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Estudio bíblico de 1 Samuel 25:4-26:12

1 Samuel 25:4-26:12

Continuamos hoy estudiando el capítulo 25 del primer libro de Samuel, que comenzamos en nuestro programa anterior. Y estuvimos haciendo una evaluación de David. Y dijimos que David fue uno de los hombres sobresalientes de las Escrituras. No conocemos a ningún hombre de la historia Bíblica que manifestase tal nobleza de carácter. Es verdad que tuvo una trayectoria con altibajos. Nació en Belén, hijo de campesinos; era hijo de Isaí, de la tribu de Judá. Se crió como pastor de ovejas, el menor entre sus hermanos. En su juventud, siempre lo pasaron por alto. Luego, un día su vida cambió. Dios no lo había pasado por alto. Dios conocía su corazón y esto nos dice, estimado oyente, que Dios no da importancia a las apariencias. Dios conocía el corazón de David. Fue ungido por rey por Samuel, y luego mató al gigante Goliat. También era músico y como tal, se le llamó "El dulce Cantor de Israel". Y escribió las obras poéticas más hermosas que jamás se hayan escrito o cantado en lenguaje alguno. ¿Conoce usted alguna obra que pueda compararse con el Salmo 23, por ejemplo? Más adelante, David se casó con la princesa Mical, hija de Saúl. Fue amado también por Jonatán, hijo de Saúl. Ningún hombre jamás ha tenido amigo como el que David tuvo en Jonatán. Sin embargo, hemos visto que David se había convertido en un proscrito, que reunió a su alrededor a una banda de hombres y que se refugiaba en las montañas. Más adelante, veremos que por fin llegó a ser el rey de Judá, y luego, el rey de todo Israel. Veremos también que su propio hijo encabezó una rebelión contra él. Y una vez más, fue obligado a huir. Por último, David pudo vivir hasta que vio ungido como rey, a su hijo Salomón.

Deseamos destacar en este capítulo, un episodio sencillo de su vida, que revela el lugar más íntimo de su alma. Es una historia en cuanto a David y Abigail, y revela en realidad cuán humano era David.

Parece que no todos los descendientes de Caleb fueron buenas personas, como podemos ver por este hombre llamado Nabal, término que significa "necio", así que no debió ser un nombre propio sino más bien un apodo, asignado popularmente por su forma de ser. Era un hombre rico, pero sin honor ni honestidad, dominado por el alcohol. Pero tenía una mujer hermosa e inteligente. Surge la pregunta sobre cómo habrá conseguido un hombre como aquel una mujer de semejante nivel. Incluso un especialista Bíblico ha titulado la vida de Nabal y Abigail como "La bella y la bestia" Quizás esa boda fue concertada por los padres de ambos, teniendo en cuenta la riqueza de aquel hombre.

Continuemos, pues, leyendo los versículos 4 y 5 de este capítulo 25 del primer libro de Samuel:

"Supo David en el desierto que Nabal esquilaba sus ovejas. Entonces envió David diez jóvenes y les dijo: Subid al Carmel e id a Nabal; saludadlo en mi nombre."

David había estado protegiendo a Nabal. Disponía de un ejército bastante grande y aunque pudo haber robado a este hombre y llevarse sus ovejas para alimentarse, no lo hizo así. En cambio, protegió a las ovejas de Nabal, de los ladrones y los merodeadores. Hizo muchas cosas para ayudar a Nabal. En este momento, David necesitaba comida, y por tanto, envió a sus jóvenes y les instruyó para que hablaran con Nabal y le pidiesen ayuda, Continuemos leyendo los versículos 9 y 10:

"Los jóvenes enviados por David fueron y dijeron a Nabal todas estas cosas en nombre de David, y callaron. Pero Nabal respondió a los jóvenes enviados por David: ¿Quién es David, quién es el hijo de Isaí? Muchos siervos hay hoy que huyen de sus señores."

Nabal estaba diciendo que David había traicionado a Saúl, y que no era leal con él. Prosigamos con los versículos 11 al 13:

"¿He de tomar yo ahora mi pan, mi agua y la carne que he preparado para mis esquiladores, y darla a hombres que no sé de dónde son? Los jóvenes que había enviado David, dando media vuelta, tomaron el camino de regreso. Cuando llegaron a donde estaba David, le dijeron todas estas cosas. Entonces David dijo a sus hombres: Cíñase cada uno su espada. Cada uno se ciñó su espada y también David se ciñó la suya. Subieron tras David unos cuatrocientos hombres, y dejaron doscientos con el bagaje."

