Estudio bíblico de Génesis 29:30-31:7
Génesis 29:30-31:7
En nuestro programa anterior vimos que Jacob, huyendo de su hogar, después de haber engañado a su padre, Isaac, para escapar de la ira de su perjudicado hermano Esaú, y después de su encuentro con Dios en Betel, llegó a Harán, y conoció a Raquel, estableciéndose en la casa de Labán, su tío. Después de ser engañado por éste, que le dio a su hija Lea por esposa en lugar de Raquel, a quien él amaba, y después de los siete años de trabajo acordados, debió trabajar otros siete años más para poder casarse con Raquel.
Reanudamos hoy el relato con una situación creada en la familia de Jacob. Leamos los versículos 31 y 32:
"Vio el Señor que Lea era aborrecida, y le concedió hijos; pero Raquel era estéril. Y concibió Lea y dio a luz un hijo, y le puso por nombre Rubén, pues dijo: Por cuanto el Señor ha visto mi aflicción, sin duda ahora mí marido me amará."
Aquí tenemos otra vez un comentario triste sobre la infelicidad e incomprensión en aquel hogar, ya que Lea estaba triste al darse cuenta de que Jacob la amaba más a Raquel que a ella. Al tener a su hijo Rubén se alegró al pensar que su marido, ahora, la amaría más.
Rubén fue el primer hijo de Jacob, pero no sería él quien comenzaría la línea de descendencia que conduciría a Cristo, sino que, más bien, será Judá, el último hijo de Lea, quien daría origen a la línea genealógica real, y de quien descendería el rey David y, más tarde el Mesías, Jesucristo. Rubén, a causa de su pecado, perdería su posición de primogenitura. Lea tuvo, en total, cuatro hijos. Además de los mencionados, Rubén (versículo 32) y Judá (versículo 35), tuvo a Simeón y a Leví (versículos 33 y 34). De éste último, Leví, provendría la tribu de los sacerdotes. De esta manera, Lea fue la madre de algunos de los más destacados hijos de Jacob.
Con este párrafo finalizamos el comentario del capítulo 29. Al llegar al capítulo 30, vemos que Dios continuó actuando, no como consecuencia de los errores de Jacob sino a pesar de ellos. El Tema de este nuevo capítulo es la familia de Jacob y el nacimiento de sus hijos. Además, como Jacob deseaba apartarse de Labán, veremos cómo logró concertar, con astucia, un ingenioso convenio con Labán.
Comencemos el capítulo 30 leyendo los versículos 1 al 3, donde se nos habla del
Nacimiento de los hijos de Jacob
"Pero viendo Raquel que ella no daba hijos a Jacob, tuvo celos de su hermana, y dijo a Jacob: Dame hijos, o si no, me muero. Entonces se encendió la ira de Jacob contra Raquel, y dijo: ¿Estoy yo en lugar de Dios, que te ha negado el fruto de tu vientre? Y ella dijo: Aquí está mi sierva Bilha; llégate a ella para que dé a luz sobre mis rodillas, para que por medio de ella yo también tenga hijos."
En aquel tiempo, si una mujer no tenía hijos, se consideraba deshonrada. Cuantos más hijos tuviera, mejor sería su posición en la familia y en la sociedad.
Aquí observamos que Jacob y Raquel actuaron de acuerdo con las costumbre de aquella época. Recordemos que Abraham y Sara habían obrado de la misma manera y Dios no lo había aprobado, así como Dios tampoco lo iba a aprobar en este caso. En nuestro programa anterior hemos aclarado que la Biblia nos ofrece un relato fiel y preciso de las conductas humanas, pero ello no implica que Dios las acepte. Resulta obvio que Dios no aprobase el proceder de Jacob y Raquel. Y es así que hemos visto conflictos en la familia de Abraham, luego en la familia de Isaac y ahora en la de Jacob, quien aún iba a enfrentarse con mayores problemas.
Los versículos siguientes de este capítulo, hasta el versículo 21, nos informan sobre el nacimiento de dos hijos que Jacob tuvo con Bilha, sierva de Raquel, dos hijos con Zilpa, sierva de Lea y dos hijos más con Lea. Leamos los versículos 22 al 24, donde se registra el
Nacimiento de José, hijo de Jacob y Raquel
"Entonces Dios se acordó de Raquel; y Dios la escuchó y le concedió hijos. Y ella concibió y dio a luz un hijo, y dijo: Dios ha quitado mi afrenta. Y le puso por nombre José, diciendo: Que el Señor me añada otro hijo."
José es el joven que descendería al país de Egipto, y que fue un personaje extraordinario. Seguiremos la trayectoria de su vida más adelante en este libro del Génesis.
Hacia el final de este capítulo 30 leeremos acerca del nacimiento de Benjamín, que tuvo Jacob con Raquel y concluiremos con la lista de los doce hijos de Jacob. Ellos tienen un lugar importante en la historia, por haber dado origen a las doce tribus de Israel y éstas, a la nación de Israel.
