Estudio bíblico de Sofonías 1:1
Sofonías - Introducción 1:1
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro viaje por el Antiguo Testamento, y llegamos al breve libro de Sofonías. Hemos dicho anteriormente, cuando comenzamos a estudiar el libro de Nahúm, que estábamos estudiando juntos tres libros destacados y peculiares: Nahúm, Habacuc, y Sofonías. Estamos seguros que la mayoría está de acuerdo en que los primeros dos libros, Nahúm y Habacuc, eran libros fuera de lo común. Bueno, Sofonías no está muy lejos de esa calificación. Debemos decir que está al nivel de los demás. En primer lugar diremos algo sobre:
El tema
No creemos que este libro de Sofonías pueda llegar a ocupar el lugar de pasajes Bíblicos tan conocidos como, por ejemplo, Juan 3:16, digamos, o del evangelio según San Juan en general, como el número uno en popularidad en la Biblia, ya que el contenido de este pequeño libro nunca ha sido muy conocido. Tenemos nuestras dudas de que haya sido leído mucho. Y vamos a hacerle una pregunta, amigo oyente, que hicimos hace mucho tiempo cuando comenzamos a estudiar otro libro, y es la siguiente: ¿Ha escuchado usted alguna predicación basada en este libro de Sofonías? Nos atrevemos a decir que muy pocos han oído un mensaje basado en este libro. En cierta ocasión, se le hizo esta pregunta a una gran congregación de entre 2.500 y 3.000 personas, y como respuesta a esta pregunta de si había alguien allí que hubiera escuchado algún mensaje basado en este libro de Sofonías, sólo dos personas levantaron sus manos. Ahora, esto no se debe a la mediocridad o inferioridad de esta breve obra, sino a la negligencia demostrada hacia él, porque si su tema fuera conocido, creemos que sería mucho más apreciado, y se comprobaría que este tema que trató este profeta fue el mismo que se trató en el evangelio según San Juan. Ahora, a Juan se le llamó el "Apóstol del amor", y al estudiar esta breve obra, veremos que Sofonías fue un profeta de amor. Permítanos leerle un versículo de este libro porque todos conocemos muy bien lo que dice Juan 3:16, pero ¿cuántos conocemos de veras lo que dice Sofonías 3:17? Bueno, escuchemos lo que dice este profeta en su capítulo 3:17: "El Señor está en medio de ti: ¡él es poderoso y te salvará! se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará por ti con cánticos". Esta es una expresión hermosa, ¿no le parece? Debemos decir también, amigo oyente, que este pequeño libro es un poco diferente a lo que se nos presenta en el evangelio según San Juan. Este versículo que acabamos de leer es como una pequeña isla que aparece protegida, en medio de una mar embravecida por una tempestad. Porque la mayor parte de lo que se dice en este pequeño libro de Sofonías parece duro y cruel. Es como si se desatara una especie de furia porque hay tanto juicio en un libro tan breve. Por lo tanto, ¿cómo puede ser entonces el amor, el tema de este libro? El encontrar pruebas del amor en este libro sería como estar buscando una aguja en un pajar. Esta puede ser una forma muy peculiar de comenzar el estudio del libro de Sofonías, pero nos ayudará a comprender a esta breve obra. Contaremos una historia triste, que podríamos titular:
El lado oscuro del amor
Esta es la historia: Sucedió de noche en una zona residencial de una gran capital. Una niña descansa inquieta sobre su cama, cuando de pronto un hombre de rostro severo y dura mirada entró silenciosamente a la habitación. De manera sigilosa se acercó a la cama. Y en el momento en que la niña le vio, su rostro expresó una mueca de terror y comenzó a gritar. Su madre entró rápidamente a la habitación y se dirigió hacia a donde estaba la niña, y entonces la niña se abrazó frenéticamente a su madre.
