Estudio bíblico de Josué 7:25-9:27
Josué 7:25-9:27
Nos acercamos hoy al final de nuestro estudio del capítulo 7 de Josué. Y en nuestro programa anterior, estábamos hablando del pecado de Acán y la consecuente derrota de Israel en Hai. Y decíamos que es necesario confesar nuestro pecado a Dios. Ahora, ¿cómo se hace eso? Pues, indicando claramente a Dios lo que hemos hecho, así como Acán indicó claramente a Josué lo que él había hecho. Debemos contar a Dios todo lo que tenemos en nuestro corazón, y mejor es que se lo hagamos así, porque Él ya lo sabe todo al respecto.
Sin la confesión, estimado oyente, no puede haber ningún gozo ni poder en nuestra vida. No habrá victoria, hasta que confesemos nuestro pecado. Ahora cuando Acán confesó su pecado y le dijo a Josué lo que él había tomado de los despojos de la ciudad, Josué entonces envío algunos mensajeros para que buscaran lo que Acán había tomado y escondido. Y ellos lo trajeron a Josué y lo pusieron delante del Señor y de los Israelitas. Entonces Josué y todo Israel tomaron a Acán y a su familia, y a todo lo que tenía, incluyendo los despojos que había tomado y lo llevaron al valle de Acor. Ahora, leamos los versículos finales, los versículos 25 y 26:
"Y le dijo Josué: ¿Por qué nos has turbado? Túrbete Jehová en este día. Y todos los israelitas los apedrearon, y los quemaron después de apedrearlos. Y levantaron sobre él un gran montón de piedras, que permanece hasta hoy. Y Jehová se volvió del ardor de su ira. Y por esto aquel lugar se llama el Valle de Acor, hasta hoy."
Ésta es una situación seria y el apóstol Pablo puso énfasis sobre ella para los creyentes, en el Nuevo Testamento. Dijo el apóstol en Romanos 8:13, "Porque si vivís conforme a los deseos de la débil condición humana, moriréis; pero si los hacéis morir por medio del Espíritu, viviréis". Hay algunos cristianos que en realidad no viven. Hay creyentes que viven en la miseria espiritual porque no se ocupan de tratar el problema del pecado en sus vidas. El apóstol Pablo también dijo en su primera carta a los Corintios 11:31 y 32: "Si, pues, nos examináramos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; pero siendo juzgados, somos castigados por el Señor para que no seamos condenados con el mundo". Hay muchos cristianos que en realidad no viven. Estimado oyente, si pudiéramos juzgarnos y confesar nuestros pecados, entonces Dios no tendría que intervenir para juzgarnos. Su juicio a veces es muy serio. Yo podría contarle desde mi experiencia personal, cual es el juicio de Dios en mi propia vida. Y no tendrá ningún provecho quejarse o lamentarse, como hizo Josué. Lo que se debe hacer es arreglar lo que se ha estropeado. Cuando confesamos nuestro pecado a Él y nos apartamos de ese pecado, entonces experimentamos el gozo que sólo el Señor puede dar.
Y así concluye nuestro estudio del capítulo 7 de Josué. Llegamos ahora a
Josué 8
Como hemos visto en el capítulo 7, Israel sufrió una vil derrota en la pequeña ciudad de Hai. Y el motivo de la derrota fue la existencia de pecado en el campamento. Después de que el pecado fue tratado, Dios estaba preparado para conceder una victoria a Israel. En este capítulo Dios fortaleció a Josué.
En primer lugar, leamos el primer versículo de este capítulo 8 de Josué, que inicia el tema de
La victoria en Hai
"Jehová dijo a Josué: No temas ni desmayes; toma contigo toda la gente de guerra, y levántate y sube a Hai. Mira, yo he entregado en tu mano al rey de Hai, a su pueblo, a su ciudad y a su tierra."
Observemos que Dios dijo que cuando fuesen a Hai, debían reunir a todos los soldados. Como dijimos anteriormente, Hai representa a la naturaleza o condición humana. Esa naturaleza es el peor enemigo que tenemos, y necesitamos todos los recursos para obtener la victoria. Continuemos leyendo el versículo 2:
"Y harás a Hai y a su rey como hiciste a Jericó y a su rey; sólo que sus despojos y sus bestias tomaréis para vosotros. Pondrás, pues, emboscadas a la ciudad detrás de ella."
