoy, veamos ahora lo que dicen los versículos 8 hasta el 16, de este capítulo 5 de Job:

"Ciertamente yo buscaría a Dios y le encomendaría mi causa. Él hace cosas grandes e inescrutables, y maravillas sin número. Derrama la lluvia sobre la faz de la tierra y envía las aguas sobre los campos. Pone en alto a los humildes y a los enlutados da seguridad. Frustra los pensamientos de los astutos, para hacer vana la obra de sus manos. Atrapa a los sabios en su propia astucia y frustra los planes de los perversos. De día tropiezan con tinieblas; a mediodía andan a tientas, como de noche. Él libra de la espada al pobre, de la boca de los malvados y de la mano del violento; por eso, el necesitado tiene esperanza, pero la iniquidad cierra la boca".

Lo que él en realidad estaba diciendo aquí, de una manera hermosa, es que Dios es fiel, que Dios es bueno, y que Dios es justo. Aunque esta afirmación era cierta, no tocaba la raíz del problema humano de Job. Es que Elifaz ni siquiera le estaba hablando de una forma directa a Job. Veamos ahora el versículo 17:

"Bienaventurado es el hombre a quien Dios corrige; por tanto, no desprecies la reprensión del Todopoderoso".

Hemos oído citar este versículo una y otra vez. Ahora, alguien quizá nos diga, bueno, ¿y acaso no es verdad? Sí, lo es, estimado oyente. Pero esto fue mencionado como una indirecta personal contra Job. La reprensión o el castigo no es siempre el motivo por el cual el pueblo de Dios sufre, como hemos visto. Y algunas veces uno puede usar esta afirmación como una pequeña daga en el corazón de un amigo. Es una forma amable de decirle a alguien: "Usted está teniendo problemas porque ha actuado mal y Dios les está corrigiendo". Bien, podría ser, pero no necesariamente, ¿Quién sería digno de pronunciar tal veredicto, como si el Señor le hubiera revelado un secreto? Algunas personas piensan que tienen en estos asuntos la última palabra. No le es posible a usted hablar siempre del problema de otra persona, de la misma manera que otros no podrían opinar sobre su problema. Así que, aunque la declaración de Elifaz era cierta, no se podía aplicar a Job. Ahora, en el versículo 18, de este capítulo 5 de Job, dice:

"Porque él es quien hace la herida, pero él la venda; él golpea, pero sus manos curan".

Este versículo nos presenta un cuadro maravilloso y muy apropiado de Dios. Continuemos con el versículo 19:

"En seis tribulaciones te librará, y en la séptima no te tocará el mal".

Observaremos este uso de la cifra siete en el libro de Proverbios 6:16 y, en efecto, con bastante frecuencia por toda la Biblia. Y no es simplemente una expresión poética. Quiere decir en realidad siete, y este número no es necesariamente el número de la perfección, pero sí es el número de la plenitud, es decir, que representa a lo que está completo. Por ejemplo, el séptimo día es la finalización, la conclusión de una semana. Aquí, siete es el número de la plenitud, en el sentido de que nos da una visión completa de los sufrimientos del hombre. Leamos entonces los versículos 20 y 21, donde se comienzan a enumerar esos siete factores:

"En tiempo de hambre te salvará de la muerte, y del poder de la espada en la guerra. Del azote de la lengua serás protegido y no temerás cuando venga la destrucción".

Dios nos librará de estas siete aflicciones: (1) En primer lugar, "En el hambre te salvará de la muerte". (2) En segundo lugar, "y del poder de la espada en la guerra". (3) Tercero, "del azote de la lengua serás protegido". Aquí se refiere a los chismes, a la calumnia, que han malogrado la vida de tanta gente. La lengua ha destruido probablemente a más personas que la misma guerra. (4) Cuarto, "no temerás la destrucción cuando viniere". Aquí se refiera a los trastornos de la naturaleza como terremotos, huracanes, etc. Leamos también el versículo 22:

"De la destrucción y del hambre te reirás y no temerás a las fieras del campo"