Alguien de la casa de Nabal se enteró de esto e informó a Abigail. Dice el versículo 14:

"Pero uno de los criados avisó a Abigail, mujer de Nabal, diciendo: Mira que David ha enviado mensajeros del desierto para saludar a nuestro amo, y él los ha despreciado."

Y continuó el criado diciéndole a Abigail, que esos hombres habían sido muy buenos con ellos y que nunca les habían tratado mal, ni nada les había faltado durante el tiempo que estuvieron con ellos. Ahora, cuando Abigail oyó lo que había pasado entre su esposo y los jóvenes de David, ella sabía lo que David haría. De modo que reunió una gran cantidad de comida. Y leemos aquí en los versículos 18 hasta el 20:

"Tomó Abigail a toda prisa doscientos panes, dos cueros de vino, cinco ovejas guisadas, cinco medidas de grano tostado, cien racimos de uvas pasas y doscientos panes de higos secos, y lo cargó todo sobre unos asnos. Luego dijo a sus criados: Id delante de mí, y yo os seguiré luego. Pero nada declaró a su marido Nabal. Montada en un asno, descendió por una parte secreta del monte, mientras David y sus hombres venían en dirección a ella; y ella les salió al encuentro."

Abigail salió para encontrarse con David, con la comida en sus manos, antes que David llegara hasta Nabal, porque David estaba tan airado que habría matado a Nabal. Avancemos con el versículo 21:

"David había comentado: Ciertamente en vano he guardado en el desierto todo lo que este hombre tiene, sin que nada le haya faltado de todo cuanto es suyo; y él me ha devuelto mal por bien."

La intención de David era destruir todo lo que pertenecía a Nabal. Sigamos adelante con los versículos 23 y 24 de este capítulo 25 del primer libro de Samuel:

"Cuando Abigail vio a David, se bajó en seguida del asno; inclinándose ante David, se postró en tierra, y echándose a sus pies le dijo: ¡Que caiga sobre mí el pecado!, señor mío, pero te ruego que permitas que tu sierva hable a tus oídos, y escucha las palabras de tu sierva."

David, pues, vino cabalgando a todo galope, enardecido por la ira, y probablemente diciéndose: "Mataré a este tipo. No puede tratarme de esa manera". Luego miró por el camino y vio llegar una mujer montada sobre un asno. Vio toda la comida que traía. Sus hombres tenían hambre, y detuvo a su grupo ante esta hermosa mujer. Por primera vez, el ungido de Dios se hallaba cara a cara con una mujer noble que tenía buenas intenciones para con él. Ella se postró delante de David. Se presentó como la esposa de Nabal. Y se arrodilló allí mismo en el polvo y le pidió que David cumpliese su venganza sobre ella. Creemos que se portó sabiamente haciendo lo que hacía, porque David nunca le habría hecho daño a una hermosa mujer con una petición como la que le hizo ella. Luego, ella le pidió disculpas por el hecho de que su esposo era necio y bruto. Y continúa Abigail hablando en los versículos 25 al 28, y dijo:

"No haga caso ahora mi señor de ese hombre perverso, de Nabal; porque conforme a su nombre, así es. Él se llama Nabal, y la insensatez lo acompaña; pero yo, tu sierva, no vi a los jóvenes que tú enviaste. Ahora pues, señor mío, ¡vive el Señor, y vive tu alma!, que el Señor te ha impedido venir a derramar sangre y vengarte por tu propia mano. Sean, pues, como Nabal tus enemigos, y todos los que procuran el mal contra mi señor. En cuanto a este presente que tu sierva te ha traído, que sea dado a los hombres que siguen a mi señor. Te ruego que perdones a tu sierva esta ofensa; pues el Señor hará de cierto una casa perdurable a mi señor, por cuanto mi señor pelea las batallas del Señor, y no vendrá mal sobre ti en todos tus días."

