Estudio bíblico: Abigail: La bella y la bestia - 1 Samuel 25:1-44
Abigail: La bella y la bestia (1 Samuel 25)
¿Qué querrán esos sinvergüenzas?, se pregunta Nabal, dueño de la hacienda.
Los diez jóvenes enviados por David se aproximan con mucho respeto y le saludan, diciendo:
— ¡La paz sea contigo! ¡La paz sea con tu familia! ¡La paz sea con todo lo que tienes! Nuestro Señor David manda este mensaje: "He sabido que estabas esquilando. Ahora bien, tus pastores han estado con nosotros y nunca les hicimos daño ni les ha faltado nada durante todo el tiempo que han estado en Carmel. Pregunta a tus criados, y ellos te lo confirmarán. Por tanto, hallen gracia ante tus ojos estos mis jóvenes porque venimos en un día de fiesta. Por favor, da a tus siervos y a tu hijo David lo que tengas a mano" (1 S 25:6-8).
Mientras los emisarios pronuncian estas palabras el rostro de Nabal expresa su furia. Sus labios se arquean hacia abajo; ladea su cabeza desconcertado y cuchichea:
— ¡No lo puedo creer!
Con voz ronca, la mandíbula caída y haciendo un gesto despectivo con su mano ruge:
— ¿Darle provisiones a mis siervos y a mi hijo David? Ustedes no son mis siervos ni ese "jefecito" es mi hijo. A ese, ¿quién lo conoce? ¿Quién es David? ¿Quién es el hijo de Isaí? Hoy hay muchos esclavos que se escapan de sus amos.
Los siervos no podían dar crédito a lo que oían. Su amo, que es un héroe nacional, que ha liberado a Israel del yugo de los filisteos, ¡rebajado al nivel de un esclavo!
Nabal continúa con sus imprecaciones, está enajenado. Sigue repitiendo como disco rayado: "¿Y este, quién se cree que es?".
Los jóvenes se retiran discretamente. De inmediato, un criado de Nabal se escabulle de su amo para ir en busca de Abigail e informarla de la situación. Pálido y tembloroso de miedo le dice:
— Señora, ¡nos van a matar a todos!
— ¿Qué pasa? — pregunta la dueña del caserón.
— Mi doña, vinieron unos jóvenes de parte de David y su esposo los echó poco menos que a patadas, y los insultó.
— ¡Otra vez el mismo de siempre! Bueno, cuando mi marido se enoja pierde completamente el control. Pero dime, ¿cómo ocurrió?
El criado relata lo sucedido con lujo de detalles.
El semblante encantador de Abigail denota ahora una gran preocupación.
— ¿Qué respondieron los jóvenes?
— Nada Señora, saludaron y se fueron de inmediato sin más palabras. Mi doña, todos estamos desesperados; esto es una gran afrenta, y un insulto así aquí se toma muy en serio. David no lo va a dejar pasar por alto. Usted sabe muy bien lo que le pasó en una circunstancia similar a nuestro vecino don Jacobo. Sus protectores se enojaron porque él no les pagó y los mataron a todos prendiendo fuego a su casa. Señora, el mal está decidido contra el patrón y toda su casa.
Abigail se ha levantado. Con su cabeza erguida y con voz firme los tranquiliza:
— ¡Yo voy a impedir que algo así suceda!
Ordena que cinco sirvientes de confianza se dispongan para acompañarla de inmediato.
— ¡No digan nada a nadie! Tomen 200 panes, 2 tinajas de vino, 5 ovejas ya preparadas, 5 medidas de grano tostado, 100 tortas de pasas y 200 panes de higos secos. ¡Yo voy a ir a hablar con David!
— Pero Señora — previene el sirviente más viejo —, todo eso que usted quiere llevar es parte de lo que mandó preparar el patrón para la fiesta de mañana. Si se da cuenta se enojará muchísimo.
Abigail mira fijamente al mayordomo y replica:
— Si no hacemos algo no habrá fiesta ni mañana, ni pasado, ni nunca. ¡Los muertos no festejan!
