Estudio bíblico de Eclesiastés 9:15-10:10
Eclesiastés 9:14 - 10:10
En el día de hoy, amigo oyente, vamos a finalizar el capítulo 9 de este Libro de Eclesiastés, y seguramente usted está de acuerdo con nosotros en que Éste es un capítulo pesimista. Nos presenta el punto de vista del hombre terrenal, que vive debajo del sol. Son las conclusiones equivocadas a las que ha llegado este hombre y su pseudo-filosofía se debe a su ignorancia, a sus prejuicios y a sus falsas premisas basadas en su situación debajo del sol, apartado de Dios.
Hemos visto su conclusión, y ésta es que todos los seres humanos llegarán al mismo lugar. Con esto debemos decir que hay muchas cosas que este hombre ve que son obvias, pero las conclusiones a las que llega están equivocadas. Luego, vimos que la muerte provee una integración total y que todos son iguales en la muerte. Es decir, que la muerte es el gran proceso nivelador, y eso es cierto.
Al leer el versículo 12 comentamos que si el tiempo y el azar son los factores reguladores de la vida, entonces usted está tan indefenso como el pez atrapado en una red. Y no hay nada que usted pueda hacer para cambiar ese destino. Éste es un punto de vista terrible, y la peor clase de fatalismo. Para el que vive sólo para realizar buenas obras en esta vida, no hay otra explicación y está obligado a llegar a esta filosofía fatalista.
Ahora Salomón presentó una pequeña parábola. Leamos el versículo 14:
"Había una pequeña ciudad, con pocos habitantes, y vino un gran rey que le puso sitio y levantó contra ella grandes baluartes"
Escuche con atención, amigo oyente, porque aquí hay una parábola. ¿Está usted sensibilizado por la situación de los oprimidos, los grupos minoritarios y los despreciados? Tendrá que tener en cuenta el fracaso de los recursos humanos para erradicar la pobreza, los abusos y la discriminación. Como muchas veces en el pasado y a lo largo de la historia, en esta historia aparece un rey poderoso. No será la última vez que esto ocurra y en esta ocasión, los habitantes de la ciudad se convirtieron en prisioneros, sin poder evitar el gran despliegue de fuerzas de los que los asediaban. Esta parábola parece representativa de toda la historia, que se ha caracterizado por las guerras, los abusos del poder, la injusticia y la opresión. ¿Cuánto tiempo más cree usted estimado oyente, que Dios le debería dar al hombre para que intente acabar con los abusos del poder, la injusticia, y la opresión?
Ahora en el versículo 15, de este capítulo 9 de Eclesiastés, leemos:
"Pero en ella se hallaba un hombre pobre y sabio, el cual libró a la ciudad con su sabiduría. ¡Y nadie se acordaba de aquel hombre pobre!"
¿Y quién era ese hombre que vino y liberó a esa ciudad? Su nombre era sabiduría; y sabiduría es otro nombre para Cristo, pues en primera de Corintios capítulo 1 y versículo 30 leímos que Dios ha hecho a Cristo nuestra sabiduría. Y Cristo vino a esta tierra en pobreza. Es por eso que Él pudo decir en Mateo 8:20: "Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo, nidos; pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza". En esta tierra Cristo fue, pues, un hombre pobre. Ahora, pasando a los versículos 16 y 17, de este capítulo 9 de Eclesiastés, leemos:
"Entonces dije yo: Mejor es la sabiduría que la fuerza, aunque la ciencia del pobre sea menospreciada y no sean escuchadas sus palabras. Las palabras serenas del sabio son mejores que el clamor del señor entre los necios."
Finalmente, la voz del Señor Jesucristo prevalecerá. Cuando Él venga, Su voz será como el grito de un arcángel y como el sonido de una trompeta (1 Tesalonicenses 4:16) Hoy puede escucharse un gran murmullo de voces en este mundo, pero llegará un día en el que Su voz se impondrá en esta tierra a todas las demás. Ahora, el versículo 18, de este capítulo 9 de Eclesiastés, dice:
"Mejor es la sabiduría que las armas de guerra; pero un solo error destruye mucho bien."