El hombre salió de la habitación, se dirigió al teléfono para llamar a otra persona que evidentemente era un cómplice, y en voz muy baja se puso de acuerdo con él. Luego regresó a la habitación. Arrancó a la niña de los brazos de su madre, rápidamente salió y se dirigió a un automóvil que lo esperaba, con la criatura todavía sollozando. Él trató de calmar a la niña para que no llorara más. Como un loco condujo por las calles de la ciudad hasta que, finalmente, llegó a un gran edificio, de aspecto siniestro y tenebroso. Todo estaba en calma. El edificio estaba parcialmente oscuro, pero en la parte superior había una habitación iluminada.
Este hombre llevó a esa niña rápidamente a ese edificio, se dirigió a la habitación iluminada, y la entregó al hombre con el cual había conversado por teléfono, quien a su vez la puso en manos de una mujer, y ambos la introdujeron en una habitación, mientras el hombre que la había traído en coche esperaba en la sala de entrada al edificio. Ya dentro de la habitación, el hombre que llevó allí a la niña tomó un cuchillo largo y afilado, y con un movimiento rápido lo clava en el abdomen de la niña. Ella queda allí tendida como si estuviera muerta.
La reacción normal de cualquier oyente sería desear que el agresor fuera detenido lo más rápidamente posible para que pagara por su crimen,
Pero, amigo oyente, nosotros no hemos estado describiendo una acción depravada de una mente envilecida. Tampoco le hemos relatado un crimen sórdido, sádico, de alguna persona que sufre de enajenación mental. Por el contrario, amigo oyente, le hemos descrito un tierno acto de amor. En realidad, no podemos pensar en una demostración de amor más sincera que la que hemos descrito. Y quizá le sorprenda el que le digamos eso, amigo oyente.
Pero, permítanos darle un poquito más de información, y entonces usted comprenderá el verdadero significado de esa acción. La niña se había despertado durante la noche con terribles dolores abdominales. Ella había sufrido esos ataques con anterioridad. Sus padres le habían estado observando cuidadosamente. Estaban siguiendo las instrucciones del médico. Y, en realidad, fue su padre quien entró a la habitación de la niña. Ésta sabía que existía la posibilidad de que fuera llevada al hospital, y cuando su padre entró a la habitación por supuesto ella gritó de temor. Luego, al ver el sufrimiento de la niña, el padre se dirigió al teléfono y llamó al médico de la familia, y se puso de acuerdo con él para encontrarse en el hospital. Se dirigió rápidamente hacia el hospital, entregó la niña al médico de la familia, y el médico la llevó a la sala de operaciones junto con una enfermera. Y entonces, realizo una operación de emergencia. A través de todo este relato, amigo oyente, cada acción del padre, cada movimiento suyo, fue un acto de amor tierno, de cuidado ansioso, de sabia decisión. Le hemos descrito a usted el lado oscuro del amor, amigo oyente, pero, amor de todas maneras. El padre amaba a esa niña. Él la amaba tanto esa oscura noche cuando la llevó al hospital y la entregó en manos del cirujano para que él la hiciera la operación, como cuando la visitó a la semana siguiente y le llevó flores y golosinas. La demostración de afecto y cariño profundo era tan grande en el momento en que él la entregó en manos del cirujano, como lo fue la siguiente semana cuando la llevó a su hogar y la entregó en brazos de su madre. El amor coloca la seguridad eterna, y un bienestar permanente para el objeto del amor por encima de cualquier consuelo temporal o placer presente aquí en esta tierra. Es decir, que el amor busca el bienestar y lo mejor para la persona amada. Eso es importante. Y de este aspecto, del lado oscuro del amor es que nos habla este pequeño libro de Sofonías.
Ahora bien, nosotros estamos pasando hoy por un período cuando el amor de Dios ha sido exagerado fuera de toda proporción, frente a los demás atributos de Dios. Se lo ha presentado de tal manera, que el amor de Dios parece más bien una debilidad en lugar de ser una fortaleza. Se lo ha presentado solamente de un lado, sin siquiera mencionar el otro lado del amor. El amor de Dios parece ser allí un amor de abuelo que adora y consiente a sus nietos, en lugar de la preocupación e interés vital y firme de un padre por los mejores intereses de su hijo.