Ahora, esto ocurría al principio de la carrera de David. La maldad entraría más tarde en su vida, pero hasta ese momento, la vida de David era limpia y pura. Hasta aquí, David había vivido para Dios y había tratado de agradar a Dios. Y Abigail reconoció esa realidad y le admiró por ello. Y continuó diciendo en el versículo 29:

"Aunque alguien se haya levantado para perseguirte y atentar contra tu vida, con todo, la vida de mi señor será atada al haz de los que viven delante del Señor tu Dios, mientras que él arrojará las vidas de tus enemigos como quien las tira con el cuenco de una honda."

Aunque no le mencionó por nombre, Abigail se refería aquí a Saúl como el que acosaba a David. Luego, ella dijo una de las cosas más notables en cuanto a David: "la vida de mi señor será atada al haz de los que viven delante del Señor tu Dios". Dicho en otras palabras, "Tu vida estará segura bajo la protección del Señor tu Dios". Y estimado oyente, ésa es exactamente la posición del creyente en Cristo Jesús.

El apóstol Juan en su primera carta llamó a Cristo, "la vida eterna". Dijo así, en su primera carta, capítulo 1, versículo 2: "pues la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó". Cuando usted y yo, estimado oyente, confiamos en Cristo Jesús como Salvador, el Espíritu Santo nos bautiza, nos une, en el cuerpo de creyentes y ese cuerpo es Cristo. Pablo dijo en su primera carta a los Corintios, capítulo 12, versículo 13: "Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, tanto judíos como griegos, tanto esclavos como libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu". Usted y yo somos colocados en el cuerpo de creyentes, o sea en el cuerpo de Cristo, por medio de la fe en Cristo. Se nos dice que estamos en Cristo. En su carta a los Romanos, el apóstol dijo en el capítulo 8, versículo 1, que no hay ninguna condenación para los que están unidos a Jesucristo. Así que estamos atados firmemente en el haz, en el manojo de la vida con el Señor Jesucristo.

Luego Abigail le dijo a David que de la misma manera en que él había metido esa piedra en la honda y la había tirado a Goliat matándolo, así también sus enemigos serían arrojados como las piedras con una honda. "Y él arrojará las vidas de tus enemigos como quien las tira con el cuenco de una honda", fue lo que ella dijo. David sabía todo en cuanto a las hondas, y era muy conocido en todo Israel lo que él había hecho cuando mató al gigante Goliat. Luego Abigail siguió hablándole a David y le dijo aquí en los versículos 30 y 31:

"Cuando el Señor haga con mi señor conforme a todo el bien que ha hablado de ti, y te establezca como príncipe sobre Israel, entonces, señor mío, no tendrás motivo de pena ni remordimientos por haber derramado sangre sin causa, o por haberte vengado con tu propia mano. Guárdese, pues, mi señor, y cuando el Señor haya favorecido a mi señor, acuérdate de tu sierva."

Abigail estaba diciéndole a David: "No nos culpes a nosotros por lo que ha hecho mi esposo. Tu vas a ser rey". Entonces David le habló a ella. Y podemos imaginarnos a David sentado a horcajadas en su caballo, mirando hacia abajo a esta mujer que se encontraba en el polvo, echada a sus pies. Ella era hermosa, noble, y tenía un carácter extraordinario. Y le dijo aquí en los versículos 32 y 33:

"Entonces David dijo a Abigail: Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que te envió para que hoy me encontraras. Bendito sea tu razonamiento y bendita tú, que me has impedido hoy derramar sangre y vengarme por mi propia mano."

David estaba agradecido a esta mujer por su sabiduría, al impedirle que hiciera algo, que después hubiera lamentado. Y dice el versículo 35 de este capítulo 25 del primer libro de Samuel:

"David recibió de sus manos lo que le había traído, y le dijo: Sube en paz a tu casa, pues he escuchado tu petición y te la he concedido."

David aceptó la comida, el consejo, y la persona de Abigail. Y continuamos en los versículos 36 al 38 de este capítulo 25 del primer libro de Samuel:

"Cuando Abigail volvió adonde estaba Nabal, este estaba celebrando en su casa un banquete como de rey. Nabal estaba alegre y completamente ebrio, por lo cual ella no le dijo absolutamente nada hasta el día siguiente. Pero por la mañana, cuando ya a Nabal se le habían pasado los efectos del vino, le contó su mujer estas cosas; entonces se le apretó el corazón en el pecho, y se quedó como una piedra. Diez días después, el Señor hirió a Nabal, y éste murió."

