Estudio bíblico de Josué 1:10-2:7
Josué 1:10-2:7
Continuamos hoy estudiando el capítulo 1 del libro de Josué. Y en nuestro programa anterior estábamos hablando de cómo Josué preparó al pueblo para cruzar el río Jordán. A modo de repaso, recordemos algunos detalles en cuanto al libro de Josué. La nación de Israel fue la nación prominente en el Antiguo Testamento. Nació en el Génesis. En el libro de Éxodo fue escogida. En Números fue probada. En el libro de Levítico fue aceptada ante la presencia de Dios por la sangre. En el libro de Deuteronomio recibió instrucción. Y ahora, en el libro de Josué hay conflicto y conquista. Éste es el libro en el que el creyente toma posesión de las grandes verdades espirituales que son nuestras hoy en día; así como lo expone la epístola a los Efesios en el Nuevo Testamento. Los creyentes han sido bendecidos con toda bendición espiritual. Y el modelo y el método, junto con las grandes lecciones espirituales, están aquí para nosotros.
Ahora, el versículo 10 de este capítulo 1 del libro de Josué dice: ". . . y Josué mandó a los oficiales del pueblo, diciendo:" Este versículo nos muestra que Josué asumió plenamente su responsabilidad al frente del ejército. No creemos que se encargara del ejército con presunción, sino más bien con confianza. Dice aquí: "Y Josué mandó a los oficiales". Ahora, lo hizo porque Dios le mandó que lo hiciera. ¿Recuerda usted que Dios había prometido a Moisés que estaría con él? Cuando Moisés volvió a Egipto después de pasar años en Madián, al ver la misión que iba a cumplir, tuvo miedo. Pero Dios le dijo en Éxodo 4, versículo 12: ". . . Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que has de hablar". Éste fue el método de Dios. Cuando Dios también llamó a Jeremías en un tiempo difícil, en el capítulo 1 de la profecía de Jeremías, versículo 19 leemos que el Señor le dijo: ". . . y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo, dice el Señor, para librarte". Confianza en Dios y valor ante los hombres son las virtudes que caracterizaron a Josué. Necesitamos la clase de convicción y valor, de la cual se habla en la carta a los Hebreos, capítulo 13, versículo 6, donde leemos: ". . . de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre". El escritor a los Hebreos estaba citando aquí las palabras de David que aparecen en el Salmo 118, versículo 6. Ahora cuando David primero expresó estas palabras, apartó su mente y su corazón de lo que era visible y se concentró en lo que no se veía, es decir, en el mundo invisible, en el mundo espiritual. Significa que pensó en el Dios vivo y verdadero. Reconoció el vínculo espiritual que había entre él y su Señor. Y por eso pudo decir: "El Señor es mi ayudador". David sabía que el Señor podía librarle. Y Josué también confió en Dios, sabiendo que el Señor le podía librar a él.
Israel debía entrar en la tierra que Dios les había dado. Tenían que tomar la tierra del enemigo y luchar por la posesión de ese territorio. Dios tenía un programa para Israel. De la misma manera, los creyentes reciben las posesiones, es decir, las bendiciones espirituales, que llegan a ser nuestras cuando la victoria es de Él.
Ahora, Josué creyó a Dios. Dios le había estimulado y le había mandado entrar en acción. La Palabra de Dios debía ser su autoridad. No debía apartarse de su boca. Tenía que meditar en ella. Debía obrar en todo, conforme a lo que en ella estaba escrito. Ésa es la fórmula de la fe. Leamos ahora el versículo 11 de este capítulo 1 de Josué:
"Pasad por en medio del campamento y mandad al pueblo, diciendo: Preparaos comida, porque dentro de tres días pasaréis el Jordán para entrar a poseer la tierra que Jehová vuestro Dios os da en posesión."
La tierra prometida era propiedad de Israel en forma incondicional, pero la posesión del territorio era condicional. Israel tenía que tomar la tierra. La palabra clave del libro de Josué como ya lo hemos dicho no es victoria. Es Dios quien gana la victoria. La palabra clave en este libro es posesión. Israel debía tomar posesión de la tierra.
Un poco más tarde cuando Israel entrara en la tierra, el maná que durante el viaje por el desierto descendía del cielo, cesaría y comerían los productos de la tierra. Ese fruto de la tierra sería lo que tomaran del enemigo, porque no habían tenido ninguna oportunidad de cultivarlo.
