Estudio bíblico de Salmos 22
Salmo 22
Continuamos hoy, amigo oyente, viajando por el libro de los Salmos y llegamos a este maravilloso Salmo 22. Y en la primera sección encontramos la humillación de Cristo (vv. 1-21). En la última parte del Salmo (vv. 22-31) encontramos la exaltación de Cristo. Este Salmo comienza con un lamento angustioso y lastimero de este Hombre solitario y abandonado por Dios. En el primer versículo de este Salmo 22, leemos:
"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación y de las palabras de mi clamor?"
Lo que aquí tenemos en realidad, y esto queremos enfatizarlo desde el principio, es un relato del sufrimiento humano del Señor Jesucristo. Lo vemos colgado allí como un hombre, pero como dijo el Evangelista Juan, era el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Hay un pasaje que vamos a leer, que arroja luz sobre este aspecto. Escuchemos lo que dice el escritor de la epístola a los Hebreos, en el capítulo 2 versículo 9: Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, ? Y ¿por qué? Observemos lo que continúa diciendo el texto: coronado de gloria y de honra a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios experimentase la muerte por todos. Aquí tenemos al que dejó la gloria del cielo y se convirtió en un hombre para revelarnos a Dios, sí, esto es cierto; pero por encima de todo, para redimir al ser humano. Y como continúa diciendo el versículo 14 de este mismo capítulo 2 de Hebreos: 14Así que, por cuanto los hijos son de carne y hueso, él también participó de lo mismo para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo,
Él no podía salvar a nadie por Su vida; fue Su muerte en sacrificio lo que salva. Y en relación con esto podemos continuar leyendo en Hebreos 2, esta vez los versículos 15, 16 y 18, que dicen: 15y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. 16Ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham. 18Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados. Así que vemos al Hombre Cristo Jesús, Ahora, como el Hombre Perfecto, Él aprendió a descansar en Dios. Aprendió a confiar en Él en todo lo que hizo. Él dijo en Juan 8:29: "Yo hago siempre lo que le agrada". Pero allí en esa hora tan desesperada Él fue abandonado por Dios. No tenía lugar alguno al que acudir, ni en el lado humano ni en el divino. Así que el Hombre Cristo Jesús fue abandonado. Nadie jamás había tenido que pasar por esa experiencia. Nadie. Solo Él. Ahora, ¿Por qué desamparó Dios a Cristo? Bueno, leamos el versículo 3, aquí dice:
"Pero tú eres santo, tú que habitas entre las alabanzas de Israel".
Nos queda pues la pregunta sobre el por qué fue Él abandonado por Dios. Porque en la cruz, en aquellas últimas tres horas, en aquella oscuridad impenetrable, Él fue tratado como un pecador. Él fue abandonado por un breve instante. La paradoja fue que en aquel mismo momento Dios estaba en Cristo estaba reconciliando al mundo consigo mismo. Y el Señor Jesús mismo dijo, según Juan 16:32: La hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado y me dejaréis solo; pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. El Padre estaba con Él cuando se encontraba en la prisión; el Padre estaba con Él cuando estaba siendo azotado, y estaba con Él cuando le clavaron a la cruz. Pero en esas tres últimas horas el presentó Su alma como ofrenda por el pecado, y el Padre quiso quebrantarlo y hacerlo sufrir (ver Isaías 53:10).
Abandonado. Estimado oyente usted no sabe que significa esa experiencia y yo no sé lo que es estar abandonado por Dios. El hombre más malvado de esta tierra hoy no está abandonado por Dios. Cualquiera puede volverse a Él. Pero cuando Cristo tomó mi pecado sobre Sí mismo, fue abandonado por Dios.
La pregunta "¿Por qué me has abandonado?" no es el ¿por qué? de la impaciencia. No es el ¿por qué? de la desesperación. Es el grito humano de un intenso sufrimiento, agravado por la angustia de Su vida inocente y santa. Aquel fue el grito tremendo y agonizante de la soledad de Su pasión. Él estaba solo. Estaba solo con los pecados del mundo sobre Él.
