Estudio bíblico de Jeremías 12:1-14:22
Jeremías 12, 13 y 14
En el día de hoy, amigo oyente, empezaremos con el capítulo 12 de este libro de Jeremías. Así llegamos ahora a un párrafo que hemos titulado
La pregunta de Jeremías
Al llegar al capítulo 12 hemos entrado en el relato de un período de gran maldad en la vida de la nación, y la única luz que quedó brillando provenía de este hombre, el profeta Jeremías. Josías había resultado muerto en una batalla, Jeremías había sido obligado a dejar su ciudad natal, y hombres malvados habían llegado al trono. Así que las condiciones eran cada vez peores. Y ante esa situación Jeremías,--y creemos que cualquier creyente honesto-tuvo dudas. Pensamientos muy negros invadieron su mente y se preguntó por qué Dios permitía ciertas cosas. Cada siervo de Dios que ha dedicado su vida a la obra de Dios se pregunta a veces por qué Dios no actúa. Mira a su alrededor y ve que son las personas más valiosas las que están sufriendo; los creyentes más espirituales parecen estar teniendo más problemas que nadie. Y todos nos preguntamos por qué Dios permite esto. Incluso el rey David cuestionó a Dios cuando dijo, en el Salmo 37:35, Vi yo al impío sumamente enaltecido y que se extendía como laurel verde. (O como un cedro frondoso, según otra versión). Escuchemos entonces como habló Jeremías con el Señor, leyendo los versículos 1 y 2 de este capítulo 12 de Jeremías:
"Justo eres tú, Señor, para que yo dispute contigo; sin embargo, alegaré mi causa ante ti. ¿Por qué es prosperado el camino de los malvados y les va bien a todos los que se portan deslealmente? Los plantaste, y echaron raíces; crecieron, y dieron fruto; cercano estás tú en sus bocas, pero lejos de sus corazones."
Fue como si Jeremías hubiera dicho: "Están hablando de ti, Señor, pero están lejos de ti, y prosperan. ¿Por qué lo permites? Esa fue la pregunta de Jeremías. Y esta es también mi pregunta. A mi me gustaría preguntarle a Dios hoy: "Señor, ¿por qué lo permites?" Yo no tengo una respuesta, y no creo que Jeremías o David jamás la hayan tenido. Dios permite que los malvados prosperen, y nosotros los vemos extenderse como un cedro frondoso. ¿Por qué no prospera Dios a aquellos que están realmente interesados en apoyar la labor de los misioneros cristianos? Yo le he preguntado esto al Señor y no tengo la respuesta.
Jeremías continuó diciendo en el versículo 3 de este capítulo 12:
"Pero tú, Señor, me conoces; me viste y has probado mi corazón para contigo. ¡Arrebátalos como a ovejas para el degolladero, y señálalos para el día de la matanza!"
En realidad Jeremías estaba preguntando y diciendo: "¿Por qué no los juzgas? Ellos son los que tendrían que ser juzgados". Y continuó diciendo en el versículo 4:
"¿Hasta cuándo estará desierta la tierra y marchita la hierba de todo el campo? Por la maldad de los que en ella moran han perecido los ganados y las aves, pues dijeron: «No verá Dios nuestro fin»."
La frase ¿Hasta cuándo estará desierta la tierra? parece expresar la pregunta: "Señor, ¿por qué no actúas?" La respuesta de Dios para Jeremías, para usted y para mí hoy, es una que debemos aceptar, y es la mejor que tenemos. Dios dice: "Se lo que estoy haciendo. Confiad en mí. Descansad en mí". Recordemos que Jeremías comenzó este pasaje diciendo, en el versículo 1: Justo eres tu, Señor. Estimado oyente, lo que Dios está haciendo hoy, aunque nos parezca muy peculiar, es lo justo y bueno. Algún día podremos verlo en toda su dimensión y comprenderlo. Y aquí es donde tiene que entrar la fe. Vivimos por la fe, y no por la vista.