Recordemos que en la batalla de Jericó no debían tomar para sí mismos nada del botín. Pero aquí Dios les dijo que tomasen lo que quisieran. ¿Por qué esta diferencia? Bueno, sabemos que en Jericó las enfermedades sociales se habían propagado mucho. En su época Moisés, no supo mucho sobre microbios que produjesen enfermedades, pero Dios sí los conocía. Observemos también que Dios le dijo a Josué que tomase la ciudad de Hai por medio de una emboscada. Continuemos leyendo los versículos 3 al 7:
"Entonces se levantaron Josué y toda la gente de guerra, para subir contra Hai; y escogió Josué treinta mil hombres fuertes, los cuales envió de noche. Y les mandó, diciendo: Atended, pondréis emboscada a la ciudad detrás de ella; no os alejaréis mucho de la ciudad, y estaréis todos dispuestos. Y yo y todo el pueblo que está conmigo nos acercaremos a la ciudad; y cuando salgan ellos contra nosotros, como hicieron antes, huiremos delante de ellos. Y ellos saldrán tras nosotros, hasta que los alejemos de la ciudad; porque dirán: Huyen de nosotros como la primera vez. Huiremos, pues, delante de ellos. Entonces vosotros os levantaréis de la emboscada y tomaréis la ciudad; pues Jehová vuestro Dios la entregará en vuestras manos."
Al leer este relato vemos que la estrategia funcionó tal como Josué la había planeado, y la ciudad de Hai cayó fácilmente en manos de los israelitas.
En primer lugar, debe haber un reconocimiento del potencial del enemigo. Debemos darnos cuenta de que la citada naturaleza humana es nuestro enemigo más grande. A algunos les gusta culpar al diablo por todo. Sin embargo, nuestra carne es la responsable de muchas de nuestras dificultades.
En segundo lugar, necesitamos examinar con cuidado las razones de nuestras derrotas. Los motivos de la derrota se deben principalmente es que dependemos mucho de nuestras propias capacidades. Recordemos que los espías le dijeron a Josué que solamente dos o tres mil hombres serían necesarios para vencer fácilmente a la ciudad de Hai. O sea que dependemos de nosotros mismos para ganar la victoria. Creemos que la naturaleza humana puede ser vencida fácilmente. Pero debemos llegar a la misma conclusión que San Pablo llegó cuando dijo, en su carta a los Romanos, capítulo 7, versículo 24: "¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?"
Estimado oyente, usted y yo no podemos controlar nuestra naturaleza humana. Sólo el Espíritu de Dios puede hacerlo. Es lamentable que muchos están tratando de controlar las tendencias de esa naturaleza con sus propias fuerzas. No se puede controlar ni mejorar de esa manera esa condición pecaminosa de nuestra naturaleza,
Cristo murió no sólo para que recibiéramos la salvación, sino también para que pudiésemos ocuparnos de hacer frente al problema del pecado. Según San Pablo en Romanos 8:3, Dios envió a Su Hijo en la misma condición humana para de esa modo condenar al pecado en la propia debilidad de nuestra condición. Esto simplemente significa que cuando Cristo vino a la tierra, no sólo murió por nuestros pecados para que obtuviéramos la salvación, sino también para someter a juicio esta vieja naturaleza nuestra. Porque usted y yo tenemos esa clase de naturaleza. El Espíritu Santo no podía ni siquiera tocarnos hasta que Cristo pagara en la cruz la pena del pecado. Cuando esa pena fue pagada y nuestra naturaleza condenada, entonces el Espíritu Santo puede intervenir en nuestra vida para transformar la derrota en una victoria. Como el apóstol Pablo mismo dijo, en Gálatas 2:20: "Con Cristo estoy crucificado, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y la vida que ahora vivo en el cuerpo, la vivo por mi fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a la muerte por mí". En resumen, la naturaleza o condición humana, como aquella ciudad de Hai de nuestro relato, nos derrotará, a menos que dependamos del poder del Espíritu Santo para obtener la victoria.
Leamos ahora los versículos 30 al 32, para iniciar un párrafo en el que
Josué leyó las bendiciones y las maldiciones
"Entonces Josué edificó un altar a Jehová Dios de Israel en el monte Ebal, como Moisés siervo de Jehová lo había mandado a los hijos de Israel, como está escrito en el libro de la ley de Moisés, un altar de piedras enteras sobre las cuales nadie alzó hierro; y ofrecieron sobre él holocaustos a Jehová, y sacrificaron ofrendas de paz. También escribió allí sobre las piedras una copia de la ley de Moisés, la cual escribió delante de los hijos de Israel."
Encontramos que después de la victoria en Hai, Josué edificó un altar al Señor Dios de Israel, en el monte Ebal. Luego, los israelitas hicieron lo que Moisés les había mandado que hicieran, y Josué leyó las bendiciones y las maldiciones. Usted puede leer estas maldiciones y estas bendiciones, en el capítulo 11 de Deuteronomio, versículos 26 al 32.