Y aquí tenemos la conclusión a la que llega este capítulo 9 y es que la sabiduría es mejor que las armas de guerra. Y Cristo, es superior a la energía nuclear.
Ahora bien, aquí dice "mejor es la sabiduría que las armas de guerra". Y eso es cierto en el mundo de hoy en día. Usted ha podido observar a los grandes trasatlánticos en la actualidad, que recorren grandes distancias en los mares sin tener la ruta marcada en el agua y con toda facilidad, los pilotos y sus grandes navíos pueden llevar a esos barcos y a sus pasajeros a sus respectivos destinos. ¿Y cómo pueden hacerlo? Bueno, lo hacen siguiendo los sabios principios que fueron establecidos por un filósofo griego poco conocido hace muchos años, que realizó investigaciones en geometría. Realmente, mejor es la sabiduría que las armas de guerra.
Y luego, viene la frase "pero un solo error destruye mucho bien". Otra versión traduce: "pero un solo pecador destruye mucho bien". La vida de un individuo puede ejercer mucha influencia. Y la influencia siempre es más fuerte cuando se la utiliza en la dirección equivocada. La historia ha confirmado esta realidad.
Bueno, podemos observar la historia. El pecado de Adán ha afectado a toda la raza humana. Durante la conquista de Canaán, Acán pecó y en consecuencia, toda una nación sufrió una derrota. Y tuvieron que tratar el pecado de Acán antes que pudieran lograr una victoria. El rey Roboam dividió al reino de Israel. Siglos más tarde, en los tiempos de la iglesia en el Nuevo Testamento, el pecado de Ananías y Safira produjo el primer grave incidente a la iglesia primitiva y a partir de aquellos días, la iglesia ya no actuaría tan poderosamente como lo hizo al principio.
Usted y yo, amigo oyente, tenemos una cierta influencia ya sea para el bien o para el mal. No importa quien sea usted, ocupa un lugar de influencia. Como dijo el apóstol Pablo en Romanos capítulo14 versículo 7, ninguno de nosotros vive para sí mismo, ni tampoco muere para sí. Es como si usted fuera un predicador, un propagador de una idea. Nadie puede evitar el ser un comunicador de algo y por la clase de vida que vive ejerce una influencia sobre los demás.
Creemos que el que realiza buenas obras y presume de su vida moral aparte de Dios, es un gran obstáculo para otros. Es como si bloquease a otros el camino hacia Dios porque su mensaje es: "Vivid como yo vivo, sin Dios. Simplemente hago buenas obras". Ese mensaje constituye pues un estorbo, creando una confusión en los demás.
Y usted, estimado oyente, no importa donde esté ni quien sea, usted es también un comunicador. Usted está transmitiendo con su vida algún mensaje a quienes le rodean en círculo amplio de la sociedad humana. Usted puede influenciar a su vecindario, a su comunidad más próxima. Puede ser de influencia a otros cristianos en su iglesia, quienes le observan para comprobar si usted se toma en serio su relación con Dios y su relación con la iglesia. Y en el más pequeño de los círculos, que es la familia, usted está afectando la vida de otras personas.
Recordemos que el apóstol Pedro predicó un elocuente mensaje en el día de Pentecostés. Andrés estaba allí escuchándole y habrá podido decir: "Éste es mi hermano. Yo se lo presenté a Cristo". Y ésa fue la influencia de Andrés. Usted, con sus palabras y acciones, con su vida, está señalando ante los demás al cielo o al infierno. Ahora, si usted quiere ir al infierno, eso es cosa suya. Pero no tiene derecho a guiar hacia allí a un niño, a su familia, o a otras personas cercanas a usted. ¡Es terrible el guiar a otros de esa manera! Tenemos influencia sobre otros, estimado oyente, y ésa es una gran responsabilidad. Reflexionemos sobre ello.
Seguimos ahora adelante y llegamos al:
Capítulo 10
Podemos ver aquí que las injusticias de la vida sugieren la adopción de una forma de vivir moderada. Escuchemos lo que dice aquí el primer versículo de este capítulo 10:
"Las moscas muertas hacen oler mal y corrompen el perfume del perfumista; así es una pequeña locura al que es estimado como sabio y honorable."