Solo Jeremías estaba del lado de Dios. Joacim, un rey corrupto, ocupaba el trono. La situación empeoraba cada vez más y él se preguntó qué iba a suceder. Dios ha le había asegurado a Jeremías que El se ocuparía de la situación. Leamos el 11:16, que dice: Olivo verde, hermoso en su fruto y en su aspecto, llamó el Señor tu nombre. Pero al son de un recio estrépito hizo encender fuego sobre él, y se quebraron sus ramas. El apóstol Pablo se refirió a esto en Romanos 11, diciendo que el buen olivo verde había sido cortado y puesto a un lado. Y eso fue exactamente lo que Dios hizo con aquel pueblo. Hoy Dios, de la misma raíz de ese buen olivo, está haciendo crecer a un olivo silvestre. Y esto es lo que usted y yo somos. Nosotros somos la Iglesia que ha sido injertada a la raíz, y esa raíz es Cristo. Como dijo Isaías en 53:2, Él es la raíz que sale de tierra seca y El trae vida. Dios le dijo a Jeremías: "Yo me ocuparé de esto: yo trataré este asunto". Dios tenía un plan que se extendía mucho más allá de las circunstancias que Jeremías podía ver.
Y en el versículo 5 Dios le respondió diciendo:
"Si corriste con los de a pie y te cansaron, ¿cómo contenderás con los caballos? Y si en la tierra de paz no estabas seguro, ¿cómo harás en la espesura del Jordán?"
Fue como si Dios le hubiera dicho al profeta: "Si estás preocupado ahora por las cosas que van a ocurrir, bueno, pues todavía no has visto nada, La situación se va a poner mucho peor, Jeremías. Y si ahora estás inquieto, ¿qué vas a hacer cuando la situación se ponga realmente mal?"
Y estimado oyente, por el aspecto que tiene la situación hoy, tememos que va a empeorar. Esperamos que el conocimiento de esta perspectiva le ayude a acercarse a Dios. El no nos explica todos los detalles como querríamos que lo hiciera, pero sí nos dice que podemos confiar, en que siempre hará lo mejor.
Continuó diciendo Dios en el versículo 9:
"Es mi heredad para mí como un ave de rapiña de muchos colores. ¿No están contra ella aves de rapiña rodeándola? ¡Venid, reuníos, vosotras todas las fieras del campo, venid a devorarla!"
Dios aquí puso en evidencia algún sentido del humor. Le estaba diciendo: "Eres un ave de rapiña". Es que cada cuervo cree que su cría es más negra que cualquier otro cuervo, pero cuando sale un huevo y es de muchos colores, quiere decir algo. Y Jeremías era un ave de muchos colores. La gente le dijo: "Creíamos que tu eras uno de nosotros, Pero no lo eres. Eres de muchos colores". Y eso es lo que yo soy, amigo oyente. Yo también soy un ave de muchos colores, y me parece que usted también pudiera serlo. Si usted está del lado de Dios, es como un ave de muchos colores. Y Dios le dijo a Jeremías: "Tendrías que aceptarlo; eres como un ave de muchos colores, si estás de parte mía".
Agrego también en el versículo 15:
"Pero después que los haya arrancado, volveré y tendré misericordia de ellos, y los haré volver cada uno a su heredad y cada cual a su tierra."
A Jeremías le preocupaba que los malvados prosperaran. Dios entonces le dijo: "Jeremías, yo me ocuparé del asunto. Además le dirá lo que va a ocurrir. Ellos irán al cautiverio. Pero yo he recordado la tierra, y los voy a traer de regreso a la tierra.
Ahora llegamos a un nuevo y párrafo, el
Jeremías 13 - Una parábola en acción (el cinto de lino)
Ahora el capítulo 13, es otro gran capítulo. Creemos que es interesante porque, incluso, cuando las condiciones son tan terriblemente serias y uno no puede ayudar a cambiarlas y solo puede limitarse a sonreír, Dios estaba dándole una parábola al pueblo de Judá; la parábola del cinto de lino.