Nabal había dado mientras tanto una gran fiesta que le había alegrado mucho. A la mañana siguiente, cuando ya se la habían pasado los efectos de la embriaguez, Abigail le contó lo que había sucedido el día anterior con David. Luego, dice aquí que sufrió un ataque cardíaco repentino que le dejó paralizado. Fue bueno que Dios hubiera impulsado a Abigail a intervenir a tiempo. Las manos de David habrían estado manchadas de sangre y Dios lo impidió.

Ahora, ¿Qué iba a hacer David? Había una viuda hermosa que vivía en el desierto de Parán. Ella fue la única mujer que sería de bendición para David. Y leemos aquí en el versículo 39 de este capítulo 25 del primer libro de Samuel:

"Luego de oír David que Nabal había muerto, dijo: Bendito sea el Señor, que juzgó la causa de la afrenta que recibí de manos de Nabal, y ha preservado del mal a su siervo. El Señor ha hecho caer la maldad de Nabal sobre su propia cabeza."

Después mandó David a decir a Abigail que quería tomarla por mujer.

Cuando David oyó que Nabal había muerto, su deseo inmediato fue que Abigail fuera su esposa. Cuando ella se había encontrado con él en el camino, le había suplicado diciendo: cuando el Señor haya favorecido a mi señor, acuérdate de tu sierva. Pues, bien, a David no le fue posible olvidarse de ella. ¿Sabe por qué? Porque ella había apelado a sus más nobles sentimientos. Le había aconsejado bien, y él supo que su consejo había sido bueno. Se dio cuenta de que la amaba, y creemos que lo que aquí tenemos fue un caso de amor a primera vista.

David también reconoció la mano de Dios. Dios puede usar la hermosura. Ese día en el camino, cuando él agradeció su buen consejo, sus almas nobles se encontraron frente a frente. Y cuando Nabal murió, David pidió que ella fuera su esposa, y ella consintió.

Ahora, algo más que Dios no aprobó tuvo lugar. Leamos los versículos 43 y 44, ahora:

"También tomó David a Ahinoam de Jezreel, y ambas fueron sus mujeres. Porque Saúl había dado a su hija Mical, mujer de David, a Palti hijo de Lais, que era de Galim."

El pecado entró entonces en la vida de David, estimado oyente. Era un hombre fuerte y vivió una vida dura; pero, un día hasta llegó a ser un asesino. Y ya que David era un varón conforme al corazón de Dios, ¿significó ello que Dios aprobaría su vida? No. Más adelante veremos que cuando David anhelase edificar a Dios un templo magnífico, Dios tendría que decirle que no. Dios no le permitiría edificar ese templo debido a la presencia del pecado en su vida.

Y así, estimado oyente, concluimos nuestro estudio de este capítulo 25 del primer libro de Samuel. Llegamos ahora a

1 Samuel 26:1-12

En este capítulo Saúl vino contra David en Aquila. David impidió que Abisai, matara a Saúl, pero tomó su lanza y vasija de agua. Saúl reconoció su pecado. Una vez más, David salvó a Saúl de una muerte segura en el desierto de Zif. Notaremos el contraste entre Saúl y David. Era obvio que Saúl sabía que David había sido elegido por Dios, pero con todo, procuraba matarlo. David reconocía que Saúl era el rey ungido y por eso, le salvó la vida. Comencemos, pues, leyendo los primeros dos versículos de este capítulo 26 del primer libro de Samuel, que forman parte del episodio en que

David perdonó otra vez la vida de Saúl

"Llegaron, pues, los zifeos adonde estaba Saúl, en Gabaa, diciendo: ¿No está David escondido en el collado de Haquila, al oriente del desierto? Entonces Saúl se levantó y descendió al desierto de Zif, llevando consigo tres mil hombres escogidos de Israel, para buscar a David en el desierto de Zif."

Aquí Saúl salió en otra campaña, otra cruzada para tratar de matar a David. Y aquí vemos lo que ocurrió: David huyó al desierto y Saúl salió en su persecución. David era un gran soldado y conocía el terreno, lo cual le había ayudado a convertirse en un general experto. También tenía hombres leales que estaban dispuestos a morir por él y con él. Ahora, Saúl no conocía el terreno. Y además, sus seguidores no eran tan leales, y por eso Saúl realmente desconfiaba de ellos. Pasemos ahora al versículo 4:

"David, por tanto, envió unos espías, y supo con certeza que Saúl había llegado."