La vida nos ofrece una completa ilustración de esta verdad. Estimado oyente, una noche de diversión en la ciudad puede provocar que usted viva en la oscuridad toda su vida, soportando alguna enfermedad y aun que tenga que enfrentarse a la muerte. Conocemos varios ejemplos que en la vida real dan testimonio de esas experiencia; varias personas nos han manifestado su amargura al no haber podido rectificar un error, una acción sola que malogró el resto de sus vidas.
Conocemos muchos casos de padres que han pasado años ocupados en la formación de su hijo y apoyándole en sus estudios, para que luego aparezca una amistad perjudicial, un joven o una joven, que le arrastran a realizar una acción que le desvía totalmente de su carrera, de sus metas y le transforma en un persona fracasada. Y así, una pequeña locura, una pequeña muestra de insensatez fue todo lo que hizo falta para malograr, para arruinar la vida de una persona normalmente sabia y sensata, y para afectar gravemente la vida de las personas más allegadas. Estimado oyente, escuche estas palabras de este primer versículo expresadas por otra versión: "Las moscas muertas apestan y echan a perder el buen perfume. Pesa más una pequeña necedad que la sabiduría y la honra juntas". Ésta es realmente, una trágica realidad.
Ahora, el segundo versículo de este capítulo 10, dice:
"El corazón del sabio está a su mano derecha, mas el corazón del necio a su mano izquierda."
La mano derecha es la mano que representa a la fortaleza. Por ello dice que el corazón del sabio lo guía hacia la mano derecha. Todo lo que él hace, lo hace con todo su corazón. No lo hace de mala gana, a regañadientes. Y el corazón del necio le guía hacia su mano izquierda. Él hace las cosas sin entusiasmo, sin interés.
¿Cómo se aplica esta ilustración a la vida? Estimado oyente, todo lo que usted lleve a cabo en la vida, hágalo de corazón. Si usted va a servir a Dios no lo haga con reticencia, sino con alegría y emoción. No haga de la vida cristiana algo penoso y triste. Haga de ella algo que realmente merezca la pena. Cualquier cosa que haga, hágala con entusiasmo. Y el versículo 3, dice:
"Aun mientras va de camino, al necio le falta cordura, y va diciendo a todos que es necio."
Un necio no necesita llevar un cartel que le identifique como un necio. La verdad es que todo lo que tiene que hacer es abrir su boca. Y a veces ni siquiera tiene que abrir su boca para demostrar que es un insensato. Así que la Biblia le llama un necio, y él le confirma a todos que, efectivamente, lo es. Ahora, el versículo 4, dice:
"Aunque el ánimo del gobernante se exalte contra ti, no pierdas la calma, porque la mansedumbre hace cesar grandes ofensas."
Es decir, si usted no puede luchar contra ellos, una sus fuerzas con las de sus rivales. Eso es exactamente lo que piensa el hombre terrenal, el que vive y piensa debajo del sol.
Notemos ahora lo que dicen los versículos 5 y 6, de este capítulo 10 de Eclesiastés:
"Hay un mal que he visto debajo del sol, a manera de error emanado del gobernante: que la necedad está colocada en muchos lugares elevados, mientras los ricos se sientan en lugares humildes."
Y ésta es una de las cosas que ocurre en nuestra época. Se le ha otorgado una dignidad al pecado. Hubo un tiempo en el que el pecado era algo despreciable que sólo se encontraba en ciertas zonas de la ciudad. Se lo consideraba algo sucio, obsceno, grosero. Tenía la imagen de algo bajo, ruin. Pero en el día de hoy, el pecado se ha trasladado a las mejores zonas de la ciudad. Y se comete con mucha dignidad. Se le ha dado un lugar muy importante. Y ocupa un lugar muy destacado en algunos programas de televisión, en los cuales algunos de los entrevistados lo exhiben incluso como una muestra de distinción, como una señal de que se mueven en ambientes de alto nivel. Y si encima demuestran tener una personalidad excéntrica o incontrolada, o agresiva, provocan una corriente de simpatía a su favor.