Al dirigirse al encuentro con David va recordando cómo ella se crió en un hogar humilde. Sus padres, que antes estaban en una posición confortable, ahora, por la crisis, habían caído en la pobreza. Rememora cómo siempre había soñado, al igual que todas las niñas de Israel, casarse con un joven buen mozo que la amara y que ella querría con todo su corazón. Se acuerda como si fuera ayer de aquella noche en que el cielo parecía que brillaba más que de costumbre con sus miles de estrellas. Había orado al Señor y le había pedido que le diera, a su tiempo, un esposo que la amara y un hogar con niños. Pero recapitula con dolor cuando sus padres un día la llamaron. Ella tenía solamente quince años y le dijeron que el vecino, el viudo, el gran ciudadano de la zona, el respetado don Nabal, la había pedido por esposa. Se acuerda de cómo lloró y suplicó a su madre pues no quería casarse con ese hombre que tenía 40 años más que ella.
La madre la consolaba diciendo: "Sí, hijita, yo sé que él es mayor; pero es un buen hombre, y está muy solo desde la pérdida de su esposa. Además, tú sabes que nosotros solamente tenemos unas pocas ovejas y dos cabras. ¿Te imaginas? ¡Él tiene mil ovejas y tres mil cabras! Si te casas, todo eso será tuyo. Quizás hasta nos puedas ayudar a nosotros si las cosas siguen empeorando".
El sueño del joven esbelto de amplia sonrisa y hermosa cabellera se vio cambiado por un cincuentón gordo, sin sonrisa y calvo. Pero el "veterano", aunque obeso, calvo y huraño, tenía mil ovejas y tres mil cabras, y el jovencito con quien ella soñaba no las tenía ni pintadas. Los argumentos persuasivos de la madre y la frase definitiva del padre ganaron: "Tú eres nuestra hija y nos debes obediencia; nosotros sabemos qué es lo mejor para ti y así lo tienes que hacer". Abigail muchas veces miraba ese firmamento preguntándose por qué el Señor había permitido que se casara con este hombre, si ella había orado desde muy jovencita para desposarse con alguien tan distinto. Pero su madre le había dicho:
"Así es la vida" y ella siguió el consejo, ya que no podía rehusarse: "era la gran oportunidad de su vida". Trató de ser una buena esposa y de veras lo era. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que su esposo no era un hombre fácil. Era presumido, mandón y se llevaba el mundo por delante. Ni sus vecinos le tenían simpatía. Todas las noches le gustaba comer hasta no poder más y tomar vino hasta emborracharse. Abigail lo aceptó con paciencia porque sus padres le habían dicho que eso era lo mejor para ella.
De pronto, se sobresalta como si volviera en sí. En la distancia, por ese camino poco transitado, ve la nube de polvo que un gran grupo está levantando. Ella sabe quiénes son.
La historia bíblica y nosotros
A veces las esposas tienen que tomar resoluciones muy serias en relación a la supervivencia de la familia.
Abigail sabe que si no actúa rápidamente su esposo perecerá y su hogar será destruido. A pesar de que Nabal es un hombre tan duro, ella trata de hacer todo lo que está a su alcance para salvarle la vida y también sus posesiones.
Desgraciadamente, en este mundo hay demasiados Nabales y pocas Nabalas.
Abigail tiene el mismo problema que la mujer de hoy con un marido crónicamente adicto al alcohol o a las drogas. Se presenta una crisis ocasionada por la misma insensatez de Nabal y ella tiene que encontrar la solución por sí misma y sin ayuda.
Ante la noticia de la grave afrenta que Nabal ha cometido contra David, Abigail tiene varias posibilidades:
Huir de inmediato a otra ciudad, a lo menos hasta que pase la tormenta. Ella sabe que si lo hace, al regresar hallará su casa en ruinas, y su esposo y sus sirvientes muertos. Es la alternativa más fácil pero tiene un alto costo.
