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Estudio bíblico de 1 Corintios 9:20-10:13

1 Corintios 9:20 - 10:13

Continuamos hoy nuestro estudio del capítulo 9, de esta Primera carta a los Corintios. Y al concluir nuestro programa anterior, leímos los versículos 20 al 24 de este capítulo 9. Vamos a leerlos nuevamente, como introducción a nuestro estudio de hoy:

"Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la Ley como sujeto a la Ley (aunque yo no esté sujeto a la Ley) para ganar a los que están bajo la Ley; a los que están sin Ley, como si yo estuviera sin Ley (aunque yo no estoy sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin Ley. Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. Y esto hago por amor del evangelio, para hacerme copartícipe de él. ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis".

Pablo está diciendo, "estoy haciendo todo esto porque estoy corriendo una carrera. Estoy corriendo como un atleta. Ahora, ¿Corriendo para qué? Para recibir un premio. En una competición atlética, solo uno puede llegar primero. Pero en la carrera espiritual, todos podemos ganar el premio, si estamos difundiendo la Palabra de Dios". Luego Pablo dijo en el versículo 25:

"Todo aquel que lucha o compite en los juegos, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, lo hacen para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible".

Las recompensas que Dios da no aumentarán las cifras de la cuenta del banco, cuenta que se quedará aquí en la tierra cuando nos vayamos. Pero esa recompensa formará parte de nuestro enriquecimiento espiritual. Y el apóstol continuó en el versículo 26, de este capítulo 9, de la Primera Epístola a los Corintios:

"Así que yo de esta manera corro, no como a la ventura, sin tener meta; de esta manera peleo, no como dando golpes al aire"

Pablo dijo que él no peleaba como quien estuviera luchando contra un adversario imaginario. No se trataba de un simple juego. Era algo que tenía lugar en la vida real. Y dijo además en el versículo 27:

"sino que golpeo mi cuerpo y lo hago mi esclavo, no sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado".

La traducción aquí de esta última palabra "eliminado" no es afortunada, no expresa verdaderamente lo que se dice en el griego. Esa palabra ?adókimos? quiere decir "no aprobado o desaprobado", y podría traducirse también como "descalificado". Pablo estaba pensando aquí en el tribunal de Cristo donde se entregarán las recompensas a los creyentes. En la próxima carta a los Corintios, en la segunda, él iba a hablar sobre este tema. Nosotros todos vamos a comparecer ante el tribunal de Cristo para recibir nuestra recompensa. Y Pablo estaba diciendo que él corría la carrera de tal manera que pudiera recibir una recompensa. Y ésa es la razón por la cual él estaba predicando el evangelio. Y, siempre disfrutando de su libertad, esa era la opción que había elegido. Creemos que cada cristiano debiera participar en la carrera cristiana, con la debida disciplina y esfuerzo, sabiendo que recibirá un premio. Nosotros no nos esforzamos ni trabajamos para obtener la salvación. Porque la salvación es un don, un regalo entregado por la gracia y misericordia de Dios. Pero, estimado oyente, si usted ya es un creyente, un hijo de Dios, y espera ser reconocido como para recibir un premio, tendrá que trabajar y esforzarse para merecerlo. Si va a recibir una recompensa, tendrá que concentrarse en la pista de carreras y ponerse en acción. Bien, llegamos ahora a

1 Corintios 10:1-13

Estamos todavía en la sección que hemos llamado la "Libertad Cristiana" y que se extiende por este mismo capítulo y hasta el capítulo 11:1. Y vamos a ver otro aspecto de la libertad cristiana y la ilustración que se usará en este capítulo, tiene que ver con la nación de Israel.

Iniciemos entonces nuestra lectura de este capítulo 10 con el primer versículo:

"No quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube, y todos pasaron por el mar"

Estas primeras palabras nos conectan directamente con el capítulo anterior, el capítulo 9, donde Pablo acababa de decir que él no quería ser descalificado ante el tribunal de Cristo, sino que esperaba recibir una recompensa, un premio.