David no podía creer que Saúl entrara en un territorio que no conocía. Fue un error militar de tales proporciones, que David envió unos espías para ver si Saúl estaba verdaderamente en la región. Sus exploradores le informaron que Saúl en verdad se encontraba en el desierto. Y leemos en el versículo 5:

"Se levantó luego David y fue al sitio donde Saúl había acampado. Observó el lugar donde dormían Saúl y Abner hijo de Ner, general de su ejército. Estaba Saúl durmiendo en el campamento, y el pueblo acampaba en derredor suyo."

David estaba en posición de observar dónde se encontraban Saúl y sus hombres, mientras que él y sus hombres pudieron esconderse en el desierto. Continuemos con los versículos 6 y 7 del capítulo 26 de este primer libro de Samuel:

"Entonces David dijo a Ahimelec, el heteo, y a Abisai, hijo de Sarvia, hermano de Joab: ¿Quién descenderá conmigo al campamento donde está Saúl? Abisai dijo: Yo descenderé contigo. David y Abisai fueron, pues, de noche adonde estaba el ejército. Saúl se hallaba tendido durmiendo en el campamento, con su lanza clavada en tierra a su cabecera; Abner y el ejército estaban tendidos alrededor de él."

David y Abisai entraron en el campamento de Saúl y lo inspeccionaron. Saúl estaba dormido en una trinchera, rodeado de sus hombres. A la cabecera de su cama estaba clavada su lanza en la tierra. Y dice el versículo 8:

"Entonces dijo Abisai a David: Hoy ha entregado Dios a tu enemigo en tus manos; ahora, pues, déjame que lo hiera con la lanza: lo clavaré en tierra de un golpe, y no le hará falta un segundo golpe."

Abisai estaba diciéndole a David: "Si me dejas acercar, con un solo golpe que le de, será suficiente, y quedarás libre de tu enemigo". Pero veamos lo que respondió David en el versículo 9:

"David respondió a Abisai: No lo mates; porque ¿quién extenderá impunemente su mano contra el ungido del Señor?"

Una vez más, David tuvo la oportunidad de matar a Saúl, pero rehusó aprovecharse de ella. Dijo que no alzaría su mano contra el ungido del Señor. Continuemos con el versículo 10:

"Dijo además David: ¡Vive el Señor!, que si el Señor no lo hiriera, sea que le llegue su día y muera, o descienda a la batalla y perezca"

David dijo: "Dios tendrá que ocuparse de él". David estaba actuando según el principio que se encuentra en la carta a los Hebreos, capítulo 10, versículo 30, donde dice: "Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor". Y continuó David hablando en los versículos 11 y 12 y dijo:

"guárdeme el Señor de extender mi mano contra el ungido del Señor. Pero ahora toma la lanza que está a su cabecera y la vasija de agua, y vámonos. Se llevó, pues, David la lanza y la vasija de agua de la cabecera de Saúl y se fueron. No hubo nadie que los viera, ni se diera cuenta, ni se despertara, pues todos dormían; porque había caído sobre ellos un profundo sueño enviado por el Señor."

Ahora, lo que hizo David no fue difícil. Tomó la lanza y la vasija de agua de Saúl, y nadie se despertó porque el Señor había hecho que un profundo sueño cayera sobre Saúl y sus hombres.

Esa calma en medio del peligro, y esa serenidad al evaluar a un enemigo, provenían de una persona que amaba a Dios, tenía fe en Él y le había confiado su vida para que Él cumpliera sus propósitos para él y su pueblo. Estimado oyente, todos aquellos que han confiado en el Señor Jesucristo como su Salvador, podrán hoy descansar confiados, sabiendo que el Señor, que es un refugio, una verdadera fortaleza para Sus hijos, se ocupará de aquellos que les desean causar un daño. Bien pudo el mismo David, aquel soldado que también era un músico, escribir aquellas palabras del Salmo 37:5, que usted y yo haremos bien en recordar: "Encomienda al Señor tu camino. confía en él y él hará."

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