Estudio bíblico de Hebreos 1:8-2:4
Hebreos 1:8 - 2:4
Regresamos hoy, amigo oyente, al libro de Hebreos aquí en el capítulo primero, versículo 8. Nos encontramos en una sección que lleva el título "Cristo es superior a los ángeles". Como introducción, recordemos lo que comentamos en nuestro programa anterior al leer el versículo 7. Los ángeles pertenecen al Señor y son sus servidores y adoradores. Éste es un detalle muy importante. El escritor a los Hebreos, que nosotros creemos que fue Pablo, estaba mostrando a sus lectores que Cristo era superior a los ángeles, y estaba utilizando las Escrituras del Antiguo Testamento para probarlo. ¿Puede usted ver cuán absolutamente importantes son los dos primeros capítulos de Hebreos? Ellos colocan el fundamento para el resto del libro que trata sobre el ministerio actual de Cristo a favor de los creyentes, ¡Ah, si fuéramos conscientes del hecho de que hay un Cristo vivo a la derecha de Dios en este mismo momento! Él es más real que nosotros, porque cuando usted escuche nuestras palabras grabadas en este programa, ¡quién sabe dónde nos encontraremos! No sabemos qué nos deparará cada nuevo día. Pero Cristo va a estar allá en el cielo a la derecha de Dios por usted y por mí. Hoy Él es el Cristo real y vivo.
Resulta fácil entender que los ángeles fueran muy importantes para los Hebreos porque la mayoría de ellos estaban familiarizados con el Antiguo Testamento. Ellos se imaginaban a los ángeles al lado del mismo trono de Dios. Habían leído sobre la aparición de ángeles a muchos de los siervos de Dios y a muchos de los profetas. Por eso, los ángeles tenían mucha importancia para ellos.
Ahora, los seres humanos nunca se convierten en ángeles. Dios ha hecho este universo de manera que haya cosas visibles e invisibles. En Colosenses 1:16 leemos que creó cosas visibles e invisibles. Por ejemplo, usted no puede ver un átomo, pero éste es material y se convierte en energía. Dios creó inteligencias superiores al hombre. Usted y yo vivimos en un universo del cual dijo el Señor, en Juan 14:2, "En la casa de mi Padre muchas moradas hay". Las inteligencias creadas viven en esas moradas o residencias, y Dios ha creado mucho más en este universo de lo que usted y yo podríamos hoy jamás soñar. El hombre no procede de los animales. Hay un mundo material. Hay un mundo animal. Hay criaturas que son inferiores al hombre, y criaturas superiores al hombre. Nosotros no procedemos de los animales, y nunca nos convertiremos en ángeles.
La palabra "ángel", en griego significa mensajero y puede ser aplicada a un mensajero humano o divino. Hay un orden de criaturas que es sobrenatural, y lo vemos en la Biblia. Creemos que sería sorprendente si tuviéramos una idea del número de ángeles existentes en el universo. Ellos son llamados "las huestes celestiales" y ello indica que hay muchísimos. Su número aparentemente no es disminuido o aumentado de ninguna manera, pero no tenemos idea de cuantos ángeles hay. Ellos tienen una parte importante en el plan de Dios, pero, de todas formas, Cristo es superior a los ángeles. Veamos lo que dicen los versículos 8 y 9, de este capítulo 1, de la epístola a los Hebreos:
"Pero del Hijo dice: Tu trono, Dios, por los siglos de los siglos. Cetro de equidad es el cetro de tu Reino. Has amado la justicia y odiado la maldad, por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros."
Estos versículos son una cita del Salmo 45:6-7 que nos revela que éste es uno de los grandes Salmos mesiánicos. El Salmo 45 nos dijo que vendría alguien de la línea genealógica de David que gobernará con justicia. David estaba tan emocionado con esta perspectiva que dijo, en su primer versículo: "Rebosa mi corazón...mi lengua es pluma de escribiente muy diestro". Fue como si David hubiera dicho que le habría sido más fácil expresarse hablando que escribiendo. Éste que iba a venir, de acuerdo con el escritor de Hebreos, era el Señor Jesucristo. Él sería el que gobernaría con justicia. Dios no le ha dado a ningún ángel el derecho de gobernar la tierra.
Y continúa diciendo el versículo 9, "Has amado la justicia y odiado la maldad". Imaginemos a esta vieja tierra gobernada por Alguien que ama la justicia y odia la maldad.
