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Estudio bíblico: Un remanso de paz y bendición - Hechos 9:31-43

Autor: Ernestro Trenchard
Reino Unido
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Un remanso de paz y bendición (Hechos 9:31-43)

La iglesia en tierra de Israel (Hch 9:31)

Después de narrar los tremendos acontecimientos de la persecución de la Iglesia en Jerusalén y su dispersión, seguida por la conversión del perseguidor principal, Lucas llega a otro alto desde el cual otea el horizonte, resumiendo en breves palabras la posición de la Iglesia al final del período de transición. Por excepción (en todo el Nuevo Testamento) se emplea la palabra ?Iglesia? en número singular por el conjunto de los fieles en un área territorial (Judea, Galilea y Samaria), puesto que según el uso normal, ?Iglesia? indica la iglesia universal, el Cuerpo de Cristo, mientras que las congregaciones locales se denominan ?iglesias? en plural. Este uso excepcional se explica si entendemos que Lucas está pensando mayormente en la antigua Iglesia en Jerusalén ya esparcida por Israel, bien que aumentada gracias a la adición de los que se habían convertido por el testimonio de los esparcidos.
1. Un período de paz
La conversión de Saulo, organizador y vitalizador de la persecución, había restado todo empuje y dinamismo del ataque. Es posible que otras circunstancias políticas hubiesen coadyuvado también para reducir la presión en contra de los nazarenos, quienes disfrutaron de un período de paz en Israel hasta la subida al poder de Herodes Agripa l en el año 41. Esta tranquilidad podría haber durado desde el año 35 (o aún desde el año 33) hasta el reinado de Herodes en Judea (41 a 44 d. C.), o sea, un mínimo de seis años hasta un máximo de once, si Herodes no iniciara la persecución hasta el año de su muerte.
2. Un cuadro de bendición
Libres de persecución, los creyentes en Israel se edificaban en su Fe, andaban en el temor del Señor y se multiplicaban por la consolación del Espíritu Santo. Su edificación subraya la bendición interna de compañías que ganaban en firmeza y en conocimiento de la verdad. Su ?andar? en el temor del Señor (Jesús) les diferencia de sus vecinos judíos y paganos, pues reconocían en todo a Jesús como Señor, siendo ?hombres del Camino? que él les había trazado. La multiplicación en la potencia del Espíritu Santo enfoca la luz sobre su testimonio, que dio hermoso fruto en la conversión de almas que se añadían a las iglesias, que no se olvidaban de su unidad como ?Iglesia?.

Los viajes apostólicos de Pedro (Hch 9:32-43)