Leamos el versículo 1 de este capítulo 13 de Jeremías:
"Así me dijo el Señor: Ve y cómprate un cinto de lino. Cíñelo a tu cintura, pero no lo metas en agua."
No puedo evitar sonreír ante esto. No creo que Jeremías estuviera ganando peso. En realidad, me inclino a creer que había estado adelgazando. Dios le dijo que consiguiera un cinto de lino y que lo usara. En el día de hoy, quizá es utilizado para realzar mejor la línea. En aquellos tiempos el cinto se usaba para mantener sujeta la ropa holgada y estar así preparado para trabajar más cómodo.
EL cinto es una señal o figura del servicio. En Lucas 12:35 vemos que el Señor Jesús les dijo a Sus siervos Tened vuestra cintura ceñida (o "estad siempre listos, con la ropa ceñida", como dice otra versión). Es decir, que tenían que estar preparados para servir. Recordemos también que, según Juan 13, el Señor se ató una toalla a la cintura y comenzó a lavar los pies de los discípulos. Esta acción tenía un doble significado: El, el gran Siervo, estaba preparándolos a ellos para el servicio, lavando sus pies para que pudieran tener comunión y compañerismo con El. Porque si usted no tiene esa relación de comunión con El, no puede servir. El servicio cristiano es una evidencia de la comunión con Cristo. El servicio no depende de formas externas, actividades concretas de trabajo o responsabilidad, sino que es esencialmente una relación de comunión y compañerismo con Cristo. Es ser limpiado y usado para lo que El quiera hacer. Dios no utiliza copas ni vasos sucios.
Y ahora, vemos que a Jeremías se le dijo que hiciera algo muy interesante con este cinto. Leamos los versículos 3 al 5, de este capítulo 13 de Jeremías:
"Vino a mí por segunda vez palabra del Señor, diciendo: Toma el cinto que compraste, el cual ciñe tu cintura, levántate, ve al Éufrates y escóndelo allí, en la hendidura de una peña. Fui, pues, al Éufrates y lo escondí, como el Señor me había mandado."
Siempre ha habido mucho debate sobre si Jeremías realmente fue al río Eufrates y escondió el cinto. Creo que lo hizo. En aquel entonces había mucho movimiento de gente entre las naciones, y creo que efectivamente Jeremías hizo este viaje.)) El cumplió este extraño encargo y cuando regresó la gente quizás le preguntó: "¿A dónde has ido?" Y él habrá respondido, "Bueno, he ido a Babilonia". Y entonces le preguntarían: "¿Qué estuviste haciendo allí? ¿Fuiste como representante del rey, o en un viaje de negocios?" Y él habrá respondido que no. Y ante la insistencia de las preguntas habrá dicho: "Fui allí a esconder un cinto". Y amigo oyente, creemos que la gente se habrá reído al escuchar esa explicación. Leamos los versículos 6 y 7:
"Después de muchos días me dijo el Señor: Levántate, ve al Éufrates y toma el cinto que te mandé esconder allí. Entonces fui al Éufrates, cavé y tomé el cinto del lugar donde lo había escondido, pero el cinto se había podrido y ya no servía para nada."
A Jeremías se le dijo que usara ese cinto y que dejara que estuviera cada vez más sucio. Finalmente, llegó a estar tan sucio que ya no lo pudo usar más. Entonces Dios le dijo que lo escondiera en Babilonia como una lección objetiva. Cuando él regresó a buscarlo descubrió que ya no servía para nada. ¿Qué significaba esa extraña acción? Leamos los versículos 8 y 9 de Jeremías 13:
"Y vino a mí palabra del Señor, diciendo: Así ha dicho el Señor: Así haré podrir la soberbia de Judá y la mucha soberbia de Jerusalén."