Decía el versículo 1, ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación y de las palabras de mi clamor? ¿Clamor? Si. Durante su juicio Él permaneció en silencio. Como dijo el profeta Isaías (53:7), como oveja, enmudeció ante su trasquilador. Cuando le azotaron, no dijo nada, cuando le clavaron a la cruz, no gimió. Pero cuando Dios le abandonó, gritó como ruge un león. Fue un grito de dolor. ¿Ha estado alguna vez en un bosque cuando los perros atacan a otro animal? ¿Ha escuchado usted el alarido de ese animal? No hay nada tan sobrecogedor como ese grito. Y eso fue lo que el escritor nos estaba tratando de transmitir aquí. Creo que el grito de la cruz debió rajar las rocas, porque había sido Su voz la que las había creado. Y en ese momento, el Creador estaba sufriendo. En esa cruz Él gritó como un animal herido; el Suyo ni siquiera fue un grito humano, sino como el de un león salvaje y rugiente. Fue el grito lastimero y el gemido de la inexpresable aflicción cuando nuestros pecados le oprimieron. Ahora continuamos con nuestra lectura y leemos en el versículo 6, del Salmo 22:
"Pero yo soy gusano y no hombre; oprobio de los hombres y despreciado del pueblo".
¿Qué quiso decir el referirse a sí mismo como un gusano? Había gritado como un león y después dijo "soy gusano". Fue porque había alcanzado el lugar más bajo. El profeta Isaías dijo (en 53:3), Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en sufrimiento; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado y no lo estimamos. ¡Qué frase! "Yo soy gusano" El detalle interesante aquí es que la palabra usada para gusano se refiere al gusano "coccus", que era utilizado por los hebreos para teñir de color rojo escarlata todas las cortinas del tabernáculo. Así que cuando dijo "soy un gusano" quiso decir que había llegado a su nivel más bajo. Fue Él quien había dicho, en el libro de Isaías (1:18), aunque vuestros pecados sean como escarlata, como la nieve serán emblanquecidos; Es que solo Su sangre, estimado oyente, podía borrar la mancha oscura y profunda de su vida.
(Lady Macbeth, paseándose dormida, como sonámbula, andaba frotándose las manos, tratando de limpiarlas, loca por su culpa de asesinato. Y decía: "Todos los perfumes de Arabia no endulzarán esta pequeña mano" Y tenía razón; no podrían. Ella parecía estar continuamente lavándose las manos al frotárselas, y gritaba: ¡Fuera, maldita mancha, fuera! (Cita de la obra Macbeth, Acto V, escena primera).
Estimado oyente, solo hay una cosa que puede quitar de su vida la mancha del pecado y esa es la sangre de Cristo. La sangre del Señor Jesús, el Hijo de Dios, nos limpia de todo pecado. Solo Su sangre.
Llegamos ahora a otra frase de Cristo en la cruz;
Padre perdónalos
Miremos a la víctima que se encuentra en la cruz. Su sufrimiento fue aumentado por aquella muchedumbre brutal y los espectadores endurecidos que se encontraban cerca de Él. Miremos a través de Sus ojos y veamos lo que él vio. Leamos los versículos 7 y 8:
"Todos los que me ven se burlan de mí; tuercen la boca y menean la cabeza, diciendo: Se encomendó al Señor, líbrelo él; sálvelo, puesto que en él se complacía".
Algunos criminales han sido tan odiados que han sido sacados de la cárcel y linchados por una multitud. Pero mientras el criminal estaba siendo ejecutado, la multitud se dispersaría. Los ánimos se aplacarían y las emociones se calmarían. Pero no en esta multitud. Creo que lo más bajo que jamás se ha dicho sobre la religión, fue dicho de estos fariseos cuando el Señor Jesucristo estaba muriendo: Y sentados le custodiaban allí dice Mateo 27:36. Hay que ser malvado para hacer esto. En realidad, no se puede llegar más bajo. El veneno y la vileza del corazón humano estaban siendo esparcidos como si salieran de una alcantarilla abierta, mientras aquella gente permanecía allí y le ridiculizaba en Su muerte. Después de que una serpiente ha clavado sus colmillos mortales en su víctima e inyectado su veneno, se aleja deslizándose sobre la hierba. Pero no está multitud, no el corazón humano que está en rebelión contra Dios.