Muchos repiten términos piadosos y tópicos sobre el amor de Dios, olvidando el otro aspecto, que hemos llamado el "lado oscuro del amor de Dios". Cierta idea popular ha diluido el amor de Dios, presentándolo como un sentimiento enfermizo antes que estimulante, propenso a expresarse en cualquier dirección como si fuera una vivencia meramente sentimental antes que una preocupación permanente por el objeto de un amor.
Sin embargo, amigo oyente, queremos que usted sea consciente de que existe el lado oscuro en el amor de Dios. Él nos trata según nuestras necesidades. El Gran Médico divino colocará a su hijo sobre la mesa de operaciones y tomará el bisturí del cirujano en sus manos, cuando vea que un tumor de transgresión o un virus mortal, o el crecimiento canceroso del pecado esté consumiendo nuestra vida espiritual. En estos casos, Él no titubea ni se muestra indeciso al tratarnos con severidad. Y es necesario aprender esto en una edad temprana. Él nos ama tanto cuando nos está operando quirúrgicamente, como cuando nos envía momentos felices y nos permite disfrutar de la claridad del sol.
A veces, el Gran Médico nos operará sin darnos algún calmante, pero usted puede estar seguro de una cosa, amigo oyente; cuando Él actúe de esta manera, derramará sobre la herida el bálsamo de sanidad. Pero cuando Él vea que necesitamos pasar a través del valle del sufrimiento y así lo permita, sabremos que esta dolorosa experiencia será para nuestro bienestar eterno. Él no titubea en dejarnos descender al valle oscuro.
Alguien expresó esta verdad de la siguiente manera: "¿No hay ningún otro camino, oh Dios, excepto a través del dolor, la tristeza y la pérdida, para estampar la imagen de Cristo sobre mi alma? ¿No hay ningún otro camino excepto la cruz?" Y después una voz calma toda mi alma, así como calmó las olas de Galilea. "¿No puedes soportar el calor del horno si en medio de las llamas Yo camino contigo? Yo soporté la cruz. Conozco su peso. Yo bebí de la copa que tengo para ti, ¿no puedes tú seguirme hacia donde Yo te guíe? Yo te daré fortaleza, apóyate confiadamente en Mí."
Amigo oyente, Él nos ama más cuando nos está operando. Esto es lo que vimos en la epístola a los Hebreos, capítulo 12, versículo 6, donde leemos: "Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo". Dios disciplina, Él educa a Sus hijos, amigo oyente.
Tenemos otra escena, cuando el Señor Jesucristo estuvo en el aposento alto. La podemos ver en el evangelio según San Juan, es decir, en el evangelio del amor. Dice en el capítulo 15 del evangelio según San Juan, versículos 1 y 2: "Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto". Amigo oyente, debemos recordar que el Padre entra en su vida y en la mía, y poda todo aquello que no lleva fruto, y esto duele. Pero como dijo cierto puritano hace algunos años: "El labrador nunca está tan cercano del pámpano como cuando lo está podando". El Padre nunca está más cerca de usted y de mí, que cuando se aproxima para quitar de nuestro corazón, de nuestra vida, aquellas cosas que le ofenden.
Fue ese famoso predicador Spurgeon quien notó una veleta en el granero de un labrador. Era una veleta fuera de lo común, ya que el labrador había escrito sobre ella las palabras "Dios es amor". El Señor Spurgeon le preguntó: "¿Quiere decir usted que el amor de Dios es tan variable como el viento?" El labrador negó con la cabeza y dijo: "No, yo no creo que el amor de Dios cambie de esa manera. Lo que yo quiero decir es, que en cualquier dirección que sople el viento, Dios es amor".
Quizá hoy puede ser un viento suave que Él hace que sople sobre su vida, pero Él le ama. Y mañana, quizá sea un viento duro y frío el que venga sobre su vida. Y si así fuera, Dios aún le ama.