El párrafo que consideraremos a continuación nos cuenta como
Jacob se preparó para salir de la casa de Labán
Comencemos nuestra lectura con el versículo 25, leyendo hasta el versículo 28:
"Y sucedió que cuando Raquel hubo dado a luz a José, Jacob dijo a Labán: Despídeme para que me vaya a mi lugar y a mi tierra. Dame mis mujeres y mis hijos por los cuales te he servido, y déjame ir; pues tu bien sabes el servicio que te he prestado. Pero Labán le respondió: Si ahora he hallado gracia ante tus ojos, quédate conmigo; me he dado cuenta de que el Señor me ha bendecido por causa tuya. Y añadió: Fíjame tu salario, y te lo daré."
Al escuchar el diálogo entre Jacob y Labán, especialmente la respuesta de éste, comprobaremos que aquel hombre aún no había terminado de demostrar su ingenio.
Resulta interesante recordar un incidente significativo de la vida de Isaac, que comentamos en un programa anterior y que se refiere al momento en que Abimelec, rey de Gerar, descubrió que Dios le había beneficiado mientras que Isaac vivía en sus tierras. Ahora, en nuestro relato actual, Labán, tío de Jacob, había descubierto que Dios ayudaba a Jacob y que, como resultado, él mismo había resultado beneficiado y bendecido por causa de Jacob. Por lo tanto, insistió en que Jacob permaneciese con él, incluso aumentándole el sueldo. Por su parte, Jacob ya había llegado a la conclusión de que cada vez que concertaba un acuerdo con Labán, su tío siempre salía ganando. Así es que insistió en salir de la casa de Labán.
Continuemos leyendo los versículos 29 hasta el 32:
"Mas él respondió: Tu sabes cómo te he servido, y cómo le ha ido a tu ganado conmigo. Porque tenías poco antes de que yo viniera, y ha aumentado hasta ser multitud; y el Señor te ha bendecido en todo lo que he hecho. Y ahora, ¿cuándo proveeré yo también para mi propia casa? Y él respondió: ¿Qué te daré? Y Jacob dijo: No me des nada. Volveré a pastorear y a cuidar tu rebaño si tan sólo haces esto por mí; déjame pasar por entre todo tu rebaño hoy, apartando de él toda oveja moteada o manchada y todos los corderos negros, y las manchadas o moteadas de entre las cabras, y ése será mi salario."
Vemos que Jacob estaba convencido de que había contribuido al progreso de su tío aumentando su patrimonio, mientras que él no había aumentado el suyo. Por lo tanto insistió hasta lograr un acuerdo relacionado con el rebaño de ovejas. Las especies puras serían para Labán y las otras, para Jacob; serían como su sueldo. Aparentemente, era éste un buen acuerdo para Labán. El relato continúa, y leeremos los versículos 33 al 36:
"Mi honradez responderá por mí el día de mañana, cuando vengas a ver acerca de mi salario. Todo lo que no sea moteado y manchado entre las cabras, y negro entre los corderos, si es hallado conmigo, se considerará robado. Y Labán dijo: Muy bien, sea conforme a tu palabra. Aquel mismo día apartó Labán los machos cabríos rayados o manchados y todas las cabras moteadas o manchadas, y todo lo que tenía algo de blanco, y de entre los corderos todos los negros, y lo puso todo al cuidado de sus hijos. Y puso una distancia de tres días de camino entre sí y Jacob; y Jacob apacentaba el resto de los rebaños de Labán."
O sea, que estas últimas no podrían criarse junto a las otras, al separarse los respectivos rebaños. Jacob se quedaría con las ovejas y cabras manchadas y los corderos negros, es decir, las especies mezcladas. Sólo las especies puras se aparearían y producirían descendencia, y éstas pertenecerían a Labán. El acuerdo aparentaba ser de mutuo interés. Pero veamos lo que sucedió, leyendo los versículos 37 al 39:
"Entonces Jacob tomó varas verdes de álamo, de almendro y de plátano, y les sacó tiras blancas de la corteza, descubriendo así lo blanco de las varas. Y colocó las varas que había descortezado delante de los rebaños, en los canales, en los abrevaderos, donde los rebaños venían a beber: y se apareaban cuando venían a beber. Y así se apareaban los rebaños junto a las varas; y los rebaños tennían crías rayadas, moteadas y manchadas."
Algunos han tratado de explicar este pasaje Bíblico como si se tratara de una vulgar superstición popular. Yo creo que es importante que este relato haya sido incluido en las Sagradas Escrituras. Aunque haya factores genéticos implicados, este episodio no debería ser considerado una superstición. Aquí lo importante y evidente en esta historia fue que tanto Labán como Jacob creyeron que las rayas blancas en aquellas varas hicieron que la descendencia naciese con rayas. En cuanto a Jacob, a pesar de todas las experiencias que había vivido, aún pensaba que sus propias estratagemas le harían prosperar. Todavía no había aprendido que su prosperidad y su futuro dependían de la voluntad y la gracia de Dios. Habituado a utilizar el engaño, en esos últimos años, al fin se había cruzado con alguien como su propio tío, que era un embaucador aún más ingenioso que él mismo. En esta ocasión, Jacob trató de superarse. El próximo capítulo arrojará, sin duda, mayor luz sobre todo este incidente.