El versículo 8 incluía la frase: "Tu trono, Dios". ¡Este fue Dios el Padre llamando Dios a Dios el Hijo! ¿Puede alguien negar que Dios se haya manifestado en la carne, en un cuerpo humano? Entonces tal persona estaría contradiciendo al mismo Dios. Dios llamó Dios al Señor Jesús. ¿Cómo va a llamar usted al Señor Jesús? Yo, por mi parte también voy a llamarle Dios. Él es Dios manifestado en un cuerpo humano. Él es superior a los ángeles porque Él va a gobernar el universo. Él es el Mesías. Él es el Rey de reyes y Señor de señores, que va a gobernar algún día sobre la tierra. Leamos ahora, los versículos 10 al 12, de este capítulo 1, de la epístola a los Hebreos:
"También dice: Tú, Señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, mas tú permaneces. Todos ellos se envejecerán como una vestidura; como un vestido los envolverás, y serán mudados. Pero tú eres el mismo, y tus años no acabarán."
Estos versículos son una cita del Salmo 102:25-27. Ésta es una declaración trascendental, afirmando que el Señor Jesús es el Creador. Como vemos, en esta sección encontramos enormes contrastes. Los ángeles son las criaturas; el Señor, es el Creador. Y dice el versículo 13 de este primer capítulo:
"¿A cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies?"
Este versículo es una cita del Salmo 110:1, un salmo que es citado más que ninguno otro Salmo en el Nuevo Testamento. Este Salmo enseña la divinidad de Cristo. Ya hemos afirmado alguna vez que tenemos una figura más completa de Cristo en los Salmos que en los Evangelios. Y dice el versículo 14, último versículo de este primer capítulo de Hebreos:
"¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?"
Ahora, alguien va a decir: "Aquí dice que los ángeles van a ser espíritus ministradores para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación". Pero leamos el versículo cuidadosamente. Los ángeles van a servir a aquellos "que serán herederos de la salvación". Este versículo está mirando al futuro, a la época en que Dios se dirija nuevamente a la nación de Israel y al mundo de los no judíos, después de que la iglesia haya sido removida de la tierra. Observemos que aquí no dice que los ángeles están sirviendo a aquellos que son justamente "ahora" los herederos de la salvación. Es que Dios se está moviendo y actuando de acuerdo con Su programa, y Él tiene un propósito en cada cosa que hace.
Ahora, Cristo es el Hijo; los ángeles son siervos. Cristo es el rey; los ángeles, Sus súbditos. Cristo es el Creador, los ángeles son Sus criaturas. Él, en este momento, está esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de Sus pies. Dios el Padre nunca le hizo semejante promesa a un ángel, pero dijo que algún día Su Hijo gobernará. Esta extraordinaria sección del libro presenta ante nosotros la deidad, la divinidad del Señor Jesucristo y la exaltación del Señor Jesucristo. Él es superior a los ángeles. Y así llegamos al:
Hebreos 2
En este capítulo el tema es la humanidad de Cristo. Después de ver la exaltación del Señor Jesucristo en el capítulo1 de la epístola a los Hebreos, llegamos a la humillación de Cristo en el capítulo 2. Él se convirtió en un hombre y al hacerlo, se hizo inferior a los ángeles. Él fue creado como un hombre en el vientre de la virgen María y asumió nuestra humanidad. Por lo tanto, Cristo es el revelador de Dios, y es el representante del hombre. Vamos a encontrar dos verdades acerca de Cristo en el libro de Hebreos: (1) Él revela Dios al hombre, y (2) Él representa al hombre ante Dios.
Yo tengo un representante allá en el cielo; tengo a alguien allí que me representa. Yo no sé en cuanto a usted, amigo oyente, pero pienso que en la capital de mi país hay aquellos que han sido elegidos para representarme a mí y no lo están haciendo en la medida en que deberían hacerlo.
Pero, amigo oyente, es extraordinario tener un representante ante Dios, Uno que sí, nos representa. Es muy bueno saber que tenemos alguien allí que está a favor nuestro, porque la Biblia nos dice que Satanás, el acusador de los hermanos, tiene acceso a Dios y nos acusa delante de Dios día y noche (como podemos ver en Apocalipsis 12:10). Satanás podría decirle a Dios algunas cosas bastante malas sobre nosotros, y por ello me siento agradecido por tener un representante en el cielo.