En Lucas 23:34 tenemos entonces la frase Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen. Si Él no hubiera dicho esto, la multitud habría cometido el pecado imperdonable. Pero no lo cometieron: Él pidió el perdón para aquel pecado. Sabemos que el centurión romano encargado de la ejecución se salvó; y un grupo de los fariseos se salvaron, incluyendo a Saulo de Tarso que probablemente se encontraba en esa multitud.
Y ahora llegamos a otra frase que Jesús pronunció en la cruz:
Mujer, he ahí tu hijo
Ahora al mirar a la multitud, Él no solo vio miradas de odio y antagonismo, sino también miradas de amor. Vio allí abajo a su madre con Juan, como lo relató Juan 19:25. Al mirarla, ¿quiere usted saber que pasó por su mente? Retrocedió hasta Belén al momento en que nació y entonces le dijo al Padre lo que podemos leer en los versículos 9 y 10:
"Pero tú eres el que me sacó del vientre, el que me hizo estar confiado desde que estaba en el regazo de mi madre. A ti fui encomendado desde antes de nacer; desde el vientre de mi madre, tú eres mi Dios".
¡Qué gran significado encontramos en estas palabras! Mujer, he ahí tu hijo. Recordemos que en las bodas de Caná, cuando tuvo lugar el primer milagro del Señor, cuando comenzó Su ministerio, Su madre le había pedido que hiciera algo para demostrar que Él era el Mesías, y que ella había dicho la verdad al afirmar que Él había nacido de forma virginal. Ella quería que Él se revelara públicamente en esa boda. Y Su respuesta a ella en esa ocasión, registrada en Juan 2:4 fue: ¿Qué tiene que ver esto con nosotros, mujer? Aún no ha venido mi hora. Tres años después, colgado allí de una cruz, Él le dijo: Mujer, he ahí tu hijo. ¡Es que Su hora había llegado! El motivo para Su venida al mundo se estaba cumpliendo. Esa era la hora más importante en la historia del mundo.
Después su atención se dirigió nuevamente hacia los que estaban llevando a cabo la crucifixión. Dice el versículo 12:
"Me han rodeado muchos toros; fuertes toros de Basán me han cercado".
Describiendo a estos soldados que le estaban crucificando, dijo que eran como los toros de Basán; pero no se detuvo allí, porque estaba siendo devorado por animales salvajes. Eso es en lo que sus torturadores se habían convertido. Leamos ahora el versículo 13:
"Abrieron contra mí su boca como león rapaz y rugiente".
En ese momento estaba hablando de Roma, porque los romanos le habían crucificado. Los comparó con un león rugiente, porque el león era una imagen de Roma. Ahora, observemos Su condición. Leamos el versículo 14:
"He sido derramado como el agua y todos mis huesos se descoyuntaron. Mi corazón fue como cera, derritiéndose dentro de mí".
Esta descripción tan exacta de la crucifixión es notable cuando consideramos que la crucifixión, como forma de ajusticiamiento público, era desconocida cuando este Salmo se escribió. Incluso el Imperio Romano aun no existía, y fue Roma quien instituiría la crucifixión. ¡Sin embargo en este antiguo pasaje tenemos una imagen de un hombre muriendo por crucifixión!
La frase he sido derramado como el agua nos muestra la excesiva transpiración de un hombre muriendo a la intemperie bajo el calor del sol. Y después dijo: todos mis huesos se descoyuntaron. Lo horrible de la crucifixión era que cuando un hombre comenzaba a perder sangre, su fuerza menguaba, y sus huesos se descoyuntaban. Esta experiencia era terriblemente dolorosa.