Continuando ahora con el capítulo 8 de Josué, pasemos al versículo 34 y leamos también el 35:
"Después de esto, leyó todas las palabras de la ley, las bendiciones y las maldiciones, conforme a todo lo que está escrito en el libro de la ley. No hubo palabra alguna de todo cuanto mandó Moisés, que Josué no hiciese leer delante de toda la congregación de Israel, y de las mujeres, de los niños, y de los extranjeros que moraban entre ellos."
Observemos que toda la ley de Moisés fue leída. No leyeron solamente una parte de ella, sino toda. Ésta debería ser la ley de la tierra, y fue una ocasión para que Israel recordara las condiciones de su pacto con Dios.
Y así terminamos nuestro estudio del capítulo 8 de Josué. Llegamos hora a
Josué 9:1-25
En este capítulo 9, tuvo lugar un pacto con los gabaonitas. Como dijimos anteriormente, cuando Josué emprendió la conquista de la tierra prometida, se enfrentó con 3 enemigos formidables. La ciudad de Jericó, la ciudad de Hai y los gabaonitas. Estos 3 enemigos de Josué representan a los 3 enemigos actuales del cristiano: Jericó representa al sistema del mundo. La ciudad de Hai representa a la naturaleza o condición humana y los gabaonitas representan al enemigo de Dios, al diablo.
Recordemos que la estrategia de Josué de dividir para conquistar, consistió en tomar primero la ciudad de Jericó, situada en el centro del territorio. Después conquistó la ciudad de Hai, situada al noreste de Jericó y luego, con respecto a la zona del sur, tendría lugar una asociación con los gabaonitas. Aparentemente, los gabaonitas eran los siguientes objetivos a ser conquistados, pero éstos, como veremos, fueron inteligentes. La estrategia de Josué fue seguida por famosos militares de la historia como, por ejemplo, Alejandro Magno y Aníbal. Leamos ahora los versículos 1 y 2 de este capítulo 9 de Josué:
"Cuando oyeron estas cosas todos los reyes que estaban a este lado del Jordán, así en las montañas como en los llanos, y en toda la costa del Mar Grande delante del Líbano, los heteos, amorreos, cananeos, ferezeos, heveos y jebuseos, se concertaron para pelear contra Josué e Israel."
Indudablemente estos reyes habían planeado unirse contra los israelitas, pero parece que por algún motivo fracasaron en su intento de unión y no tuvieron éxito en la tarea de detener al ejército invasor de Israel. Esto podría explicar la defección de los gabaonitas. La intención de estos no era la de luchar, sino la de concertar un acuerdo. Continuemos leyendo los versículos 3 al 9:
"Mas los moradores de Gabaón, cuando oyeron lo que Josué había hecho a Jericó y a Hai, usaron de astucia; pues fueron y se fingieron embajadores, y tomaron sacos viejos sobre sus asnos, y cueros viejos de vino, rotos y remendados, y zapatos viejos y recosidos en sus pies, con vestidos viejos sobre sí; y todo el pan que traían para el camino era seco y mohoso. Y vinieron a Josué al campamento en Gilgal, y le dijeron a él y a los de Israel: Nosotros venimos de tierra muy lejana; haced, pues, ahora alianza con nosotros. Y los de Israel respondieron a los heveos: Quizás habitáis en medio de nosotros. ¿Cómo, pues, podremos hacer alianza con vosotros? Ellos respondieron a Josué: Nosotros somos tus siervos. Y Josué les dijo: ¿Quiénes sois vosotros, y de dónde venís? Y ellos respondieron: Tus siervos han venido de tierra muy lejana, por causa del nombre de Jehová tu Dios; porque hemos oído su fama, y todo lo que hizo en Egipto"
Los gabaonitas eran muy astutos. Pretendieron ser agentes diplomáticos de un país lejano, cuando el hecho era que vivían solamente a unos pocos kilómetros de Jerusalén. Le dijeron a Josué que realmente querían adorar al Dios vivo y verdadero. Luego, hicieron notar a Josué sus vestidos viejos y sus cueros de vino ya rotos, los zapatos viejos, y su pan mohoso. Todo fue un engaño, y Josué cayó en la trampa. Dios había mandado a los israelitas que destruyesen completamente las ciudades de los cananeos y que no firmasen acuerdos con ellos. Aunque la intención de Josué era obedecer a Dios, fue engañado y firmó un tratado de paz con los gabaonitas, asociándose con ellos. Ni Josué, ni los israelitas buscaron la voluntad de Dios antes de entrar en esta alianza.