Esto ha sido expresado en un poema hermoso, que hemos utilizado anteriormente, y que en una de sus partes dice: "Dios no ha prometido que los cielos sean siempre azules. Y que nuestras vidas transiten con caminos llenos de flores todos los días; Dios no ha prometido un sol sin lluvias. Alegrías sin tristezas, y una paz sin dolor. Dios no ha prometido que no conoceremos el duro trabajo, la tentación, las dificultades y enemigos. No ha dicho que no soportaremos el peso de muchas cargas o preocupaciones. Pero Dios sí ha prometido fortaleza para el día a día, descanso para el trabajo, luz para el camino, gracia ante las pruebas, ayuda del cielo, una compasión inagotable, un amor imperecedero".
Amigo oyente, si usted es un hijo de Dios y está en el lugar de sufrimiento, esté seguro de que Dios le ama a usted. Indiferentemente de la situación que esté viviendo, y de la apariencia negativa de las circunstancias, Él le ama y usted nunca podría cambiar ese hecho.
La dulzura y la luz aparecen asociadas con el amor en todos los niveles, pero este aspecto no agota la trascendencia e importancia del amor. El amor expresa siempre el bien de la persona amada. Es por este motivo que resulta difícil relacionar el amor con el juicio o castigo de Dios. Una naturaleza de Él se expresa por el amor, y la otra, a través de la ira en el juicio. Estas dos facetas parecen contrarias entre sí, en el sentido en que parecen dar la idea de que hubiera dos Dioses. El libro de Sofonías está lleno de referencias a la ira y al juicio (como podemos leer en el capítulo 1:15 y en el capítulo 3:8), pero hay también un trasfondo del amor de Dios (como podemos ver en el capítulo 3:17).
Pero antes de entrar en el capítulo 1, quisiéramos relatarle un suceso que ocurrió en un Día de la Madre. Un domingo, cuando se celebraba dicho día, la gran mayoría de las madres que asistieron a la iglesia estaban engalanadas de forma especial, y prácticamente todas lucían un ramillete de flores. Pero una de estas madres, aunque lucía el ramillete de flores más grande de todos, unas hermosas orquídeas, reflejaba en su rostro una gran tristeza. Ella era la madre de un hombre de negocios, muy prominente en los asuntos gubernamentales, y también en los asuntos comerciales. Pero este hombre no era creyente. No quería escuchar los ruegos de su madre en cuanto a temas espirituales, y ella oraba por él constantemente. También había pedido a otros que oraran por su hijo. Ese domingo, Día de la Madre, ella se acercó al pastor y le dijo: "Yo ruego a Dios que salve a mi hijo. Yo ruego que sea salvo aun si Dios lo tiene que colocar enfermo en una cama". Y luego de una manera muy vehementemente dijo: "Aun si Dios tiene que permitir su muerte, ruego a Dios que le salve, antes de que sea demasiado tarde". Nadie podría haberla acusado de cometer un delito por semejante declaración. Porque ella no estaba pronunciando una amenaza sino, en realidad, una declaración de amor. Como ella amaba tanto a su hijo, estaba incluso dispuesta a entregarlo para que cruzara el umbral de la muerte misma, si ante tal perspectiva, él comprendiera la necesidad de salvar su alma. Finalmente, tenemos aquí:
Dos pensamientos
En primer lugar, la expresión "El día del Señor" se menciona siete veces en esta profecía. Abdías y Joel fueron los primeros profetas-escritores que escribieron esta frase: "El día del Señor", que también fue mencionada por todos los demás profetas. Sofonías fue el último profeta-escritor en citarla, antes del cautiverio, llamando nuevamente la atención de los lectores sobre ella. Y la utilizó más que cualquier otro profeta. La frase literal se menciona siete veces, aunque hay otras referencias a ella. Esta expresión tiene una aplicación especial al período de la Gran Tribulación, que precede al reino; pero el Día del Señor incluye el período de tiempo del reino. En realidad, el período de la Gran Tribulación finaliza con la venida de Cristo personalmente a esta tierra a establecer Su reino milenario, y todo ello está incluido en el Día del Señor. El énfasis de Sofonías recayó en el juicio. El profeta Joel, por ejemplo, comenzó su libro hablando de una plaga de langostas. Y comparó esa plaga con el Día del Señor que vendrá en el futuro. Joel dijo que el Día del Señor no sería una luz, sino oscuridad. Será sobre el fondo negro del pecado del hombre, que Dios escribe en letras luminosas, para usted y para mí, la hermosa historia del Evangelio.