Y después dijo algo extraño: Mi corazón fue como cera. Él murió a causa de un corazón quebrantado. Algunos médicos han dicho que un corazón roto habría producido los síntomas registrados meticulosamente por Juan. Recordemos que Juan 19:34 dijo que uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua. Este detalle le llamó la atención a Juan y por eso lo registró. Realmente, Jesús murió de un corazón quebrantado.
Y ahora llegamos a la frase en que Jesús dijo:
Tengo sed
Cuando estaba colgando de la cruz a punto de morir, con una transpiración excesiva, sufrió la agonía de la sed. Dice el versículo 15:
"Como un tiesto se secó mi vigor y mi lengua se pegó a mi paladar. ¡Me has puesto en el polvo de la muerte!"
Y aquellos que estaban al pie de la cruz le oyeron decir "Tengo sed". Y el versículo 16 añade:
"Perros me han rodeado; me ha cercado una banda de malignos; horadaron mis manos y mis pies".
Ahora "perros" era la palabra para referirse a los no judíos. El traspasar Sus manos y pies fue una descripción exacta de la crucifixión. Continuemos leyendo los versículos 17 y 18:
"¡Contar puedo todos mis huesos! Entre tanto, ellos me miran y me observan. Repartieron entre sí mis vestidos y sobre mi ropa echaron suertes".
Él fue crucificado desnudo. En nuestra época, con los antecedentes del nudismo y la pornografía es difícil comprender la gran humillación que Él sufrió al colgar desnudo en la cruz. Le habían quitado Sus ropas y las habían sorteado entre ellos. Estimado oyente, Él pasó por todo este proceso, fue crucificado desnudo para que usted y yo pudiéramos estar vestidos con la justicia de Cristo, para de esa manera poder estar ante Dios durante el tiempo infinito de la eternidad.
Ahora llegamos a una solemne frase, que fue
Padre, en tus manos encomiento mi espíritu
Leamos los versículos 19 y 20:
"Mas tú, Señor, ¡no te alejes! Fortaleza mía, ¡apresúrate a socorrerme! Libra de la espada mi alma, del poder del perro mi vida".
Recordemos que en Mateo 3:17, en la escena de Su Bautismo, el Padre había dicho de Él: Este es mi hijo amado. En estos momentos de la cruz el dijo, Padre en tus manos encomiendo mi espíritu (Lucas 23:46). Continuemos con el versículo 21;
"Sálvame de la boca del león y líbrame de los cuernos de los toros salvajes".
Una de las expresiones más notables fue y líbrame de los cuernos de los toros salvajes. Para expresar intensidad en el idioma hebreo, se usó el plural cuernos de los toros salvajes.
Se trata de un animal agresivo y brutal, con capacidad para matar. La cruz en la cual el Señor Jesucristo fue crucificado probablemente no tenía la forma con que la conocemos hoy, con un madero vertical cruzado en su parte superior por uno más pequeño horizontal. La Biblia no la describe así.
Hay dos palabras griegas que se traducen con la palabra "cruz".
Una de ellas es la palabra "stauros". La encontramos, por ejemplo, en el evangelio según San Mateo, capítulo 27, versículo 40, que dice: Tú, el que derribas el templo y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo. Si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz. Aquí la palabra cruz es "stauros", que significa "una pieza". Resulta interesante ver cuán exacta es la Biblia, pero como la tradición la ha elaborado para nuestra forma de pensar. El apóstol Pablo usó esta palabra cuando dijo en 1 Corintios 1:18: La palabra de la cruz es locura a los que se pierden.
La segunda palabra griega para cruz es "xulon", que se traduce como cruz o árbol. Significa simplemente un trozo de madera. Pensamos que se trataba de un poste colocado en posición vertical. El apóstol Pablo usó esta palabra en los Hechos 13:29, Y cuando cumplieron todas las cosas que de él estaban escritas, lo bajaron del madero y lo pusieron en el sepulcro. Otra cosa que nos llama la atención es que la palabra "xulon" traducida "árbol" o "cruz" es mencionada en el capítulo 22 del libro de Apocalipsis como el árbol de vida. Creemos que el madero o árbol en el que Cristo murió estará allí, con vida, por el tiempo interminable de la eternidad para recordarnos cuánto costó redimirnos.