En primer lugar vimos a Cristo superior a los ángeles, porque Él es Dios. Ahora le vemos como se hizo inferior a los ángeles. Él asumió nuestra humanidad en la semejanza de un hombre, y aquí vemos su humanidad.
Debemos señalar que a través de toda esta epístola podemos ver 6 señales de peligro. Fueron advertencias al pueblo de Israel para que ellos no fracasaran al entrar en la plenitud de las bendiciones que Dios había provisto por medio de Cristo. Estas seis señales de peligro tuvieron por objeto advertir al lector. Así que tenemos entonces las siguientes señales o advertencias:
(1) El peligro de deslizarse, de dejarse llevar, 2:1-4. (2) El peligro de dudar, 3:7 - 4:2. (3) El peligro de los oídos embotados, 5:11-14. (4) El peligro de apartarse, 6:1-20. (5) El peligro de despreciar, 10:26-39 y (6) El peligro de denegar, rechazar, 12:15-29.
Hay dos lugares en los cuales el creyente puede vivir. Puede vivir en el desierto y tener una experiencia de vida propia del desierto, o puede entrar a disfrutar de las bendiciones de Dios cruzando, en un sentido espiritual, el río Jordán. Tenemos un ejemplo de esto en Israel. Dios les advirtió en Kadesh-barnea que ellos perderían Sus bendiciones plenas si fracasaban en su intento de entrar en la tierra de Canaán.
Uno puede cruzar hoy el río Jordán por medio de un puente, pero no es una experiencia muy placentera que digamos porque cuando uno sale del puente y entra a Israel, el tráfico se detiene varias veces para inspeccionar los vehículos y esto produce frustración en los viajeros hasta el punto de no estar seguros de si en realidad quieren cruzar realmente el río Jordán. Pero al ver aquella corriente de agua turbia, el creyente puede dar gracias al Señor porque ha cruzado el río Jordán de manera espiritual en el Señor Jesucristo, a través de Su muerte y Su resurrección; al haber sido sepultado juntamente con Él por el bautismo y resucitado con Él a una vida nueva. Esto es lo significa para los cristianos el cruzar el río Jordán: Josué, literalmente, guió a los israelitas en el cruce del Jordán. Cristo, espiritualmente, guía a los que creen en Él en el cruce del Jordán hacia una vida nueva.
Seamos conscientes entonces de las advertencias que vamos a leer a continuación, que son también para todos los hijos de Dios de nuestro tiempo. Vamos a leer entonces el versículo 1 de este segundo capítulo de Hebreos, que en la primera señal de peligro nos advierte sobre:
El peligro de deslizarse, de dejarse llevar
"Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos."
Como esta última revelación era superior a la economía del Antiguo Testamento y vino de Alguien que era superior a los ángeles, debemos prestar una atención especial a esta advertencia. La responsabilidad es ahora mayor.
Dice aquí "no sea que nos deslicemos". Sugiere la idea de ser arrastrado por la corriente. Indica negligencia, eso es todo. La negligencia en un área de la vida es trágica, pero en el ámbito espiritual, oír el mensaje del evangelio y no hacer nada al respecto, es infinitamente más trágico. ¿Qué debo hacer para perder mi alma? Pues, nada.
Quizá usted ha oído contar la historia de un hombre que una noche se acostó a dormir en un bote en el río. Ese bote se soltó y al poco tiempo fue arrastrado por los rápidos y ya no pudo liberarse de ellos. Era demasiado tarde para hacer algo, cayó por las cataratas y murió. Ya hemos mencionado la pregunta "¿qué debo hacer para perderme?" En la Biblia se nos da la respuesta a la pregunta "¿qué debo hacer para ser salvo?" y la tenemos en los hechos 16:31: "Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo". Pero ¿cuál es la respuesta a la otra pregunta: "qué debo hacer para perderme?". Ya hemos anticipado que la respuesta consta de una sola palabra: "nada". Siga usted por el camino que está actualmente recorriendo y eso es todo. Continúe deslizándose hacia las cataratas, como el hombre de nuestra historia. Nosotros pertenecemos a una familia humana perdida. No estamos siendo juzgados. Dios no nos tiene a prueba; es que ya estamos perdidos. Hoy Él está salvando a algunos, a aquellos que se vuelvan a Cristo. El resto de las personas ya están perdidas. Usted no hace nada para perderse, porque ésa es ya su condición natural.