Ahora, leemos aquí en el versículo 11 que dice: "Preparaos comida, porque dentro de tres días pasaréis el Jordán". Esta comida no era el maná, porque durante la marcha por el desierto tenían que recoger el maná todos los días. El maná no se guardaba. Si era guardado por más de un día, ya no estaba en condiciones de ser comido. Los hijos de Israel tenían que recoger el maná cada mañana. Hay aquí una aplicación espiritual para los cristianos. Es por eso que se nos manda en la carta a los Efesios capítulo 5, versículo 18, "ser llenos del Espíritu". Ahora, ser lleno del Espíritu - que quiere decir ser controlado por el Espíritu - no es algo que ocurre de una sola vez. Usted no llega al surtidor de gasolina una sola vez, para decirle al encargado que llene el tanque, para luego sellar el tanque porque nunca jamás le será necesario repostar combustible. Sin embargo, estimado oyente, hay muchos cristianos que creen que pueden disfrutar de una sola experiencia y eso es todo. Si usted va a vivir en conformidad con el Señor y a vivir para Él, necesita mantener una plenitud diaria del control del Espíritu Santo de Dios. Ahora, siendo que usted alimenta tres veces al día al cuerpo físico, no sería malo alimentar tres veces al día también la parte espiritual. Todos necesitamos la plenitud, el control constante del Espíritu Santo, una dependencia de Él y una confianza, una actitud de descansar en Él. Continuemos ahora leyendo el versículo 12 de este capítulo 1 de Josué:
"También habló Josué a los rubenitas y gaditas y a la media tribu de Manasés, diciendo:"
Vemos aquí que todas las tribus de Israel no pasaron el río Jordán. Dos tribus y media nunca pasaron el río, y encontramos su defección muy temprano en la historia. Moisés todavía vivía cuando ellos llegaron a la orilla oriental del río, y usted recordará que hicieron una petición, la cual encontramos en Números capítulo 32, versículos 1 al 5. Dice aquí: "Los hijos de Rubén y los hijos de Gad tenían una muy inmensa muchedumbre de ganado; y vieron la tierra de Jazer y de Galaad, y les pareció el país un lugar apropiado para el ganado. Vinieron, pues, los hijos de Gad y los hijos de Rubén, y hablaron a Moisés y al sacerdote Eleazar, y a los príncipes de la congregación, diciendo:" Ahora, pasando al versículo 5: ". . .si hallamos gracia en tus ojos, dése esta tierra a tus siervos en heredad, y no nos hagas pasar el Jordán". Ésta fue la petición específica de las dos tribus y media. Pidieron tierra en el lado equivocado del Jordán, lo cual que no debían haber hecho.
Quizá usted se pregunte, bueno y ¿qué había de malo en residir al lado oriental del Jordán? ¿Era tan esencial cruzar el río? ¿No era el lado oriental del río una parte de la tierra prometida? Tales preguntas estimado oyente, son pertinentes y requieren que miremos el pasaje de la Escritura en que se encuentra el relato del paso del Jordán, lo cual haremos dentro de poco.
El paso del Jordán fue simbólico de la muerte y resurrección de Jesucristo. Sin embargo, de ninguna manera ilustra nuestra muerte física. El río Jordán habla del comienzo de la santificación, o proceso mediante el cual, por la obra del Espíritu Santo, vivimos según la Voluntad de Dios, es decir, en santidad, y la muerte de Cristo fue para nuestra santificación.
Cuando los hijos de Israel pasaron el río Jordán, se constituyeron en ciudadanos de Palestina, y llegaron a identificarse con esa tierra. Cuando usted estimado oyente, viene a Cristo y le acepta como su Salvador personal, la muerte de Cristo llega a ser la muerte suya, y la resurrección de Cristo, la resurrección suya. Piense en el resultado trágico de quien pierde esta identificación. Dice el apóstol Pablo en su carta a los Efesios, capítulo 2, versículos 4 al 7: "Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús."
Cuando Cristo murió, estimado oyente, Él murió por el pecado suyo, a fin de que usted tuviera vida. Y cuando Él resucitó de los muertos, la vida de Él, fue la vida suya. Ahora, usted está unido a un Dios vivo. Estimado oyente, ésa es una de las grandes verdades de la Palabra de Dios.