Dios estaba diciendo que como el pueblo de Judá estaba continuamente hundiéndose en la maldad. Llegarían a un extremo en el cual ya no habría esperanza para ellos. El iba a enviarlos al cautiverio en Babilonia. La lección objetiva era impresionante. Dios a veces usa acciones sorprendentes para transmitir una enseñanza a Su pueblo. Ahora, en el versículo 16, de este capítulo 13, leemos:
"Dad gloria al Señor, vuestro Dios, antes que haga venir tinieblas, antes que vuestros pies tropiecen en montes de oscuridad, y que, esperando vosotros la luz, él os la vuelva en sombra de muerte y tinieblas."
Fue como si Dios les hubiera dicho: "Se está haciendo de noche. Va a haber oscuridad, y no sabréis donde ir porque estaréis perdidos en las montañas". Sin embargo, El aun les pidió que volvieran a El. Dice el versículo 19 de este capítulo:
"Las ciudades del Neguev fueron cerradas y no hubo quien las abriera; toda Judá fue deportada, llevada en cautiverio fue toda ella."
Dios les dijo exactamente lo que iba a ocurrir. Y dejó bien en claro lo que El iba a hacer. Dice el versículo 23, último versículo de este capítulo 13 de Jeremías:
"¿Podrá cambiar el etíope su piel y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer el bien, estando habituados a hacer lo malo?"
Resulta imposible que una persona que no es salva haga algo bueno de cara a su relación con Dios. No es posible iniciar una relación con Dios en base a buenas obras. Cuando una persona ya tiene una relación con Dios, puede agradar a Dios con sus buenas obras; porque las hará en el nombre del Señor Jesucristo, para Su honor y gloria. No hará esas obras por motivos egoístas. Las obras genuinamente buenas salen de un corazón que ha sido limpiado de su maldad, y regenerado por Dios.
Llegamos ahora al,
Jeremías 14
El tema de los capítulos 14 y 15 nos describe a una nación reincidente, juzgada por medio de la sequía y el hambre.
Hasta este momento, Jeremías había estado profetizando durante el reino de Josías. En la última parte de su reinado, el rey Josías cometió una gran insensatez. Luchó contra Necao, Faraón de Egipto y en la batalla de Meggido, Josías fue herido de muerte. Jeremías lloró su muerte, porque había sido amigo suyo. A partir de aquí, lo encontramos comunicando una profecía durante el reinado de Joacin. Después de la muerte de Josías, la nación comenzó a caer nuevamente en la idolatría; en realidad, su desplome fue rápido y terrible, como veremos en esta sección.
Leamos entonces los versículos 1 y 2 de este capítulo 14, a partir de los cuales veremos que la primera advertencia de Dios a la nación fue
La sequía
"Palabra del Señor que vino a Jeremías con motivo de la sequía. Se ha enlutado Judá, sus puertas desfallecen; se sentaron tristes en tierra y sube el clamor de Jerusalén."
La sequía fue aparentemente muy severa. Había habido una sequía durante el reinado de Acab y en aquel tiempo el profeta Elías era el mensajero de Dios. En este momento, había otra sequía, y Jeremías era el mensajero para el reino del sur de Judá. Dice el versículo 4:
"Se ha resquebrajado la tierra porque no ha llovido en el país; los labradores, confundidos, se cubren la cabeza."
El terreno estaba árido y agrietado por la falta de lluvias. Y continuo la palabra profética en el versículo 5:
"Aun las ciervas en los campos paren y abandonan la cría, porque no hay hierba."
Aquí vemos que hasta la cierva abandonaba a sus crías debido a la falta de agua y pastos. Y también morirían los becerros y sus madres. Todo esto revelaba el juicio de Dios sobre el pueblo. Esta fue una de las 13 hambrunas mencionadas en la Biblia, y todas ellas fueron juicios de Dios sobre la tierra. Así como la tierra estaba árida e improductiva, así también lo estaban las vidas de las personas, porque habían rechazado el agua de vida. Dios estaba mostrándoles que lo que le estaba sucediendo a la tierra física, también estaba ocurriendo en sus corazones en un sentido espiritual.