Existe, por tanto, ese gran peligro de la negligencia que, en cualquier área de la vida puede resultar trágico. Como, por ejemplo, el caso de una persona a quién se le informó que le habían diagnosticado una grave enfermedad y ella continuó postergando la operación. Finalmente llegó un día en el que ya era demasiado tarde para salvarla. Ella había sido advertida, pero se dejó arrastrar por la negligencia y se descuidó al no hacer nada al respecto, hasta que ya fue demasiado tarde.
Cuando uno traslada la negligencia al nivel espiritual, amigo oyente, escuchando el mensaje del evangelio y no haciendo nada al respecto, las consecuencias son infinitamente más trágicas. Muchísimas personas oyen el mensaje de salvación del evangelio y dan su consentimiento, su aprobación mental, pero no hacen nada más.
Hace algún tiempo uno de nuestros oyentes nos dijo: "Algún día voy a aceptar esa oferta de salvación y recibir a Cristo"; pero en este instante este hombre está deslizándose, dejándose arrastrar. En el día de hoy no sabemos cuánto se ha alejado, pero llegará el día en que él se encontrará como aquel hombre que fue arrastrado por los rápidos y entonces será demasiado tarde para liberarse de un final inevitable. Podría tener un problema inesperado de salud o un accidente y entonces, su oportunidad de recibir a Cristo se habrá perdido. Amigo oyente, nos agradaría ver a todos aquellos que nos están escuchando en este instante que formaran parte de la generación del ahora. Ahora es el tiempo aceptable, hoy es el día de salvación. Hay un peligro real de deslizarse y la carta a los Hebreos nos presenta una advertencia. Ahora, en el versículo 2 de este capítulo 2 de la epístola a los Hebreos leemos:
"Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución"
Por ejemplo, cuando dos ángeles llegaron a Sodoma con el anuncio de que Sodoma iba a ser destruida, esa ciudad fue destruida exactamente como ellos habían dicho. En realidad, siempre que un ángel trajo un mensaje, uno podía tener por seguro que se llevaría a cabo precisamente en los términos en que lo había comunicado. Y continuó el versículo 3 con la siguiente pregunta:
"¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron"
Esta es una pregunta cuya trascendencia no podría ser mayor. "¿Cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande?" ¿Conoce usted alguna forma de escape? El único camino es Cristo. Él mismo lo dijo en Juan 14:6: "Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí". Y en el libro de los Proverbios 16:25, leemos: "Hay camino que al hombre le parece derecho, pero es camino que lleva a la muerte". Hay muchos caminos que a las personas les parecen rectos. Hay muchos caminos hoy, formas de vivir, y una gran variedad de opciones religiosas. Dice otra versión: "Hay caminos que parecen derechos, pero al final de ellos está la muerte". Es decir, que acaban por ser caminos de muerte. Entonces, "¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?" Recordemos que para perderse, una persona puede limitarse a no hacer nada o, simplemente, ser negligente, dejarse arrastrar.
Dice además el versículo 3, hablando de esa salvación, "La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor". Aquí recordamos que cuando el Señor Jesús estuvo aquí dijo, en Mateo 11:28: "Venid a mí, todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar". Y también dijo, en Lucas 19:10: "El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido".
El versículo 3, hablando también de la salvación, finalizó diciendo: "nos fue confirmada por los que oyeron". Aquí se refirió a Sus discípulos y a otros que le escucharon y fueron testigos de Su muerte y resurrección. Entonces, fueron por todas partes predicando el Evangelio. Y, finalmente por hoy, leamos el versículo 4 de este segundo capítulo de Hebreos:
"Testificando Dios juntamente con ellos, con señales, prodigios, diversos milagros y dones distribuidos por el Espíritu Santo según su voluntad."
Creemos que el escritor de los Hebreos, se refería claramente al Día de Pentecostés, cuando los dones del Espíritu fueron ejercitados. Los dones, por supuesto, confirmaron el mensaje. ¿Y a quién? A la nación de Israel.
Debemos detenernos hoy aquí, pero reconociendo las trascendentales verdades que tenemos aquí en esta primera advertencia de peligro. Si, es una señal de peligro que nos llama la atención sobre las consecuencias de deslizarnos, de dejarnos arrastrar o alejar de estas grandes verdades que damos por supuestas, y cuya importancia no valoramos. Estimado oyente, le esperamos en nuestro próximo programa, para continuar considerando aspectos muy importantes sobre la humanidad y deidad de Cristo.
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