(5) En quinto lugar, dice, "De la destrucción y del hambre te reirás". Es interesante observar que donde se ha predicado el evangelio en la actualidad, indiferentemente que haya sido aceptado o no, se encuentran zonas donde la gente puede alimentarse. Y no creemos que eso sea algo accidental, porque le lectura de la Palabra de Dios y su aplicación a la vida cambia la conducta y la convivencia entre las personas y trae bendición. (6) En sexto lugar, dice "No temerás a las fieras del campo". Bien, veamos ahora los versículos 23 al 26, de este capítulo 5 de Job:

"Pues aun con las piedras del campo harás un pacto y las fieras del campo estarán en paz contigo. Sabrás que hay paz en tu tienda: visitarás tu morada y nada te faltará. Asimismo verás que tu descendencia es mucha, que tu prole es como la hierba de la tierra. Llegarás con vigor a la sepultura, como gavilla de trigo recogido a su tiempo".

(7) En séptimo lugar, la última aflicción es la muerte. Entonces Elifaz habló de la muerte, no como si fuera un monstruo horrible, espantoso, sino como algo que uno está esperando, como algo bien recibido. Es que hay algo nivelador en la muerte. Y dice el versículo 27:

"Nosotros lo hemos examinado, y esto es así. Escúchalo y conócelo para tu propio provecho".

Bien, de esta manera concluye el primer discurso de Elifaz, sin haber podido satisfacer en absoluto la necesidad de Job. Sin haber podido llegar a su corazón. De hecho, estaba consternado, desanimado y alarmado. Y se quejó clamando por misericordia y ayuda, porque Elifaz no le había traído ayuda ni consuelo.

Llegamos así a

Job 6:1-15

Los capítulos 6 y 7 de este libro contienen la respuesta de Job a Elifaz. Escuchemos ahora lo que Job respondió, leyendo los versículos 1 y 2:

"Respondió entonces Job y dijo: ¡Ojalá pudieran pesarse mi queja y mi tormento, y fueran puestos igualmente en la balanza!"

Job estaba expresando una súplica lastimera, en la que reconocía no ser capaz de expresar la magnitud de su dolor. Quedó claro que las palabras de Elifaz no le habían ayudado en nada. El decirle a un amigo simplemente que tiene un pecado secreto y que lo que debe hacer es confesarlo para restaurar su situación con Dios no es siempre una actitud correcta. Elifaz no le había entendido en absoluto. Le dijo algunas cosas hermosas, que además eran ciertas, pero incapaz de ayudarle.

Job necesitaba más que lo que acababa de escuchar y se estaba quejando como si fuera un animal herido. Leamos ahora los versículos 3 al 5:

"Pesarían ahora más que la arena del mar. Por eso mis palabras han sido precipitadas, porque las flechas del Todopoderoso se me han clavado, su veneno lo ha bebido mi espíritu y los terrores de Dios combaten contra mí. ¿Acaso gime el asno montés junto a la hierba? ¿Acaso muge el buey junto a su pasto?"

O sea que si sus penas y desgracias pudieran pesarse en una balanza, pesarían más que la arena del mar. Estaba en realidad clamando por recibir una respuesta. Y puso el ejemplo del asno en el campo, que no rebuzna cuando está comiendo la yerba. De la misma manera, él no estaría lamentándose sino hubiera algo que le estaba lastimando, algo que le estaba produciendo un dolor imposible de expresar.

Y luego dijo en los versículos 6 y 7:

"¿Acaso se come sin sal lo desabrido o tiene sabor la clara del huevo? Las cosas que yo ni siquiera quería tocar son ahora mi alimento".

La comida había dejado de ser una experiencia placentera, comía a disgusto, únicamente para sobrevivir. Y los versículos 8 y 9 dicen:

"¡Quién diera que se cumpliese mi petición, que Dios me otorgara lo que anhelo: que agradara a Dios destruirme, que soltara su mano y acabara conmigo!"