Al decir "no quiero que ignoréis", estaba enfatizando que iba a hablarles sobre un tema que ellos desconocían, o de lo cual no eran conscientes.

Ahora, la iglesia de Corinto estaba formada por un grupo de gente de diversas razas. Entre sus miembros había judíos, y creyentes pertenecientes a otros pueblos. Hoy no vemos con tanta frecuencia a judíos cristianos, pero en aquella época era poco corriente ver a cristianos no judíos, porque los primeros cristianos fueron judíos.

Cuando el apóstol dijo "nuestros padres estuvieron todos" Pablo estaba refiriéndose a la parte judía de la congregación. Sólo ellos, junto con Pablo eran israelitas y compartían la misma historia. La referencia a que "todos estuvieron bajo la nube y todos pasaron por el mar se refiere, por supuesto, al momento histórico en que el pueblo de Israel estaba huyendo de la esclavitud Egipcia y cruzando el Mar Rojo. Y continuando con la cita histórica, añadió en los versículos 2 al 5 lo siguiente:

"y todos, en unión con Moisés, fueron bautizados en la nube y en el mar, todos comieron el mismo alimento espiritual y todos bebieron la misma bebida espiritual, porque bebían de la roca espiritual que los seguía. Esa roca era Cristo. Sin embargo, Dios no se agradó de la mayor parte de ellos, por lo cual quedaron tendidos en el desierto".

Esto nos demuestra cuan lejos puede llegar una persona y aún no llegar a ser un creyente. Asimismo nos revela la hermosa, maravillosa, libertad que ese pueblo experimentó cuando cruzaron el mar Rojo. En ese momento aún no habían recibido la ley y tenían esa libertad, pero abusaron de ella. Podemos ver que el tener un privilegio no es siempre una garantía contra un fracaso final. Eso es algo que muchos hijos de personas que disponían de grandes recursos han tenido que aprender. Y esta lección también ha tenido que ser aprendida por muchos que han disfrutado de ciertos privilegios gracias a su posición política, financiera y social.

Ahora, los israelitas estaban bajo la nube. Es decir, ellos tenían un guía y todos ellos cruzaron el mar con seguridad, sin sufrir ningún percance. Pero dice aquí que, en unión con Moisés, fueron bautizados en la nube y en el mar. Ahora, ¿qué quiere decir esta frase?

Tenemos que volver a hacer énfasis aquí nuevamente que "bautizados" quiere decir varias cosas. Si usted observa en un diccionario de palabras griegas, puede observar que a esta palabra le corresponden unos 20 significados. Y los traductores de la Biblia, en realidad no tradujeron esta palabra. Lo que hicieron fue transcribirla. Es decir que ellos tomaron la palabra griega y la transcribieron al castellano. Por lo tanto, tratar de expresar exactamente lo que el apóstol tenía en su mente, puede ser algo sumamente difícil porque los traductores no intentaron hacerlo. En el día de hoy hay muchas personas que han tratado de reducir el significado de esa palabra a un concepto bastante limitado.

La palabra griega significa "identificar". En realidad, el bautismo por agua tiene ese significado, ya que habla de nuestra identificación con Cristo. Simbólicamente hablando, nosotros somos sepultados con Él por el bautismo, por el bautismo del Espíritu Santo. Él nos identifica con el cuerpo de Cristo, es decir, que nos toma y nos coloca como un miembro en el cuerpo. Más adelante en esta misma epístola capítulo 12 versículo 13, Pablo dijo: "Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo".