Discutir con su cónyuge la situación. Dado que ella lo conoce muy bien sabe cuál va a ser la respuesta. Nabal no se va a retractar de sus palabras. Por lo visto él cree que es lo suficientemente fuerte para enfrentar a David o que éste es tan débil que no va a responder al agravio.
Hacer lo que hizo, es decir, interceptar a David antes que él cometa su venganza (Lc 14:32).
Abigail no peca al ir al encuentro de David sin avisarle a su esposo. Esta es una situación excepcional de vida o muerte y ella actúa así porque siente que es la dirección del Señor.
Esta esposa ejemplar hace todo lo que puede para salvar su hogar y sus sirvientes.
Nos preguntamos cómo fue posible que esta mujer tan inteligente se casara con un hombre necio, grosero y provocador. Nos hace acordar del cuento "La bella y la bestia". No convence aquí la explicación por la teoría de los contrastes; es decir, que las personalidades muy opuestas se atraen. Quizás Abigail pensó que podría ayudarlo, pero sin duda se dio cuenta después de casada que era muy difícil influir en Nabal. La explicación de un "matrimonio arreglado por conveniencia" es la que mejor cabe si bien el texto bíblico no lo dice.
La ofensa de Nabal no solo incluye a David, a quien llama un esclavo fugitivo, sino que abarca a sus siervos a quienes sin distinción también llama esclavos.
Notemos que incluso insulta a su padre al decir: "¿Quién es el hijo de Isaí?" (1 S 25:10).
La frase "da a tus siervos y a tu hijo David" (1 S 25:8) sugiere no solo la humildad del futuro rey sino que también Nabal sería bastante mayor que David.
Cinco ovejas para alimentar a 400 personas no son suficientes. Da un promedio de 80 comensales por animal. Tenemos que asumir que cada uno va a probar un pedazo muy pequeño, o que las comería exclusivamente un grupo privilegiado.
Abigail es una mujer muy bella. Es el mismo término (1 S 25:3) que se usa con referencia a Raquel (Gn 29:17) y a Ester (Est 2:7). Sin embargo, su hermosura física no sobrepasa su belleza espiritual.
La egolatría de Nabal resalta en el versículo 11, donde leemos: "¿He de tomar yo ahora mi pan, mi agua, y la carne que yo he preparado para mis esquiladores...?" (En el texto masorético se utilizan 8 veces los términos "yo" o "mis").
La expresión que emplea el criado al contar la situación a Abigail ("el mal está decidido contra nuestro amo y su casa", versículo 17) implica la idea de un desastre inevitable. Años después Salomón lo expresará diciendo: "Al que da mal por bien, el mal no se apartará de su casa" (Pr 17:13).
Temas para análisis y comentario
1. ¿Qué hacer cuando el esposo, por su propia imprudencia, está en peligro de muerte, o de desastre económico, familiar, espiritual, etc.?
2. ¿Hizo mal Abigail en no consultar a su esposo en cuanto a su plan?
3. ¿Qué debe hacer el creyente cuando tiene que tomar una decisión de emergencia?
4. ¿Obraron bien los criados de David en no responder al insulto?
5. Comparar a Nabal con el rico de (Lc 16:19-31).
6. ¿Qué sucederá con los enemigos de Dios? (Sal 2:1-12).
Comentarios
Eliseo Jara Soto (Chile) (15/07/2019)
Esta historia se ha repetido por muchos años, en donde siempre a sido la autoridad del esposo la que lidera por sobre todas las situaciones, lo que ha provocado ciertas dificultades para el desarrollo en la vida de cada uno, ya sea en la familia, en el trabajo, para el desenvolvimiento de las actividades publicas y privadas, por otro lado, en la actualidad todo esto ha sufrido un cambio severo por la simple conducta del sistema mundial y local referente a las leyes dictadas por el hombre, dando ciertas libertades a la educación de las familias donde prima la autoridad femenina, dando como resultado la poca resolución y blanda enseñanza que refleja falta de obediencia dando como resultado incumplimiento en las ordenes dadas por el Padre, es una opinión netamente personal al respecto.
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