Haciendo un resumen de los versículos no leídos, incluiremos la lista de los 12 hijos de Jacob, a partir de quienes se formarían las 12 tribus de la nación de Israel.
Nacidos de Lea: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Isacar, Zabulón y Dina, una hija.
Nacidos a Bilha, sierva de Raquel: Dan, Neftalí.
Nacidos a Zilpa, sierva de Lea: Gad, Aser.
Nacidos a Raquel: José, Benjamín.
En el próximo capítulo veremos que Dios había llamado a Jacob para que saliese de Harán y regresase a la tierra que El había prometido a Abraham, a Isaac y a él mismo.
Génesis 31
Este capítulo nos relata cómo Jacob salió de la casa de Labán sin previo aviso. No hubo despedidas. Labán salió en su persecución y le alcanzó. Finalmente, Jacob y su tío llegaron a un nuevo acuerdo, en esta ocasión prometiendo no defraudarse el uno al otro, separándose de una manera exteriormente amistosa.
Evidentemente Dios quería que Jacob saliese de aquella tierra de Harán, dado que la influencia y el ambiente de la casa de Labán no eran buenas para Jacob y su creciente familia. Aquellos jóvenes iban a ser los líderes de las 12 tribus de Israel, Por ello Dios dispuso las cosas para que regresasen a la tierra que había prometido a los patriarcas.
Estamos en una sección de nuestro estudio Bíblico que Dios ha permitido que llegue a nosotros, para hacer frente a nuestra propia necesidad. Se trata de la vida de un hombre, Jacob, que había pecado de varias maneras y que aún no había comprendido el carácter irrevocable de las promesas de Dios. Por eso, Dios no le abandonaría. Así como el Señor no nos abandonaría a ninguno de nosotros, si volviésemos arrepentidos a Él. Siempre nos recibiría. Y esto debiera animarnos constantemente. Si El ha tenido bajo su cuidado a una persona como Jacob, y a una persona como yo, puede tener cuidado de ti.
Comencemos pues la lectura de este capítulo con los versículos 1 y 2:
"Pero Jacob oyó las palabras de los hijos de Labán, que decían: Jacob se ha apoderado de todo que era de nuestro padre, y de lo que era de nuestro padre ha hecho toda esta riqueza. Y Jacob observó la actitud de Labán, y he aquí, ya no era amigable para él como antes."
Al examinar este pasaje, recordaremos que Jacob había vivido un triste período de 20 años de sufrimientos y grandes presiones en la casa de Labán. Este capítulo comienza con el descontento de Labán y sus hijos, debido a que en el acuerdo que tuvieron sobre el rebaño, Jacob acabó obteniendo mayores ventajas que Labán.
Es así que, en el cumplimiento de sus propósitos, Dios intervino. Y cuando todo parecía perdido, y no veía con claridad el camino a seguir, El se lo indicó. Leamos los versículos 3 y 4:
"Entonces el Señor dijo a Jacob: Vuelve a la tierra de tus padres y a tus familiares, y yo estaré contigo. Jacob, pues, envió a llamar a Raquel y a Lea al campo, donde estaba su rebaño,"
Dios llamó, pues, a Jacob para que saliese y preparándose para hacerlo él, por su parte, llamó a Raquel y a Lea para que se reuniesen con él en el campo, por temor a que alguno de los siervos o incluso de la familia de Labán pudiese escuchar sus planes para abandonar la casa.
Finalizamos nuestra lectura y estudio de hoy con los versículos 5 al 7:
"y les dijo: Veo que el semblante de vuestro padre, que no es amigable para conmigo como antes; pero el Dios de mi padre ha estado conmigo. Y vosotras sabéis que he servido a vuestro padre con todas mis fuerzas. No obstante, vuestro padre me ha engañado, y ha cambiado mi salario diez veces; Dios, sin embargo, no le ha permitido perjudicarme."
No podemos menos que estar de acuerdo con las palabras de Jacob, reconociendo que, en realidad, se había dedicado en conciencia a sus tareas, trabajando duramente. Y también podemos percibir que, a pesar de su desconcierto y frustración, nos muestra una nueva actitud de fe en Dios. Y como resultado de años de experiencia pudo dejar constancia de que creía que Dios le había acompañado con su presencia, y que El estaba en control de la situación suya y de su familia. Y estaba en lo cierto.
Y en aquellos momentos de perplejidad y frustración para él y su familia, sin saber qué hacer o qué rumbo tomar, Dios intervino. Seguramente recordó aquellas palabras inolvidables en el encuentro con Dios mismo en Betel: "Yo estoy contigo, y te guardaré por donde quiera que vayas". Dios no le había garantizado una ausencia de dificultades, conflictos, problemas, y mucho menos impunidad a sus acciones. Pero sí le había garantizado su presencia.
Estas antiguas palabras de Dios vienen hoy directamente a nosotros, si buscamos su presencia y su dirección ante las encrucijadas de la vida. A veces, hemos agotado todos los medios para salir adelante, y como no queda ya nada por probar, nos hallamos inmovilizados por la incertidumbre. Escuchemos estas palabras de una manera personal, y dejemos que su luz ilumine el camino a seguir.
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