Ahora, ¿cómo fueron ellos entonces bautizados en unión con Moisés? Evidentemente, no tuvieron allí en el Mar Rojo una reunión de bautismos, en la que fueron bautizados por Moisés. Porque, en realidad, ni siquiera se mojaron con el agua de aquel mar. El relato del Éxodo nos dice que los hijos de Israel pasaron por el lecho seco del mar. Cuando Dios dividió el mar Rojo, para ellos, estimado oyente, dejó un sendero bien seco para que transitaran por él. Los que realmente se mojaron fueron los egipcios, que quedaron sumergidos en el agua. Así que el bautismo al que se estaba refiriendo aquí Pablo, no tenía nada que ver con el agua. Tampoco se estaba refiriendo al bautismo del Espíritu Santo, porque él dijo que "todos en unión con Moisés fueron bautizados". ¿Entonces, qué quiso decir? Bien, quiere decir simplemente que estaban identificados con Moisés. En el capítulo 11:29 de la epístola a los Hebreos se nos dice que "Por la fe pasaron el mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados?" Pero los hijos de Israel estaban identificados con Moisés. Dice que por la fe pasaron el mar Rojo. ¿La fe de quién? No era la de ellos. Ellos no tenían ninguna fe. Si usted puede leer la historia en el libro del Éxodo, se dará cuenta de que ellos deseaban regresar a Egipto, y estaban culpando a Moisés por haberlos sacado de aquel lugar y haberlos llevado al desierto. Fue Moisés el que tuvo fe. Fue Moisés quien se acercó al agua y golpeó el mar Rojo con la vara, como Dios le había ordenado. Y fue Moisés quien guió a los israelitas por el lecho seco del mar. Cuando ellos llegaron a la otra orilla, ¿qué hicieron? Moisés los guió a que cantaran la canción de los redimidos, que usted puede leer en el capítulo 15 del Éxodo. Ellos, pues, estaban identificados con Moisés. Podemos decir que ésa es una figura de nuestra salvación. Cristo pasó a través de las aguas de la muerte. Y nosotros también las cruzamos a salvo por medio de Su muerte, identificados con Él, y después somos identificados con un Salvador viviente, bautizados en Cristo. Ésta es la manera en que este bautismo nos salva. Cuando confiamos en Cristo, el bautismo del Espíritu Santo nos coloca en Cristo, nos une a Cristo.

Ahora, el bautismo por agua ilustra esta verdad y es muy importante. Pero es un bautismo ritual. El verdadero bautismo es la obra del Espíritu Santo. Entonces los israelitas fueron bautizados en Moisés y fueron capaces de cruzar el mar Rojo. Y se nos dice también que "todos comieron el mismo alimento espiritual", el maná. Y todos bebieron la misma bebida espiritual"; porque bebieron de la roca espiritual que les seguía: y se nos dice que la roca era Cristo, es decir, que la roca exponía a Cristo.

Sin embargo, la mayoría de ellos no agradó a Dios, y por eso sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto.

Ahora, ¿por qué quedó registrado todo ese relato histórico? Pablo nos explicó el motivo. Leamos el versículo 6, de este capítulo 10, de la Primera Epístola a los Corintios:

"Estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron".

Hemos visto en los primeros cinco versículos de este capítulo una ilustración de la libertad que esta gente disfrutaba como nación. Ahora vemos en esta penetrante sección que esta gente abusó de su libertad. Y el apóstol nos dio una aplicación para nosotros en el día de hoy. Dijo que todas esas cosas sucedieron como ejemplo para nosotros, para que no deseemos el mal, como ellos lo desearon. Usted puede notar, estimado oyente, que esto fue escrito para usted y para mí, para que prestemos atención cuidadosamente a estos hechos y sus consecuencias. Porque ya hemos visto como los israelitas se comportaron y lo que hicieron con la libertad que gozaban.