Había pues, dos tribus y media entre los israelitas que no cruzaron el Jordán. El cruce del río Jordán era simbólico de la muerte y resurrección de Cristo. Usted y yo recibimos nuestras posesiones espirituales, mediante la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo. El apóstol Pablo dijo en su carta a los Colosenses, capítulo 3, versículo 1: "Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios". Esto es lo que los creyentes deben hacer hoy en día. Volviendo ahora al capítulo 1 del libro de Josué, leamos los versículos 13 y 14, donde Josué continuó hablando a estas dos tribus y media, y dijo:
"Acordaos de la palabra que Moisés, siervo de Jehová, os mandó diciendo: Jehová vuestro Dios os ha dado reposo, y os ha dado esta tierra. Vuestras mujeres, vuestros niños y vuestros ganados quedarán en la tierra que Moisés os ha dado a este lado del Jordán; mas vosotros, todos los valientes y fuertes, pasaréis armados delante de vuestros hermanos, y les ayudaréis"
El ejército de las dos tribus y media tenía que pasar el Jordán. Aunque las mujeres, los niños, y los ganados se quedaran y no pasaran el río, el ejército tenía que pasar el Jordán y entrar en el conflicto para ayudar a las otras tribus. Y en este pasaje Dios estaba ilustrando una verdad importante para nosotros, acerca de las batallas espirituales. Así como Israel tuvo que luchar protegido por los recursos de Dios, los creyentes deben revestirse de toda la armadura de Dios. Aquella armadura es la obra redentora de Cristo. Esa es la única manera por la cual los cristianos podrán luchar, y vencer. Veamos ahora la respuesta de aquellas 2 tribus y media en los versículos 16 al 18:
"Entonces respondieron a Josué, diciendo: Nosotros haremos todas las cosas que nos has mandado, e iremos adondequiera que nos mandes. De la manera que obedecimos a Moisés en todas las cosas, así te obedeceremos a ti; solamente que Jehová tu Dios esté contigo, como estuvo con Moisés. Cualquiera que fuere rebelde a tu mandamiento, y no obedeciere a tus palabras en todas las cosas que le mandes, que muera; solamente que te esfuerces y seas valiente."
Alguien podría preguntarse: ¿Y que había de malo en quedarse a vivir en el lado oriental del río Jordán? ¿Era tan esencial cruzar el río? ¿No era acaso la orilla oriental parte de la tierra prometida? Estas preguntas son pertinentes y requieren un examen del pasaje de la Escritura que relata el cruce del río Jordán, lo cual haremos en breve.
En el libro de los Jueces veremos que las dos tribus y media se equivocaron al no pasar el Jordán. Usted recordará que cuando el Señor Jesucristo pasó el mar de Galilea y llegó al país de los gadarenos, encontró a los judíos ocupándose en el negocio de cerdos. Comenzaron cometiendo un error que afectaría su desarrollo futuro. Hay muchos cristianos que, por haber cometido un error van arrastrando su frustración por mucho tiempo. Pero tienen la ocasión de rectificar y disfrutar del descanso espiritual que Dios nos ha provisto en la muerte y resurrección de Cristo.
Y así amigo oyente, concluimos nuestro estudio de este primer capítulo del libro de Josué. Llegamos ahora a
Josué 2:1-7
En ese capítulo vemos que Rahab recibió y escondió a los dos espías enviados desde Sitim. El pacto entre los espías y Rahab, y el regreso e informe de los espías. Este capítulo nos presenta a una mujer de carácter y moralidad dudosos. Era prostituta y su nombre era Rahab. Un hecho sorprendente fue que se la menciona en la carta a los Hebreos capítulo 11, como heroína de la fe. Hebreos capítulo 11, versículo 31 dice: "Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz". No nos gusta pensar en el capítulo 11 de la carta a los Hebreos, como un capítulo acerca de "los héroes de la fe". El hacerlo así pone el énfasis sobre el hombre, en la parte humana. Y agrada más bien poner el énfasis sobre la fe. Los hombres y mujeres registrados en ese capítulo ilustraron lo que la fe hizo en todas la edades, bajo todas las circunstancias de sus vidas. Significa que la fe puede hacer lo mismo hoy en día, por nosotros.