Leamos el versículo 22, donde vemos un cambio radical. Hemos visto los sufrimientos de Cristo y ahora veremos la gloria que Él tendría:
"Anunciaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré".
Ya hemos dicho que la totalidad de este Salmo se refiere a la cruz. Él no murió derrotado; porque cuando se acercó al mismo final dijo: Anunciaré tu nombre a mis hermanos. Fue como si se hubiera referido al Evangelio que sería proclamado. Podemos recordar a Pedro en medio del Sanedrín, compuesto de fariseos y saduceos, en Hechos 4:12, diciéndoles: no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. Aquí podemos ver la similitud con las palabras Anunciaré tu nombre a mis hermanos. Leamos ahora los versículos 25 y 26, para recordar otra gran frase de Cristo en la cruz:
Hoy estarás conmigo en el paraiso
"De ti será mi alabanza en la gran congregación; mis votos pagaré delante de los que lo temen. Comerán los humildes hasta quedar saciados; alabarán al Señor los que lo buscan; vivirá vuestro corazón para siempre".
En el relato de Lucas 23:42, vimos que el ladrón de la cruz dijo: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Y el Señor dijo aquí en el salmo 22: mis votos pagaré delante de los que le temen. Y Lucas nos contó que Jesús le respondió al ladrón: Hoy estarás conmigo en el paraíso. En el salmo 22 vemos que los redimidos estarán allí para alabar y, entre ellos, el ladrón que Jesús llevaría con en Él aquel mismo día. Aunque el ladrón no había sido considerado digno de vivir aquí en la tierra, de acuerdo con la ley romana, el Señor Jesús le hizo digno para estar en el cielo por Su muerte en la cruz.
Ahora veamos la séptima, la última que el Señor pronunció, y que fue,
Consumado es
Leamos entonces el último versículo de este Salmo 22, el versículo 31:
"Vendrán y anunciarán su justicia; a pueblo no nacido aún, anunciarán que él hizo esto".
Este pueblo no nacido aun nos incluye a usted y a mi estimado oyente. Y ellos anunciarán Su justicia, no su justicia o la mía, porque Dios dijo que esas obras de justicia humana eran ante los ojos divinos como trapos de inmundicia. ¿Y cómo anunciarán Su justicia? Pues, proclamarán que Él hizo esto (como dice aquí), frase identificada con la frase que el pronunció en la cruz, Consumado es, última frase de la cruz, en el relato de Juan 19:30, que puede también traducirse Todo está cumplido. La obra de la redención era algo completo, como un paquete envuelto con todo lo necesario. Él no quiere que usted añada su propio equipo o modelo para armar o montar nada usted mismo. Él no lo necesita. Cuando Él murió en la cruz, proveyó una justicia que satisfaría a un Dios santo. Todo lo que Él le pide a usted es que usted reciba ese paquete, ese regalo de Dios, que es la vida eterna en Cristo Jesús.
Si usted lo rechaza, Dios tendrá que tratarle como trató a Su Hijo cuando gritó ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has desamparado? (Marcos 15:34) No sabemos como será el infierno, pero será la experiencia de cualquiera que quede desamparado por Dios. Jesús pasó por ese abandono de Dios para que usted nunca tenga que pronunciar ese tremendo clamor.
El Salmo 22 revela el corazón de nuestro Salvador cuando Él se convirtió en una ofrenda por el pecado a favor nuestro. Él completó la operación con triunfo. Y nos ofrece una redención, una liberación terminada. Nunca seremos dignos de ella; no podemos ganarla; no podemos comprarla. Debemos recibirla como un regalo. Porque, estimado oyente, hace más de 2.000 años el Señor Jesucristo hizo todo lo que era necesario hacer para salvarnos.
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