Leemos que codiciaron las cosas malas. Ahora, ¿cuáles fueron esas cosas malas? Se mencionaron en el capítulo 11 del libro de Números comenzando con el versículo 4, hasta el 6. Allí dice que entre los israelitas se había mezclado gente de toda clase, que sólo pensaba en comer. Y los israelitas, dejándose influenciar por ellos, se pusieron a llorar y a decir: "¡Ojalá tuviéramos carne para comer! ¡Cómo nos viene a la memoria el pescado que comíamos de balde en Egipto! Y también comíamos pepinos, melones, puerros, cebollas y ajos. Pero ahora nos estamos muriendo de hambre y no vemos otra cosa que maná". A ellos no les gustaba el maná. Y leemos que ellos codiciaron cosas malas. Ahora, ¿qué había de malo con los puerros, las cebollas, y el ajo? El caso era que codiciaron aquello que, en aquel momento, estaba fuera de la voluntad de Dios para ellos. Y aquel fue el comienzo de su deserción, de su abandono de Dios.

¿Ha notado usted cuántas veces el deseo es lo que conduce al pecado? Comenzó en el jardín de Edén. En Génesis, capítulo 3, versículo 6, leemos: "Al ver la mujer que el árbol era bueno para comer, agradable a los ojos y deseable para alcanzar la sabiduría, tomó de su fruto y comió; y dio también a su marido, el cual comió al igual que ella". Fíjese usted, deseo, codicia, ¿qué implican? Pues era el deseo por algo que estaba fuera de la voluntad de Dios. Ahora, después de todo, ¿qué es deseo? Algunos especialistas hablan de inhibiciones y prohibiciones, y del deseo como lo supremo en la vida. El deseo en aquellas circunstancias históricas era anhelar algo que estaba fuera de la voluntad de Dios para ellos. Aunque en Egipto habían tenido estas cosas, no era la voluntad de Dios que ellos las tuvieran en aquel momento en particular. Y luego dijo Pablo, aquí en el versículo 7, de este capítulo 10 de su Primera Epístola a los Corintios:

"Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar".

Un ídolo es cualquier cosa que usted coloca en su vida en lugar de Dios. Y luego continuó Pablo diciendo en los versículos 8 al 10:

"Ni cometamos inmoralidades sexuales, como algunos de ellos hicieron, y cayeron en un día veintitrés mil. Ni provoquemos al Señor, como también algunos de ellos le provocaron, y fueron destruidos por las serpientes. Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por mano del destructor".

Pablo enumeró los pecados de aquella gente. Aquel pueblo había estado murmurando y quejándose continuamente contra Dios. Esta es una ilustración de aquellos que anhelan tener cosas que se encuentran fuera del plan y la voluntad de Dios. Dios siempre ha querido algo bueno para Su pueblo. Eso fue cierto entonces, y es real también hoy. Pero aquellos israelitas, en una abierta actitud de rebelión quisieron ir más allá de los propósitos que Dios tenía para ellos.

Veamos ahora lo que nos dijo el apóstol Pablo en el versículo 11, de este capítulo 10 de su Primera carta a los Corintios; dice:

"Todas estas cosas les sucedieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, que vivimos en estos tiempos finales".

Y de todo podemos aprender una gran lección. Como creyentes, disfrutamos de la libertad cristiana, pero nuestros deseos deben estar dentro de la esfera de la voluntad de Dios, y eso es muy importante. Luego, en el versículo 12 se nos dice:

"Así que el que cree estar firme, tenga cuidado, no sea que caiga".

Indiferentemente de quién sea usted, estimado oyente, usted puede caer hoy mismo. Sería una cosa muy fácil que usted cometiera un error de bulto y que tropezara y cayera. Uno puede ser un cristiano maduro y con experiencia, alguien que trata de vivir una vida santa y, aun así, caer. Por lo tanto usted y yo debemos tener mucho cuidado de permanecer dentro del ámbito de la voluntad de Dios, en el que nosotros no estemos apagando al Espíritu de Dios con nuestras vidas. Luego continuó el apóstol diciendo en el versículo 13:

"No os ha sobrevenido ninguna prueba que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser probados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la prueba la salida, para que podáis soportarla".