En cambio, las entrevistas concedidas a ciudadanos normales, a cristianos, no son rentables para ese medio de difusión, porque tienen muy baja audiencia. Y sin embargo, ellos son los que están haciendo la mejor contribución al bienestar de su comunidad y de la sociedad en general. Y así, ellos ocupan un lugar más bajo en las preferencias de la gente. Por ello y como lo expresa otra versión de este versículo 6, "al necio se le dan muchos puestos elevados, pero a los capaces se les dan los puestos más bajos". Escuchemos ahora lo que dice ahora, el versículo 7, de este capítulo 10 de Eclesiastés:
"He visto siervos a caballo, y príncipes caminando como siervos sobre la tierra."
El trabajar duro, ahorrar su dinero, y estudiar mucho, hasta muy tarde, no siempre quiere decir que un día usted llegará a obtener éxito. Quizá el insensato o perezoso que vive al lado de su casa pueda heredar millones. Y eso suele ocurrir en el día de hoy. A veces los que afrontan la lucha por la vida con el mínimo esfuerzo, o aprovechando los esfuerzos de los demás, son los que ocupan las posiciones más elevadas de la sociedad. Ésa es la imagen que nos deja este versículo.
Conocemos también a destacados cristianos, que tienen un carácter humilde. Algunos viven en hogares modestos y otros se encuentran en una posición económica acomodada. Sin embargo, al llevar una vida normal, no se destacan por su popularidad. Son, como dice el versículo 7, "príncipes caminando como siervos sobre la tierra".
Continuemos leyendo el versículo siguiente, el 8 del décimo capítulo de Eclesiastés:
"El que haga un hoyo caerá en él; y al que abra brecha en un muro, lo muerde la serpiente."
Sería una insensatez que usted creyera que puede pecar y salirse con la suya evitando las consecuencias, especialmente si es un hijo de Dios. Puede que Dios no actúe inmediatamente, pero todo lo que usted necesita hacer, es esperar, y Él finalmente le juzgará por ello. A través de los años hemos podido observar que ocurre de esta manera. Hemos observado a creyentes que han cometido graves errores, y nunca han podido escapar a las consecuencias. En algún punto de su vida Dios comienza a actuar, y los disciplina como el padre a sus hijos. Ahora, notemos lo que dice aquí el versículo 9:
"Quien corta piedras, se hiere con ellas; el que parte leña, en ello peligra."
El que cortaba o removía piedras en aquellos días, estaba removiendo las señales que demarcaban las propiedades. Aquí se está afirmando otra vez que uno no puede evitar las consecuencias del pecado. Como dijo el apóstol Pablo a los Gálatas en 6:7, "todo lo que el hombre siembre, eso también segará". Si alguien trata de engañar a alguien en cuanto a lo que legítimamente le pertenece, o intenta abusar de alguna otra forma, Dios se ocupará de que el abusador reciba su pago. Por tal motivo el Señor Jesucristo nos dijo, en Romanos 12:19: "No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor". Él ajustará cuentas con el ofensor y pondrá las cosas en su sitio. Luego, el versículo 10, dice:
"Si se embota el hierro y su filo no es amolado, hay que aumentar el esfuerzo; lo provechoso es emplear la sabiduría."
Si el azadón con que usted trabaja pierde su filo, si usted conoce bien su profesión, lo afilará, porque si no, va a ser mucho más difícil el tratar de trabajar cavando en la tierra con él. Y desgraciadamente, y figurativamente hablando, cuánta gente no está dispuesta hoy a hacer lo necesario para afilar el azadón. Hoy, incluso en la vida cristiana, muchos quieren lanzarse a servir a Dios sin tener en cuenta la importancia de una buena preparación personal. El consejo aquí es preparar bien las herramientas de trabajo. Que nadie espere cortar muchas malas hierbas con un azadón desafilado. Primero hay que afilarlo y recién entonces salir al camino a cortar con eficacia la maleza. Es evidente que este libro de Eclesiastés contiene grandes lecciones para la vida práctica que haremos bien en aplicar. Realmente, es un libro fuera de lo corriente.
Y aquí vamos a detenernos por hoy, y confiamos que usted sintonice nuestro próximo programa en el cual proseguiremos con este estudio del Libro de Eclesiastés. ¡Hasta entonces, pues, estimado oyente!
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