Como antes dijimos de manera resumida, Jericó representa al sistema del mundo y puede ser vencido mediante la fe. La ciudad de Hai representaba la naturaleza humana, que puede ser vencida, no luchando contra ella sino reconociendo nuestra debilidad, confesando el pecado a Dios, y permitiendo que el Espíritu Santo de Dios obtenga la victoria. Recordemos que Dios había prometido entregarles la ciudad de Hai.
Y aquí tenemos al tercer enemigo. Los gabaonitas representan al diablo. Teniendo en cuanta que Efesios en el Nuevo Testamento equivale al libo de Josué en el Antiguo Testamento, el apóstol Pablo en su carta a los Efesios capítulo 6, versículo 11: "Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo". Así como en la antigüedad los israelitas tendrían que haber estado precavidos contra las estratagemas de los gabaonitas, así también el creyente hoy debiera permanecer vigilante ante las tretas del diablo. Y continuó escribiendo Pablo en el versículo 12: "Porque no tenemos lucha contra gente de carne y hueso, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes". Nuestra lucha real, estimado oyente, no es contra seres humanos, sino contra un enemigo espiritual, que es el mismo Satanás. Muchos cristianos no le reconocen. ¿Qué es lo que hace él? Pues trata de engañarle para que usted le siga a él. No estamos seguros de que él concentre todo su interés en convertirle a usted un borracho o un morfinómano. Creemos que hasta le da vergüenza ese grupo que le pertenece a él, y que ofrece un lamentable espectáculo de la miseria humana. Creemos que él está más interesado en ocuparse de la iglesia y en promover una religiosidad falsa o superficial que neutralice a los cristianos. Él quiere que usted acabe siguiéndole y adorándole. Es muy astuto y engaña a muchos cristianos. El apóstol Pablo en su segunda carta a los Corintios, capítulo 2, versículo 11 dijo: ". . . para que Satanás no saque ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones."
Desafortunadamente, algunas veces ignoramos el alcance de sus estratagemas. Y el apóstol Santiago en el capítulo 4 de su carta universal versículo 7 dijo: "Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros". Esto es lo que Josué y los israelitas debieron haber hecho en vez de vincularse con los gabaonitas. Ahora, cuando Josué se dio cuenta de que ellos en realidad eran un pueblo vecino y que les habían engañado, aun quiso respetar el tratado que había firmado con ellos. Leamos los versículos 19 y 20 de este capítulo 9 de Josué:
"Mas todos los príncipes respondieron a toda la congregación: Nosotros les hemos jurado por Jehová Dios de Israel; por tanto, ahora no les podemos tocar. Esto haremos con ellos: les dejaremos vivir, para que no venga ira sobre nosotros por causa del juramento que les hemos hecho."
En aquellos tiempos, un tratado era respetado, aunque hubiese sido concertado en estas circunstancias. Aunque consideramos a aquellas personas del Antiguo Testamento como seres no civilizados, observemos el valor que le daban a la palabra empeñada en un compromiso. Ésa es la actitud que Dios requiere hoy de nosotros. Leamos, finalmente, los versículos 21 y 27, que finalizan este capítulo 9 de Josué:
"Dijeron, pues, de ellos los príncipes: Dejadlos vivir; y fueron constituidos leñadores y aguadores para toda la congregación, concediéndoles la vida, según les habían prometido los príncipes... Y Josué los destinó aquel día a ser leñadores y aguadores para la congregación, y para el altar de Jehová en el lugar que Jehová eligiese, lo que son hasta hoy."
En este programa hemos visto como Dios estableció condiciones para la conquista de la tierra. Condiciones que pueden haber parecido arbitrarias. Pero la realidad de los hechos demostró que Dios sabía lo que hacía, lo que decía, y que conoce perfectamente a los seres humanos. Haremos bien en tomar en serio la Palabra de Dios. Y tengamos en cuanta que Dios da a todos la oportunidad de volverse a Él, y de colocar la vida bajo Su control. En primer lugar nos ha provisto, en Su Hijo Jesucristo, el único medio para tener una relación con Él y recibir la salvación. Y luego, nos proporciona el poder del Espíritu Santo como el único recurso para vencer las pasiones y tendencias de nuestra condición humana, de nuestra debilidad y fragilidad. Estimado oyente, queda en sus manos el tomar una decisión al respecto, y nosotros oramos y deseamos para usted la victoria real y duradera que sólo Dios puede ofrecer.
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