Realmente, Job había tocado fondo. Él había llegado a lo más profundo del abismo. En realidad estaba cuestionando la justicia de Dios. Estaba totalmente abatido. Deseaba que Dios le destruyera, que se librara de él, que le soltara de Su mano y acabara con su vida. Y, luego dijo en los versículos 10 y 11, de este capítulo 6 de Job:

"Sería entonces mi consuelo, cuando el dolor me asaltara sin tregua, no haber renegado de las palabras del Santo. ¿Cuál es mi fuerza para seguir esperando? ¿Cuál es mi fin para seguir teniendo paciencia?"

O sea, que ya no le quedaban fuerzas para resistir y no tenía motivo para seguir viviendo. Y luego, continuó diciendo en el versículo 12:

"¿Soy acaso tan fuerte como las piedras? ¿Es mi carne como el bronce?"

Aquí vemos que la presión de las circunstancias había superado a sus fuerzas físicas y sentía un cansancio inmenso. Y dijo en el versículo 13:

"¿No es cierto que ni aun a mí mismo me puedo valer y que carezco de todo auxilio?"

Y en medio de todo esto, vemos un sentimiento de impotencia y soledad. Escuchemos el desgarrador lamento de Job. En el versículo 14, dijo:

"El atribulado es consolado por su compañero; aun aquel que abandona el temor del Omnipotente".

Su amigo debería haber mostrado compasión, debería de haberle comprendido, pero no lo hizo. Y luego dijo en el versículo 15:

"Pero mis hermanos me traicionaron como un torrente; pasan como corrientes impetuosas".

Otra versión lo traduce así: Mis hermanos han obrado engañosamente como un torrente, como las corrientes de los arroyos que se desvanecen. El significado del idioma hebreo aquí, es que ellos habían sido como un espejismo en el desierto.

Éste es un hermoso lenguaje poético. Fue como si él hubiera mirado al camino, viendo a sus amigos que se acercaban y hubiera pensado: "Gracias a Dios, aquí vienen mis amigos. Ellos me comprenderán y se compadecerán de mí". Su compasión y comprensión habrían sido para él como un oasis en el desierto, pero solo habían sido un espejismo.

Así les sucede a muchas personas que se encontraban en un estado de postración anímica y física, y tenían la esperanza que sus amigos les trajeran cariño, compañía y consuelo. Es que son esos los momentos en los cuales necesitamos el apoyo de aquellos que se han llamado amigos nuestros, aquellos que nos han acompañado en los momentos felices, en los tiempos de abundancia y de salud. Pero muchas veces, la llegada de esos amigos se ha retrasado, o quizás cuando se han acercado a nosotros hemos sentido que se mantenían a cierta distancia, y que sus palabras no llegaban al punto sensible, en el cual se sentía la pena, el dolor, la debilidad. Y entonces, de una manera parecida a la del patriarca Job hemos sentido desilusión y soledad, por no tener al lado a un amigo, a una amiga. Dice en Proverbios 17:17, En todo tiempo ama el amigo y es como un hermano en tiempo de angustia. Pero, por otra parte, debemos reconocer que también hay amigos fieles, leales y comprensivos. Sin embargo, la amistad humana suele ser variable. Algunos amigos se van alejando, mientras surgen otros nuevos. ¿A qué se deben esas situaciones? A veces intervienen las circunstancias, y otras, la inestabilidad de los afectos o del carácter de las personas. Por ello, queremos finalizar hoy recordándole que hay alguien que puede ser para usted el mejor amigo que jamás haya tenido. Tiene todas las cualidades de la amistad, pero en una medida que va más allá de este mundo. Su amistad supera todas las expectativas y las comparaciones. Es el Señor Jesucristo. Él mismo, hablando a sus compañeros, les dijo; Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Y Él, que había llegado a esta tierra con ese propósito, en efecto, dio su vida por los seres humanos. Dios amó al mundo y el sacrificio de Cristo en la cruz fue la máxima expresión de ese amor. Todo aquel que crea que Él murió llevando en nuestro lugar la carga de nuestros pecados, será salvo, tendrá la vida eterna. Estimado oyente, yo ya he creído en el Señor Jesucristo como mi Salvador, y le puedo asegurar que Él es el mejor amigo que se puede usted imaginar. Por ello, además de presentárselo, le invito a que usted también, por la fe, le acepte como su Salvador.

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