Jeremías se dirigió a Dios para confesar los pecados del pueblo. Leamos el versículo 7 de este capítulo 14 de Jeremías:
"Aunque nuestras iniquidades testifican contra nosotros, Señor, ¡actúa por amor de tu nombre! Porque nuestras rebeliones se han multiplicado, contra ti hemos pecado."
Observemos que Jeremías ocupó su lugar junto a su pueblo, como uno de los pecadores. Aquí no hubo jactancia. El no mostró ninguna actitud crítica hacia el pueblo. Así que dijo: nuestras rebeliones se han multiplicado, contra ti hemos pecado. Es tan fácil para el pueblo de Dios criticar a otros. Muchos oran casi como el Fariseo, de quien Jesús habló en Lucas 18:11-12 y que se jactaba de lo que hacía, y se declaraba superior a los demás. Una oración de este tipo nunca podría identificarse con el pueblo de Dios. Podemos ver que Jeremías no expresó esa clase de oración. El se identificó con los que pecaron del pueblo de Dios y admitió su condición diciendo contra ti hemos pecado. Estimado oyente cristiano, si usted puede ocupar su lugar ante Dios, confesando sus propios pecados así como los pecados de su pueblo, entonces usted puede hablarles a ellos sobre el juicio de Dios. Pero hasta que usted pueda hacer eso, no debería intentar hablar de parte de Dios.
Al avanzar por este capítulo veremos que la oscuridad había llegado, y el pueblo estaba tropezando por las oscuras montañas. En el versículo 13, leemos:
"Yo dije: «¡Ah, ah, Señor, Dios!, mira que los profetas les dicen: No veréis espada ni habrá hambre entre vosotros, sino que en este lugar os daré paz verdadera."
Aquí vemos que los profetas falsos estaban prediciendo paz y prosperidad. Pero el versículo 14 dice:
"Me dijo entonces el Señor: «Falsamente profetizan los profetas en mi nombre. Yo no los envié ni los mandé ni les hablé; visión mentirosa, adivinación, vanidad y engaño de su corazón os profetizan."
También podemos ver que, habiendo muerto el rey Josías, Jeremías se encontraba muy solo. Y él se estaba preguntando: "¿Estaré comunicando el mensaje correcto, o estarán en lo cierto los otros profetas?" El no estaba completamente seguro, así que le preguntó a Dios al respecto. Dios le aseguró que los profetas falsos estaban mintiendo, y que El no los había enviado. Además le confirmó que él, Jeremías, era el que transmitía el mensaje divino. Así que ésta confirmación colocaba a Jeremías otra vez en la línea de fuego. Y dice el versículo 17 de este capítulo 14 de Jeremías:
"Les dirás, pues, esta palabra: Derramen mis ojos lágrimas noche y día, y no cesen, porque la virgen hija de mi pueblo ha sufrido una terrible desgracia, porque su llaga es muy dolorosa."
Este mensaje estaba quebrantando el corazón de Jeremías. El estaba llorando cuando comunicaba el mensaje a su pueblo. Dios quiso que Su pueblo supiera que Su corazón divino estaba quebrantado. Jeremías no solo estaba comunicando el mensaje de Dios, sino que también estaba expresando los sentimientos de Dios.
Necesitamos ser conscientes de que somos testigos de Dios. Si usted es un hijo de Dios, usted es también un testigo de Dios, y está diciendo a los demás algo por medio de su propia vida. Tenemos que ser cuidadosos, cuando proclamamos la Palabra de Dios, de que nuestras vidas se ajustan a esa Palabra. No hemos de comunicar la Palabra de Dios de una forma insensible, con frialdad. Tiene que haber un sentimiento en ello. Si no lo hay, entonces, dentro de nosotros hay algo que está radicalmente mal.
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