Muchas personas en nuestros días piensan que nadie ha sido probado o tentado como ellas. Estimado oyente, no importa la experiencia por la que usted haya pasado; ha habido otros que han atravesado por la misma clase de pruebas. Lo alentador es que Dios proveerá para usted una salida, es decir, el medio para salir de esas situaciones de prueba. Dios es fiel, y no permitirá que usted sea probado o tentado más allá de lo que pueda soportar.

Necesitamos reconocer, como decía el Dr. Hutton, que "Dios siempre prepara un camino por el cual podemos salir. Y a veces, esa forma de escapar, es un buen par de piernas para que nosotros le podamos mostrar los talones al diablo". Eso quiere decir que uno está corriendo tan rápido como le sea posible, para poder huir de la tentación.

Creemos que muchas de las razones por las cuales muchas personas pecan, es que hacen lo mismo que hizo un niño. Su madre escuchó ruidos durante la noche que procedían de la cocina; el pequeño estaba en la cocina y tenía en sus manos la lata de las galletas. Su madre lo llamó y le preguntó: "Juanito, ¿dónde estás?" Y el niño contestó: "Estoy en la cocina" Y su madre le pregunta: "¿Qué estás haciendo?" A lo cual él respondió: "Estoy luchando contra la tentación". Estimado oyente, ese no es el lugar ni la forma de luchar contra la tentación. Necesitamos escaparnos de ese tipo de situaciones. Como una niña, que se cayó de su cama una noche y comenzó a llorar. Su mamá fue a verla, la levantó, la volvió a colocar en la cama y le preguntó: "¿Cómo fue que te caíste?" Y ella le contestó: "Creo que me quedé muy cerca del borde de la cama cuando me acosté" Y esa es otra de las razones por las cuales muchos creyentes caen en el día de hoy: no avanzan mucho como creyentes, no continúan en una relación cercana con Dios y tampoco viven de acuerdo con la voluntad de Dios. Se quedan allí en el borde por donde comenzaron cuando conocieron a Cristo. No han avanzado en el camino de la madurez cristiana.

Estimado oyente, es evidente que en la lucha de la vida, lucha que nos conduce a situaciones conflictivas, de gran complejidad, en las cuales no vemos una salida, una solución humana, necesitamos un apoyo sobrenatural. Nuestros recursos resultan insuficientes a la hora de enfrentarnos a fuerzas destructivas inherentes a la naturaleza humana, capaces de controlar nuestros pensamientos y acciones. En ese sentido, y desde un punto de vista espiritual, podemos comparar al ser humano a aquellos esclavos que no podían liberarse a sí mismos. Sólo podían alcanzar la libertad si alguien los compraba y los liberaba. En ese sentido, Jesucristo pagó el precio de nuestra libertad, con su sacrificio en la cruz. El precio fue muy elevado, y si usted acepta por la fe su oferta de salvación, entonces usted pasará a pertenecerle a Él. O sea, que tendrá un nuevo amo, un nuevo Señor, quedando bajo su autoridad. Pero, paradójicamente, será usted libre de la esclavitud del pecado y la maldad. Y, a partir de ese momento, usted dependerá de alguien que, no solo desea lo mejor para usted que, además, posee los medios y los recursos para hacer que las numerosas promesas que nos dejó en Su Palabra, se conviertan cada día en una realidad. Un hijo de Dios, puede levantarse cada día y solicitar a su Señor los recursos necesarios para enfrentar las más graves situaciones. El autor de esta carta, el apóstol Pablo, en otra de sus cartas, concretamente en la carta a los Efesios 6, después de considerar que en este mundo no tenemos luchas contra seres humanos, sino contra fuerzas espirituales malignas, les aconsejó a los creyentes que aceptasen los recursos sobrenaturales que han recibido de Dios, para poder resistir con firmeza en lo que él llamó "el día malo". Estimado oyente, ¿está usted viviendo en esos días malos? Diríjase a Dios en oración, pidiéndole que Él intervenga. Y, con toda seguridad, en el momento oportuno, Dios lo hará.

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