1. Extensos viajes y visitas por Israel (Hch 9:32)
La primera frase de este versículo debe traducirse: ?Aconteció que Pedro, visitando a todos? y por ella tenemos noticias de la extensa labor apostólica de Pedro dentro del ámbito de Israel durante esta época de paz. Vemos a los apóstoles con frecuencia en Jerusalén, como sede principal de su obra, pero la corta sección que hemos de considerar echa luz sobre movimientos más amplios, que pueden considerarse como típicos. Es verdad que los esparcidos por la persecución llevaban la bendita Palabra consigo, lo que dio por resultado una hermosa expansión gracias al testimonio espontáneo de ellos. No por eso hemos de creer que los apóstoles permanecían pasivos e inactivos, pues de la manera en que Pedro y Juan bajaron a Samaria con el fin de conjurar posibles peligros que amenazaran la unidad de la Iglesia, predicando el Evangelio en el curso del viaje, así llevaban a cabo una labor de orientación y de confirmación que habrá jugado un papel muy importante en la edificación de las iglesias que subrayó Lucas en (Lc 9:31). La frase parece indicar una labor ordenada y que Pedro no dejara ningún grupo sin su visita correspondiente.
2. Una obra de poder en Lida (Hch 9:32-35)
Lida era un pueblo situado en un valle fructífero de la Sepela (los cerros que bordeaban la llanura de Sarón), empalme de un camino que bajaba hacia el sur con otro que enlazaba Jope (Jafa) con Jerusalén. Al llegar Pedro a Lida, halló a un hombre llamado Eneas, por supuesto entre la compañía de creyentes, que había sufrido una hemiplejía ocho años antes, quedando paralizado, postrado permanentemente en su cama, que sería una colchoneta de paja. Con suma brevedad Lucas describe el encuentro con Pedro, quien percibió que era la voluntad de Dios que Eneas fuese restaurado a la salud. El apóstol declaró un hecho: ?Eneas, Jesucristo te sana?, y sobre la base del hecho le da un mandato que da prueba de su veracidad: ?Levántate y haz tu cama? (Hch 9:34): mandato que Eneas, aceptando con fe la declaración de su curación, obedeció en seguida. Podemos suponer que este milagro, con el del levantamiento de Tabita que se refiere a continuación, eran típicos de las ?señales? que Dios obraba por medio de Pedro en distintos lugares de Israel en esta época, sin que por ello hayamos de creer que toda obra espiritual se iniciara por milagros.
3. Eneas y Jesucristo (Hch 9:34)
Pedro se limitaba a poner al enfermo en contacto con su Señor, siendo significativo el énfasis sobre el nombre personal, ?Eneas?. puesto que la gracia de Dios en Cristo no se derrama de cualquier forma sobre las multitudes, sino que se encamina, por medio de la Palabra, hacia el hombre sumiso, siendo la Palabra el medio que produce el encuentro. No hubo resistencia de parte de Eneas, quien aprendió con gozo que Jesucristo le sanaba, dando prueba de su fe por su obediencia.
4. El fruto de la obra (Hch 9:35)
Los habitantes de Lida pudieron comprobar la realidad de la obra sanadora, viendo a Eneas andar y trabajar, libertado de su postración. Hemos de entender que Pedro anunciara también el Evangelio, señalando el sentido espiritual de la obra de poder. Así el milagro cumplió su cometido de despertar el interés, mientras que la palabra que presentaba a Cristo a las almas llegó a ser el medio de vida y de conversión. Es probable que los liditas hubiesen oído bastante del Evangelio ya por boca de los esparcidos, puesto que se hallaba el pueblo en el camino desde Jerusalén al mar.
5. Tabita vuelve a la vida en Jope (Hch 9:36-43)
El lugar del milagro. A una distancia de unos 16 Km. de Lida, se hallaba Jope, el puerto de mar más próximo a Jerusalén, que hoy en día, bajo el nombre Jafa, se halla un poco al sur de la floreciente ciudad hebrea de Tel Aviv.
La dramática historia. En Jope se había establecido ya una iglesia cristiana, en la cual se destacaba una hermana (se llama específicamente una discípula) notable por sus buenas obras, que consistían particularmente en hacer limosnas y en coser prendas para los pobres, con referencia especial a las viudas. Su nombre arameo, Tabita, quiere decir ?gacela?, del cual Dorcas es la traducción griega. Durante la visita de Pedro a Lida, Tabita enfermó y murió, siendo lavado el cadáver según los ritos hebreos de la purificación de los muertos y colocado en una cama en un aposento alto. Lo normal habría sido que los hermanos procedieran pronto al entierro de Tabita en un país de clima normalmente cálido; pero sabían de la presencia de Pedro en Lida, de dónde habían venido noticias de la curación de Eneas, y no quisieron sepultarla hasta que él viniera. No se dice que esperasen un milagro tan tremendo, pero se vislumbra la estimación muy especial en que tenían a Tabita unida con un espíritu de expectación que habría podido surgir de algún mensaje profético. Dos hermanos salieron, cuesta arriba, hacia Lida, con un mensaje urgente para Pedro: ?No tardes en pasar hasta nosotros? (Hch 9:38). Pedro accedió en seguida, y hemos de recordar que estos siervos del Señor, llenos del Espíritu, estaban en contacto constante con su Señor. En frases breves, pero gráficas, Lucas nos hace ver cómo hicieron a Pedro subir al aposento alto; describe la escena del cadáver yaciente rodeado de las viudas que lloraban la pérdida de su benefactora, enseñando las prendas de ropa exterior e interior (vestidos y túnicas), que Tabita les había hecho. Pedro tuvo que saber que la hora había venido para una manifestación especial del poder de Dios, y, como en otros casos en la Biblia, había de quedar a solas con la difunta con el fin de arrodillarse y orar. Recibió la confirmación de su Señor, de modo que, volviéndose al cuerpo dijo con toda naturalidad: ?Tabita, levántate?. La primera señal de que el espíritu había vuelto al cuerpo fue el abrir de sus ojos, y luego, viendo la resucitada a Pedro, se incorporó. Los sencillos y gráficos detalles delatan las impresiones de un testigo ocular que diera la información a Lucas. Pedro dio la mano a Tabita, ayudándola a ponerse de pie para ser presentada viva a los santos y viudas que esperaban fuera. El Profesor F. F. Bruce nota que con una sola letra de diferencia en el arameo, Pedro había repetido el mandato que Jesús dio a la hija de Jairo: ?Talita qumi?... ?Tabita qumi?. Es de suponer que los pensamientos del discípulo volviesen a la casa de Jairo al seguir tan de cerca las pisadas del Maestro.
