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Estudio bíblico: Un río limpio de agua de vida - Apocalipsis 22:1-5

Serie:   Apocalipsis
Autor: Luis de Miguel
España
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Un río limpio de agua de vida - (Ap 22:1-5)

(Ap 22:1-5) "Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos."

Introducción

A la descripción de la nueva Jerusalén se le añaden ahora algunos detalles que sirven para relacionarla con el paraíso. De esto modo, estos versículos nos muestran que la nueva creación libera a la vieja de los efectos del pecado para volverla a llevar nuevamente al estado en el que estaba en el huerto del Edén antes de que quedara maldita por causa del pecado.

Un río de agua de vida que sale del trono de Dios y del Cordero

(Ap 22:1) "Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero."
Hasta ahora la descripción de la nueva Jerusalén se ha centrado mayormente en los detalles acerca de su exterior, pero ahora la escena se traslada al interior, al mismo "trono de Dios y del Cordero".
En primer lugar es importante que una vez más notemos que aunque hay un solo trono, sin embargo es compartido por Dios y el Cordero en igualdad.
Luego vemos que del trono sale "un río limpio de agua de vida". Esto es una forma de decir que la vida se origina en Dios y fluye desde su trono para transmitir esa vida a todo cuanto existe.
Ahora bien, la visión de un río de vida no es nueva en las Escrituras, sino que aparece en varias ocasiones en los profetas del Antiguo Testamento. Quizá el mejor trasfondo para la visión que Juan tuvo aquí la encontramos en el río que regaba el huerto del Edén, y que desde allí se repartía en cuatro brazos (Gn 2:10). También podemos relacionarla con la visión de Ezequiel, que vio un río que fluía desde el templo y que se iba haciendo más profundo a medida que avanzaba, dando sanidad y vida por doquier (Ez 47:1-12). Y la que tuvo el profeta Joel cuando escribió que saldría "una fuente de la casa del Señor" (Jl 3:18), o la del profeta Zacarías que dijo que "saldrán de Jerusalén aguas vivas" (Zac 14:8).
A todo esto que los profetas habían vislumbrado, debemos añadir las palabras del Señor Jesucristo en los evangelios:
(Jn 4:13-14) "Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna."
(Jn 7:37-39) "En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado."
E íntimamente ligado con todo esto, tenemos también algunas referencias en Apocalipsis:
(Ap 7:17) "El Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos."
(Ap 21:6) "Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida."
Seguramente debamos pensar en este río como un símbolo del Espíritu Santo que procede del Padre y del Hijo, y transmite la vida de Dios a la nueva creación.
Es verdad que hay algunas cuestiones que quedan sin respuesta en cuanto a este río; por ejemplo, ¿dónde desemboca? ¿cuál es su recorrido? Esto es así porque Juan usa una vez más un lenguaje simbólico en el que no tenemos que buscar lo que no se nos revela.
Lo que sí que nos indica es que "salía del trono de Dios y del Cordero", quizá estaba conectado con el mar de vidrio semejante al cristal que estaba ante el trono (Ap 4:6). En todo caso, era igualmente "resplandeciente como cristal", dándonos la idea de que también reflejaba la gloria de Dios.

El árbol de la vida

(Ap 22:2) "En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones."
Relacionado con el "río de agua de vida" había un "árbol de la vida". Nos resulta un poco difícil imaginárnoslo, porque crecía a uno y otro lado del río y a la vez estaba en medio de la calle de la ciudad: "En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida". Tal vez la idea sea que sus ramas se extendía por encima del río a ambos lados, transmitiéndonos la idea de un árbol realmente grande.
La referencia a un "árbol de vida" no es nueva, porque ya encontramos otro en el huerto del Edén (Gn 2:9). Con esto queda clara la intención del autor inspirado de relacionar la nueva creación con la primera.
Otro detalle interesante acerca de este árbol es "que produce doce frutos, dando cada mes su fruto". La idea parece ser que produce doce clases distintas de fruto, y tiene tal vitalidad que lo hace cada mes. Se resalta así la abundancia y variedad de la provisión divina en la nueva creación, así como su bendición continua. El propósito final es mostrarnos que la vida celestial será plena.
Además de su fruto, "las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones". Esto hace surgir otra pregunta: ¿sanidad de qué? Lo lógico sería pensar en la sanidad del pecado y sus consecuencias, pero todo esto ya habrá sido eliminado en ese momento (Ap 21:4). Tal vez debamos entender que las hojas del árbol de la vida no son para curar ninguna enfermedad, sino para proveer salud y el disfrute de una vida plena en la nueva ciudad celestial. Con esto se cumplirá entonces lo anunciado por el profeta Ezequiel:
(Ez 47:12) "Y junto al río, en la ribera, a uno y otro lado, crecerá toda clase de árboles frutales; sus hojas nunca caerán, ni faltará su fruto. A su tiempo madurará, porque sus aguas salen del santuario; y su fruto será para comer, y su hoja para medicina."
Y notemos también que esta sanidad será para "las naciones", lo que subraya nuevamente la idea de que en la nueva creación seguirá habiendo una organización de la sociedad por naciones, aunque no guardará relación con la que conocemos en la actualidad. Esto nos sugiere también diversidad en la adoración.

