Muchas veces nos preguntamos cómo es posible que Dios tolere tantos insultos y atropellos de personas que se burlan de él sin ningún temor. Hay ocasiones en las que el Señor actúa de inmediato frente a un insulto, pero la mayoría de las veces no lo hace. Sin embargo, al final del camino, todos seremos juzgados. Dice el apóstol Pablo: "No os engañéis; Dios no puede ser burlado. Todo lo que el hombre siembre, eso mismo cosechará" (Ga 6:7).
Todos los cristianos somos tentados constantemente para que cedamos en las convicciones espirituales que hemos llegado a tener por medio de la Palabra de Dios. Si no lo hacemos, seremos considerados como fanáticos radicales y probablemente quedaremos muy solos en este mundo. El profeta Daniel nos ha dejado un maravilloso ejemplo de lo que supone ser fiel en medio de este tipo de pruebas.
Jonás odiaba a la gente de Nínive por lo que en el pasado le habían hecho a su pueblo, por eso, cuando Dios le envió a predicarles, él se negó y huyó en la dirección opuesta. Jonás quería que Dios los castigara y destruyera sin darles ninguna posibilidad de arrepentimiento. Pero Dios tiene misericordia de todas las personas, aun de aquellas que a nosotros nos desagradan.
El profeta Jonás repite en varias ocasiones a lo largo de su libro que quiere morirse. Este deseo es característico de la depresión psicológica severa. ¿Cuál era la causa de su depresión? Básicamente, su persistente actitud de conflicto contra Dios. Seguramente muchas personas tampoco ven un propósito a sus vidas y están deprimidas porque su relación con Dios es incorrecta.
El rey Ezequías recibió una noticia muy dura de parte del profeta Isaías: "Pon en orden tu casa, porque vas a morir". Quizá usted mismo o alguien cercano a usted ha sido diagnosticado por algún médico de una enfermedad incurable. Todos reaccionamos de forma muy similar en esos casos. La sensación de pérdida, de ir hacia lo desconocido, persiste aun para el creyente. Pero como en todos los casos, el creyente siempre aprende nuevas cosas aun en medio de pruebas tan dolorosas; Ezequías es un buen ejemplo de ello.
El rey Ezequías se encontraba ante una situación imposible cuando Senaquerib, rey de los asirios, le amenazó con invadir su país. Además del peligro real, estaba la guerra psicológica, que tocaba los puntos más sensibles de la fe de Ezequías. Pero nada de todo esto tuvo efecto alguno cuando Ezequías llevó sus preocupaciones ante Dios en oración.
A veces nos preguntamos por qué algunas personas afrontan tantas adversidades y tragedias mientras que otras van por la vida sin demasiadas dificultades. Nuestra protagonista es una mujer viuda que tiene un hijo que mantener y que después de perder a su marido quedó sumida en la más absoluta pobreza.