Este tipo de narración, que combina el dramatismo con la máxima naturalidad y sencillez, nos recuerda el que Lucas emplea para describir el levantamiento del hijo de la viuda de Naín (Lc 7:11-17).
6. Milagros de resurrección
Al llamar al espíritu otra vez al cuerpo de un ser fallecido el Maestro obraba directamente como ?Resurrección y Vida? bien que oró ante la tumba de Lázaro con el fin de aleccionar a los circunstantes. Los profetas Elías y Eliseo fueron instrumentos para efectuar este milagro máximo, pero los dos se dieron a una lucha de intercesión ante Dios y se pusieron en contacto con el cadáver (1 R 17:19-24) (2 R 4:32-37). En la Sección introductoria notamos la peregrina idea de que Lucas deseaba conceder a Pablo el mérito de hacer los mismos milagros que Pedro, según la cual la curación del cojo de Listra corresponde a la curación de Eneas, y el levantamiento de Eutico corresponde al de Tabita. Admitimos un equilibrio artístico entre los hechos de Pedro y los de Pablo, pero rechazamos de plano toda idea de rivalidad o de ?propaganda? a favor del ?predilecto? como algo indigno del proceso de inspiración tan claramente visible en la magna obra conjunta de Lucas-Hechos. Siendo por igual apóstoles en el sentido privativo de la palabra, es natural que ?las señales de apóstol? (2 Co 12:12) se manifestasen tanto en la obra de Pablo como en la de Pedro. Obraban en el Nombre de Jesucristo, y, al llegar los momentos que indicara el Espíritu Santo, hacían uso de las ?credenciales? de las señales milagrosas. La señal máxima (en la esfera visible) era el levantamiento de un muerto, ya que la muerte corta fulminantemente toda esperanza humana.
7. El ejemplo de las buenas obras de Tabita (Hch 9:36,39)
El énfasis sobre la doctrina de la gracia (muy justificado por cierto), la mejora en los servicios benéficos de los estados, municipios e instituciones caritativas, y el miedo de ser engañados por impostores, han menguado el interés en llevar a cabo ?buenas obras? entre los Evangélicos del siglo XXI, pero debemos recordar que las obras benéficas constituyen una de las manifestaciones primordiales de la obra de gracia del Señor Jesucristo entre nosotros: ?Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la Fe? (Ga 6:10). En unos párrafos de gran interés el profesor F. F. Bruce subraya el espíritu generoso y caritativo que caracterizaba a los cristianos durante el siglo II (?The Growing Day?, págs. 46-50), y termina la sección con estas significativas palabras: ?Cuando procuramos explicar el aumento en el número de cristianos durante aquellos días, a pesar de la hostilidad de los medios oficiales, debemos considerar como factor primordial la impresión que una conducta tan desprendida habrá producido en el ánimo de la población gentil?. Hemos de testificar por medio de las obras, cual Tabita al dedicar su dinero y tiempo al bien de los pobres. Si falta este testimonio, nuestras muchas palabras sonarán a hueco: ?Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios? (He 13:16). Siempre hallaremos ocasiones si nos interesa testificar por el Señor de toda gracia mediante las buenas obras.
8. El testimonio de la vida renovada (Hch 9:42)
Los milagros no constituían un fin en sí, sino que probaban, en épocas cuando los siervos de Dios habían de iniciar una nueva etapa de su Obra, que él los había enviado. El levantamiento de Tabita abrió una puerta para Pedro en la ciudad de Jope, de tal forma que ?muchos creyeron en el Señor?. La iglesia llegó a ser potente y mantuvo su testimonio a través de muchos siglos.
9. Los movimientos de Pedro (Hch 9:43)
Hemos visto que la breve sección que abarcan los versículos 32 a 43 del capitulo 9 abre una ventana que nos permite apreciar la obra apostólica de Pedro, aunque por otra parte no corresponde al plan del libro tratar más de sus viajes. Esta finalidad justifica plenamente la inclusión de la porción que hemos venido estudiando, pero cumple además otro propósito, ya que las providencias de Dios y la guía del Espíritu Santo van llevando a Pedro hacia el escenario del gran acontecimiento que será el tema del capítulo siguiente: la apertura de la puerta del Reino de Dios a los gentiles en igualdad de condiciones respecto a los judíos. Lucas no pierde de vista su plan y va jalonando el camino de Pedro a Cesarea, donde pronto habrá de entrar en una casa gentil para anunciar las riquezas de Cristo. Desde Harnack en adelante, los escriturarios han señalado el significado de (Hch 9:43), que revela que el judío ortodoxo, que era Pedro, se digna posar en la casa de Simón curtidor, toda vez que el oficio de curtidor se consideraba inmundo para los judíos estrictos, a causa de la necesidad de manejar los cuerpos muertos de animales. Pedro no pone objeciones en este caso, lo que nos hace suponer que los horizontes de su mente van ensanchándose como preparación para recibir la gran verdad: lo que Dios había limpiado, él no había de llamarlo inmundo.

Temas para meditar y recapacitar

1. Discurra sobre el amplio ministerio de Pedro en Israel a la luz de la sección (Hch 9:32-43).
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