El trono de Dios y del Cordero estará en ella

(Ap 22:3-5) "Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos."
1. "No habrá más maldición"
Ahora encontramos una importante promesa: "Y no habrá más maldición". Esto implica que ya no se correrá el peligro de que la nueva sociedad sea condenada a la destrucción.
Una vez más notamos la relación con el comienzo de la revelación en Génesis. Allí vemos que la maldición entró en el mundo por causa del pecado (Gn 3:17-19), pero aquí vemos su fin. El pecado condujo a la creación al desastre, pero en la nueva Jerusalén celestial, en la nueva creación de Dios, la maldición será excluida. Pero nunca debemos olvidar que si esto ha sido posible es porque Cristo llevó sobre sí esta maldición:
(Ga 3:13) "Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)"
2. "El trono de Dios y del Cordero estará en ella"
El hecho por el que son posibles todos estos cambios es porque "el trono de Dios y del Cordero estará en ella". La soberanía de Dios, negada y usurpada por Satanás y por el hombre, será restablecida a su legítimo Rey. Sólo él puede establecer un gobierno perfecto de paz. Entonces se verán respondidas plenamente las oraciones que durante siglos han sido elevadas ante Dios:
(Mt 6:10) "Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra."
Notemos una vez más que el Padre y el Hijo comparten el mismo trono en perfecta y santa unidad.
3. "Y sus siervos le servirán"
En esas nuevas condiciones, "sus siervos le servirán". Libres de la maldición del pecado, con cuerpos y mentes perfectas y glorificadas, tendremos el gozo de servir al Señor. Entonces nuestro servicio y adoración serán perfectas. Todos los obstáculos que en el presente encontramos para servir a Dios habrán sido eliminados para siempre.
Notemos de paso que el cielo no es un lugar para la vida contemplativa y pasiva, sino un lugar de servicio continuado centrado en Dios, y aun así, no habrá necesidad de descansar para reponer fuerzas.
Pensemos en una sencilla ilustración. Castilla y León es una parte de España muy fría. Allí son plantadas las fresas en un clima realmente adverso para ellas. Pero cuando ya están próximas a dar su fruto, son transplantadas a tierras del sur, donde se encuentran con un clima mucho más cálido. Allí la planta que luchaba por dar un poco de fruto en medio del frío, comienza a dar fruto con generosidad. Así ocurrirá también con los creyentes que han luchado en este mundo adverso por servir y adorar a Dios.
4. "Y verán su rostro"
En la nueva Jerusalén las puertas serán perlas, su muro de jaspe, sus cimientos de piedras preciosas, las calles de oro, pero lo más importante de todo lo encontramos en estos versículos: "el trono de Dios y del Cordero estará en medio de ella", y "sus siervos verán su rostro".
No puede haber un honor más alto que ver el rostro de Dios. Los salmistas le pedían a Dios con frecuencia que hiciera "resplandecer su rostro sobre ellos" (Sal 31:16) (Sal 67:1) (Sal 80:3,7,19). Esto significaba disfrutar de su favor y tener comunión íntima con él. Por eso se encontraba también en la bendición sacerdotal:
(Nm 6:22-27) "Jehová habló a Moisés, diciendo: Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles: Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz. Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré."
Ahora bien, en el Antiguo Testamento sabemos que a Moisés le fue negado ver el rostro de Dios (Ex 33:20-23). Pero en la nueva Jerusalén, este será un privilegio de todos los siervos de Dios. Esto será así porque ya el pecado no se interpondrá entre ellos y Dios.
(Is 59:2) "Vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír."
Entonces se cumplirá lo anunciado por el Señor Jesucristo.
(Mt 5:8) "Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios."
Entonces se manifestará plenamente lo que hemos de ser como hombres nuevos:
(1 Jn 3:2) "Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es."
5. "Y su nombre estará en sus frentes"
Como en el caso de los ciento cuarenta y cuatro mil, aquí también se trata de un sello que sugiere seguridad y propiedad divina (Ap 14:1). Ahora, con la misma finalidad, mientras todavía estamos en la tierra, hemos sido sellados con el Espíritu Santo (Ef 1:13-14), pero cuando estemos en el cielo tendremos un nuevo sello en nuestras frentes con "su nombre", que revelará el carácter y naturaleza de Dios para su gloria. Por esa razón, debe estar en un lugar bien visible, donde todos podrán verlo con facilidad.
6. "No habrá allí más noche porque Dios el Señor los iluminará"
Igual que en (Ap 21:23).
7. "Y reinarán por los siglos de los siglos"
Aquí se explica a qué se ocuparán los santos en la eternidad: "Reinarán". Esto complementa la verdad ya expuesta en (Ap 22:3) "sus siervos le servirán". En realidad, servir y reinar son dos conceptos que deben ir juntos, tal como explicó el Señor Jesucristo: "el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor" (Mr 10:43).
Vemos también que reinarán en un reino que no tendrá fin: "por los siglos de los siglos". En qué consistirá esta labor de reinar, no se nos dice, pero podemos pensar que Dios puede dar a cada creyente un planeta o un sistema solar para gobernarlo, del mismo modo que a Adán se le dio dominio sobre toda la creación en la tierra.

Comentarios

Ecuador
  Melva Molina  (Ecuador)  (27/08/2022)

En este mundo caído solo somos siervos inútiles pero en la eternidad habrá una verdadera adoración y servicio a Dios Padre y a Cristo. Que nada nos baje el ánimo porque el Señor vendrá por sus siervos que en lo poco le han demostrado fidelidad. Una vez más, gracias por la sencillez con la que expone estos estudios. Dios lo continúe bendiciendo 🙏🏼

Colombia
  Dalys Lozano Gutierrez  (Colombia)  (30/06/2020)

Bendiciones. Gozándome con estos mensajes.
Para adelante con CRISTO.

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