En segundo lugar, diremos que la palabra "celos" se menciona dos veces. Los celos de Dios están en un nivel diferente al suyo y al mío. Cuando usted y yo nos sentimos impulsados por los celos, procuramos causar un mal. Ahora bien, Dios es celoso de aquellos que le pertenecen. Es celoso de la humanidad. Él creó al ser humano y ha pagado para él una redención, haciendo posible que sea salvo. Su voluntad es que nadie perezca, que se pierda, Él quiere que los seres humanos se salven. Así que, en este sentido, está celoso de la humanidad. Pero cuando las personas no se vuelven a Él, va a juzgarlas. El tema que el libro de Sofonías dejó claro es que Dios es glorificado tanto en juzgar como en salvar. Muchas personas no pueden comprender como esto es posible. El profeta Ezequiel, en sus capítulos 38 y 39, hablan de un tiempo en el futuro cuando Dios juzgará a una gran potencia. Y dijo ese profeta en su capítulo 38:16, "Y subirás contra mi pueblo Israel como un nublado que cubra la tierra; será al cabo de los días; yo te traeré sobre mi tierra, para que las naciones me conozcan, cuando yo sea santificado por medio de ti, Gog, delante de sus ojos". Es decir, que Dios va a juzgar a esa nación pagana y cuando Él lo haga va a recibir gloria por ese juicio. Esta fue una declaración tremenda, y para muchas personas fue una píldora bastante difícil de tragar. Pero es conveniente que nosotros acomodemos nuestra forma de pensar a la forma de pensar de Dios, dándonos cuenta que nuestros pensamientos no son Sus pensamientos, y nuestros caminos no son, en absoluto, Sus caminos. Comenzaremos entonces, el:
Sofonías 1
con el título:
Juicio de Judá y de Jerusalén
Leamos ahora el primer versículo de este capítulo
"Palabra que el Señor dirigió a Sofonías hijo de Cusi hijo de Gedalías, hijo de Amarías, hijo de Ezequías, en días de Josías hijo de Amón, rey de Judá"
Sofonías se identifica a sí mismo como perteneciente a la familia real. Ezequías, rey de Judá fue su bisabuelo. Sofonías profetizó durante los días del reinado de Josías, que constituyó el período de la última renovación espiritual que tuvo lugar en el reino del sur o de Judá. Fue una gran renovación, y aunque no duró mucho tiempo, fue un hecho innegable. Sofonías vio algo de los reinados de Amón, un rey malvado, y de Manasés, que también fue malvado. Él vio el juicio que se acercaba para esa nación y su pueblo, y su mensaje fue particularmente duro.
Bien, amigo oyente, vamos a detenernos aquí por hoy. Dios mediante, continuaremos con este estudio en nuestro próximo programa. Mientras tanto, le sugerimos que usted lea todo el capítulo 1 y se familiarice con su contenido. Y si ya tiene en sus manos las notas y bosquejos que ofrecemos, pues, estudie este capítulo junto con el material que le hemos enviado, para que esté así mejor preparado para nuestro próximo estudio. Ahora, si todavía no ha recibido o no ha solicitado las notas y bosquejos que ofrecemos, pues todo lo que tiene que hacer es escribirnos solicitando este material y con toda prontitud lo enviaremos a su dirección, sin costo alguno de su parte. Así es que, escríbanos ojalá hoy mismo. Será pues, hasta nuestro próximo programa, amigo oyente, oramos ¡que Dios le bendiga ricamente!
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