Otro hecho sorprendente fue que a Rahab se la menciona en la genealogía de Cristo. El Nuevo Testamento se inicia con esa genealogía, y no llegamos a leer 5 versículos del Nuevo Testamento y ya nos encontramos con el nombre de esta mujer, en el evangelio según San Mateo, capítulo 1, versículo 5, donde leemos: "Salmón engendró de Rahab a Booz, Booz engendró de Rut a Obed, y Obed a Isaí". ¿Y como llegó a estar incluida en la genealogía de Cristo? Se incluyó en la genealogía por la fe.
Comencemos pues este capítulo, que nos presenta a una mujer notable que encontramos aquí en este capítulo 2 del libro de Josué. Leamos el versículo 1 de este capítulo 2:
"Josué hijo de Nun envió desde Sitim dos espías secretamente, diciéndoles: Andad, reconoced la tierra, y a Jericó. Y ellos fueron, y entraron en casa de una ramera que se llamaba Rahab, y posaron allí."
Treinta y ocho años antes, Josué mismo había entrado en la tierra de Canaán como espía. Su misión fue ver si era posible que los hijos de Israel tomaran la tierra. Ahora, la misión de los espías esta vez era diferente. Debían elegir la mejor manera para que Israel entrara en esa tierra. No se nos dice cómo se encontraron los espías con Rahab, sino que ella les abrió la puerta de su casa. Continuemos ahora leyendo los versículos 2 al 7 de este capítulo 2 de Josué:
"Y fue dado aviso al rey de Jericó, diciendo: He aquí que hombres de los hijos de Israel han venido aquí esta noche para espiar la tierra. Entonces el rey de Jericó envió a decir a Rahab: Saca a los hombres que han venido a ti, y han entrado a tu casa; porque han venido para espiar toda la tierra. Pero la mujer había tomado a los dos hombres y los había escondido; y dijo: Es verdad que unos hombres vinieron a mí, pero no supe de dónde eran. Y cuando se iba a cerrar la puerta, siendo ya oscuro, esos hombres se salieron, y no sé a dónde han ido; seguidlos aprisa, y los alcanzaréis. Mas ella los había hecho subir al terrado, y los había escondido entre los manojos de lino que tenía puestos en el terrado. Y los hombres fueron tras ellos por el camino del Jordán, hasta los vados; y la puerta fue cerrada después que salieron los perseguidores."
Ahora esta mujer Rahab tenía fe, pero mintió. Mintió a las autoridades, diciéndoles que los espías habían salido, cuando en realidad estaban escondidos en su terrado. Pero ella lo hizo para proteger a estos hombres. Y la Biblia cuenta las cosas tal como sucedieron. Pero eso no quiere decir que sea el proceso o el procedimiento aprobado por Dios. En efecto, Dios condena la mentira. Ahora, recuerde usted que en el negocio en que estaba Rahab, todo pasaba, todo se aceptaba. Sin embargo, ella arriesgó su vida para salvar a los espías. La luz de la verdad empezó a penetrar en sus tinieblas paganas, y a partir de aquel día, aprendería a contestar sin sacrificar la verdad.
Se podría decir que ella fue desleal a su rey y al gobierno. Sin embargo, una nueva lealtad hacia un nuevo rey se formaba gradualmente en su corazón. Ahora, ¿porque arriesgó su vida de esta manera? No tenía por qué haberlo hecho, pues estaba trabajando en una profesión en la cual todo valía. Es verdad que el apóstol Pablo en su carta a los Romanos capítulo 13, nos dijo que debemos someternos a las autoridades superiores y que debemos respetar a los que nos gobiernan. Pero, cuando las leyes de un estado entran en conflicto con la voluntad manifiesta de Dios, no hay otra opción, sino obedecer el mandato de Dios. El creyente debe obedecer a la Palabra de Dios antes que a la palabra de un ser humano. Ésta debiera ser nuestra actitud como hijos de Dios. Ésta fue la experiencia de los apóstoles San Pedro y San Juan cuando las autoridades intentaron silenciar su testimonio público de Cristo. Según el relato de Los Hechos 4, 19 y 20, ellos dijeron a quienes les había detenido: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios. Porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído. Es que hay un mensaje que no puede ser silenciado por ningún ser humano, ni detenido por ningún poder terrenal. ¿Y qué fue lo que aquellos valientes apóstoles habían visto y oído? Pues, nada menos que la vida y obra de Jesucristo. Por eso pudieron decir en aquellos lejanos tiempos, lo mismo que nosotros repetimos hoy al finalizar nuestro programa. Sus palabras, y las nuestras son las siguientes: En ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.
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